Edificio Minnaert: rojo rayado de blanco

Antonio Paiva, 2000

El campus de la universidad de Utrecht es hoy parte del itinerario obligado de los arquitectos peregrinos de paso por Holanda. Sí el Educatorium (OMA/Rem Koolhaas) es la estrella máxima de este recorrido, la facultad de economía por Mecanoo y el edificio Minnaert por Neutelings y Riedijk son los otros polos de atracción de la vuelta arquitectónica del 'Uithof' (como también se conoce al campus universitario). En poco tiempo se sumaran dos nuevos edificios, pues en unos meses se culminará un edificio de apoyo a cargo de UN Studio (van Berkel y Bos) y se iniciaran las obras de la nueva biblioteca universitaria, proyecto de Wiel Arets.

vista fachada principal

En esta manifestación de bienestar económico y confirmación de la apertura tradicional de las instancias holandesas hacia la arquitectura, resalta el edificio Minnaert, no solo por sus selectos vecinos, sino por sus enigmáticas cualidades.

Porque el edificio de Willem-Jan Neutelings y Michiel Riedijk es un patito feo que en la intimidad del uso se transforma en una impactante experiencia arquitectónica. Mientras en los autobuses llenos de estudiantes recién ingresados se escuchan las opiniones sobre las cualidades duras de los nuevos edificios-"esos edificios de vidrio y metal, sin terminar…", el Minnaert disfruta de una callado pero cálido aprecio por parte de sus usuarios.

Su calidad táctil, rojo y rugoso, con esas venas misteriosas que no tienen otra función sino visual, despierta la atención de todo el claustro. No hay nada que se le parezca. No solo es singular en ello, también es el único edificio universitario que incorpora su nombre como elemento arquitectónico. Allí las letras enormes y estructurales que forman la palabra MINNAERT.

Quizás es una casualidad, pero el mejor momento de la fachada es una mañana de invierno, después de una nevada. Porque sobre las protuberancias extrañas del revestimiento se asienta la nieve, resaltando como trazos blancos sobre el intenso tono rojizo del volumen. ¿Un guiño al invierno? No se sabe, pero en todo caso es sorprendente ver como el extraño edificio rojo se convierte en el extraño edificio rojo rayado de blanco.

La oscuridad y una alta escalera son los porteros del Minnaert. Quizás un gesto teatral, pero en todo caso un manejo consciente del recorrido, porque al superar la escalera aparece el gran espacio de circulación y distribución del Minnaert. El claroscuro, el agua, los materiales (ladrillo, granito, vidrio, madera) son parte de una gran plaza interna inesperada. Allí están los tragaluces y los vertederos, inesperados pero no por ello fortuitos, pues tienen una función de manejo ambiental. También las acogedoras cabinas, que alineadas forman una estoa a la plaza, donde el contacto con los colegas o entre estudiantes se hace más íntimo sin perder el acceso a la plaza central. Cabinas que llenas de color y sol se convierten en el accesorio habitable de este espacio público, con su indudable carácter 'pop-art' y su gesto a las cafeterías norteamericanas.

La cantina no escapa de esta sucesión de eventos, con las columnas de luz en el comedor, la esquina liberada por el ventanal continuo, el muro rojo o el jardín japonés que acompaña a la mezzanine del comedor. ¿Cuantas sorpresas más aguardan en el Minnaert? Al otro extremo del edificio está las sala de computadoras para estudiantes, suspendida sobre el gran patio/plaza. También las salas anfiteátricas, que sugieren su forma como constructivismos rusos en el volumen, pero que se asoman aleatorias al exterior, con ventanales que casi (o no) estan en la articulación con el volumen principal.

Los estudiantes y profesores de las facultades de Matemáticas, Astronomía y Ciencias de la Tierra van y vienen, se han apropiado de estos espacios. Conocen los recodos y parecen estar cómodos en estos lugares de contrastes. El edificio Minnaert es un edificio premiado por el uso diario e intenso. Tiene la ventaja sobre el Educatorium que su uso es más específico. No son las sorpresas, sino la solidez, la singularidad, la manera como el lema "baja tecnología-alto rendimiento" se produce aquí sin comprometer la calidad o la estética.

El Minnaert es una pieza importante en este campus emblemático de la arquitectura holandesa, porque no solo representa una arquitectura directa y franca con los materiales, el programa o las gentes. También es el proyecto irreverente, al límite del kitsch y lo figurativo que hace contacto con las actividades que lo llenan. Neutelings y Riedijk son pragmáticos en el manejo del programa, reconocen en él retos e investigan sus posibilidades. Pero los arquitectos también se mueven hacia lo plástico al desarrollar las superficies entre los extremos de la superficie decorada de Venturi y los principios tectónicos de G. Semper. Además son aventurados al asumir los problemas técnicos (el tema de acondicionamiento ambiental, los elementos estructurales) como integrales a su labor.

Octubre, 2000


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