Ernesto Velit Granda
velit@terra.com.pe
Analista Político
Presidente del Instituto Peruano de Polemología   (I.P.P.)

   El esfuerzo de institucionalización, que tan penosamente se viene desarrollando en el país, requiere como garantía de su legitimidad y solidez la vigencia inaplazable y simultánea de una verdadera Democracia Representativa.

Hemos dicho en otra oportunidad como la dictadura fujimorista secuestró la iniciativa popular en todos los ámbitos, usurpó el derecho del pueblo a expresarse y enajenó cualquier intento de participar en las decisiones que comprometían el destino nacional.

La práctica del diálogo estuvo siempre ausente, la consulta a los niveles técnicos fue reemplazada por las decisiones de beneficio político y, en un acto de soberbia inaceptable, la dictadura copó los más importantes acuerdos y realizaciones que pertenecían a los diferentes territorios ministeriales.

Es justo reconocer que esta conducta autocrática, con tufillo a iluminado, sólo fue posible porque sus colaboradores más próximos de los distintos Ministerios la toleraron sin ningún rubor, la ponderaron incluso sin reticencias y terminaron por asumir, en clara renuncia a sus atribuciones, que la mejor manera de lograr estabilidad en el cargo era aceptar la humillación impuesta sin dudas ni murmuraciones.

Después de los sucesos, por todos conocidos, que culminaron con el Gobierno de Transición, vino el despertar democrático que sacudió la modorra de la sociedad civil, alimentó esperanzas ya abandonadas y dio oportunidad al inicio de la institucionalización del país.

Pero llegó inevitable el vencimiento del plazo, para tantas cosas demasiado pronto, y se instaló el Gobierno del Dr. Toledo con un cúmulo de promesas electorales entre las cuales la participación de la ciudadanía en las decisiones transcendentales sería privilegiada a todo nivel..

Hacemos estas referencias porque últimamente se publicó en un diario nacional un pronunciamiento titulado Por la salud integral de todos, suscrito por un grupo de instituciones en su mayor parte ligadas a la Iglesia Católica y dueñas de un bien ganado prestigio que nadie puede poner en duda.

La labor social en que se encuentran comprometidas estas organizaciones, desde hace mucho tiempo, les da el aval y la autoridad suficientes para hacer pública su preocupación, y en el fondo su crítica, por la grave situación que vive la salud especialmente de los sectores más empobrecidos que son la mayoría.

Reclaman los firmantes del documento, la participación del Estado y la ciudadanía en esta suerte de cruzada nacional por disminuir los indicadores de enfermedad y muerte que padece el país, por la manera de articular  el trabajo de los diferentes sistemas de salud existentes, por lograr mejorar la inversión estatal en salud, la más baja de América Latina, renegociando la deuda externa a favor de la deuda social y reconociendo el valor que tiene la participación democrática de la comunidad y sus agentes cuando se cuenta con un gobierno leal a sus promesas y responsabilidades.

Hemos insistido en varias oportunidades y en estas mismas páginas, sobre la necesidad de iniciar de una vez por todas la auténtica reforma de la Salud, partiendo de la creación del Sistema Nacional Unico de Salud, con su correlato técnico administrativo : el Consejo Nacional de Salud. Hemos dicho también, que nunca como ahora se presentó en el Perú una oportunidad tan propicia para iniciar un proceso de cambio en el campo de la salud, que acerque al Estado a la Sociedad y que le permita a todos los ciudadanos del país beneficiarse de un Sistema que no reconoce exclusiones ni privilegios sino la vigencia de una elemental justicia social en el sector.

El Ministerio de Salud ha nombrado una Comisión a la que le ha encargado estudiar la factibilidad de crear el Sistema que reclamamos. Desconocemos la representatividad que pueda tener cada uno de sus miembros, pero creemos impostergablemente necesario que en esta Comisión estén presente los colectivos que legalmente son los beneficiarios así como las instituciones que podrían integrar el Sistema. En el primer caso nos referimos a Centrales Sindicales, Colegios Profesionales, Organizaciones Populares, Gobiernos locales, etc. En el segundo hablamos de Seguro Social, M. de Salud, FFAA, empresa privada, ONG's, Iglesias, etc.

El Colegio Médico del Perú, máximo representante de la profesión médica, está próximo a elecciones generales y entre las candidaturas hay una que recoge el legítimo reclamo de unidad gremial que muchos hemos exigido desde hace un tiempo.  El ver a los médicos del Ministerio de Salud y de la Seguridad Social integrados en una sola lista, nos hace inevitablemente renacer la esperanza de que el Colegio Médico asuma por fín su verdadero rol nacional en el campo de la defensa de la salud de los sectores poblacionales más abandonados.

Tenemos el firme propósito de agotar este tema, sin más interés que demostrar que por ese camino, y no por otro, va cualquier intento de lograr una auténtica reforma de Salud, la que el país reclama en la voz de sus organizaciones sociales y gremiales representativas, como las que suscriben el Documento publicado y al que hacemos referencia.

Esta preocupación la comparten, seguramente sin excepción, las diferentes fuerzas políticas del país, a todas ellas nos dirigímos para que hagan valer su autoridad y su opinión en lograr una reforma, que junto con la de Educación, representa pilar imprescindible para la construcción de una sociedad que privilegie al hombre por encima de cualquier otra consideración.

La profesión médica, en la palabra de sus organizaciones gremiales y científicas, está obligada a tomar posición ante esta realidad valientemente denunciada por un grupo de instituciones progresistas y profundamente solidarias.

Enero del 2002