Galicia en la Red
El éxodo masivo desde el campo hacía las ciudades en la España de la última mitad de siglo, ha dejado tras de si un sector primario desgarrado y que no ofrece alicientes claros a las nuevas generaciones. Como resultado, muchos pueblos. bien se han despoblado, bien subsisten con una población envejecida a la que es baldío animar para que emprenda proyectos de modernización.
Tierras antaño productivas se hallan en muchos casos abandonadas o infraexplotadas, y la infraestructura necesaria para volver a trabajarlas se sale de las posibilidades económicas de muchas de éstas familias.
De este breve esbozo de la situación del campo es fácil inferir que efectivamente la reforestación de gran parte de estas tierras, además del rebulsivo económico que podría suponer para que los jóvenes se animaran a emprender iniciativas en el entorno agrícola, sería una garantía de tipo ecológico para las generaciones venideras.
Planes de este tipo exigen una estrategia informativa contundente que evite muchos de los errores que se están cometiendo hoy en día, reforestando indiscrimanadamente con especies foráneas, que aparte del peligro que suponen, están destruyendo el patrimonio forestal autóctono, de crecimiento lento pero de mucho mayor valor ecológico y económico (encina, nogal, roble y castaño fundamentalmente).
La avidez de madera barata de empresas como ENCE está provocando la repoblación con variedades de crecimiento rápido -eucalipto y pino-, variedades resinosas y por lo tanto altamente inflamables. El ritmo de esta destrucción se ve acelerado por fenómenos de sospechosa intencionalidad como ocurre con los incendios estivales.
El sector de la madera, tanto el primario como el secundario, encuentra así las condiciones -tanto económicas como políticas- ideales para disfrutar de un puesto de privilegio en la economía regional. La unión de ambos fenómenos producen curiosas tensiones o contrafuerzas; por un lado resulta evidente la necesidad de reponer e incluso aumentar la masa forestal destruida, pero por otro, los grupos de presión quieren que esta repoblación se realice atendiendo principalmente a sus intereses, esto es, con variedades que tengan un valor de mercado bajo y que puedan atender la demanda en un plazo razonable de tiempo.
El gallego medio, usufructuario en muchos casos de su propia cuota de monte, carece de la formación y concienciación necesarias para percibir la potencialidad de una gestión forestal correcta y bien planeada. Busca la rentabilidad a plazo medio entrando así en el juego de la empresas transformadoras.
Esta tendencia llegó a ser tan preocupante que la Xunta de Galicia, en su Plan Forestal, excluye ciertas variedades de crecimiento rápido de las líneas de ayuda abiertas para favorecer la reforestación. A pesar de ello el Plan se está mostrando poco eficaz y sospechoso de concubinato con los lobbyes de la industria del sector.
Mientras, la madera de calidad para la industria del mueble ha de ser importada, perjudicando al propio sector que contempla como otras regiones con un potencial forestal menor -caso de Valencia- obtienen pingues beneficios por este concepto.
Las especies más empleadas en las repoblaciones son el eucalipto, el pino insigne y el pino resinero.
El eucalipto (Eucaliptus globulus), originario de Australia, fue introducido en Galicia en 1866. Está distribuido principalmente en la franja costera de Galicia, Cantabria y Asturias. Su madera de baja calidad es la principal materia prima de ENCE. Crea graves problemas ecológicos ya que consume mucha agua y sus resinas y alcoholes tienen un efecto antibiótico que dificulta la germinación de otras plantas, disminuyendo también las bacterias que mineralizan el suelo. Su escaso follaje no protege el suelo del viento y la lluvia. Tampoco repone los nutrientes del suelo, pues en Europa no hay microorganismos capaces de transformar sus hojas en materia orgánica; éstas, ricas en aceite, y la acumulación de hojarasca, lo hacen muy propenso a incendiarse.
El pino insigne, de presencia importante en el País Vasco, se empezó a plantar también en Galicia hace años. Su madera alimenta básicamente a la industria de la celulosa. Sus hojas tienen una serie de compuestos que conducen a la acidificación del suelo.
El pino resinero es originario del área mediterránea occidental. Además de venderse como materia prima a la industria de la celulosa, se emplea en carpintería y en la construcción. Abunda en Galicia, siendo su alto contenido en resina motivo de la facilidad con que arden.
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