El juicio del mono

El llamado “juicio del mono” tuvo lugar en la ciudad de Dayton, en 1925, contra el maestro de escuela John T. Scopes, acusado de enseñar la teoría evolucionista del origen del hombre, en contra de una ley del estado de Tennessee que lo prohibía. El juicio es famoso en la actualidad debido a la película de 1960 Inherit the wind (Heredar el viento), basada en la historia del juicio.

El asunto comenzó como un truco publicitario. Unos comerciantes de Dayton pensaron que, dada la polémica que existía sobre el evolucionismo, un juicio por este tema atraería la atención del país sobre la ciudad, y eso sería bueno para sus negocios. Scopes aceptó ser acusado de haber enseñado el evolucionismo, sabiendo que las consecuencias, en el peor de los casos, no pasarían de una sanción económica que sería pagada fácilmente por sus “patronos”. En realidad cualquier maestro podría haber sido acusado igualmente, porque el evolucionismo se enseñaba de forma generalizada en todas las escuelas. La ley era particularmente absurda porque incluso el libro de texto recomendado por el estado para la enseñanza de la Biología era evolucionista, así que el estado al mismo tiempo prohibía y recomendaba el estudio de la teoría de la evolución.

Se hizo la acusación y comenzó el juicio, y como se había esperado, atrajo a numerosos periodistas de todo el país, que le pusieron el nombre burlón de “juicio del mono”. La expectación aumento cuando se supo que el abogado Clarence Darrow se había ofrecido para defender a Scopes. Darrow era conocido por su participación en casos relacionados con las libertades civiles y la libertad de expresión. A continuación, el político William Jennings Bryan anunció que actuaría como asesor de la acusación. Bryan había sido jefe del partido populista y candidato a la presidencia, y aunque estaba retirado de la política, todavía conservaba un gran prestigio.

La película Inherit the wind es un magnífico alegato por la libertad de pensamiento, pero no refleja exactamente lo sucedido en el juicio. En la película, los nombres de los personajes están cambiados, para dar a entender que no pretende ser una reconstrucción histórica de los hechos. (En realidad, la película parece más bien una crítica del macartismo de los años 50. Por ejemplo, hay una escena en la película en que Bryan intenta arengar al público sin conseguir que le presten atención. Eso no sucedió en el juicio, pero sí que sucedió algo parecido con el senador McCarthy: cuando el Comité de Actividades Antiamericanas decidió concluir sus actividades y disolverse, McCarthy comenzó a gritar insultos y amenazas, mientras todos abandonaban la sala sin hacerle caso).

Tras varios días de preliminares, Darrow sorprendió a todos llamando a declarar a Bryan como “experto en la Biblia”. Aunque el juez manifestó reservas de que eso fuera apropiado, Bryan insistió que deseaba declarar. A continuación, durante dos horas, Darrow preguntó a Bryan sobre varios episodios de la Biblia, como Adán y Eva, la historia de Jonás tragado por la ballena o la del Sol detenido en su camino. En la película, Spencer Tracy en el papel de Darrow acorrala a Bryan, interpretado por Fredric March, y le obliga a caer en contradicciones. En la realidad, la cosa no sucedió exactamente así. Bryan, como viejo político que era, estaba acostumbrado a los debates públicos, y sabía como defenderse. Además, tenía un sólido conocimiento de la Biblia, mientras que el conocimiento de Darrow sobre el tema era superficial y basado en estereotipos. Por ejemplo, en varios momentos Darrow insistió en que, según él, la Biblia afirmaba que el mundo había sido creado hace unos 6000 años, y que eso contradecía la evidencia geológica. Bryan contestó que en la Biblia no aparece en ningún lugar esa cifra de 6000 años ni ninguna otra, y que por tanto la creencia en la Biblia era compatible con que la edad de la Tierra fuera mucho mayor. Además, Bryan había leído las obras de Darwin, el Origen de las especies y el Origen del hombre, mientras que Darrow, como más tarde reconocería, no había sido capaz de pasar de la página número 50.

En conjunto, Bryan se defendió bien, considerando que estaba en el banquillo de los testigos, y tenía que responder a las preguntas de Darrow sin poder preguntarle a su vez. Bryan había aceptado ser interrogado con la condición de que luego se le permitiría a él interrogar a Darrow, pero cuando terminó su turno, Darrow recomendó a Scopes que se declarara culpable. Con eso el juicio terminaba automáticamente, con lo que Bryan no tuvo ocasión de interrogar a Darrow. Bryan, con razón, se sintió engañado y se indignó. El jurado declaró, por tanto, culpable a Scopes y le impuso una pequeña multa. Bryan se ofreció a pagarla él, para demostrar que no había buscado perjudicar a Scopes personalmente, pero el caso pasó a un tribunal superior, que anuló el juicio basándose en un detalle técnico, y la multa nunca llegó a pagarse. El juicio fue olvidado por casi todo el  mundo, hasta que fue otra vez sacado a la luz por la película.

Hubiera sido interesante que Bryan hubiera podido interrogar a Darrow. Probablemente hubiera sacado a relucir las implicaciones racistas y eugenésicas de la teoría evolucionista, tal como se entendía en aquella época. La mayoría de los intelectuales “avanzados” en las primeras décadas del siglo XX mantenían opiniones a favor de restringir la procreación de los sujetos “defectuosos”. El mismo libro de texto que había utilizado Scopes contenía algunos párrafos sobre las diferencias entre las razas “superiores” e “inferiores”. Se suponía que esto debía ser la consecuencia “científica” de las teorías de Darwin aplicadas a la sociedad humana. Probablemente, Bryan se oponía al evolucionismo, más que por la propia teoría evolucionista, porque creía que esta implicaba necesariamente ideas eugenésicas, que chocaban con sus principios morales y religiosos.

 

 

 

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