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Los expedientes del THINK! Project


EXPEDIENTE 97/02/01
NUESTRO HOMBRE EN ZARAGOZA (ESPAÑA)

Todo se remonta a 1978, que no debió ser un buen año... Douglas O'Brien, presunto ex-agente de la CIA, decide desenmascarar el contubernio que oculta la verdad de los ovnis. Para ello, publica una supuesta novela donde muestra cómo desde el año 66 había estado encargado de manipular el tema ovni por todo el mundo. La novela "Bases de ovnis en la Tierra", como cabía esperar, no cambió el curso del mundo, (digo, ante tamañana confirmación de lo que los ufólogos venían hablando hace tanto), ni mucho menos. Al fin y al cabo, todo era una fabulación de Javier Esteban, como lo cuenta él mismo en su artículo "La verdad está ahí fuera... pero los ufólogos no la ven", publicada en La Alternativa Racional, una revista que edita el grupo escéptico español Alternativa Racional a las Pseudociencias [Nota: las citas que aparecen de Esteban se refieren a este artículo].

De hecho, sólo unos pocos descerebrados llegaron a creerse el cuento. No es casual que, precisamente, los que cayeron en la trampa fueran ufólogos (autocalificados). Este expediente trata un poco de estos oscuros e iletrados personajes.

Es difícil caracterizar a los ufólogos en su conjunto: se trata de un grupo humano variopinto y poco homologable a ninguna traza genética. Pero a lo largo del tiempo, uno puede sacar conclusiones... Por ejemplo, cuanto más intentan hacer valer su condición de investigadores serios, de mantener un sano escepticismo, más crédulos y desbocados son. Y como muestra, ya que estamos en este caso O'Brien, miren al ínclito Bruno Cardeñosa, que en el número de febrero de Más Allá publica su reportaje "de investigación" sobre el asunto: "Infiltrados: ufólogos a sueldo".

Lo cierto es que Cardeñosa, como otros pseudoinvestigadores que se las quieren dar de respetables, es -aparte de un periodista aficionado de escasas dotes- un ingenuo y un manipulador. Cuando el caso O'Brien se ha demostrado más falso que un duro de 6 pesetas, cuando el mismo autor de la novela ha contado cómo le creyeron a pies juntillas, intenta desmarcarse inventándose un contubernio... ¡Demasiado tarde, amiguete!

El libro de O'Brien/Esteban usa el viejo -pero convincente- truco de mezclar realidad y ficción. Es decir, hay en su libro hechos que realmente han sucedido, pero a los que se les pone el toque justo de ficción para que alguien (cieretamente, alguien predispuestoa creer en estas cosas) caiga en el engaño. Por esta razón, algunos de los datos de la novela han ido apareciendo como investigaciones ufológicas realizadas por estos pseudoexpertos españoles... Como dice el autor "para estos periodistas de investigación hablar con un monaguillo es tener un informador de primera mano en el Vaticano". A lo largo de los 17 años que Esteban mantuvo el "secreto", mcuhas tonterías de los más afamados ufólogos españoles han sido reelaboraciones de sus invenciones. Es una lástima que Esteban no quiera, por el momento, dar a conocer tales ejemplos de "calidad" investigadora. El afirma "lo importante es demostrar que el mensaje es erróneo, y respetar al mensajero". No estoy en absoluto de acuerdo. Me encantaría que Esteban se animara a listar con nombres y apellidos los tarados que se lo creyeron a pies juntillas, y luego usaron esos datos ficticios para sus artículos de ovnis. Creo que la gente se lo merece... pero sobre todo se lo merecen esos listillos. [NOTA: Sr. Esteban, el THINK! Project pone a su disposición cuanto espacio sea necesario para que nos lo cuente...]

Volviendo a Cardeñosa, Don Bruno cuenta en su artículo de Más Allá que conoció a Estéban en el 91. Y que otro ínclito ufólogo español, el fabulador Juan José Benítez, le conoció a finales de los 70. Curioso: por lo que sabemos, en aquella ocasión Esteban afirmó ser un agente de la CIA (y como cuenta en el libro, trabajando desde el año 66 en casos ovni). Benítez se lo creyó porque quería creérselo (como hizo más de diez años después Cardeñosa). Pero aparentemente ninguno de ellos se dio cuenta de un hecho realmente anómalo: Esteban nació en el año 58, con lo que debería haber sido el agente más jóven de la CIA si en el 66, con 8 años de edad iba por todo el mundo despistando a militares y ufólogos... Claro, que también podría darse el caso de que Esteban fuera mucho mayor, pero por quién sabe qué extraños procedimientos (presumiblemente alienígenas) mantenía en el 79 una apariencia de 21 años, aun siendo mucho más viejo. Curiosamente, el proceso antienvejecimiento no le ha funcionado posteriormente, quizá porque al dejar la CIA ha perdido la oportunidad de seguir tomando su pócima... Nos consta su acelerada alopecia.

Cardeñosa reconoce haber usado a O'Brien/Esteban como fuente de datos. "Durante un tiempo recibí directamente por él unas veces, y de un modo extraño en otras ocasiones, una serie de informacions OVNI ciertamente importantes, algunas de las cuales -tras las comprobaciones oportunas- resultaron ser verdaderas." ¡Magnífica declaración de incompetencia! Incluso el mismo Cardeñosa se pone la soga al cuello... Si todo es falso, es que Cardeñosa picó como un pecezuelo.

Por eso, Cardeñosa prefiere librarse de la ignominia haciendo pasar a Esteban por un desinformador, por un infiltrado de alguna secreta (o gubernamental) institución que pretende desprestigiarle. Por supuesto, que nadie intente encontrar una sola prueba de esta acusación, porque no las hay. Por mucho que lo intente, Cardeñosa se autoinculpa de ingenuidad, de mal trabajo periodístico (bastaría con haber echado un vistazo al ISBN para conocer al autor del libro, bastaría con una mínima investigación -de verdad- para saber a qué se dedicaba realmente, o que los contactos de Esteban con la CIA eran tan inexistentes los que mantiene el autor de estas reflexiones con la archiconocida TIA de Mortadelo y Filemón.

Precisamente, Cardeñosa y otros ufólogos serían capaces de tomar a Mortadelo por un extraterrestre infiltrado, o por un MIB (hombre de negro)... Luego, sólo tendrían que publicarlo en algún sitio como Más Allá y, así, miles de ingenuos que babean con los ovnis, los secretos militares y Sai Baba, les alabaran como los investigadores que van a cambiar el mundo del periodismo y del avance científico.

Esto nos recuerda el caso de Willy Moore, quien tras inventarse todo lo que podía (desde incidentes en Roswell a buques transtemporales/transespaciales, pasando por contubernios, bases secretas e implantes cerebrales), y reconocerlo públicamente (algunas de estas invenciones) afirma que el resto es cierto, que es un agente gubernamental y mil chorradas más y van todos los ufólogos (o casi todos) y le siguen creyendo.

¿Dónde estarán -pregunta elíptica y filosófica- los límites de la credulidad humana? Seguiremos investigando...

Sam Sagaz, para THINK! Project (Febrero 1997)
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