Jornada 8: Tinerhir-Marrakech                                                           Jueves, 7 de agosto de 1997 
 Nuestra primera intención había sido bajar hasta Zagora desde Ouarzazate, y conocer el famoso valle del Draa, pero tuvimos que sacrificar esta parte del camino debido a la falta de tiempo. Tal vez este año con los Suzukis... 

El caso es que pusimos rumbo noroeste bordeando el Anti-Atlas, por unos paisajes de enorme belleza. 

Ouarzazate

A 1160 metros de altitud. Es una ciudad que no puede negar su origen como guarnición militar. Impresionan su tamaño y la factura de algunas de sus construcciones.

Disfrutamos de la comida atendidos por el Maitre Ali Rober
Restaurante La Palmera
Fue también un día muy caluroso, y se acusaba ya el cansancio y la superpoblación del coche. Anduvimos por zonas tremendamente áridas donde apretaba el calor con ganas. Aqui estamos comiendo junto a una palmera, en medio de un arenal a cuarenta y tantos grados a la sombra. Por el camino, entre Ouarzazate y la cresta del puerto Tizi,n Tichka compramos un montón de geodas que los lugareños nos ofrecían al borde de la carretera. Algunas estaban coloreadas con mercromina y otras con betadine, con hermosas tonalidades.
No he visto en mi vida un puerto de montaña tan gigantesco como el Tizi,n Tichka. 
Yo iba de copiloto, me puse ciego de biodraminas, y aún así casi doy el espectáculo. No sé si fueron 55 ó 60 kilómetros de bajadas y curvas durante casi dos interminables horas.  Se mareó hasta el GPS. 
Marrakech

Alrededor de 500.000 h. La cuarta ciudad del país, capital del sur. Importante centro comercial y turístico, domina la llanura del Haouz. Es un oasis en medio de un gran palmeral.

La muralla de Marrakech desde la terraza del hotel
 Entramos en la vieja ciudad al crepúsculo. Después de varios días por el tranquilo y rural sur, chocaba mucho ver el enorme tumulto ciudadano. Tráfico caótico, una muchedumbre por las aceras y de nuevo la caza del turista. Nos hospedamos en el hotel Imilchil,
 
Jema el Fnaa al atardecer
 
 bastante majo, con piscina y aire acondicionado. Situado en una zona residencial pero no muy apartada. Un buen lugar para descansar del abrasador Sur.
               No se puede ir a  Marrakech sin pasar por la Plaza Jemaa el Fná: los vendedores de especias, frutas, zumo de naranja (¡buenísimo!), recuerdos .. conviven con restaurantes al aire libre donde se come por no demasiado dinero (aunque hay que tener cuidado con no poner mucha cara de turista). 
Panorámica desde una terraza de Jema el Fná al atardecer
      También hay escribanos, adivinos, aguadores, dentistas, acróbatas, músicos, relojeros, cuentistas... en un totum revolutum a veces un poco agobiante pero siempre atractivo.

La plaza debe ser visitada a diferentes horas del día, pues la fauna y el ambiente varían bastante. Al volver al hotel, Carlos se empeñó en meter el autobús por una de las callejuelas que rodean la medina "para acortar". A los viandantes no parecia hacerles mucha gracia En algún tramo hubo que recoger los retrovisores para poder pasar... ¡glups!


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