¿Qué importancia tiene la cuaresma para los cristianos? Página principal

IGLESIA EPISCOPAL REFORMADA, SAN PABLO


"Todo esto te daré…"

La importancia de nuestra adoración, Mateo 4:9.

Mensaje predicado el segundo domingo de cuaresma de 1997


           ¿Alguna vez has escuchado a alguien decir: "Yo no necesito ir a la Iglesia para creer en Dios," "Yo sirvo a Dios a mi manera."? Muchas personas afirman ser cristianos pero no consideran necesario ir a la Iglesia a participar del culto público de adoración.

      A veces los que vamos a la Iglesia tratamos de convencerlos de que deben ir. Les decimos lo bueno que es ir a la Iglesia. Los invitamos con la esperanza de que participen de la adoración y tengan una experiencia con Dios. "A tu vida le hace falta un encuentro con Dios. Ven, tal día vamos a tener una actividad especial." -les decimos.- Pero ellos a veces vienen por complacernos, y a veces no, por que piensan que realmente no les hace falta.

     En la iglesia misma se anima a la gente a venir por las mismas razón: "Vengan para tener una experiencia de adoración" para llenarnos, para llenar ese vacío que tenemos en el corazón. Se habla de buscar el gozo, la paz, la bendición a través de una experiencia con Dios. Esto se recalca con mucho énfasis, exhortando continuamente a no perder la bendición.

      Pero al pensar y hablar así no nos damos cuenta de que hemos convertido nuestra necesidad en la prioridad. El asunto principal es como alcanzar el gozo, la paz, y la felicidad, en medio de un mundo lleno de frustración. En esa manera de pensar la adoración se convierte en un modo de manipular a Dios para sentirnos bien.

     Si tomamos en cuenta el nivel de presión que genera la vida moderna es fácil reconocer el atractivo que a primera vista ofrece un ofrecimiento tal de alivio por medio de la fe. En una sociedad enferma todo se mide por el valor terapéutico.

     Así, se anima a las personas a desbordar su corazón en alabanza, por que "Dios se mueve en medio de ella." Congregaciones completas se entregan a expresiones espontaneas de adoración en busca de una experiencia en la que cada persona pueda alcanzar el sentir la bendición". Unos oran, otros lloran, otros levantan las manos, otros brincan y saltan, otros gritan glorias y aleluyas, y todo esto en busca de la gran bendición.

     Si uno se atreve a cuestionar estas prácticas se encuentra con una pared. Pronto llega la respuesta de que hay que darle la libertad al espíritu. Como si la quietud y el orden fueran capacez de detenerlo.

     Pero no importa todo esta bien, todo se permite por que eso es nuestra relación personal con Dios. Además nadie puede poner en duda la sinceridad con que se hacen estos ejercicios. Y se se justifica en función del efecto de alivio que tiene para el alma el participar de esta catarsis colectiva.

     En algunos casos esta dinámica alcanza niveles de desorden tales que cabe comparar el comportamiento de la congregación con la manera de actuar de aquellos profetas de Baal de los cuales Elías se burló en el monte Carmelo, diciéndoles, "griten más alto por que tal vez Baal esta dormido y hay que despertarlo. 1 Reyes 18:27.

     En realidad mucho de lo que pasa por adoración hoy, debiera entenderse más bien como un desorden. El tipo de situación de la cual el apóstol Pablo nos advirtió cuando nos exhorta a reflexionar acerca de lo que pensaría un nocreyente si entrase en una de nuestras reuniones y nos encontrase a todos hablando en lenguas extrañas. Diría que estamos locos. (1 Corintios 14:23) ¿A caso no piensa la gente que los cristianos están locos por participar de esas griterías?¿Donde nos enseña la escritura a orar y adorar en desorden?

     Debemos preguntarnos si no habrá una mejor respuesta a la pregunta de por que es importante nuestra participación en el servicio de adoración.

     La Escritura contempla razones de mayor peso para que el pueblo de Dios le adore públicamente. El valor terapéutico y la búsqueda de una experiencia de gozo, paz y bendición, o inclusive la expectativa de ver ocurrir algo sobrenatural son motivaciones egóistas en que nosotros y nuestras necesidad son la prioridad. Esta Es una adoración centrada en el hombre y no en Dios.

     Reflexionemos un momento. ¿Habrá alguna razón más importante para adorar a Dios que nuestra necesidad?

     Para responder esta pregunta tomemos un camino inverso. Consideremos el testimonio del peor enemigo de Dios.

     Si le preguntaramos al enemigo de Dios ¿qué es lo más importante para ti? ¿Qué respondería?

     La verdad es que no tenemos que especular mucho acerca de cual sería su respuesta. La Escritura nos presenta la respuesta de forma explícita. La Biblia nos declara aquello por lo cual el diablo estuvo dispuesto a dar el todo por el todo.

     Mateo 4:9 Recuerdas, cuando despues de dos intentos fallidos en la tercera tentación el diablo tomo a Jesus y lo llevo a la cima de un monte alto para mostrarle en un momento todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y orgulloso le dijo:

"Todo esto te daré..."
El diablo ofreció todo lo que tenía

     El no estaba alardeando al decir que los reinos de este mundo y la gloria de ellos le habían sido dados. La Escritura llama a Satanás el príncipe de este mundo. Por el pecado de Adán la humanidad y la creación de Dios cayeron bajo el dominio de Satanás.

     Pero Satanás estuvo dispuesto a ofrecer todo su dominio, su autoridad sobre las naciones, la gloria y los reinos de este mundo -los mismos por los cuales tantos hombres han matado, herido y mentido- sólo a cambio de un simple y sencillo acto:

     "Todo esto te daré... si postrado me adorares."

     Un sencillo acto corporal de adoración por parte de Jesús. Postrarse y adorarlo. Sencillo, sin cruz, sin pasión, aflicción, ni muerte. Todo a cambio de un simple acto de adoración ante El.

     ¿Por qué?, ¿Será que la adoración es mucho más importante que lo que jámas hemos pensado? Adorar es reconocer y honrar a alguien o a algo como Dios. Adorar es dar la honra debida al ser de Dios, adoración es la respuesta obligatoria por parte de la criatura ante el Creador. Piensa que fue lo que vio Juan en el cielo cuando este se abrío y le fue dado contemplar la gloria de Dios en su trono. ¿Qué fue lo que vió?

     Eso es lo que el Diablo siempre ha codiciado. Recibir la gloria que le pertenece al único y soberano Rey del universo. Conseguir que Jesús le adorara, era conseguir usurpar definitivamente el lugar de Dios y así deshonrarlo así al máximo. En un sólo acto abria ganado la batalla definitivamente. He ahí su primordial objetivo, por eso es enemigo de Dios. Pero no vayamos tan rápido.

     Notemos que el diablo no pide cualquier acto de adoración. El específica el hecho de que Jesús debía postrarse delante de él para adorarle.

     Nosotros tendemos a pensar equivocadamente que la postura física no es relevante a las expresiones de adoración. Dios lo que mira es la mente, el corazón y el espíritu. Pensamos como si fueramos fantasmas desencarnados. Esta dicotomía entre cuerpo y espíritu no es Bíblica, ni cristiana. En la Escritura el cuerpo y el espíritu constituyen una unidad indisoluble. Cuando se rompe esa unidad se muere. La resurrecion es la gloriosa reunión de nuestro cuerpos y almas. Dios nos hizo así. para que le adoremos con todo nuestro ser. En cuerpo y alma. por eso es que la fe sin obras es muerta. Cuando estamos alegres, nuestro rostro sonríe, cuando estamos tristes lloran nuestros ojos, cuando estamos nerviosos se nos tranca el estomago. Todo ello es testimonio de que nuestro cuerpo es una parte integral de nuestro ser y no un mero caparazón que encubre una parte más esencial.

     A Satanás no le bastaba que Jesús pensase o quisiese adorarle, el requirió una expresión corporal pública de adoración. Doblar la rodilla es un acto de humillación. Nosotros doblamos la rodilla ante Dios por que reconocemos que Él es Dios. como dice el salmo 95:6 Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. El nos hizo, El se merece toda honra, gloria y honor. Debemos aprender a darle honra humillándonos por nuestro pecado. Como aquel publicano que desde lejos ni siquiera alzaba los ojos al cielo, sino que golepaba su pecho y decía: Señor ten misericordia de mi que soy pecador. Lucas 18:13.

     Es posible arrodillarse sin humildad, pero uno no debe cometer el error de pensar que es suficiente humillar "el corazón" sin que esto se refleje de manera pública, formal y visible. Doblar la rodilla en el culto público es un acto de humillación pública y comunitaria a través del cual el nombre de Dios es honrado en la Iglesia en medio del mundo. Cuando la Iglesia confiesa de rodillas sus pecados confirmamos con todo nuestro ser nuestra fe en la veracidad del testimonio que Dios ha dado de si mismo y de nosotros. Y le damos gloria por ello. En la adoración el hombre creado por Dios se presenta a si mismo reconciliado en Cristo como representante de la creación a presentar sacrificios de adoración para la honra y gloria de Dios.

     Adorar a Dios es un privilegio que Dios le da a sus hijos. Adorarle es la actividad que corona la creación. Es el propósito para el cual fuimos creados. No hay nada en esta tierra que podamos hacer que sea mas importante. Ni en el cielo habrá nada mas importante que hacer por la eternidad. Adorar a Dios es el todo del hombre.

     Pecamos al tener en poco la adoración formal del cuerpo de Cristo. ¿Qué excusa darán aquellos que se quedan cada domingo en su casa lavando el carro, lavando ropa y viendo televisión? ¿Cómo explicarán ante el trono de Dios, que no tenían tiempo para hacer aquello para lo cual fueron creados?

     Entendamos lo que está en juego. De Jesús haber accedido, el diablo habría tenido una evidencia objetiva sobre a quién Jesús honraba y amaba. Preguntemonso: ¿Qué dice la evidencia objetiva de nuestros actos sobre quien es aquel a quien amamos y honramos? ¿Qué dicen nuestros domingos? ¿A quién le damos honra y loor? Los pensamientos que no dan fruto en actos son sólo vanas intenciones. La fe sin obras es muerta. La adoración no puede restringirse al plano de la intención y el sentimiento, ha de expresarse de manera pública y concreta. Dando de nuestro tiempo y de nuestro dinero.

     Recordemos que esto fue lo mismo que estuvo en juego al principio de la creación. Fue mediante un sencillo acto corporal, nada más corporal que el comer o no comer, que se manifestó a quién el hombre honraría: a su hacedor o al tentador. Adán escogió al tentador y comió de la fruta, y así morimos todos.

     No podemos menospreciar los actos concretos de nuestro cuerpo en el contexto de la adoración. El platonismo que menosprecia el cuerpo en favor de una realidad espiritual abstracta, no es cristiano.

     A cambio de esta simple expresión corporal pública de adoración el diablo estuvo dispuesto a ofrecerlo todo.

     El diablo estuvo dispuesto a darlo todo por alcanzar algo de la gloria que le pertenece a Dios.

     Tal vez estes pensando "bueno eso es verdad en el caso de Cristo. Si Dios encarnado se hubiera postrado frente al diablo, es claro que Satanás habría ganado. En su caso, se entiende que un sencillo acto de adoración tenga tanta importancia. Pero nosotros no somos Cristo, yo soy un mero miembro insignificante de la Iglesia. ¿Qué me indica que mi adoración sea tan importante para Dios?

     Pero recordemos como Cristo le respondió al diablo. Cristo cito un mandamiento de la Escritura. Un mandamiento que nos enseña lo que Dios quiere de nosotros.

     Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás.

     Adorar a Dios, postrarnos ante El, confesar nuestros pecados y exaltar su nombre es una responsabilidad esencial en la vida de cada miembro del cuerpo de Cristo. De hecho es la razón de ser de la Iglesia.

     Aunque nosotros nos somos Cristo, somos el cuerpo de Cristo. El diabo no pudo derrotar a Cristo, lo unico que le queda es luchar contra la iglesia para que ella se olvide de su primordial y principal deber.

     Adorar a Dios no es una opción que tengamos para obtener algún beneficio temporal o personal. Adorar es nuestro deber sagrado.

     Después de esta respuesta ya al diablo no le quedó más remedio que marcharse. Lo había jugado todo por alcanzar lo más importante, aquello que le habría puesto en el lugar de Dios, la adoración del Mesías. Pero fracaso.

     ¿Qué le queda entonces?

     En primer, lugar, robarle a Dios, cuanto pueda de la adoración que su pueblo le debe, entorpeciendo al máximo la misma. Tratar de evitar al máximo que los cristianos lleguen a la Iglesia para honrar a Dios.

     Ya que no puede destruir a la Igleisa solo le queda tratar de engañarla. tratar que la Iglesia pierda de vista su razón de ser. Así busca que la adoración se convierta en un medio para alcanzar fines egoístas, y se valore por motivaciones carnales, como la de conseguir una experiencia de gozo, paz y placer; o la de hacer una actividad que impresione al mundo y le de nombre a la Iglesia. Procura convertir el culto público de adoración a Dios en un show para entretener al hombre. Todo esto justificado en la idea de que hay que atraer al mundo para que venga a la Iglesia. Como si ir a la Iglesia fuera un fin en si mismo.

     Vamos a la Iglesia a proclamar nuestra fe en el único Dios verdadero, a postrarnos ante su altar reconociendo que Él es nuestro Dios, y que no nos postraremos ante ningún otro altar que no sea el de El.

     Recordemos que el diablo daría cualquier cosa por que la Iglesia no cumpla su deber.

     El pregunta principal de nuestra existencia, en última instancia es:

     ¿A quién vamos a adorar? ¿ante quien se doblará nuestra rodilla?

     

     No hay más alternativa.

     El Señor sea con vosotros
revisada en marzo del 2000 Rev. Benjamín E. Bernier,

Iglesia Episcopal Reformada, San Pablo
Puerto Rico

     Este mensaje puede ser reproducido o citado, agradeceré su mensaje si en algo le a sido de ayuda. bebernier@yahoo.com. Gracias


Usted es la persona número en visitar estas páginas.

Página principal



Go to the CapitolHill GeoCities