Kulturföreningen Perú


Internacional
DECLARACIONES DE UN GENOCIDA

                                            Sergio Ramírez

Se ha iniciado una nueva operación de salvataje de un asesino. El asesor dePinochet, Fernando Barros anunció que el genocida "va a romper el silencio y hará ver su posición y lo que significa su situación actual". Tal campaña de tergiversación y mentiras se ha concentrado -en principio- en Gran
Bretaña, pero los dardos envenenados, que justifican sus crímenes de lesa humanidad y proclaman su inocencia, apuntan a Chile, a través de los medios de comunicación que controlan la derecha, el oficialismo y los grupos económicos. Mientras que la derecha y la cúpula militar del Ejército
rechazan resolución de su antiguo cómplice, la Corte Suprema de Justicia, de procesar a los criminales de la ”Caravana de la Muerte”, que cumplieron órdenes de Pinochet.

La nueva maniobra publicitaria del pinochetismo y de la reacción politica chilena se orienta a proyectar una ”visión más humana”del más feroz criminal de la historia chilena. Para provocar este efecto de marketing, han estimado necesaria una intervención más directa de Pinochet., que asume la nueva estrategia comunicacional porque se siente "olvidado". La primera fase fue una entrevista. En Chile, el periódico favorecido fue El Mercurio de Valparaíso, y en Inglaterra, esta vez, le correspondió el turno a ”The Sunday Telegraph”. Así las expresiones periodísticas más cavernarias se unieron para ser la ballesta de los dardos de la mentira. Con el titular "Conociendo al General" - plagiado del libro de Graham Greene sobre el general Torrijos de Panamá- ambos periódicos destacaron la entrevista con
el genocida chileno, realizada por el director del "The Sunday Telegraph", Dominic Lawson, hijo del ex Ministro de Hacienda de Margaret Thatcher, Nigel Lawson. Defender a un asesino era el objetivo planificado con antelación. Las ”respuestas” de Pinochet representan no sólo un verdadero
compendio de las mentiras expresadas por los dictadores latinoamericanos en las últimas décadas, sino también una colección de falacias y expresiones cínicas, que merecen el repudio de todos los demócratas del mundo.

Pinochet, cuya cobardía, crueldad, carencia de escrúpulos e inmoralidad son conocidas, declara que su formación lo ha preparado para todas las eventualidades: "En primer lugar hay que entender una cosa, que está hablando con un hombre que es un soldado, que ha vivido durante 65 años
formando su alma como militar". Además, pone en tela de juicio la legalidad de su detención: "Yo era un diplomático que estaba aquí y había sido recibido como tal…..O sea fui detenido sin ninguna ley que les rija". Y, en el colmo del cinismo, declara: "Yo estoy secuestrado. Aquí no ha habido
juicio, no ha habido investigación de las pruebas, de las amenazas que me hacen. Por eso es que yo no voy a dar más respuestas a quien me quiera detener y llevarme a España. Yo estoy prisionero aquí". Su bajeza moral le hace creer que la humanidad ha olvidadado los crímenes que ordenara cometer y, cual inocente víctima, reclama: "Se me debió de avisar y darme tiempo para que me fuera. Eso es lo que hace una persona correcta".

COMO UN DELINCUENTE DESESPERADO

La citada entrevista refleja la podredumbre de un delincuente desesperado, que basa su defensa en un rosario interminable de mentiras. Cito algunas de sus afirmaciones para que se perfile mejor la catadura moral de un genocida. En referencia a su arresto, dice: "Fui arrestado cuando tenía
inmunidad diplomática como Jefe de Estado, como senador de la República y como Jefe del Ejército. No estaba en Inglaterra como un vulgar bandolero". Se considera un prisionero político y dramatiza como mediocre actor de un culebrón televisivo: "Están jugando con la vida de una persona que está muy vieja, denle una esperanza, esperanza de ser libre nuevamente. En este preciso momento -déjeme decirle- el único prisionero político en Inglaterra soy yo". Niega la realidad de pruebas irrefutables de haber cometido crímenes contra la humanidad: ”Nunca. Jamás podría haber hecho algo así ya que cuando elaboré estas Actas (Actas Constitucionales de 1976), lo primero que hice fue garantizar el desarrollo de los derechos humanos dándole seguridad a aquellas personas que eran arrestadas". Tal ”seguridad” está ejemplarizada, por citar una acción criminal, en los 72 asesinatos de la ”Caravana de la Muerte”,cometidos obedeciendo sus órdenes directa y documentadas a Arellano Stark.

Pinochet niega su responsabilidad en el genocidio, recurriendo a las triquiñuelas de un cobarde y oportunista que descarga la culpa en subordinados que obedecían sus órdenes de exterminio En efecto, cuando se le pregunta si alguna vez ha cometido delitos de lesa humanidad, responde:
"Nunca. Ni ahora ni creo que en el futuro pueda hacer una cosa así", y para ”documentar” la actitud de su gobierno, muestra al entrevistador las Actas Constitucionales de 1976, dictada por la dictadura.  "Esta es la Constitución política de Chile", prosigue Pinochet en la entrevista. "Ahora bien, yo no tenía tiempo para dedicarme a estar controlando cómo actuaban otros. Yo me dediqué a hacer cosas para mi país. Y sería largo enumerarlo todo". Pero, más larga es la lista de los crímenes, torturas,
desapariciones, secuestros, atropellos, etc., del período dictatorial que omite mencionar. Hecho que no es casual, si se considera que con respecto a la tortura afirma que ”como general de la República nunca acepté la tortura. Y no estoy hablando sólo de mi presidencia, ya que de hecho nunca
la he aceptado". Además, ante la interrogante sí alguna vez dió orden de torturar, dice: "Mire, le voy a contestar con un dicho: Lo que se escribe con la mano no se borra con el codo". Sobre si sabía que se estaba torturando, Pinochet afirma: "Hubo reclamos de tortura. El caso lo pasé al ministro, y el ministro a la justicia. Porque estaba sancionado por la Constitución que no habría tortura, así que si alguno se arrancaba, era condenado”.

Como razgos destacados de los 65 años de Pinochet de ”formación de su alma militar”, se pueden mencionar su doble moral y la traición artera. En efecto, solidariza con Manuel Contreras, jefe de sus esbirros ("Lamento que esté en Punta Peuco, porque no creo que haya jugado un rol en esos asuntos.
Es muy fácil decir que fue el autor intelectual de un crimen. ¿Pero probarlo? Eso no es fácil"), para después asignarle toda la culpa de los crímenes de su gobierno dictatorial, en fracasado intento de responder a las declaraciones del jefe de la DINA de que nada hacía sin las órdenes que le transmitía en su condición de jefe superior: "Yo nunca pude decir que estaba encima de la DINA. Alguien podría decir que era yo, porque era el jefe, pero eran cuatro los miembros de la Junta, era de la Junta de
gobierno esta dependencia” Y, después de involucrar a a sus compinches golpistas en los crímenes cometidos, agrega en relación a los agentes represivos: "Ellos estaban bajo las ordenes, la supervisión, de toda la Junta, de los cuatro miembros... Me gustaría que entendiera que el jefe del
Ejército siempre pregunta: "¿Qué van a hacer?" La pregunta sobre el "cómo", "¿Cómo voy a hacer esto?" es una pregunta más para el jefe de inteligencia que para el jefe del Ejército. Eso es lo que los civiles no entienden". Estas acusaciones, típicas de un traidor y soplón de los bajos fondos, le
permiten intentar eludir su responsabilidad criminal: "Yo asumo la responsabilidad política que usted quiera, no la judicial. Son responsabilidades políticas, no jurídicas", dice. Pero, al mismo tiempo,
defiende los mecanismos jurídicos que impiden sea juzgado. En lo referente a su inmunidad como Senador, Pinochet negó que hubiera sido hecho senador para adquirir inmunidad: "Fue para no tener que ser reelegido cada ocho años”, expresa.

En la colección de mentiras-respuestas de la entrevista, el Chacal del Mapocho no olvida destacar a dos de sus principales subordinados civiles de la Concertación. De José Miguel Insulza, ex canciller (PS), dice: ”Lo considero un buen chileno, un hombre patriota. Muy capaz, porque de todos los que he estado mirando, es el que capta más rápido los problemas”. Mientras que de Edmundo Pérez Yoma, ministro de Defensa DC,.afirma: ”Le tengo mucho cariño, lo conozco desde que yo estaba en Iquique y él era un niño chico. Es muy capaz y tiene don de mando. Sabe por dónde tiene que caminar”. Al mismo tiempo, en sus desvaríos de asesino confeso, se autocompara con O”Higgins y, agrega: ”Del que también me acuerdo y he admirado siempre es Napoleón. Debe haber sufrido mucho en su destierro, estando solo, como sufro yo. Porque uno se siente aislado”.

RAZONES HUMANITARIAS

Ante la ofensiva publicitaria que busca maquillar a  un genocida, los personeros de la Concertación revelan, una vez, más su subodinación a los compromisos contraídos con el dictador para defenderlo. Patricio Aylwin y el candidato de la Concertación, Ricardo Lagos, así como diversos dirigentes de la alianza oficialista, reaccionaron en la misma forma que el Gobierno frente a las declaraciones de Pinochet. Ambos manifestaron consternación  e incredulidad frente a la ”posibilidad” de que el ex
dictador no haya estado en conocimiento de las violaciones a los DD.HH. cometidas bajo el régimen militar y, entristecidos, lamentaron que sus declaraciones ”perjudican los esfuerzos del Gobierno por lograr su retorno a Chile por la vía de las razones humanitarias”. Aylwin, señaló: "Me cuesta mucho creer que el general (R) Pinochet no sabía lo que pasaba en Chile cuándo él dijo, y se jactaba, de que en este país no se movía una hoja sin que él lo supiera". Y con la misma tristeza de las hordas pinochetistas, añadió que sus palabras "le quitan el piso a las gestiones humanitarias" que el gobierno está realizando para convencer al ministro del Interior inglés, Jack Straw, de que permita su retorno a Chile, impidiendo que sea extraditado a España. En la misma línea, Lagos expresó que " es imposible
que alguien que está a cargo del aparato del Estado no sepa lo que ocurre”. Ambas declaraciones conforman parte del libreto de un oficialismo dispuesto a todo por proteger a un asesino.

Las cúpulas de gobierno y de los partidos de la Concertación, aunque públicamente han señalado que el contenido de las primeras entrevistas de prensa concedidas por Pinochet en Londres no dañan la estrategia del Gobierno de conseguir su pronto regreso por la vía humanitaria, al interior de La Moneda se admite que son negativas porque su ”relanzamiento político", hace más lenta la probabilidad de lograr tal objetivo. Además, reconocen, con absoluta liviandad, que la falta de colaboración de Pinochet resulta irritante porque ”exijen gestiones y luego propicien el debilitamiento de éstas”. Y, al mismo tiempo, admiten que "la parafernalia" que rodeó a los encuentros con la prensa, en ningún caso mostró ”una persona anciana, deprimida y enferma”, como lo describen argumentos falaces en la solicitud de ”clemencia” del Ejecutivo chileno a las autoridades británicas. Pero tal realidad no detendrá sus esfuerzos para impedir que el asesino sea extraditado y juzgado en España. En efecto, la Moneda insistirá ante España con el arbitraje, a pesar de las ”señales adversas enviadas por
el gobierno de José María Aznar” En Inglaterra, trabajará en lo político y humanitario. Ello, porque se considera fundamental allanarle el camino a esta última solución -una vez que se inicie el 27 de septiembre el juicio de extradición-, como forma de dar garantías de que las razones humanitarias son viables, cuando se apruebe en esa fecha su extradicción.

Preparando el terreno, Edmundo Pérez Yoma reconoció haber telefoneado al general Pinochet. No reveló mayores detalles de su conversación, aduciendo, primero, malas comunicaciones técnicas y, segundo, que ésta fue breve. Se limitó a indicar que le había inquirido por su salud. Pero el objetivo era
solicitarle aceptara la alternativa humanitaria. Después de tal gestión, se preocupó de afirmar rotundamente que los esfuerzos que está realizando el Gobierno para lograr el objetivo del regreso de Pinochet ”cuentan con el apoyo de las Fuerzas Armadas”, que así lo constató durante su reunión con
la Junta de Comandantes en Jefe de las FF.AA. En efecto, en el marco del citado encuentro, Pérez Yoma invitó al almuerzo que les ofreció al Canciller José Gabriel Valdés (PS) para que éste les diera una amplia y detallada cuenta de todas las gestiones que se encuentra realizando el Gobierno ante España y Gran Bretaña. "En este sentido y, sobre todo luego de la conversación las Fuerzas Armadas tienen absoluta claridad", puntualizó el  eficiente recluta civil que se desempeña como ministro de
Defensa. Además afirmó que los institutos castrenses están tranquilos con los esfuerzos gubernamentales basados en "un mandato claro" del Presidente Frei, en su mensaje el 21 de mayo pasado, en cuanto a procurar el retorno de Pinochet antes del término de su mandato. Por su parte,el ex canciller y actual Ministro Secretario General de la Presidencia, José Miguel Insulza (PS), al referirse a la entrevista a Pinochet, descartó que este tipo de acciones vayan a entorpecer las conversaciones que ha sostenido el Ejecutivo con el Gobierno británico. "Y, como dijo el ministro Pérez Yoma, yo creo que no es el paciente (Pinochet) el que tiene que dar la receta", recalcó.

CIPAYOS; CON Y SIN UNIFORMES

En sus demandas ante los Gobiernos de Londres y Madrid, la Cancillería ha protagonizado, por momentos, un aparente diálogo de sordos, el cual quedó más de manifiesto con las declaraciones y versiones de prensa entregadas por los Cancilleres Matutes y Valdés. Esta situación preocupa al
oficialismo. A la Cancillería no gustó ni la forma ni el contenido de la carta que envió Matutes al diario El Mercurio. Esto explica que el nuevo canciller, Valdés, enviara una nota diplomática en la que insiste en pedir arbitraje, sobre la base del artículo 30 de la Convención contra la Tortura, sobre ”el mejor derecho” a juzgar al ex dictador. El Gobierno no aceptará la propuesta de Matutes de recurrir al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. En efecto el Canciller español criticó a la administración Frei que si ya hubiera elevado el caso a dicha instancia se habría ganado mucho tiempo. Pero, el personero socialista consciente de que tal organismo internacional rechazaría la pretensión de la Concertación, remarcó:  "Recurrir al Tribunal de La Haya es algo que nosotros no contemplamos ni consideramos y que, desde el primer momento le dijimos al Gobierno español: ¡No!".Defender a un asesino es tarea suprema del gobierno de la Concertación. Es una lógica conclusión que se desprende de las declaraciones del nuevo favorito de Lagos , de la derecha y del mando
castrense.

A tal objetivo se suma la encolerizada derecha por el fallo de la Corte Suprema que rechazara los amparos presentados por los 5 asesinos uniformados detenidos por los crimenes de la ”Caravana de la Muerte”, abriendo así la posibilidad de nuevos procesos porque, según estableciera, en el caso de los desaparecidos exite un delito de secuestro que es imprescriptible. La derecha, en su defensa de Pinochet, justifica los miles de asesinato del período dictatorial y arremete contra el fallo judicial.
Hernán Lavín, senador UDI y ex ministro de la dictadura, expresó que ”por doloroso que sea, nadie puede sostener que estas personas se encuentran con vida y que están aún secuestradas, sin incurrir en una abierta falsedad”. Tales afirmaciones, propias de un un cómplice directo de los crímenes de
lesa humanidad que reconoce cínicamente, estaban respaldadas por las resoluciones políticas del cónclave, secreto  del Alto Mando del Ejército, convocado por su comandante en jefe, Ricardo Izurieta, y del cual el gobierno tuvo conocimiento después que se había iniciado La cúpula castrense conoció con anticipación el dictámenen judicial y manifestaron, según voceros del gobierno, su ”profundo malestar” por lo que estimaron ”reinterpretación de la Ley de amnistía”, que-a su juicio-está dando curso a la reapertura de casos de DD.HH., que se habían sobreseídos por la aplicación de la norma dictatorial impuesta por Pinochet, que libera a los asesinos y torturadores de toda sanción penal. ”Por la gravedad e implicancia” de la resolución de la Corte Suprema, los ”hombres” de Pinochet rechazaron la determinacióndel organismo jurídico que fuera su tradicional aliado y cómplice en el período dictatorial. Los hechos indicados, a pesar de los grados de contradicciones de algunos, señalan que Pinochet puede continuar mintiendo y tergiversando la historia real de los crímenes y torturas de su gobierno dictatorial. Siempre contará con la protección de cipayos, con y sin uniformes.