puntanim PRESAGIOS (1924)

Forjé un eslabón un día,
otro día forjé otro
y otro.

De pronto se me juntaron
- era la cadena - todos.

[1]

Suelo. Nada más.
Suelo. Nada menos.
Y que te baste con eso.
Porque en el suelo los pies hincados,
en los pies torso derecho,
en el torso la testa firme,
y allá, al socaire de la frente,
la idea pura y en la idea pura
el mañana, la llave
- mañana - de lo eterno.
Suelo. Ni más ni menos.
Y que te baste con eso.

[2]

Agua en la noche, serpiente indecisa,
silbo menor y rumbo ignorado;
¿qué día nieve, qué día mar?
Dime. ¿ Qué día nube, eco
de ti y cauce seco?
Dime.
-No lo diré: entre tus labios me tienes,
beso te doy pero no claridades.
Que compasiones nocturnas te basten
y lo demás a las sombras
déjaselo, porque yo he sido hecha
para la sed de los labios que nunca preguntan.

[3]

Mis ojos ven en el árbol
el fruto redondo y fresco.
Mis manos se van certeras
a cogerlo. Pero tú,
pero tú, mano de ciego,
¿ qué estás haciendo?
La mano da vueltas, vueltas
por el aire; si se posa
sobre cosa material,
huye tras palpo suave
sin llegar nunca a cogerla.
Siempre abierta. Es que no sabe
cerrarse, es que tiene
ambiciones más profundas
que las de los ojos, tiene
ambiciones de esa bola
imperfecta de este mundo,
buen fruto para una mano
de ciego, ambición de luz,
eterna ambición de asir
lo inasidero.
Cuando se cansa de inútiles
devaneos, tristemente,
se va en busca de su hermana
y se entrecruzan las manos
del ciego.
Y sólo así se están quietas,
enclavijadas,
asidas ansia con ansia
y deseo con deseo.
Mano de ciego no es ciega:
una voluntad la manda,
no los ojos de su dueño.

[4]

La niña llama a su padre "Tatá, dadá".
La niña llama a su madre "Tatá, dadá".
Al ver las sopas
la niña dijo
"Tatá, dadá".
Igual al ir en el tren,
cuando vio la verde montaña
y el fino mar.
"Todo lo confunde" dijo
su madre. Y era verdad.
Porque cuando yo la oía
decir "Tatá', dadá",
veía la bola del mundo
rodar, rodar,
el mundo todo una bola
y en ella papá, mamá,
el mar, las montañas, todo
hecho una bola confusa;
el mundo "Tatá, dadá".

[5]

Posesión de tu nombre,
sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad, dentro del pecho.
"Ven": y tú llegas quedo;
vete": y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
(¡Y mis brazos abiertos!)
Pero tu cuerpo nunca,
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.

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