Alexandr Duguin


Director de la revista geopolitica rusa Elementy, jefe del Centro de los Estudios Especiales Metastratégicos de Moscú, nacido en 1962, escritor, conferenciante, ha publicado cinco libros y cientos de artículos en la prensa rusa y europea. Su obra Rusia. Misterio de Eurasia fue publicada en Madrid en 1992 en la editorial Grupo Libro.

 

 

LA DINAMICA IDEOLOGICA EN RUSIA

Y LOS CAMBIOS DE CURSO EN SU POLITICA EXTERIOR

 

Tres modelos ideológicos y tres doctrinas de politica exterior.

Es evidente que la politica exterior rusa actualmente no es algo constante y definido. Al contrario, se hace a veces totalmente imprevisible y puede cambiar de lógica y de curso rápidamente. Esta predisposición a los cambios rápidos de curso es de otra naturaleza que la dinámica normal del desarollo de la política exterior en otros países. Rusia pasa ahora por un periodo de transición del sistema soviético hacia otra forma de Estado cuyos rasgos no serán necesariamente idénticos al modelo democrático común y comparable a los regímenes occidentales basados sobre prinicipios liberales. Se puede decir que en la Rusia actual coexisten tres paradigmas ideológicos que se sobreponen unos a otros de tal manera que el momento actual ideológico (y por consecuencia político) depende de las relaciones y de las proporciones de estos tres factores. Evidentamente, la politica exterior es parte de la política nacional en el contexto mayor, y por esta razón su curso depende directamente del momento ideológico ya mencionado. Por consecuencia, para comprender correctamente la política exterior rusa e interpretar adecuadamente su lógica, es necesario darse cuenta de la situación ideológica más amplia en la Rusia actual.

En la sociedad rusa hay ahora tres doctrinas ideológicas dominantes, y cada una de esas tres pretende a ser la única y decisiva. No se trata de la lucha politica normal y habitual en los países demócratas. La diferencia consiste en el hecho de que la dinámica política en estos países siempre queda en los límites de una ideología que entre las fuerzas mayores nadie contradice. Por tanto, la llegada al poder de tal o cual partido y sus programas no provoca necesariamente un cambio del curso básico en el desarollo de la sociedad y del Estado. El caso es distinto en la Rusia actual y en su transición.

Las furezas ideológicas más importantes que luchan por el poder representan tres visiones del mundo incompatibles entre sí y que se excluyen unas a otras. Si una de estas fuerzas tomara el poder definitivamente, esto significaría nada menos que una verdadera revolución.

 

Comunismo y cripto-comunismo

La primera fuerza ideológica y política en la Rusia actual es el comunismo de tipo soviético que quiere tomar la revancha por su derrota en Agosto de 1991. Teóricamente es poco probable que Rusia pueda volver al sovietismo pasado, pero los clichés ideológicos y políticos, las reacciones espontáneas de los representantes de la administración y las tendencias sociales del pueblo en general conservarán aún durante un cierto tiempo el carácter típicamente soviético. No hay que olvidar que casi todos los dirigentes del país han recibido una formación comunista y, a pesar del cambio de la orientación, es lógico que los restos de esta formación sigan presentes. Este comunismo sumergido, y en cierta medida inconsciente, es el fenómeno más amplio en los partidos comunistas actuales del tipo de PC FR de Zuganov o del PCRT de Anpilov.

Es evidente que la visión del mundo comunisto-soviética difiere muchísimo del curso democrático proclamado por el gobierno actual ruso. Pero de todas formas, a veces a través de las declaraciones del Presidente Yeltsin o del primer ministro, se ven claramente los rasgos propios de esta antigua mentalidad.

En la politica exterior, estas reminiscencias se manifiestan en el retorno a los arquetipos de la guerra fría, en la identificacion de Rusia con los territorios de la ex-Union Soviética, por las tendencias anti-americanas y anti-occidentales en general. Para esta línea política, la cuestión de principio es la conservacion de la región de Königsberg (Kaliningrado en ruso) y de las islas Kuriles, porque se trata de símbolos de la victoria del comunismo ruso sobre el nacional-socialismo alemán y el militarismo japonés. El anti-americanismo y anti-capitalismo van acompañados en este caso de un sentimiento anti-europeo y sobre todo anti-alemán y anti-japonés.

Los casos en los que esta tendencia cripto-comunista aparece abierta y coherentamente son ahora muy raros, pero ella sigue influyendo en cierta medida la politica rusa. Por conformismo, los dirigentes actuales buscan otros pretextos para continuar esta misma política y evocan para su apoyo consideraciones comerciales, intereses nacionales, vínculos económicos establecidos, etc., pero en el fondo se trata de rudimentos de los arquetipos antiguos. Se puede llamar a esta lógica de decisiones politícas: modelo soviético (o cripto-soviético), o bien sovietismo.

 

Los liberales y sus proyectos

La segunda familia ideológica rusa es de tipo demoliberal. Políticamente, esta ideología era casi dominante en el periodo entre Agosto de 1991 y Diciembre de 1993. El personaje más típico de esta línea es el ex-Primer ministro Egor Gaidar. Se trata aquí de una visión del mundo copiada exactamente de los sistemas occidentales liberal-demócatas. Gira alrededor de los derechos humanos, de la economía de mercado, de la sociedad abierta (según la expresión de Karl Popper), de la voluntad de entrar en el conjunto de los países desarollados de Occidente.

Esta ideologia se inspira en las constantes politico-económicas de Adam Smith, del "hatcherismo", de los proyectos elaborados por los "Chicago boys" de Friedman y por las ideas de von Hayek. Este tipo ideológico es en verdad bastante nuevo para Rusia y está representado por una minoría de intelectuales que han podido tener experiencias con la vida occidental. Los ideólogos de este campo quieren imitar, copiar la estructura de las sociedades occidentales, instaurando estos modelos en la sociedad rusa practicando una terapia de choque.

En la política exterior, esta ideología se traduce por la voluntad de realizar literalmente todos los consejos de Occidente y cumplir las obligaciones frente a él, por querer transformar Rusia en un espacio democrático en el contexto más o menos homogéneo del Norte rico.

Evidentamente, esta tendencia es abiertamente proamericana, occidentalista, en favor de todos los preceptos del FMI y de la OTAN. Como resultado lógico de las reformas de este tipo, los liberales rusos prevén la entrada de Rusia en la OTAN.

En Rusia, este tipo ideológico y, más concretamente, esta política exterior, se conocen por "atlantismo". Naturalmente el atlantismo contradice en todo al modelo soviético y cripto-soviético. La "sociedad cerrada" contra la "sociedad abierta", el socialismo contra el capitalismo, anti-occidentalismo contra el occidentalismo. Los cambios sociales revolucionarios contra el retorno a los paradigmas habituales en Occidente, etc.

La política exterior de los liberales es opuesta a la de los soviéticos. Los liberales quieren alejar la Rusia actual de las ex-repúblicas soviéticas, abandonar a los aliados de la Unión Soviética en el "tercer mundo" y, al revés, trabar contactos con ex-enemigos. Están dispuestos a devolver la región de Königsberg ("Kaliningrad") a Alemania y las islas Kuriles al Japón porque se trata de dos países que están bajo el control político y militar de los Estados Unidos, considerados como polo de orientación por excelencia para la Rusia Nueva.

Hasta cierto punto, y más precisamente hasta Diciembre de 1993, cuando en las elecciones al parlamento Jirinovsky, el lider nacionalista, venció a los liberales y los comunistas, en Rusia la lucha ideológica se desarollaba solamente entre los dos primeros grupos ideológicos y políticos, es decir entre los comunistas (y sobre todo cripto-comunistas quienes utilizaban a veces la retórica social-demócrata, como por ejemplo Rutzkoy y Khazbulatov) y los liberales. La sinusoidad de la politica exterior rusa de este periodo post-gorbacheviano se explica perfectamente por este esquema con dos coordenadas: el modelo antiguo comunista y el modelo nuevo atlantista. Pero al comenzar 1994 apareció el tercer factor, que en Rusia se llama Tercera Fuerza.

 

El nuevo nacionalismo

Esta Tercera Fuerza no es otra cosa que el nacionalismo ruso con una ideologia que no coincide ni con el sovietismo, ni con el liberalismo. Se trata de una familia ideológica muy diversa que tiene algunos aspectos comunes con los comunistas y otros con los liberales, siendo al mismo tiempo algo totalmente original, entero y coherente. La figura politica más conocida de esta tendencia, y que puede ser considerada como símbolo de esta Tercera Fuerza, es Wladimir Wolfowitsch Jirinovsky, jefe del Partido Liberal-Democrático, un nombre, sin embargo que no corresponde en nada a su naturaleza verdadera.

El nacionalismo ruso reaparecido se basa en la idea del destino imperial y continental de Rusia. Es una forma nueva del antiguo mesianismo de la Iglesia ortodoxa (Moscu: Tercera Roma) y de la monarquia. En el aspecto económico, este nacionalismo es de tendencia liberal-capitalista y en este aspecto está más cerca de la idea anti-comunista de los liberales. Aunque hay que darse cuenta de que este capitalismo nacionalista no puede ser idéntico al liberalismo radical de los "Chicago boys", porque eatá necesariamente limitado por los intereses nacionales. Es por lo tanto proteccionista, y corresponde más bien a las doctrinas económicas de Fridrich List, autor del concepto de la autarquía de los grandes espacios.

Por otro lado, el nuevo nacionalismo ve en el periodo soviético no solamente la dominación de una ideología extraña al pueblo ruso e impuesta violentamente desde fuera (es la opinión de la Extrema Derecha marginal), sino también un impulso imperial de la expansión política y económica de Moscú. En este aspecto, los nacionalistas entienden en cierta medida a los comunistas y pueden apoyarlos en algunos casos.

El nacionalismo ideológico es un fenómeno muy amplio en la Rusia actual porque se presenta como una especie de síntesis entre el anti-comunismo liberal (el comunismo está bastante desacreditado) y la nostalgia prosoviética de la Gran Potencia perdida (nostalgia reforzada por los excesos negativos de la terapia de choque). Convertirse en nacionalista es ahora fácil para los liberales (como una forma posible teóricamente de desarollar el anticomunismo) y para los comunistas (explicando que se trata de una táctica para restaurar el Estado Soviético); en ambos casos, esta opción no es demasisado contradictoria.

Hay que reconocer que la ideología nacionalista sigue venciendo durante todo el periodo que sigue a las elecciones de Diciembre de 1993. El liberal Gaidar tuvo que dimitir; el discurso político del gobierno devenía más y más nacionalista y todo acabó con la crisis de Chechenya en Diciembre de 1994.

En ese momento, la conversión de Yeltsin y su equipo al nacionalismo es un hecho palpable. En la politica exterior, el nacionalismo ideológico se traduce par dos proyectos diferentes, los cuales compiten ahora entre sí: 1) el modelo eslavófilo y 2) el modelo euroasiático. Es necesario examinarlos más detallamente.

 

Los eslavófilos postsoviéticos

La eslavofilia corriente entre los neo-nacionalistas se basa en la resurrección de las ideas de los autores nacionalistas del siglo pasado: Homyakov, Kirieevsky, Aksakov, Danilevsky, etc., los cuales insistian en la necesidad de unificar el mundo eslavo bajo la protección del Imperio ruso. Esta idea tenía una dimensión mesiánica muy clara, porque la Iglesia ortodoxa era considerada como el único cristianismo auténtico y su función era salvar a los pueblos del mundo ante la civilización materialista y atea del Occidente, etc., considerada como el Anticristo. Los eslavófilos estaban influídos en cierta medida por los románticos alemanes tales como Schlegel, von Baader y, sobre todo, Herder, pero sus proyectos geopolíticos eran anti-europeos (sobre todo anti-alemanes) y anti-turcos. El enemigo natural era para los eslavófilos Turquia al Sur y el Imperio Austro-Húngaro al Oeste.

El renacimiento de tendencias semejantes tubo lugar a principios del siglo XX, cuando el zar Nicolas II decidió entrar en la Primera Guerra Mundial al lado de la Entente, es decir contra los estados alemanes de la Europa Central. El objectivo era liberar a los serbios y conquistar Constantinopla.

Se puede decir que en aquella época tales proyectos eslavófilos no eran opuestos a los intereses de los países que representaban el polo atlantista (Ingleterra y Francia).

Hoy, esta idea eslavófila reaparece por tercera vez en Rusia con la ideología neo-nacionalista, y de ésta lógicamente se puede deducir la orientacion general de Rusia respecto a la situación en los Balcanes (apoyo abierto a los serbios), o respecto al Cáucaso (el anti-turquismo explica la ayuda militar y política a Armenia y en cierto modo la operacion militar en Chechenia).

Es también simbólico el retorno de Solzenitsin a Moscú en el mismo momento del cambio de ideología en el sentido nacionalista, pues la posición personal de este escritor siempre fue eslavófila.

 

Eurasismo

Pero neo-eslavofilia no es la única forma de nacionalismo ruso actual. Existe otro proyecto que siendo esencialemente nacionalista posee una forma radicalmente distinta. Es conocido como "proyecto euroasiático" o eurasismo. Sus raíces se encuentran en las ideas del filósofo ruso Constantin Leontiev, autor de un libro característico sobre el Bizantismo y el mundo eslavo en el que ha afirmado que la identidad rusa no es identidad racial y étnica eslava, sino cristiana ortodoxa, oriental, imperial, supra-étnica, basada en el espacio más que en la sangre, etc. Leontiev y el movimiento de los eurasistas en la emigracion rusa (blanca) de los años veinte han criticado a los eslavófilos por su utopismo étnico y han propuesto otra vision de la identidad rusa: identidad cultural, imperial, espiritual, oriental, geopolítica.

Era también una forma de mesianismo ruso, pero su esencia estaba concebida de manera diferente. Los eslavófilos veían el enemigo absoluto de Rusia más en el Occidente atlantista y demócrata que en la Europa Central alemana o en el Oriente islámico y tradicional. La misión global de Rusia era entendida como creación del "sistema ideocrático" (el término es del jefe de los eurasistas, conde N.Troubetzkoy) en las límites de un gran Imperio continental opuesto a la civilización liberal. La expansión geopolítica era vista por ellos no como un conflicto con Alemania o Turquía, sino como la creación de un bloque de Rusia con todos los pueblos del Este que rechazaban el modelo político y social anglosajón.

Los eurasistas históricos han reconocido en la política de los Soviets la realización parcial de sus ideas, y por esta razón algunos de ellos (Savitsky, Karsavin, etc.) volvieron a Rusia (donde fueron sin embargo encarcelados por Stalin). El universalismo y el nacionalismo supra-étnico de los eurasistas contradecía al etnicismo de los eslavófilos.

Hoy día en Rusia estas tendencias eurasistas son extremamente populares. Por un lado el eurasismo corresponde mejor a un cierto internacionalismo de la época soviética y pasar del internacionalismo al nacionalismo es fácil en este caso. Por otro lado, la situación económica y social de la propia Rusia es muy mala y la perspectiva de expansión étnica parece ahora casi inalcanzable.

El nacionalismo euroasiático ve la posibilidad de realizar una alianza geopolítica entre Rusia y sus vecinos al Oeste y al Este, es decir, principalmente Alemania y Japón, proponiendo también al Sur islámico, a la India, etc. una forma de coloboracion geopolítica. Todo esto es realizable teóricamente por una razón: hay tendencias anti-americanas presentes en Alemania (el pais que ha pasado por una ocupación americana cuyas consecuencias se sienten hasta el presente en la dependencia estratégica absoluta de Alemania ante la OTAN, etc.), en Japón (el recuerdo del bombardeo nuclear), en la India (la inercia anti-anglosajona de la liberacion post-colonial) y en los países islámicos (americanófobos por razones religosas y culturales).

Los motivos neo-euroasiáticos han sido perceptibles en la amistad de Yeltsin con el canciller Kohl, en el anti-atlantismo que se manifesta de vez en cuando en los discursos de los jefes políticos del Estado ruso (Schumeiko, el portavoz de la Cámara Alta del Parlamento es también el portavoz de esta sensibilidad), en la venta de armas a algunos países del Sur, etc. El eurasismo ha encontrado su expresión también en los proyectos de algunas repúblicas ex-soviéticas. Por ejemplo, el presidente de Kazakhstan, Nursultan Nazarbaev, ha lanzado un llamamiento para crear una Unión Euroasiática (Evrasisisky Soyuz) cuyas bases, en rasgos generales, corresponden al modelo clásico de los eurasistas tradicionales.

 

Dos nacionalismos

Comparándolas entre ellas, las dos versiones centrales del neo-nacionalismo ruso muestran que los nacionalistas de tendencia eslavófila están más cerca de los proyectos liberales porque el aislamiento de Rusia frente a Europa y Asia, propuesto por los eslavófilos, y la dificultad casi insuperable de una unión eficaz de los eslavos en torno a Rusia sobre una base puramente racial, darían objectivamente resultados muy cercanos a los proyectos liberales, ya que después de este aislamiento penible seguiría necesariamente la fase de la integración, pero en este fase Rusia perdería definitivamente toda posibilidad de autarquía. La pérdida de esta autarquía es en fin de cuentas lo que quieren conseguir los atlantistas rusos (y no solo rusos). Por otro lado, los neo-eslavófilos son en su mayoría partidarios del mercado y del librecambio, lo que también corresponde a los objetivos liberales.

Los eurasistas están más cerca de los comunistas, porque su imperialismo es supra-étnico e incluso laico (no religioso), y esto evoca el ejemplo del Pacto de Varsovia y de la politica de la URSS en el Tercer Mundo. La mayoría de los eurasistas es también filo-socialista, aunque en un sentido nacional y no-marxista.

Estas consideraciones ayudan comprender más profundamente la diferencia en el interior del grupo ideológico nacionalista.

 

Fukuyama, Huntington y Rusia

En Occidente existen hoy dos concepciones generales del mundo futuro en el próximo milenio. Las variaciones son infinitas pero todas se colocan entre dos polos extremos. Estos dos polos han encontrado sus fórmulas más perfectas y acabadas en dos textos de estudios americanos: Francis Fukuyama (The End of the History) y Samuel Huntington (The clash of civilisations). Ambos textos y las doctrinas en las que se basan han provocado una polémica violenta en todo el mundo, y ya este hecho muestra que se trata de cuestiones muy profundas que atañen a las líneas más importantes del desarollo de la Humanidad.

El proyecto de Fukuyama (The End of the History) es el proyecto del liberalismo extremo que niega las diferencias nacionales, étnicas y culturales en el mundo futuro y lo ve como un mercado planetario regido por leyes económicas. Es una universalización de las ideas de von Hayek y Friedman, una utopia liberal que existe desde la época de Adam Smith. Para Fukuyama la caída de la Union Soviética significa el fin de la última confrontación entre el liberalismo y no-liberalismo (en este caso el comunismo) y la llegada del nuevo orden mundial de una Humanidad homogénea con la economía como único destino.

El proyecto de Huntington es todo lo opuesto. Supone que los conflictos y diferencias en el mundo no desaparecerán tan rápida y fácilmente. Cree que se afirmarán de nuevo las diferencias de los grandes espacios tradicionales representados por las civilizaciones particulares. Y por esto Huntington piensa que habrá guerras y un choque entre estas civilizaciones, mientras que el facor nacional, religioso, cultural y racial será de nuevo muy importante. Ve el mundo futuro no unificado, sino lleno de conflictos y lejos de la realización de la utopia liberal.

De estos dos proyectos se deducen dos posiciones opuestas en la política exterior del Occidente frente al resto del mundo. El proyecto de Fukuyama presupone la integración y una era de paz, el proyecto de Huntington lo opuesto, diferencias confirmadas, conflictos, etc. Está claro que no solamente en Rusia hay una situacion dificil y un curso ideológico indefinido; también el Occidente se encuentra frente a la necesidad de elegir un camino al futuro cuya perspectiva no está nada clara.

Podemos ahora comparar entre la visión de Fukuyama y de Huntington por un lado y los tres paradigmas ideológicos presentes en la política rusa por otro.

La posicion de Fukuyama corresponde perfectamente a la postura de los liberales radicales rusos es decir Gaidar, Yavlinsky, Chubais, etc. También ellos creen en el fin de la Historia, en el Estado planetario, en la economía como destino universal y único. Actúan en este sentido en política interior y exterior. Están a favor de todos los separatismos en el interior de Rusia (no creen en la necesidad de conservar el Estado nacional ruso) y quieren hacer entrar a Rusia en el mercado global, orientándose por los Etados Unidos y su papel en el mundo. Son partidarios de la Pax Americana y su nuevo orden mundial.

La posición de Huntington está más cerca de los nacionalistos rusos. Las fronteras de la civilización ortodoxa propuestas en el artículo de Huntington satisfacen generalmente a los nacionalistas de una tendencia eslavófila y coinciden con las pretensiones de los ideólogos nacionalistas como Solzenitsin. Los nacionalistas rusos actuales proponen la misma visión del futuro que el proyecto de Huntington y es muy probable que esta concepción del futuro será dominante en Rusia. Ya hay muchos síntomas de que esta posibilidad haya empezado a realizarse al nivel politico más alto. Su curso exterior puede llamarse Pax Eslava o la Pax Rusa con el reconocimiento del papel central de Rusia en la organización geopolítica nueva del espacio de la Europa Oriental y en la Asia Central.

La visión ideológica del comunismo no tiene aquí lugar propio, pues interpreta el mundo post-bipolar con los viejos términos del mundo bipolar y los proyectos revanchistas de los comunistas no tienen sitio en ninguna concepción seria geopolítica de Occidente, ya que tanto Fukuyama como Huntington reconocen el fin de la Union Sovietica como hecho irreversible. A decir verdad, sólo una parte de los comunistas continua insistiendo en esta doctrina revachista. Se trata del Partido Comunista Ruso de los Trabajadores (Anpilov), del Partido Comunista Bolchevique (Nina Andreeva), etc. Los comunistas de Zuganov (Partido Comunista de la Federacion Rusa) evolucionan más hacia el modelo de Huntington, aunque a veces inconscientemente y reflexionando a posteriori (?). Los comunistas son partidarios de la doctrina de Pax Soviética y de la continuación de la guerra fría entendida en forma idéntica a la época de 1945 hasta 1989.

Los nacionalistas de una tendencia eurasista difieren mucho de los eslavófilos y por consecuencia no pueden reconocer enteramente la tesis de Huntington, estando sin embargo más próximos a él que al "fin de la Historia" de Fukuyama o a la nostalgia irresponsable de la Pax Sovetica. Los eurasistas están de acuerdo con el análisis de Huntington en muchos puntos: consideran inevitable el despertar de las identidades culturales y religosas, no creen en la utopía liberal y la economía como destino, están seguros de la sobrevivencia de las naciones, evalúan positivamente el mundo multipolar y aprecian como necesario el choque de las civilizaciones. Pero no aceptan que se limite la influencia rusa solamente al espacio regional, ni creen que los Estados Unidos dejen que las civilizaciones alternativas renazcan en la epoca post-bipolar mediante una evolución natural. Consideran como factor fundamental el dualismo geopolitico, la Tierra y el Mar, el atlantismo y el eurasismo, la isla y el continente, descubierto por Mackinder, Mahan, Haushofer, Savicky, etc. Más adecuada al pensamiento eurasista es la concepción de la Pax Euroasiática, donde la frontera pasará no entre eslavos y no-eslavos, no entre cristianos y no-cristianos, no entre socialismo y capitalismo, sino entre los países de Eurasia (europeos, rusos, asiáticos, musulmanes etc.) y el continente americano unido estratégicamente por los Estados Unidos. Esto presupone un nuevo bipolarismo geopolítico como retorno al proyecto de Karl Haushofer de fundar el Bloque continental con el eje Berlín-Moscú-Tokío y con el eje secundario Moscu-Teherán. Esta concepción, en los términos de Huntington, se puede resumir en una fórmula "The Rest against the West" (Huntington ha llamado una parte de su artículo "The West and the Rest"), identificando en el "West" puro los Estados Unidos (el mundo anglosajón) sin Europa. Y sólo desde este bipolarismo geopolítico es posible, según los eurasistas, entrar en la era multipolar. Pero ante todo hay que liberarse de la dominación mundial americana.

Para entender mejor los diversos aspectos de la política rusa es necesario saber diferenciar entre los modelos 1) euroasiático, 2) nacionalista-eslavófilo y 3) comunista (comparándolos con la visión de Huntington), los cuales muy a menudo son calificados indiferentemente de "proyectos reaccionarios y revanchistas" por los politólogos occidentales. Estas diferencias son muy importantes y sin ellas será cada vez más dificil comprender la lógica de la política exterior (e interior) rusa, que es más complicada en realidad que esa división sencilla y maniquea de los rusos en liberales reformistas (quienes siempre son buenos y tienen razón) y en "conservadores" nazi-rojos (quienes siempre son malos y están en un error).

 

 


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