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Trabajo
y Sociedad |
La
producción artesanal en Santiago del Estero
Incidencia
en la economía familiar, comercialización, problemas del oficio
y
disposición al asociativismo
Alberto Tasso y
Reinaldo Ledesma
CONICET, UNSE tasso@arnet.com.ar
y El Colegio de Santiago reinaldoledesma@hotmail.com
Este artículo presenta algunos problemas
inherentes a la producción artesanal tradicional en Santiago del Estero,
surgidos de investigaciones recientes: un diagnóstico de la actividad[1],
y una exploración de las condiciones que influyen sobre la formación de grupos
y asociaciones en los sectores populares rurales de la provincia.[2]
Buena parte de lo que hoy denominamos “las artesanías tradicionales”
continúa satisfaciendo las necesidades funcionales de la producción, el abrigo
o la vida cotidiana, pero sólo para la población rural, o peri-urbana, que es
la que conserva la impronta de la vida, los usos y costumbres tradicionales.
Industria de y para pobres rurales, pero también atractivo símbolo de la
cultura nativa de los santiagueños que emigraron, y aún para algunas familias
urbanas que estiman su significación cultural, presenta los síntomas de
deterioro que hoy caracterizan a los sectores sociales en que nació:
marginalidad, riesgo de extinción por los cambios de costumbres y la
competencia de la industria actual. Consignamos algunas evidencias surgidas del
trabajo de campo referidas al oficio, las familias, el asociativismo, la comercialización
y otros problemas advertidos por los artesanos, los expertos consultados y por
nuestra propia mirada.
La producción artesanal es concebida genéricamente
como una industria manufacturera que se basa en el aprovechamiento de productos
existentes en la zona de residencia del artesano; originalmente nace como una
forma de satisfacer necesidades de uso comunes en la zona. En etapas
posteriores, aparecen otros sentidos de aprovechamiento, otros usos y
funciones, explícitos o implícitos, que rebasan las aplicaciones iniciales. A
su vez, los contactos culturales y la expansión de la economía genera circuitos
comerciales que, en muchos casos del pasado y aún en el presente, llevan
productos artesanales a regiones muy distantes.
En la actualidad, en varios de los rubros que
hemos analizado, los productos elaborados se complementan con productos
industriales que deben ser adquiridos por el artesano. La difusión de la
economía de vastos mercados ha convertido en residuales y a veces virtualmente
inexistente la autoproducción. Los trenzadores compran argollas y hebillas; los
plateros adquieren plata y alpaca en comercios, o deben reciclarlos de otros
objetos. Aún en el caso de las teleras, es muy frecuente que no posean una
majada de ovejas, y adquieran la lana a otros productores de la zona, o en
comercios a los que éstos la venden; un caso particular de esta actividad es la
utilización de la lana de alpaca, traída por los comerciantes que los abastecen
desde otras provincias de la región, principalmente Catamarca.
Las
formas de producción artesanal son primitivas, realizadas en condiciones
precarias. Se trabaja casi siempre al aire libre o bajo cobertizos elementales,
lo que contribuye a aumentar los problemas de salud derivados del propio
oficio. Las herramientas no son fácilmente renovables, y se recurre a
improvisarlas y adaptarlas.
Los ingresos monetarios en el presupuesto familiar
La reserva o la desconfianza que advertimos entre
los artesanos hacia los encuestadores afecta uno de los temas delicados que abordamos,
por corresponder al dominio de la vida privada, como es el de los ingresos.
Sabemos que en algunos casos la respuesta dada por los encuestados incluye
ocultamiento de ingresos ocasionales. Aceptada esta restricción general, no
tenemos razones para suponer que se tratara de modo diferente a los ingresos
provenientes de la venta de artesanía que a las otras fuentes de ingreso, lo
que hubiese provocado un sesgo según origen de los ingresos. Nuestro objetivo
principal al efectuar la reconstrucción de los ingresos consistía básicamente
en calcular la proporción del ingreso monetario familiar aportada por la
producción artesanal.
Una dificultad adicional es la de reconstruir el
presupuesto familiar de todo el último año, que fue lo que nos proponíamos. Esto
significó un considerable esfuerzo para el encuestador, que debía ayudar a
recordar, con la finalidad principal de llegar a saber qué proporción de los
ingresos monetarios proviene de la artesanía. Nos centramos en el ingreso
monetario, dado que la economía familiar rural tiene un alto componente de
ingresos que no lo son, provenientes de la producción agrícola y pecuaria, de
la caza y la recolección, y de numerosos arreglos con vecinos y clientes
basados en trueques, favores que se hacen y se reciben como devolución,
actividades todas que asumen la forma de intercambios de bienes y servicios,
que resulta muy difícil de describir salvo que se realice un estudio de casos
específico, lo que excedía nuestro propósito en esta investigación.
De todas maneras, sabemos que hay un subregistro
del ingreso proveniente de la producción artesanal, dado que en muchos casos
ella es canjeada por mercadería a los compradores, y esto afecta
particularmente las zonas donde este mecanismo está más generalizado.
Una aclaración necesaria para la comprensión de
este apartado es que aquí hablaremos de los hogares de los artesanos,
integrados por todo su grupo familiar, en los que hallamos un variado espectro
de ocupaciones, ejercidas por la mayoría de sus miembros, aún niños y jóvenes,
ya que se empieza a trabajar muy temprano y el retiro es muy tardío. Tampoco es
infrecuente que el varón y la mujer adulto, cabezas del hogar, tengan cada uno
más de una ocupación. Al hablar de los ingresos de todo el grupo, entonces,
estamos refiriéndonos a una población aproximada de 2.772 personas, resultado
de multiplicar los 478 hogares por 5,8 miembros que estas familias tienen, en
promedio.
Como lo muestran el
siguiente cuadro, en promedio y para el conjunto de la muestra, los ingresos
monetarios provenientes de la artesanía aportan el 39,4 % de los ingresos
monetarios totales de los hogares encuestados. Una proporción levemente mayor,
42,6 %, proviene de los otros trabajos, ya sean del propio artesano en el caso
de que tenga más de una ocupación, o de los restantes miembros del grupo
familiar en edades activas. El resto del presupuesto, 18 %, esta conformado con
aportes estatales en conceptos de jubilaciones y pensiones a personas mayores o
afectadas por invalidez, y por pensiones graciables a madres de siete hijos, el
más numeroso en proporción.
(%)
Origen del ingreso |
Tejeduría |
Cestería |
Cuero |
Madera |
Alimentos |
Otros |
Total |
Venta de artesanías |
24,6 |
26,6 |
62,7 |
27,1 |
37,6 |
40,1 |
39,4 |
Otros trabajos |
53,6 |
52,4 |
30,5 |
36,7 |
43,7 |
47,8 |
42,6 |
Jubilaciones y pensiones |
21,8 |
21,0 |
6,8 |
36,2 |
18,7 |
12,1 |
18,0 |
Total (miles de $) |
100,0 424,2 |
100,0 158,4 |
100,0 507,5 |
100,0 229,5 |
100,0 188,2 |
100,0 248,1 |
100,0 1,793,3 |
Fuente:
“Diagnóstico
de la producción artesanal en Santiago del Estero”, CFI-Provincia de Santiago
del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta
5.
Como puede apreciarse, existe considerable heterogeneidad
dentro de los principales rubros que analizamos al considerar el origen de los
ingresos. El rubro de las manufacturas en cuero es el que más ingresos
monetarios genera (62,7 %), y el de la tejeduría el que lo hace en menor
proporción (24,6 %). Creemos que en este último caso esta baja proporción está
expresando simultáneamente un problema de mercado y la forma característica de
comercialización para la mayoría de las teleras, que consiste en el canje de su
producción por mercadería.
La labor de cesteros y carpinteros genera también ingresos monetarios
relativamente bajos, apenas superiores a los de las teleras: 26,6 % y 27,1 %
respectivamente. Por su parte, quienes producen alimentos obtienen de esa
actividad el 37,6 % de su presupuesto; en esta proporción relativamente alta
del ingreso creemos que influye el hecho de que los alimentos en general son
comercializados al contado. El rubro de “otros”, en el que el ingreso por
producción artesanal alcanza al 40,1 %, incluye actividades de tipo artístico,
como la alfarería y la cerámica, el tallado, y también la construcción de
instrumentos musicales, que por ser una actividad muy calificada y con mercados
bien acotados, suele generar valores de venta significativos.
Una conclusión más general es que la gran mayoría
de los artesanos no sostiene a su grupo familiar sólo con esa actividad, y que
debe complementarla con otros trabajos de él o de otros miembros de su grupo
familiar.
Al considerar los valores de ingreso en números absolutos, en el
cuadro siguiente, se obtiene una visión complementaria de la que acabamos de
dar. Esas cifras afirman aún con mayor énfasis que los artesanos del cuero
tienen el ingreso total más elevado, que llega a ser seis veces mayor que el
más bajo, el de las teleras. El caso de los productos de cuero lo explicamos
por varias razones: el carácter utilitario de los mismos, utilizados en las
labores pecuarias en todo el país, lo que determina la existencia de un mercado
extenso dentro del cual es apreciada la manufactura santiagueña, y en tercer
lugar la existencia de un mecanismo de intermediación consolidado a través de
la compra-venta que efectúan los “pilcheros” de la región sur: Ojo de Agua y
Quebrachos. A pesar de que el intermediario obtiene su ganancia –como es
lógico- en estas operaciones, por lo común paga al contado, cosa que no hacía
en décadas pasadas el pilchero que ingresaba a la región de la tejeduría.
Observamos también en el cuadro que en general los
ingresos aportados por los otros trabajos son semejantes a los generados en las
artesanías, con la visible excepción de los artesanos del rubro “otros”, que
incluye a los luthiers: en este caso, creemos que está relacionado con su
localización urbana, sus niveles más altos de instrucción y su nivel económico
social más elevado, lo que los favorece al momento de buscar otros ingresos en
la estructura ocupacional.
La evolución de los ingresos monetarios tiene sensibles variaciones a
lo largo del año. Aquí deben considerarse conjuntamente la evolución de
aquellos ingresos que provienen de la artesanía y los de otras fuentes, pues
ambas se complementan como estrategias ocupacionales para dar satisfacción a
las necesidades del grupo familiar. En lo que sigue de este apartado nos
centraremos en los ingresos generados por la producción doméstica o por
ocupaciones extradomésticas, por lo que no consideraremos los ingresos
provenientes de jubilaciones y pensiones.
Si bien las teleras trabajan todo el año, hallan mejores condiciones
para el trabajo durante el tiempo seco del invierno, a la vez que se favorece
el contacto de las personas de la ciudad que suelen ser clientes de aquellas
que más venden. En los cesteros se observa el más bajo ingreso promedio de toda
la muestra, de $ 6 en el mes de mayo, seguido por un período de mayores
ingresos entre junio y agosto, determinado por la temporada turística en Las
Termas de Río Hondo. Comparativamente los ingresos de teleras y artesanos del
cuero son más estables que los de los cesteros a lo largo del año.
Los hogares de artesanos del cuero venden su producción
principalmente en invierno, pero en verano compensan la baja con ingresos que
provienen de otras actividades no artesanales: tienen un pico en los meses de
diciembre y enero, debido a la demanda estacional de jornaleros agropecuarios
para labores de desflorada de maíz en otras regiones del país. Los mismos
artesanos participan en este ciclo que les proporciona ingresos relativamente
elevados. Los productores de alimentos tradicionales presentan un pico inverso,
localizado en el período estival, probablemente influido por la mayor demanda
asociada a las fiestas de fin de año, y a la vez por la afluencia de
santiagueños radicados en otras provincias durante los meses de verano. En el
caso de los artesanos ocupados en los otros rubros no existe una diferencia
sensible con relación a lo ya dicho; se observa también un pico en el período
invernal, asociado al turismo y a la realización de ferias locales urbanas.
Las constantes apuntadas se manifiestan también al considerar las
cifras de los totales generales: los ingresos declinan gradualmente después del
verano, siendo Mayo el mes de menores ingresos; luego de un repunte Junio y
Julio se observa una nueva declinación, que tiene su sima en Septiembre. Si se
comparan ahora los ingresos provenientes de la artesanía con los de los otros
trabajos, podrá apreciarse que estos últimos presentan una depresión invernal
que los primeros complementan.
Es inevitable
relacionar estas variaciones, como ya se lo sugirió antes, con la
estacionalidad propia del trabajo agrario: el invierno es época de receso,
tanto desde el punto de vista biológico como laboral, y esto aumenta la
capacidad de trabajo de brazos que no están reclamados por la siembra y la
cosecha. Por lo tanto, es el tiempo apropiado para las labores de recomposición
de los enseres domésticos, estrechamente relacionados con las condiciones
productivas del hogar rural: se hacha para reparar los cercos, se acondiciona
la vivienda preparándola para el verano lluvioso, se arreglan o construyen instrumentos
de trabajo, y, típicamente, se hila y se teje. Tras este ciclo que describen
los ingresos monetarios en la actualidad reposa seguramente una tradición
generacional aplicada durante largo tiempo antes de que se instalase la
economía de mercado, que ésta no ha logrado modificar sustancialmente.
Cuadro Nº 2
Ingresos mensuales familiares promedio
provenientes de la artesanía y de otros trabajos
(1999-2000)
(en $ - N: 478)
Origen ingresos |
ENE |
FEB |
MAR |
ABR |
MAY |
JUN |
JUL |
AGO |
SET |
OCT |
NOV |
DIC |
Artesanía |
137 |
143 |
141 |
137 |
124 |
165 |
163 |
144 |
123 |
122 |
124 |
132 |
Otros trabajos |
307 |
243 |
230 |
196 |
181 |
183 |
184 |
184 |
177 |
183 |
206 |
270 |
Total |
444 |
486 |
371 |
333 |
305 |
348 |
347 |
328 |
300 |
305 |
330 |
402 |
Fuente: “Diagnóstico de la producción artesanal en
Santiago del Estero”, CFI - Provincia de Santiago del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta 5.
No se nos debe ocultar que estas cifras de ingreso promedio esconden
realidades de economías familiares muy distintas, pues las cifras están
elevadas por los artesanos que tienen ingresos más altos y en algunos casos
regulares.
Es el caso de muchas familias en las que los ingresos por la venta de
artesanía son escasos o nulos, que se consideran del oficio pero que, como
muchos lo dicen, “no se vende nada”. Un reflejo de esta diversidad interna fue
captado aproximadamente por una descripción subjetiva que pedimos de los
propios ingresos, a través de la pregunta 6: “Usted diría que, de todo su
ingreso en dinero, la artesanía le proporciona: a) todo su ingreso en dinero;
b) tres cuartas partes; c) la mitad; d) la cuarta parte; y e) menos de la
cuarta parte.”
Artesanos
clasificados según contribución de la producción artesanal
a su presupuesto, por rubros principales
Proporción estimada |
Tejeduría |
Cestería |
Cuero |
Madera
|
Alimentos |
Otros |
Total |
Todo |
14,0 |
22,9 |
41,3 |
22,8 |
33,3 |
44,2 |
26,1 |
Tres cuartas partes |
4,8 |
2,1 |
6,5 |
14,1 |
16,6 |
9,3 |
7,8 |
La mitad |
14,0 |
10,4 |
22,8 |
3,5 |
18,3 |
18,6 |
15,0 |
La cuarta parte |
23,7 |
39,6 |
16,3 |
29,8 |
18,3 |
9,3 |
22,6 |
Menos de la cuarta parte |
43,5 |
25,0 |
13,1 |
29,8 |
13,3 |
18,6 |
28,4 |
No sabe o no responde |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
Total |
100,0 186 |
100,0 48 |
100,0 92 |
100,0 49 |
100,0 60 |
100,0 43 |
100,0 478 |
Fuente: “Diagnóstico de la producción artesanal en Santiago
del Estero”, CFI - Provincia de Santiago del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta 5.
En los datos agregados para todos los rubros, las respuestas a esta
pregunta revelan dos claros extremos en la distribución: por un lado los artesanos
cuyos hogares llamaríamos “profesionalizados”, que obtienen de ella todo o tres
cuartas parte de su ingreso en dinero, constituyen un tercio de la muestra
(33,9 %). En el otro extremo, los que obtienen por este medio la cuarta parte o
menos de la cuarta parte de su ingreso, y que podríamos llamar artesanos
“marginales”, son la mitad de la muestra (51,0 %), quedando entre ambos un
pequeño grupo de hogares que obtiene sus ingresos de ambos modos, en
proporciones semejantes.
La
comercialización
La comercialización es la etapa en la que se
manifiestan los problemas principales que presenta la producción artesanal
tradicional. La mayoría realiza ventas ocasionales, a partir de pedidos o de la
azarosa aparición de un cliente. No olvidemos que la mayoría son residentes
rurales, a menudo en zonas aisladas. Muchos de los artesanos encuestados
afirmaron que no están produciendo nada porque no hay a quien venderle; no
obstante, de acuerdo a los objetivos que nos propusimos, no condicionamos a
este hecho la encuesta y el registro, porque nos interesaba relevar la
capacidad de producción y especialmente los problemas que esta actividad
enfrenta.
Al momento de la comercialización, el productor
artesano se encuentra en la posición más débil; no siempre posee una clara
conciencia del valor de lo que produce, y generalmente está aquejado por la
urgente necesidad de dinero, por lo que casi siempre se ve obligado a aceptar
las condiciones que le ofrecen los comerciantes o los revendedores.
La supervivencia del trueque debe ser explicada
teniendo en cuenta razones culturales, ya que durante mucho tiempo fue una
forma generalizada de intercambio en las áreas rurales, habitual en el contexto
organizativo de la estancia, la finca y el obraje hasta ya entrado el siglo XX.
Ello otorga una esfera de poder económico muy grande a quien opera en el plano
local como abastecedor o comerciante, sobre todo para pobladores con acceso
limitado a medios urbanos.
Típicamente, el artesano santiagueño fue cliente
del comerciante local, y éste el acopiador y revendedor de las artesanías,
principalmente en el caso de la tejeduría. Desde que se formaron comunidades de
provincianos en áreas metropolitanas, como las de santiagueños en el Gran
Buenos Aires, comenzaron a operar otro tipo de intermediarios, los pilcheros,
que compraban al artesano en su lugar de residencia, y transportaban los
productos en su vehículo hasta lugares a veces muy alejados. Las provincias
patagónicas fueron una frontera de este circuito comercial, construido al
interior de una comunidad cultural dispersa pero unida por su común origen
provinciano capaz de reconocer y valorar tales productos.
Los procesos de aculturación hicieron que en los
hijos de esos provincianos, nacidos y criados en otros contextos, se debilitase
el lazo cultural que sus padres mantenían. Al mismo tiempo, la emigración hacia
Buenos Aires disminuyó sensiblemente desde los años 70. Estas razones
incidieron en la pérdida de este mercado, y desde hace aproximadamente una
década los pilcheros dejaron de recorrer las zonas de producción de tejidos.
Varias de las teleras que entrevistamos recuerdan la época en que la visita
mensual de un pilchero les aseguraba una venta adicional; esto era ventajoso
para ellas, porque a pesar de que el precio no era bueno, la transacción
incluía algo de dinero además de mercadería, mientras que la venta al
comerciante local se basaba en el trueque directo. No obstante, mantener una
relación comercial de este tipo con el comerciante del lugar siguió y sigue
siendo importante para los artesanos, porque brinda seguridad a familias que
tienen permanentes necesidades de abastecimiento y escasos ingresos. En algunas
zonas el ingreso de los pilcheros se vio dificultado por la existencia de esta
rígida relación de dependencia con el comerciante del lugar, y tenemos datos de
que en lugares como Atamisqui algunos actuaron como acopiadores del mismo
comerciante, que les daba un lugar en el proceso de comercialización porque así
podía reunir más piezas.
Esta situación hoy ha cambiado. Pero las mismas
razones de estrechamiento del mercado que ocasionaron la gradual disminución de
los pilcheros de tejidos, han hecho que los comerciantes locales adquieran cada
vez menos esta producción, generando los problemas que nuestra encuesta
registra.
Si
intentamos clasificar las modalidades de comercialización vigentes en la
provincia para la producción artesanal, observamos que se orientan
principalmente a mercados locales, externos, y mixtos.
Mercados y modalidades de comercialización
en algunos rubros de la
producción artesanal santiagueña
Mercados |
Rubros |
Formas
de comercialización |
Locales |
Alimentos Carpintería Cuero (zonas norte y sudeste) Cestería (zona Río Hondo) |
Venta
al contado, a clientes de la zona o de la ciudad que van a comprarle. Para
algunos productos (caso de los rosquetes) se vende a quienes transitan por
rutas 9 y 34. Venta
al contado a clientes de la zona o de la ciudad que van a comprarle. Venta
al contado y en ocasiones mediante trueque a clientes de la zona (estancieros
y criadores). Venta
al contado a turistas y comerciantes, y mediante trueque a revendedores de la
zona. |
Externos |
Cuero (zonas Ojo de Agua y Quebrachos) |
Venta
al contado, generalmente proporcionando insumos, la mayor parte a pilcheros,
y en menos proporción a comerciantes. |
Mixtos |
Tejeduría
Instrumentos musicales |
Venta
mediante trueque por mercadería a comerciantes locales (muy generalizada). Vende
el artesano a clientes de la ciudad que van a comprarle o a los que él les
lleva (incluye producción por encargo) (escasa). Venta
en ferias de Buenos Aires (muy escasa). Venta
en ferias y festivales provinciales. Venta
a clientes de la ciudad, de otras provincias o del extranjero. |
Fuente: “Diagnóstico de la producción artesanal en
Santiago del Estero”, CFI - Provincia de Santiago del Estero, 2000.
Los mecanismos de intermediación son escasos y en general
desfavorables para el artesano. Resalta el caso de la cestería de Río Hondo,
orientada a un público turístico de afluencia regular pero muy limitada en el
tiempo. Como ejemplo de una orientación a mercados extraprovinciales se
presenta la manufactura en cuero de la región sud, Ojo de Agua y Quebrachos,
conducida a la región pampeana mediante considerable número de pilcheros
residentes en la zona que siguen itinerarios regulares; existen trenzadores en
muchos puntos de la provincia, más orientados a clientes de su zona. En cuanto
a los instrumentos musicales, en el que debe mencionarse el caso particular de
los bombos, que constituyen artículos apreciados, con un mercado local
considerable y también colocación a clientes de otras provincias y del
extranjero.
Problemas percibidos y transmisión del oficio
El abastecimiento de los insumos necesarios para
producir es un problema para todos los oficios artesanales. La gran mayoría
compra la lana, el cuero y la madera; quienes producen alimentos –arroperas y
queseras- señalan la escasez de leche y de tuna. Hay lugares, como la Estación
Atamisqui, donde hasta el agua para el lavado de la lana debe ser adquirida al
municipio. Además, la compra de insumos industriales necesarios para la mayoría
de los productos es problemática por su costo y porque obliga al trueque con
los proveedores.
En lo que se refiere a las condiciones en que
trabajan, se hacen variadas referencias a la necesidad de cobertizos o
cerramientos para su lugar de trabajo. Son muy pocos los que disponen de un
sitio techado: solo hallamos tres casos entre las teleras en que tienen su
telar a cubierto; esto obliga a montar y desmontar el tejido ante las
variaciones climáticas. Entre los trabajadores del cuero, se señala la falta de
máquinas sobadoras y rodillos grabadores de dibujos; tanto ellos como
carpinteros y tejedoras advierten las dificultades de renovar sus instrumentos
de trabajo por el desgaste.
Al momento de evaluar que podría hacerse para
ayudarlo en su trabajo, estos problemas se convierten en demandas que, en
general, podrían resumirse en una: la ayuda en el proceso de producción.
Menciones muy concretas se han señalado en todos los rubros: las más nutridas
referidas a la ayuda para facilitar la comercialización, crédito para compra de
insumos y herramientas, local para trabajar y para la venta. Se señala la
necesidad de ser capacitados e instruidos para producir y vender, y alguna
forma de organización entre pares para hallar salidas a estos problemas.
Si bien la tendencia a trabajar solo puede ser
considerada característica de oficios como los artesanales, no sería prudente
amalgamar esta conciencia de individualidad a lo que habitualmente denominamos
individualismo, y menos aún como un obstáculo al crecimiento asociativo. La
competencia propia de quienes procuran captar clientes escasos es típica de la
actividad económica; al señalar estos rasgos los encuestados también se
expresan positivamente hacia posibles formas de nucleamiento, aunque sólo unos
pocos tienen ideas precisas acerca de cómo podrían darse, y para qué necesidad.
La mayoría de ellos no ha vivido otra experiencia asociativa que la familiar
–que en algunos momentos hemos denominado “de clan”, quizá con escasa precisión
técnica, para aludir a los casos de la familia extensa- o la de la comunidad
territorial próxima.
En
un sentido distinto hemos recogido opiniones de quienes perciben con claridad
que algunas formas de cooperación son indispensables; así como de quienes
sienten la necesidad de apoyo y de crédito para sustentar sus micro-emprendimientos
personales o familiares.
Problemas de comercialización
según
rubros principales
%
¿En el último año fue a exponer o vender? |
Tejeduría |
Cestería
|
Cuero |
Madera |
Alimentos |
Otros |
Total |
Sí |
6,1 |
65,4 |
8,8 |
8,2 |
17,5 |
44,9 |
16,7 |
No |
75,9 |
30,8 |
74,4 |
89,8 |
79,4 |
44,9 |
71,7 |
No
sabe o no responde
|
18,0 |
3,8 |
16,8 |
2,0 |
3.1 |
10,2 |
11,8 |
Total N: |
100,0 186 |
100,0 48 |
100,0 92 |
100,0 49 |
100,0 63 |
100,0 43 |
100,0 478 |
Fuente:
“Diagnóstico
de la producción artesanal en Santiago del Estero”, CFI - Provincia de Santiago
del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta
29.
La asistencia a ferias
y encuentros tiene importancia porque ellas constituyen una de las pocas oportunidades
que la mayoría de los artesanos tiene de estar frente a un cliente al cual
venderle su producción en el precio que él considera que vale. Por este motivo
nos encontramos repetidamente con el pedido de que sean ayudados a participar
de estos encuentros. En el conjunto estudiado, que sólo un 17 % haya asistido
en el último año, y que un 72 % no lo haya hecho, pone de manifiesto el extremo
aislamiento en que desarrollan su tarea, condicionado en buena parte por su
lugar de residencia, pero también por la orfandad de su propio nucleamiento y
de la asistencia externa. Los dos grupos en los que se observa una
participación alta son los cesteros y otros, ambos muy urbanizados. El caso del
Festival del Canasto es la alternativa principal para la mayoría de este rubro.
Problemas de salud
No sólo los problemas de la producción aparecen en encuestas y
entrevistas, sino también los relacionados con la salud del propio artesano,
que a menudo advierte la declinación de sus fuerzas y la imposibilidad de
trabajar como antes. En los cesteros se señalan problemas de desviación de
columna y en general dolores de espalda, debidos a que se teje sentado, con la
espalda encorvada, apoyando los codos sobre las rodillas. También problemas de
piel, debido a que la paja lastima la piel de las manos.
Las teleras también presentan problemas de
columna, y afecciones que afectan la vista debidos a la pelusa de la lana que
vuela. Además, tejer requiere fijar la vista constantemente. El trabajo al
exterior durante el invierno también resiente el organismo. Como se esfuerzan
en aprovechar las horas para concluir, a veces prenden fuego a los costados
para darse calor. Celestina Leguizamón tiene afectadas las articulaciones de
tobillo y rodilla, y lo atribuye a su exposición prolongada ante el calor de
las brasas.
Entre
los plateros es común la mención de que algunos terminan ciegos, debido a que
se trabaja constantemente en la cercanía del fuego, los efectos de la soldadura
y la manipulación del ácido nítrico. José Pascual Acosta, 49 años, vive en
Sumampa y padece de Mal de Chagas. Tiene asistencia del PAMI porque pudo
jubilarse debido a que trabajó muchos años en la ciudad; en este aspecto, su
caso es excepcional. Zenón Chaparro, de 57 años, reside en Noque Paso,
Salavina, que es talabartero y cría animales, dice: “Actualmente casi no veo
para trabajar”. El ingreso monetario anual de su familia de ocho miembros es de
$ 750, lo que arroja un promedio de $ 2 por día, lo que no le permite viajar ni
comprar lentes. Por último, son muchos los que señalan la necesidad de
jubilación y de obra social que permita atender sus necesidades de salud.
Transmisión del oficio
La gran mayoría de los artesanos reconoce haber enseñado su oficio a
otros; coincidiendo con los datos anteriores relacionados con su propio
aprendizaje, se trata principalmente de los hijos, en la mitad de las
respuestas positivas, y en segundo lugar a personas no familiares.
Artesanos clasificados por persona a quien enseñó
el oficio
según rubros principales
%
¿Le ha enseñado a alguien su oficio? |
Tejeduría |
Cestería |
Cuero |
Madera |
Alimentos |
Otros |
Total |
Hijo |
24,9 |
26,9 |
25,0 |
28,6 |
33,3 |
14,3 |
25,7 |
Parientes en general |
- |
5,8 |
0,6 |
- |
55,5 |
- |
6,8 |
Otros |
18,0 |
1,9 |
11,9 |
30,6 |
11,1 |
34,7 |
16,8 |
No sabe o no responde |
42,9 |
65,4 |
62,5 |
40,8 |
- |
51,1 |
50,7 |
Total N: |
100,0 186 |
100,0 48 |
100,0 92 |
100,0 49 |
100,0 60 |
100,0 43 |
100,0 478 |
Fuente: “Diagnóstico de la producción artesanal en Santiago
del Estero”, CFI - Provincia de Santiago del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta 21.
La facilidad del aprendizaje por parte de personas
que no son de la familia debe ser relacionada con la organización de la vida cotidiana
y el trabajo doméstico en las zonas rurales, donde se trabaja siempre al
exterior, y donde el contacto social es frecuente.
Percibimos una apreciable heterogeneidad dentro de
los artesanos de distintos rubros acerca de las actitudes que ellos advierten
en los jóvenes en relación con su interés en aprender el oficio. En el conjunto
de la muestra, son más los que dicen que no hay jóvenes interesados (46,3 %)
que los que dicen lo contrario (42,1 %). Pero al considerar cada rubro
individualmente, vemos que el desinterés es advertido con mayor nitidez entre
las teleras: dos de cada tres deplora esta situación. Esta actitud parece estar
relacionada con la crisis actual de la tejeduría, mucho más acentuada que en
otros rubros. En el extremo opuesto hallamos a los cesteros: la gran mayoría
advierte interés, y algunos señalaron en las entrevistas que en los últimos
tiempos muchos jóvenes se inclinaban por el oficio de sus padres ante la falta
de otros alternativas ocupacionales.
según rubros principales
%
¿En su zona hay jóvenes que se interesan en aprender el oficio? |
Tejeduría |
Cestería
|
Cuero |
Madera |
Alimentos |
Otros |
Total |
Sí |
29,8 |
63,5 |
43,1 |
57,1 |
52,4 |
42,9 |
42,1 |
No |
52,2 |
32,7 |
40,0 |
40,8 |
27,0 |
46,9 |
46,3 |
No sabe o no responde |
18,0 |
3,8 |
16,9 |
2,1 |
20,6 |
10,2 |
11,6 |
Total N: |
100,0 186 |
100,0 48 |
100,0 92 |
100,0 49 |
100,0 60 |
100,0 43 |
100,0 478 |
Fuente:
“Diagnóstico
de la producción artesanal en Santiago del Estero”, CFI - Provincia de Santiago
del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta
22.
La disposición a
enseñar es muy elevada en todos los rubros, y creemos que ello constituye la principal
explicación de la supervivencia de los oficios artesanales, al mismo tiempo que
señala un potencial considerable al momento de institucionalizar algunas formas
de transmisión al interior de las propias comunidades y grupos. Se trata de
mecanismos de reproducción social que han funcionado eficazmente como medios de
transmitir estrategias de vida imprescindibles en sectores sociales en los
cuales el trabajo escasea siempre. Hemos encontrado a varias personas que
recuperaron el oficio aprendido en la infancia en el momento de formar su
propia familia, ya adultos.
Artesanos clasificados por disposición a enseñar
el oficio
según rubros principales
%
¿Le gustaría enseñar el oficio a otros? |
Tejeduría |
Cestería |
Cuero |
Madera |
Alimentos |
Otros |
Total |
Sí |
89,3 |
77,1 |
78,3 |
87,8 |
90,0 |
96,0 |
85,8 |
No |
10,7 |
22,9 |
21,7 |
12,2 |
10,0 |
14,0 |
14,2 |
No sabe o no responde |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
Total N: |
100,0 186 |
100,0 48 |
100,0 92 |
100,0 49 |
100,0 60 |
100,0 43 |
100,0 478 |
Fuente:
“Diagnóstico
de la producción artesanal en Santiago del Estero”, CFI - Provincia de Santiago
del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta
23.
También indagamos acerca de las experiencias de capacitación
y la actitud hacia ella. Son muy pocos los artesanos que han tenido oportunidad
de participar en cursos; es excepcional la proporción de los oficios agrupados
en otros, en los cuales, como ya hemos dicho, abundan los artesanos urbanos. No
obstante hay excepciones y casos singulares: un talabartero que aprendió a
curtir en un curso que se dictó en Los Telares, un carpintero se formó en una
Escuela Monotécnica, y un soguero que se entrenó mediante la lectura del
clásico libro Trenzas Gauchas, de López
Osornio.
Artesanos clasificados por asistencia a cursos o
talleres
según rubros principales
%
¿Alguna vez participó en un curso o taller? |
Tejeduría |
Cestería |
Cuero |
Madera |
Alimentos |
Otros |
Total |
Sí |
2,9 |
- |
3,1 |
12,2 |
1,6 |
20,4 |
4,7 |
No |
79,2 |
96,2 |
80,0 |
87,8 |
95,2 |
69,3 |
83,7 |
No sabe o no responde |
17,9 |
3,8 |
16,9 |
- |
3,2 |
10,2 |
11,6 |
Total N: |
100,0 186 |
100,0 48 |
100,0 92 |
100,0 49 |
100,0 60 |
100,0 43 |
100,0 478 |
Fuente:
“Diagnóstico
de la producción artesanal en Santiago del Estero”, CFI - Provincia de Santiago
del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta
19.
Disposición al
asociativismo
El siguiente cuadro muestra que dos tercios de los artesanos manifiesta
que no hay colaboración o prácticas de ayuda mutua entre ellos (66,2 %),
mientras que el otro tercio afirma que sí la hay (22,2 %).
o colaboración entre artesanos según rubros
principales
%
¿Hay ayuda mutua o colaboración? |
Tejeduría |
Cestería |
Cuero |
Madera |
Alimentos |
Otros |
Total |
Hay |
21,6 |
67,3 |
10,0 |
18,4 |
27,0 |
4,1 |
22,2 |
No hay |
60,4 |
28,8 |
73,1 |
77,6 |
69,8 |
85,7 |
66,2 |
No sabe o no responde |
18,0 |
3,9 |
16,9 |
2,0 |
3,2 |
10,2 |
11,6 |
Total N: |
100,0 186 |
100,0 48 |
100,0 92 |
100,0 49 |
100,0 60 |
100,0 43 |
100,0 478 |
Fuente:
“Diagnóstico
de la producción artesanal en Santiago del Estero”, CFI - Provincia de Santiago
del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta
25.
Los cesteros son los que mayor colaboración reconocen (67,3 %), pero según
mostraron las entrevistas más extensas que realizamos ello se debe a que hay,
en la zona de Las Termas donde ellos residen, una práctica de ayuda entre
familias emparentadas, algo así como una cooperación al interior del propio
clan, pero que no se extiende a la totalidad del gremio: fuera de estas
familias afines, se perciben competencia y aislamiento comparables a los de
otros rubros.
En tejeduría, madera y alimentos, entre dos y tres
de cada diez reconocen formas de ayuda; en general se trata de préstamos de
instrumentos o de materia prima, y excepcionalmente en ayudas para la venta.
Comparativamente, el cuero y los otros oficios son percibidos como los más
individualistas. Entre los trenzadores y laceros recogimos muchas expresiones
relacionadas con la autonomía en el oficio, en gran medida semejantes a las que
exponen las teleras.
Algunas de las preguntas que hicimos estaban
dirigidas a captar el conocimiento de la experiencia asociativa actual y la
existencia de redes de asistencia: si alguna persona o institución lo ayuda en
su trabajo de artesano, si pertenece a grupos o asociaciones de artesanos, si
conoce algún grupo o asociación de artesanos, aunque no él no pertenezca o el
grupo haya dejado de funcionar. Los resultados son que la pertenencia a grupos
es de sólo el 4 %: y que el conocimiento de otros grupos no supera el 2 %.
Estos datos deben tenerse en cuenta al leer los cuadros siguientes.
El siguiente cuadro expresa algo así como una medida de la confianza –e inversamente, del escepticismo- de cada oficio hacia la posibilidad de establecer alguna forma de ayuda o colaboración. En el promedio general, cinco de cada diez creen que sería posible, cuatro que no, y uno no opina. Más favorables a una eventual asociación son los cesteros, quienes manufacturan alimentos, y los otros oficios.
Artesanos clasificados por opinión sobre
posibilidad de ayuda o asociación
entre artesanos según rubros principales
%
¿Sería posible alguna forma de asociación? |
Tejeduría |
Cestería |
Cuero |
Madera
|
Alimentos |
Otros |
Total |
Sería posible |
49,0 |
69,2 |
43,8 |
44,9 |
60,3 |
61,2 |
52,1 |
No sería posible |
33,0 |
26,9 |
39,4 |
46,9 |
36,5 |
28,6 |
36,2 |
No sabe o no responde |
18,0 |
3,9 |
16,8 |
8,2 |
3,2 |
10,2 |
11,7 |
Total N: |
100,0 186 |
100,0 48 |
100,0 92 |
100,0 49 |
100,0 60 |
100,0 43 |
100,0 478 |
Fuente: “Diagnóstico de la producción artesanal en Santiago del Estero”, CFI - Provincia de Santiago del Estero, 2000. Encuesta. Pregunta 33.
Entre las teleras también hay mayoría de quienes
creen posible alguna forma de asociación, pero debe advertirse que también es
mayor el número de quienes prefirieron no opinar. Entre los carpinteros
predomina la actitud que llamamos escéptica, y muy cerca de ellos se ubican
quienes trabajan el cuero.
Por último, en la pregunta 35 de nuestro cuestionario indagamos acerca de la disposición a participar en una eventual reunión para hablar de estos temas, en el caso de que una persona de confianza del artesano lo convocase. Aunque una pregunta de este tipo sólo expresa una suerte de actitud ideal, y la respuesta puede estar muy condicionada por la situación propia de la entrevista, en la que no se desea desairar la expectativa de la respuesta que se cree que el encuestador está esperando, fue prácticamente unánime la respuesta positiva.
Otras perspectivas
Algunos otros problemas de la producción artesanal
surgen de los diagnósticos que distintas organizaciones no gubernamentales
formulan sobre el tema. Para los técnicos que intervienen en el proyecto Un arte escondido, los productos de elaboración artesanal del la zona del
monte santiagueño pueden alcanzar una excelente calidad, pues hay una capacidad
de factura muy buena entre los artesanos de la provincia.
El problema que encuentran
quienes conducen el proyecto es que para poder competir con productos de
elaboración industrial, los artesanos muchas veces utilizan materias primas más
baratas o emplean técnicas que les ahorran tiempo y trabajo y esto va en detrimento
de la calidad de las piezas. Un ejemplo de esto se puede ver en las piezas
textiles, que tienen muchas veces trama de algodón en vez de trama de lana e
inclusive lana industrial en vez de lana hilada a mano. Aunque probablemente el
peor de los problemas este relacionado con la tala indiscriminada; se han
encontrado en múltiples ocasiones con maravillosas piezas realizadas por
artesanos carpinteros de monte, que al ser entrevistados, casi con lágrimas en
los ojos refirieron que ya no tenían madera para trabajar a causa de los
obrajes de carbón.
Uno de los
principales problemas que enfrentan los artesanos es la falta de promoción para
sus productos, un descuido total de la naturaleza en la que se originan y desaprovechamiento de la oportunidad e
indiferencia ante la demanda de los centros urbanos nacionales e
internacionales para productos artesanales realizados en contacto con la
naturaleza. Otro gran problema es que como la artesanía no es considerada un
oficio o una alternativa laboral válida, se están perdiendo conocimientos y
técnicas de la artesanía tradicional. Una de las formas en que esto podría
prevenirse seria implementando, desde el gobierno provincial, talleres de
capacitación en técnicas artesanales, aprovechando el saber de aquellos maestros
y maestras artesanas que aun quedan en la provincia y que son un reservorio
viviente de esos amenazados saberes. [3]
Otros
informantes calificados entrevistados en el curso de esta investigación
coinciden con estos aspectos, y señalan otros, en relación con la disminución
de calidad por la introducción de materiales considerados espurios, la forma de
encarar la capacitación, la organización de los grupos y la necesidad de
trabajar el diseño y el tipo de nuevos productos a elaborar.[4]
En un diagnóstico de la actividad artesanal realizado recientemente, técnicos
de la organización no gubernamental Cumpas
y Cumas elaboraron un diagnóstico de la problemática del sector que
consideramos conveniente transcribir:
En la provincia
no existe un sistema organizado de comercialización de la producción artesanal.
Como forma de establecer el estado de situación actual sería necesario hacerlo
diferenciando por área específica, pero en forma general podemos decir que: No
hay un registro de artesanos. La oferta de productos está muy atomizada. No hay
una propuesta de promoción de la actividad que facilite la comercialización,
apoyo de micro-créditos o un régimen impositivo especial. Falta de espacios de
intercambio entre los artesanos. Muchos de los productos santiagueños salen por
las provincias limítrofes como producciones locales. No hay un sistema de
vinculación directa entre la oferta y la demanda que facilite y oriente la
producción en cuanto a tipos de productos y en algunos casos de diseño. La
transmisión de conocimientos es local y voluntaria; no hay incentivos o apoyos
para transmitir estos conocimientos en forma más sistemática. Hay pocas
organizaciones entre artesanos y son débiles; el fracaso de experiencias
anteriores frena el interés en participar en nuevas propuestas. No hay una
diferenciación de productos por calidad y zona de producción que identifique al
artesano.[5]
Cuadro Nº 12
Necesidades básicas insatisfechas nivel de familias. No hay obra social ni jubilación. |
||
Incapacidad de renovar herramientas de trabajo. Falta de locales para resguardo físico y de los productos. |
Pérdida de calidad en la elaboración de piezas. Piezas inadecuadas a las tendencias de la demanda. |
|
Paternalismo de las asociaciones. Caudillismo de los dirigentes locales de los grupos. |
||
Falta de venta. Bajo precio pagado por los intermediarios. |
||
No hay un registro de los artesanos por rubro y localidad. Falta legislación regulatoria y de protección. |
Conclusiones
Los
datos presentados permiten dimensionar la importancia de la producción artesanal
en la economía familiar de los hogares rurales, y también los problemas que la
caracterizan. La propensión a la asociación es escasa, resultado de la
falta de experiencia organizativa. Por las características propias del trabajo
artesanal, basado en la idea de que uno mismo lo hace todo, se tiende a
rechazar en principio la idea de alguna forma de nucleamiento, expresada muchas
veces como una dificultad de “los otros”, dado que consideran que predomina el
egoísmo, la competencia, y la desunión; en general, estas expresiones resumen
la falta de confianza en sí mismos de personas y comunidades. La única
asociación en que se confía es la basada en el parentesco.
En los pocos lugares donde han existido
experiencias de organización, no existe una memoria que las rescate o valorice.
Ninguno de los emprendimientos asociativos impulsados –casi exclusivamente en
el ámbito de la tejeduría- ha logrado anclarse en las comunidades de artesanos,
y ser sentido como propio. En todos ellos ha sido gravitante el estímulo
externo, proveniente de técnicos o no, bien inspirados por lo general, pero con
un cierto grado de tutelaje y con un conocimiento parcial de las modalidades de
interacción y los valores de la población involucrada. No es una síntesis
inadecuada afirmar que esos intentos han sido vistos por los actores de base
como algo hecho desde afuera, que no acompañaron su complejo pero indispensable
proceso de crecimiento. Es probable que por eso mismo se ha visto erosionada su
continuidad.
No obstante, la posibilidad de organizarse no sólo no fue rechazada
por muchos artesanos, sino hasta mencionada espontáneamente como una vía de
salida a los problemas del abastecimiento de insumos y la comercialización. No
cabe duda de que el asociativismo entre los artesanos constituye un tema
crucial para el desarrollo del sector, que en mayor o menor grado es percibido
como tal por los propios artesanos, pero acerca del cual existe todavía un
conocimiento limitado por parte de los distintos ámbitos de gestión acerca de
cómo promoverlo e instrumentarlo exitosamente.
Creemos que este es uno de los temas que debe ser
estudiado en mayor detalle. Las experiencias realizadas, muchas de ellas
frustrantes para sus protagonistas y eventualmente para quienes las impulsaron,
no han sido evaluadas, y por lo tanto no han sido rescatados sus aspectos
positivos y negativos. En suma, aún no estamos en condiciones de sacar provecho
de esas experiencias.
Parece claro, sin embargo, que un modelo intervencionista “de arriba
hacia abajo”, ejemplificado típicamente por la cooperativización, presenta más
flancos que seguridades. La experiencia asociativa llevada a cabo en la última
década por distintos organismos en el sector rural –en especial el Programa
Social Agropecuario y el Programa Minifundio del INTA- proporcionan argumentos
a favor de formas de intervención menos estereotipadas que el “modelo
cooperativo”, a menudo impuesto con mucha energía política pero con muy poco
conocimiento práctico de las condiciones sociales y culturales de las comunidades.
Un error derivado de esos enfoques consiste en programar desde el
escritorio los procesos de institucionalización, sino respetar los tiempos de
los grupos y sus procesos de crecimiento. Existen en los sectores populares
muchas más formas asociativas que las que una ley de personas jurídicas puede
contener; muchas de ellas son eficaces y duraderas aunque nunca alcancen un
nivel de formalización acabada.
En el sector social en que se desenvuelven los productores
del sector artesano es indispensable contar con equipos técnicos locales
sólidos técnica y conceptualmente, capaces de respetar las identidades de los
grupos de base y más impermeables al voluntarismo que caracterizó la gestión en
este ámbito en décadas pasadas.
[1] Alberto Tasso: “Diagnóstico de la producción
artesanal en Santiago del Estero”, CFI-Provincia de Santiago del Estero, 2000.
El estudio incluyó una encuesta a 478 hogares de artesanos, de la que provienen
algunos de los datos expuestos.
[2] Proyecto CICYT-UNSE: “El asociativismo como
estrategia para la superación de la pobreza”. Santiago del Estero, 2001. El
equipo de investigación está integrado por Rubén de Dios, Marta Gutiérrez, Luis
Moyano, Pablo Usandivaras y Alberto Tasso.
[3] Entrevista a Belén Carballo.
[4] Entrevistas a Natividad Nassif, Jorge Williams,
Amalia Gramajo y José Majer.
[5] Cartel en Museo
Yachaj, en la Feria de Artesanías Tradicionales Santiagueñas 2000, Parque
Oeste, Santiago del Estero.
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