Beata Sor Isabel de la Trinidad |
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(versión al 24.5.2000; trinidad.htm)
María Isabel Catez es la hermana Isabel de la Trinidad, nació en Bourges, Francia, el 18 de Julio de 1880. No había cumplido aún 14 años, cuando escogió a Cristo por único Esposo. Ya desde niña tenía una gran piedad. Estudió piano y obtuvo muchos premios, y tuvo varias oportunidades para casarse, pero más tarde escribirá: "Mientras bailaba como las demás y tocaba piano, mi corazón estaba entero en el Carmelo que me llamaba". A la edad de 21 años Isabel tomó los habitos del Carmelo en 1901. Sufrió una tuberculosis fuerte. El 9 de Noviembre de 1906 se cumplió su deseo: "Jesús, mi alma te busca, quiero ser pronto tu esposa. Contigo quiero sufrir, y para encontrarte quiero morir". El Papa Juan Pablo II la beatificó el 25 de Noviembre de 1984.
Pensamientos de Sor Isabel de la Trinidad: Vivamos con Dios como con un amigo, tengamos una fe viva para estar en todo unidos a Dios (H, 576). Dios en mí, yo en Él, he ahí mi vida... ¡Oh Jesús, haz que nada pueda distraerme de ti, ni las preocupaciones, ni las alegrías, ni los sufrimientos, que mi vida sea una oración continua (T, 10). El Amor habita en nosotros, por ello mi vida es la amistad con los Huéspedes que habitan en mi alma, éstos son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (T, 10). Que mi vida sea una alabanza de gloria para las tres divinas Personas (cfr. T, 11). Anhelo llegar al cielo, no solamente pura como ángel, sino transformada en Jesucristo crucificado (T, 12). La adoración es un silencio profundo y solemne en que se abisma el que adora, confesando el todo del Dios Uno y Trino, y la pequeñez de la creatura (cfr. T, 26). Nuestra adoración debe unirse a la otra adoración más perfecta: la adoración de Jesucristo, quien adora a Dios Padre en el Espíritu Santo, quien se ofrece como hostia viva (cfr. T, 27). Oh, Dios mío, Trinidad a quien adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí misma para vivir en ti (cfr. T, 28). Te adoro Padre fecundo, te adoro Hijo que nos ayudas a ser hijos del Padre, te adoro Santo Espíritu que sales del Padre y del Hijo (cfr. T, 52). Morir a mí misma en cada instante, para vivir plenemente en Cristo (cfr. T, 68-69). ¡Oh Dios mío, apacigua mi espíritu, apacigua mis sentidos exteriores (cfr. T, 72). Mi alma se alegra en Dios, de Él espero mi liberación (cfr. T, 79). Quiero ser una morada de Dios buscando que mi corazón viva en la Trinidad... Un alma en estado de gracia es una casa de Dios, en donde habita Dios mismo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (cfr. T, 80). Oh Trinidad amada tú habitas en mi alma, y yo lo he ignorado (cfr. T, 83). Todo pasa. En la tarde la vida, sólo el amor permanece... Es necesario hacerlo todo por amor. Es necesario olviarse de uno para vivir en Dios (cfr. T, 126). El Señor está en mí y yo en Él, mi vida en el tiempo no es otra que amarle y dejarme amar; despertar en el Amor, moverme en el Amor, dormirme en el Amor (cfr. T, 126). El Señor nos invita a permanecer en Él, orar en Él, adorar en Él, amar en Él, trabajar en Él, vivir en Él (cfr. T, 137). No debemos detenernos ante la cruz, sino acogerla con fe y descubrir que es el medio que nos acerca al Amor divino (cfr. T, 206). He encontrado el cielo en la tierra, porque el cielo es Dios, y Dios está en mi alma (cfr. T, 206).
Oración de la hermana Isabel de la Trinidad: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí misma para establecerme en Ti... que cada minuto me sumerja más y más en las profundidades de tu Misterio. Serena mi alma... que jamás te deje solo, sino que permanezca siempre en Ti, en todo instante adorando, en todo instante entregada a tu acción creadora. ¡Oh Cristo mío amado, crucificado por amor, quiero ser una esposa para tu corazón; anhelaría cubrirte de gloria y amarte hasta la muerte. Que mi vida sea una irradiación de la tuya. Ven a mí como Adorador, como Reparador, como Salvador. ¡Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios, quiero que mi vida sea un permanente escucharte, quiero dejarme formar por ti. ¡Oh fuego devorador, Espíritu de amor, desciende en mí, para que se lleve a cabo en mi alma como una encarnación del Verbo! ¡Y tu, Padre, inclínate sobre tu pequeñita creatura, y ve en mí a Jesús el Amado en el cual haz puesto todas tus complacencias! ¡Oh amadas Tres Personas Divinas, a quienes me entrego y vivan en mí para que yo viva en Ustedes (T, 21-23)
Siglas: T: ¡Oh, Dios mío Trinidad a quien adoro! Obra traducida al castellano por Rosa P. de ORTÚZAR, e impresa en Santiago de Chile, 1927. La obra, que recopila los escritos de Sor Isabel de la Trinidad, es de un monje del Mobnasterio de San Benito de Maredsous, Francia, 1925. H: Heilige und Namenspatrone im Jahreslauf, Vera SCHAUBER und Hanns Michael SCHINDLER, Augsburg, 1998.
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