Che y Debray, cuarenta años después
Germán Uribe
"El Judas del Che Guevara"
Tomás Eloy Martínez
"Le dio por traicionar a un hombre muerto".
Carlos M. Vilas
Como
un homenaje recordatorio del cuarenta aniversario de la
caída en combate de Ernesto "Che" Guevara de la Serna en
Ñancahuazú, Bolivia, el 8 de octubre de 1967, he querido
hacer mención de tan sólo uno de los factores que
determinaron de cualquier modo aquel infeliz desenlace de su
lucha enfocada hacia la liberación nacional de los países
más pobres y por ende más oprobiosamente explotados por el
imperialismo norteamericano, y que de alguna manera hiciera
de Bolivia su tumba pero también la tierra que abonara con
sus cenizas su esperanzadora e inacabada lucha
revolucionaria. Me refiero al papel que en la actual Bolivia
de Evo Morales desempeñara el francés Régis Debray en todo
el proceso de captura y muerte del Che.
Supe de su existencia, si mal no recuerdo, un poco antes de
que arribara a Bolivia para reunirse allí con el Che Guevara
a comienzos de 1967, concretamente el 20 de marzo, puesto
que en su diario el Che se refería así a la llegada de quien
por un tiempo cargara con el mote de Dantón o El francés:
"…viene a quedarse, pero yo le pedí que volviera a organizar
una red de ayuda en Francia y de paso fuera a Cuba, cosa que
coincide con sus deseos de casarse y tener un hijo con su
compañera". Algo, no retengo bien concretamente qué, oí y
leí en París mientras me encontraba estudiando Filosofía en
la Sorbona sobre sus actividades como intelectual
progresista entre los años 64 y 66. En abril del 67 me
informé por "Le Monde" que había sido detenido por el
ejército boliviano y que se le seguiría un juicio por un
tribunal militar como presunto jefe y responsable
organizador de la guerrilla en dicho país. Un exabrupto
exaltarlo a jefe pero, al fin y al cabo, diríamos en aquella
época, se pierde a un militante. Inmediatamente se levantó
una polvareda mundial orquestada desde Francia clamando por
el respeto a su vida y a sus derechos civiles y humanos.
Todos los de nuestra generación recordamos, también, el
éxito editorial y la asombrosa divulgación por aquella época
de dos de sus obras: "El castrismo: la larga Marcha de
América Latina", pero sobre todo, el más publicitado libro
político de aquellos tiempos, "¿Revolución en la
revolución?". Después, Debray regresa libre a Francia y en
París continua por un breve período su brega política e
intelectual siempre dentro de las trincheras de la
izquierda. Tuvimos pues, en 1967 y aún antes, la imagen de
un Régis Debray sólidamente posicionado como un serio
intelectual de avanzada y conocedor sobresaliente de los
conflictos sociales del tercer mundo y particularmente de
América Latina.
Pero como el andar de la Historia no se detiene ni oculta
nada bajo el sol, el final de su "larga marcha
revolucionaria" vino a ser expuesta en la dolorosa dimensión
que ya se conoce y reconoce y que Tomás Eloy Martínez
sintetizara al llamarlo sin titubeos ni tapujos como "El
Judas del Che Guevara". Por ello, bien vale la pena
recordarlo de nuevo ahora, 40 años después de aquel octubre
luctuoso, para que las nuevas generaciones, particularmente
las de nuestro continente, no se presten a engaño con alguna
reminiscencia romántica y de buena fe de quien, no obstante,
alcanzó a ocupar nuestros respetos moceriles. Y es que luego
de haberlo dejado guardado con cuidado, afecto y gratitud en
la gaveta de los luchadores políticos, descubrimos después
que, como dice Carlos M. Vilas, a Debray, contrariamente a
lo que le pasó a Pinochet con Allende, "le dio por
traicionar a un hombre muerto".
El antiguo "Dantón" o "El francés" de entonces, en una
entrevista que vine a conocer recientemente, define al Che
como a un hombre arbitrario, sectario, y por añadidura, lo
insinúa como un sicópata autoritario. Y más, se ha
consagrado a publicar algunos libros en los que hace todo
por deshonrar su figura mítica, llegando en uno de ellos,
"Alabado nuestros señores", a calificarlo de "cruel,
fanático y despótico". Y todo esto sin sonrojo alguno tras
haber explotado su nombre.
¡Y es que cuántos años lleva ya coleccionando encendidos e
infamantes epítetos el caballero francés!
No sabemos de qué se trata todo eso. Sus recurrentes
injurias y el bullicio de su arrepentimiento, ¿serán acaso
producto de un truco político o de un trueque comercial? ¿De
reblandecimiento, vejez, amnesia, ingratitud o locura? Lo
cierto es que esta nueva postura oportunista del otrora
"compañero", nos da la oportunidad para volver sobre una
vieja tesis según la cual Régis Debray con sus dos libros de
corte revolucionario ya mencionados, antes que favorecer la
imagen y la lucha por el nuevo hombre que libró Ernesto Che
Guevara en África y América Latina en la década del sesenta,
lo que hizo fue vulgarizar el pensamiento del Che llevándolo
a las categorías imperdonables e injustas de voluntarismo,
foquismo y guevarismo insustanciales.
Además, respecto a su delación o traición, siempre quedó una
estela de duda sobre las declaraciones que pudo haber dado
al ser detenido por el general Ovando. Este general
vociferaba pocos días después, y por primera vez en público,
que tenía ahora sí la certeza de que Guevara se encontraba
en territorio boliviano. "Se basa -dice el Che en su Diario
refiriéndose a la perentoria afirmación de Ovando- en las
declaraciones de Debray que, parece, habló más de lo
necesario." Pero, naturalmente, aquí no termina todo. Veamos
lo que ya no apunta a especulaciones, interpretaciones o
meras opiniones, sino lo que actualmente se consolida como
parte del registro imborrable de la Historia.
En abril 20 de aquel convulsionado año de 1967 el ejército
boliviano captura a dos hombres que hacen parte de la red de
apoyo del foco guerrillero creado por Guevara.
Identificados, sus nombres responden a los de Régis Debray y
Ciro Bustos. En un extenso reportaje de Miguel Bonasso a
Bustos, cuando aquel le pregunta años después "si había
leído lo que decía de él Oriana Fallaci en un reciente
reportaje a Elisabeth Burgos, la mujer de Régis Debray",
aseverando que "El único que habló fue Ciro Bustos que,
atemorizado por la amenaza de muerte contra su mujer y sus
hijos, el 23 de abril dibujó el retrato de doce guerrilleros
entre los que se encontraba el Che", el pintor argentino,
airado, replicó con una serie de detalles acusando de
falsedad a la Fallaci pero no sin dejar de mencionar a
nuestro hombre: "Además no te olvides –dijo textualmente–
que se había producido la involuntaria confesión del Loro
Vázquez, el guerrillero que estaba herido y al que Eduardo
González de la CIA le montó una mise en scène para que
creyera que un periodista enviado por Fidel Castro quería
saber noticias del Che. Noticias que le dio a ese falso
periodista… a mí me hicieron escuchar la cinta en donde
Debray, ante la evidencia de lo del Loro, también admitía
que había venido a hacerle un reportaje al Che y que lo
había conseguido."
Ahora bien, suponiendo que es confiable todo lo dicho por
Ciro Bustos durante sus tres años de prisión hasta ser
amnistiado junto con Debray por el presidente Juan José
Torres unas pocas semanas antes de aquel 9 de octubre en que
el Che fue asesinado, ¿quién puede asegurarnos que fue
Debray quien tuvo menor o ninguna culpa en la delación? Tan
tuvo que haberla tenido, que a partir de su mencionada
amnistía conseguida por el gobierno y el "establishment"
francés, se dedicó no tanto a limpiar su imagen como a
mancillar la del Che.
Y
habría que tenerse en cuenta, igualmente, lo que escribieran
Tomás Eloy Martínez y Ana de Skalon. La cineasta y
periodista esposa de Bonasso se explayó acerca de los
orígenes familiares y sociales de Debray y por los mismos,
las consecuencias casi lógicas de su traición: "Un informe
confidencial de la Cancillería británica sostiene que el
intelectual francés Régis Debray guarda en su memoria el
haber hablado de sus amigos a sus enemigos durante su
interrogatorio… este documento de diecinueve carillas cuenta
de relaciones de sus padres con el poder del Estado y de la
Iglesia Católica el que se pondrá en marcha a partir de su
detención en Bolivia el 20 de abril de 1967. La familia
Debray conoce bien qué timbres tocar en el gobierno... el
Quai d'Orsay, a pesar de su desconcierto, instruyó a que la
embajada francesa en La Paz actuase en el asunto... El
Vaticano fue persuadido de presionar discretamente a favor
de un juicio al menos razonable... y hasta el general De
Gaulle se vio en la necesidad de enviar un mensaje personal
al presidente Barrientos… El 20 de abril, Régis Debray es
detenido en el poblado de Mayupampa. Fue torturado durante
tres días y mantenido incomunicado por varios meses.
Aparentemente les contó a sus interrogadores dónde y cuándo
había conocido al Che Guevara. Posteriormente Debray sostuvo
que no le dijo nada al ejército boliviano que ellos ya no
supiesen. De todas maneras, Che Guevara fue descubierto y
fusilado el 8 de octubre"
Entre tanto, Tomás Eloy, como ya dijimos, reputándolo como
"El Judas del Che Guevara", sentencia: " "Todos los mitos se
construyen alrededor de dos figuras antípodas: la del que
crea y la del que destruye. Si alguien descubre el fuego,
otro debe robarlo; si alguien elige sacrificarse para salvar
a la humanidad, otro lo tiene que traicionar. Esa ley remota
alcanzó también al Che Guevara, cuya imagen mitológica es
ahora la del héroe obstinado que triunfa contra toda
flaqueza, contra toda adversidad, y que elige la muerte
antes de que la muerte lo elija a él. Si el Che encarna la
pasión, ¿quién encarna entonces la traición, la codicia, la
otra cara del mito?". Luego, retomando las conclusiones del
ya famoso documental ¿Quién traicionó al Che Guevara?,
recuerda cómo "dos testigos centrales de la historia afirman
que el delator fue Debray: uno es un ex agente de la CIA; el
otro es el comandante Gary Prado, jefe del pelotón que
apresó al Che en la selva de Bolivia."
Aleida Guevara, hija del Che, no duda en señalar que
queriendo protegerlo, "mi papá se desvió para sacar a Debray
de la selva y tenemos la impresión de que, cuando Debray
cayó preso, habló de más."
¿Podría entonces caberle responsabilidad tangible y culpa
histórica a Régis Debray en la muerte del Che Guevara y en
el fracaso de la revolución en Bolivia?
Sin embargo, no nos corresponde juzgar sobre este asunto
puntual, o sobre lo que hizo o no hizo entonces o hace ahora
el intelectual francés.
Que la Historia lo juzgue y lo perdone si quiere, porque lo
que son los pueblos y los miles y miles de revolucionarios
latinoamericanos, no le perdonarán jamás su escupitajo en la
tumba del Che.
En fin, cuarenta años después, mientras el Che se inscribe
en la Historia guiándola y convulsionándola aún, Régis
Debray continúa mimetizado en ella vanagloriándose de su
traición.