Alumnos: Leonardo Mule y José Balmaceda.
A ño: 2do3ra.
Profesora: Victoria Badia.
Materia: Lengua y Literatura.

Ensayo
Las relaciones entre padres e hijos

Gregorio sufre la transformación corporal, porque su espíritu no está feliz con la vida que lleva, no se conforma con su trabajo monótono ya que está obligado a mantener a su familia.
El autoritarismo del padre hace que esta situación sea casi una autobiografía, es así como se demuestra en la novela, ese bastón, marca el carácter implacable y la desesperación de Gregorio por complacerlo.
En este marco podemos afirmar que las relaciones de padres a hijos van a dejar huellas en el alma de los futuros adultos.

La actitud de un padre en educar a sus hijos, es la misma que la que van a tener estos al momento de educar a los nietos, los mismos pensamientos y la idéntica manera de ver las cosas. La cabeza de un adolescente se desarrollada casi netamente por un padre, y en parte por otras influencias (amigos, familiares, relaciones), en donde se contagia tanto lo bueno como lo malo. Se mezcla en él la vida del adolescente con los consejos y los ejemplos de unas personas que deciden como quieren que seas. "Tal vez sea bueno, creo que estoy muy bien educado, pero muchas veces me hubiera gustado que mi forma de ser sea diferente, que deje de preocuparme por muchas cosas que están de más, y por seguir pensando que los días van a seguir estando bien a su lado. Hay que rescatar sólo las cosas que nos gustan, aquellas que simplemente nos parecen importante, y tal vez sin importar si les agrada o no." Tenemos que darnos cuenta que nosotros seremos el reflejo de ellos cuando maduremos, y que si hay algo que no nos gusta de ellos, ese algo también estará en nosotros cuando veamos crecer a nuestros hijos. Los consejos siempre hay que tenerlos en cuenta, ya que ellos ya los vivieron, pero tampoco tenemos que dejarnos dominar a su conformidad. Hacemos nuestras actividades porque nos gustan y no porque ellos quieren, o no para dejarlos contentos, aunque por algún lado eso estaría un poco justo, nos dieron la vida, somos lo que somos gracias a ellos, pero todavía no pueden hacer que nos interese todas aquellas funciones que son de su agrado personal.

El lugar donde nacemos es decidido por nuestros padres, y en la mayoría de los casos es donde crecemos y nos desarrollamos, por lo cual adoptamos particularidades de esa cultura en general. Si ellos se visten de una manera, siempre corremos el riesgo de que en un momento nosotros también lo hagamos. Su forma de hablar, algo común en una comunidad, y a veces diferente entre comunidades, es lo que nos diferencia y nos aleja de mucha gente. A esa otra gente la consideramos extraña o rara por su forma de comportarse, su indumentaria o su vocabulario, y simplemente por eso, los dejamos de lado sin importar que piensan ellos de nosotros. No reflexionamos que podríamos ser nosotros los bichos raros, y que porque a nuestros padres nunca les hizo feliz la presencia de alguna clase cultural diferente, a nosotros, por descarte tampoco nos agrade. Tenemos que tener nuestros propios gustos y a veces nuestras propias respuestas, pero no para contradecir a nuestros progenitores, sino porque debemos tener nuestras opiniones personales para cada una de las cosas que se aprenden día a día en el transcurso de la vida.

No estamos obligados a ser lo mismo que es o fue nuestros padres (una persona importante, un buen trabajador, el más inteligente, el más audaz), puede que nuestra suerte no nos ayude de la misma forma que lo hizo con ellos, los diversos pensamientos guían a cada persona por caminos múltiples, el cual el nuestro no puede ser el mejor. Esa es nuestra decisión y aunque ellos tal vez quisieron que nosotros estuviéramos en una posición más adecuada, lo que logramos fue gracias a lo que vivimos y a lo que estuvimos soñando.

Todo lo que logramos, ganamos, y que a veces merecemos, es producto de una largo esfuerzo realizado por nuestra necesidad y por nuestro placer. Todo esto es tomado como un premio para nosotros y para aquellas personas que nos cuidan, que nos quieren. Siempre lo hacemos para que ellos se sientan de una forma alegre, es nuestra forma de agradecerles todo lo que nos están dando y todo lo que nos dieron. Simplemente buscamos que por algún motivo nos digan lo que sienten, nos digan si están orgullosos de nosotros, si les agrada lo que hacemos, o si simplemente les satisface lo realizado.
Es feo que alcancemos un logro importante para nosotros y que al momento de informárselos, simplemente digan: "Ah, mirá que bien", "¿Pero por qué no salieron primeros?", "Prepárate para la próxima". Es importante que aunque lo que traigamos sea poco, nos feliciten, sin necesidad de premios, simplemente por el hecho de que nos esforzamos mucho, y que no pudimos.

Después de todo, ellos son simplemente padres, y al igual que nosotros tienen que saber que la vida siempre cambia, y que siempre hay algo nuevo para aprender. Padres míos, gracias por todo.