Aproximadamente el 85% de la población es descendiente de europeos. A diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos, Argentina cuenta con escasa población mestiza. Oficialmente, el país sigue promoviendo la inmigración europea. Entre 1850 y 1940 llegaron a Argentina unos 6.608.700 europeos, predominantemente de origen español e italiano, con importantes cifras de franceses, británicos, alemanes, rusos, polacos, sirios y de otros países sudamericanos. Más de una tercera parte de la población vive en Buenos Aires y en sus alrededores. El 85% de la población reside en áreas urbanas.

Características demográficas

En 1995, la población estimada de Argentina era de 34.264.000 habitantes, con una densidad de 12 hab/km2 aproximadamente.

Divisiones administrativas

El país está formado por 23 provincias, la Capital Federal autónoma (cuyos límites coinciden con los de la ciudad de Buenos Aires), el sector antártico reclamado por Argentina y varias islas del Atlántico sur. Tierra del Fuego, que hasta 1993 era territorio nacional, es en la actualidad una provincia.

En la Argentina no existen regiones institucionalizadas. Sin embargo, el INDEC —Instituto Nacional de Estadística y Censos— establece ciertas regiones para procesar sus datos, que son: el Noroeste, el Noreste, Cuyo, Pampa, Patagonia y Metropolitana. Desde el punto de vista geográfico, existen otras divisiones regionales: el Litoral, que comprende Buenos Aires (a excepción de la ciudad homónima y del saliente situado al sur del río Colorado), Chaco, Formosa, Santa Fe, Misiones, Corrientes y Entre Ríos (estas tres últimas conforman la Mesopotamia argentina); las provincias del norte, que engloban a Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja; las provincias centrales, Santiago del Estero, Córdoba y La Pampa; la región de Cuyo, formada por San Juan, San Luis y Mendoza, y las provincias patagónicas, que son Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Neuquén y Río Negro (estas dos últimas, junto con el saliente sur de Buenos Aires, forman la región del Comahue).

La Argentina tiene presencia permanente en la Antártida desde 1904. Es una de las principales naciones firmantes del Tratado Antártico, que congela los reclamos de soberanía. A su vez, mantiene una disputa con el Reino Unido por la soberanía de las islas Malvinas y otras islas del Atlántico sur. Son varias las naciones que no reconocen las pretensiones argentinas sobre un vasto sector de la Antártida, situado entre los 25° y los 74° de longitud O, ni su reclamación de una serie de islas del Atlántico sur.

Principales ciudades

Las ciudades más importantes, además de la mencionada Buenos Aires, son: Córdoba (con una población según el censo de 1991, 1.157.507 habitantes; área metropolitana: 1.208.554), importante centro fabril y ciudad universitaria; el puerto fluvial de Rosario (907.718; área metropolitana: 1.118.905); La Plata (área metropolitana: 640.344), la capital de la provincia de Buenos Aires; San Miguel de Tucumán (área metropolitana: 622.242), un diversificado centro industrial; Mar del Plata (519.707), el principal centro de turismo veraniego; Salta (373.857), famosa por su arquitectura colonial, y Mendoza (121.739; área metropolitana: 728.966), eje de una importante región frutícola, vitivinícola y petrolera.

Organización del territorio argentino. Regionalización

Una visión del funcionamiento, morfología y jerarquía del sistema de ciudades, de la localización de actividades y de la población, del trazado de las redes de infraestructura, de los movimientos y flujos en el espacio y del uso de los recursos naturales muestran una estructura espacial con escasa o débil articulación entre las partes y, en consecuencia, entre las regiones, pero con una fuerte dependencia de Buenos Aires y su área metropolitana.

Todo esto es el resultado de una ocupación espontánea del espacio, el cual muestra el impacto sucesivo de las diferentes etapas de la economía argentina y de las decisiones políticas. Este esquema de organización territorial se denomina ‘modelo tendencial’, ya que refleja las tendencias socioeconómicas, políticas y geográficas en una larga relación tiempo-espacio. Hacia finales de la década de 1980, distintos procesos rompieron con muchas tendencias históricas e hicieron surgir otras.

Este modelo encontró bases muy sólidas en la valoración de la posición geográfica mundial de Argentina, de ‘aislamiento geográfico’, que la llevó a ser considerada un ‘país isla’ —como la definió el almirante Storni— y, en consecuencia, a modificar su organización espacial en función del puerto. El concepto de la ‘Argentina insular’ comienza a cobrar fuerza con la economía agro-portuaria y con los inicios de la industrialización (sustitución de importaciones).

Así, Argentina se estructuró sobre los puertos, con amplio predominio del de Buenos Aires. La cohesión interior, la centralización de la baja cuenca del Plata, el ‘desprendimiento’ fronterizo y las condiciones de sequedad que imperan en gran parte del territorio, contribuyeron a consolidar la ‘Argentina insular’ y a organizar su espacio interno en función de dicho sistema, dando lugar al ‘país abanico’ definido por el filósofo argentino Mario Bunge.

Este esquema tendencial llevó a la valoración de la región pampeana, a la cual se le confirió el rol de región nuclear del país. Por otro lado, el modelo se extendió a los espacios significativos de las otras regiones, coincidiendo la mayoría de las veces con los núcleos geohistóricos y con la producción de bienes complementarios de la Pampa húmeda. Mientras tanto, con el paso del tiempo, fue tomando cuerpo el lugar de mayor capitalidad del territorio argentino, concentrando la población, las actividades, los servicios y, por ende, el poder. El área metropolitana de Buenos Aires y, más tarde, el eje urbano industrial San Lorenzo-Rosario-La Plata se impusieron así por su privilegiada posición geográfica, determinando la configuración y funcionamiento del espacio nacional.

En este escenario, la posición de las regiones y de sus sistemas urbanos resultaba periférico, más aún por el escaso contacto entre ellas y los países colindantes. Este proceso se vio reforzado por la presencia de conflictos, lo que llevó a consolidar el ‘desprendimiento fronterizo’, sobre todo con Chile y Brasil. En la actualidad, se ha dado por agotado dicho modelo y Argentina ha encontrado otras dos vertientes hasta ahora no valoradas: su posición céntrica en el Cono Sur (posición subcontinental) y su posición aguas abajo de la cuenca del Plata (posición regional). Esto lleva al país a ocupar una nueva posición en el mundo, dentro de un ámbito de integración regional: Mercosur, que ha de volver a poner en movimiento sus sistemas de relaciones.

La integración de Argentina en el espacio comunitario del Mercosur implica complementar la concepción insular del país con la peninsular; esto encierra una proyección marítima y otra proyección continental, que conlleva la estructuración de un nuevo sistema de relaciones con el espacio exterior e interior. Esta situación modificará, sin duda, la función de las diferentes regiones y conducirá a su reconversión productiva por haber variado su posición con respecto a los mercados y la accesibilidad general. El concebir a Argentina en este escenario de futuro implica potenciar cuatro aspectos sobresalientes: la complementación e integración territorial interna y con otros países de la región, y la accesibilidad de ciudades y regiones hacia el Atlántico y Pacífico, modificando su posición actual.

Todos estos cambios conllevan el establecimiento de un nuevo sistema de relaciones, lo que supondrá, en principio, una reestructuración estratégica de las redes de transporte, comunicaciones, flujos y energía, así como la valoración de los grandes espacios constitutivos del territorio nacional que se extiendan más allá de las fronteras, pero que han de encontrar su articulación y unidad. Las fronteras, que antes separaban espacios llamados a funcionar en común, serán ahora franjas de dinamismo e integración.

Los espacios noroccidental, nororiental, patagónico austral, pampeano y metropolitano han de conjugar los grandes ámbitos geográficos para un desarrollo más equilibrado en lo interno y más proclive a la proyección e integración en lo externo. La correcta percepción de esta realidad geográfica llevará a valorizar, dentro de los espacios mencionados, los sistemas regionales individualizados; éstos, a su vez, se encontrarán con mejores posibilidades y capacidades para desarrollar sus potencialidades, complementarse e integrarse con las regiones de los países vecinos y articularse entre sí.

La reestructuración del territorio, impulsada por el proceso de integración regional, es una nueva oportunidad, un hito más, un umbral de mayor complejidad en la organización territorial; también habrá desigualdades. Problemas y nuevas oportunidades son una dicotomía permanente en la vida de los pueblos y ese devenir se refleja en la organización del territorio. El nuevo modelo que se vislumbra no elimina el anterior: lo complementa y lo supera. Los hechos históricos son acumulativos espacialmente.

Así como en la anatomía territorial los espacios y regiones se reubican y se reconvierten, en la fisiología territorial el sistema urbano y las redes se modifican en sus funciones. Las transformaciones globales del mundo actual —desde la economía integrada hasta el cambio tecno-productivo y la revolución en los transportes y las comunicaciones— han de impulsar el proceso señalado. En esto consiste la nueva lógica territorial.

 

Lenguas oficiales y habladas

El castellano es el idioma oficial y lo habla la mayoría de los argentinos. En algunos lugares siguen en uso varias lenguas indígenas. Véase Lenguas aborígenes de Hispanoamérica; Español de América.

Religión

Más del 92% de la población es católica. Se practican también el judaísmo, el protestantismo y otras religiones cristianas y no cristianas, aunque muchas sectas y confesiones están prohibidas por ser "lesivas al orden público". Hasta la reforma constitucional de 1994, era requisito indispensable que el presidente y el vicepresidente fueran católicos.

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