De la Filosofía Austera Racional...

CAPITULO IX

EL AMOR

No necesitamos más que copiar un párrafo de nuestro “Código de Amor Universal”. Os lo adelantamos en estas alturas de la filosofía.

“Artículo 14.- Por el amor existen los mundos y el fin de éstos es el hombre: es el efecto del amor del Creador. Así, pues la ley eterna es amor y es única como su causa; por lo que, el hombre tiene que vivir del amor como hombre y como espíritu: y en estos dos nombres, están representadas las dos potencias, que son una sola y misma cosa, en grado diferente, por que una sola substancia existe.

El grado diferente es que, uno tiene la dirección de los actos y el otro la ejecución de los actos. Más claro; el uno es la fuerza impulsiva que mueve la máquina y el otro es la máquina que anda si la fuerza le manda; y ésta se queda si la fuerza le falta.

Materia es la Máquina; materia es la fuerza; la fuerza sin la máquina, nada obra; la máquina sin la fuerza sin la fuerza, nada obra tampoco. Pero dadle fuerza y la veréis hacer maravillas. Es, pues, la fuerza el espíritu; es, pues, el cuerpo la máquina. Mas si la máquina no tuviera un alma que es la ciencia que la precisó en sus movimientos con los que se hace sensible a la fuerza motora, no marcharía. Así tampoco un cuerpo de hombre, si no tuviera el alma que es la esencia sensible de la naturaleza en le estado de materia, no obraría tampoco obra inteligente, si el espíritu no entrara en esa alma componiendo la trinidad, cuya unión es el amor con el que entonces le da al hombre el verdadero nombre de hombre. pero hay máquinas que labran tierra y máquinas de alta perfección. Igual hay hombres que sólo son porque en ellos está la trinidad, pero que aún no la han descubierto y así no han podido ni sabido Amar. No han podido, por eso, unir las dos potencias.

A estas máquinas no las puede mover la electricidad ni el gas ni aún el vapor; la sangre animal solo puede moverlas. Y, sin embargo, todas son máquinas, las rige la misma ley, tienen la misma lama: La Ciencia, en la máquina; el amor, en el hombre pero será del grado alcanzado.

La máquina que labra la tierra cumple su fin, lo mismo que la inteligente rotativa o la máquina fotográfica; pero no podréis con éstas labrar la tierra y con aquélla imprimir o retratar. Máquinas son, sin embargo, y las rige la misma ley, pero cada una en su grado y artículo correspondiente a su diferencia. Una vive y se alimenta de lo rústico, de lo animal; las otras de la materia también, pero elevada a la matemática de fuerzas depuradas; pero todas se basan en un mismo principio y van al mismo fin, al progreso. Y van por la ación, por el esfuerzo, por el trabajo, por la unión, por el amor, que es sacrificio que nadie lo haría si no existiera la necesidad; y la necesidad no existiría si no hubiera hombres; y los hombres solos no pueden existir si no existe el amor, en uno u otro grado. Si el amor es imperfecto, será material; si perfecto, en relación, será espiritual; pero no son dos amores, es un solo amor; sino que el ignorante lo materializa y lo enloda, y el sabio lo espiritualiza, lo abrillanta y lo santifica hasta en la carne.

El amor de la carne es ineludible ley y de él depende la vida de los seres, después de la primera aparición que ya conocéis en su forma natural, como hemos explicado en la Creación del alma humana.

El amor de la carne es el primer incentivo de la unión de los seres y esa unión hace le amor y es la base de la sociedad armónica y el galardón al trabajo de la materia, cuyo goce lo recibe por el alma.

Así, el amor de la carne es la base del amor espiritual, y es el mismo y único amor y, por esa escala ascendente, el amor es santo, porque procede del único santo; el Padre Creador. Por lo que se ha de tomar en justa medida. Para deciros todo sobre el amor, os voy a regalar un trozo de un diálogo sostenido por uno que buscaba el amor y su autor, y llamó y fue contestado:  

Pregunta

Mundos el infinito

Liras del firmamento

Que vibráis en el concierto

De esa tan gran Armonía

que rige la ley de Amor...

¿Donde se encuentra el Autor