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Tomado de Aceprensa
Servicio 60/97 (extracto) El trabajo en casa también exige preparaciónEl papel dual de las mujeresAna María BozaHacer compatible trabajo y hogar es uno de los grandes retos que deben afrontar hoy día las mujeres y sus familias. Y si cada vez se necesita una formación más seria para el trabajo fuera de casa, también hace falta una preparación para el trabajo del hogar. Esto es lo que destaca Ana María Boza, profesora del Lexington College (Chicago) y experta del mundo de la hostelería, en este artículo (1).Día sí, día no, aparecen artículos en periódicos y revistas acerca de mujeres que intentan encontrar el equilibrio entre las responsabilidades profesionales y las familiares. A algunas mujeres no les satisface permanecer en casa con los niños. Otras afirman que trabajar fuera de casa no las realiza. Por un lado, oímos hablar de mujeres que progresan en su profesión, mientras que otras suspenden temporalmente su trabajo para convertirse en madres a tiempo completo. El valor del servicio Una idea arraigada en la sociedad actual es la de que el trabajo profesional de la mujer en casa es inferior al de una profesión fuera del hogar. Quizá podamos encontrar el origen de esta actitud negativa en un concepto erróneo acerca del servicio. El tiempo y una productividad expeditiva están más valorados que las relaciones entre seres humanos. Al afecto y a la cortesía se les está colocando inadvertidamente en un segundo lugar. Sin embargo, nuestra sociedad aún valora el servicio. Basta considerar cuán a menudo se menciona el servicio como lo único que hace vender en diversos sectores económicos. Por ejemplo, en mi profesión, el mundo de la hostelería, el concepto de servicio está muy vivo. Utilizado en los anuncios y como tema de revistas especializadas, el servicio es una parte importante de la formación que se da a los empleados. Por ejemplo, hoy en día todos los hoteles compiten por atraer a los clientes ofreciendo las mismas camas confortables, baños magníficos, televisión por cable, equipo informático..."La única ventaja que puedes sacar a tus competidores es en el terreno del servicio", dice un gerente de un importante hotel. "Los clientes, en definitiva, lo que buscan es un buen servicio y no tecnología". Lo mismo comenta el propietario de un restaurante: "El reto en la restauración es el reto del servicio". ¿Hemos olvidado el valor del servicio en la educación de la mujer? Oímos que hay que reforzar el estatuto de la mujer, darle más poder... Y esto se traduce inmediatamente en obligar a la mujer, desde su más tierna edad, a olvidarse de una distintiva inclinación femenina: preocuparse por el cuidado de los otros, servir. Y esto se sustituye por un egoísmo perjudicial que hace a una persona estar cerrada en sí misma, preocupada de su propio bienestar, dura, fría e indiferente. Debemos reconsiderar el significado y el valor del servicio. Entonces educaremos a nuestra juventud con otra perspectiva que les preparará para los compromisos permanentes y para los sacrificios cuando sean necesarios. La educación de la mujer Tenemos que educar a las mujeres del futuro para el mundo laboral y para el hogar. El desequilibrio entre un ascenso unilateral en la vida social, política o profesional y el caos en casa, creará sin lugar a dudas un conflicto. Una mujer puede ser una excelente profesional, una excelente médica, una excelente abogada, una magnífica ejecutiva o directora de banco. No cabe la menor duda. Pero, quizás al mismo tiempo, si su vocación es casarse, debería considerar cómo engranarán las responsabilidades familiares con sus responsabilidades laborales y si podrá mantener tal posición sin abandonar su hogar. La administración del hogar ha sido siempre el campo de la mujer. Es importante que los maridos cooperen, valoren y respeten estos cometidos. Un marido debe darse cuenta de que una mujer no será feliz hasta que sea feliz en casa. Él ha de comprender que su esposa tiene que sentir que se le necesita y se le aprecia para realizarse plenamente. Con el progreso de la tecnología, hoy en día una mujer puede hacer su trabajo en casa bien y rápidamente y aún encontrar tiempo para trabajar fuera. Podrá hacerlo si ha adquirido el conocimiento, los hábitos y la disciplina necesarios para llevar su casa eficientemente, si la administración del hogar ha sido parte de su educación. Pero ¿cómo puede una mujer dirigir su vida personal y profesional sin preparación? El apoyo del padre Una vez vi una placa en casa de alguien, que decía: "La mejor cosa que un padre puede hacer por sus hijos es querer a la madre". Los hombres sirven a sus familias apoyando a sus esposas. De hecho, recomiendo a los maridos practicar lo que una vez leí en una publicación comercial. Un directivo aconsejaba a sus empleados cuatro reglas para dar a los clientes lo que esperan: (1) mírame; (2) sonríeme; (3) háblame; y (4) dame las gracias. Estas cuatro reglas que marcan una diferencia en el mundo de los negocios podrían hacer también maravillas en el matrimonio y en la vida de familia. Pero un buen ambiente hogareño precisa ser mantenido, no saldrá por sí solo. Y la protagonista principal para hacer que así ocurra es la mujer. Es la única que posee las cualidades específicas que darán estabilidad a la vida de familia a través del cuidado de la casa. El tiempo que le dedique depende de muchas variables: el tamaño y necesidades de su familia, la superficie de la casa, sus capacidades y otros intereses y responsabilidades. No existe un único modo de llevar la casa. Por consiguiente, cada familia debe adoptar el suyo, sin que lo dicten las presiones sociales. Esto no significa que una mujer tenga que estar confinada entre las cuatro paredes de su casa, sino que hay que buscar soluciones para que no descuide el hogar, para que esté presente en los momentos clave y para que las cosas que hay que hacer se hagan. El bienestar de la familia debería ser siempre prioritario.
(1) Una versión más amplia apareció en Perspective (febrero, 1997). |