Se ha iniciado una nueva
operación de salvataje de un asesino. El asesor dePinochet, Fernando
Barros anunció que el genocida "va a romper el silencio y hará
ver su posición y lo que significa su situación actual".
Tal campaña de tergiversación y mentiras se ha concentrado
-en principio- en Gran
Bretaña, pero los
dardos envenenados, que justifican sus crímenes de lesa humanidad
y proclaman su inocencia, apuntan a Chile, a través de los medios
de comunicación que controlan la derecha, el oficialismo y los grupos
económicos. Mientras que la derecha y la cúpula militar del
Ejército
rechazan resolución
de su antiguo cómplice, la Corte Suprema de Justicia, de procesar
a los criminales de la ”Caravana de la Muerte”, que cumplieron órdenes
de Pinochet.
La nueva maniobra publicitaria
del pinochetismo y de la reacción politica chilena se orienta a
proyectar una ”visión más humana”del más feroz criminal
de la historia chilena. Para provocar este efecto de marketing, han estimado
necesaria una intervención más directa de Pinochet., que
asume la nueva estrategia comunicacional porque se siente "olvidado". La
primera fase fue una entrevista. En Chile, el periódico favorecido
fue El Mercurio de Valparaíso, y en Inglaterra, esta vez, le correspondió
el turno a ”The Sunday Telegraph”. Así las expresiones periodísticas
más cavernarias se unieron para ser la ballesta de los dardos de
la mentira. Con el titular "Conociendo al General" - plagiado del libro
de Graham Greene sobre el general Torrijos de Panamá- ambos periódicos
destacaron la entrevista con
el genocida chileno, realizada
por el director del "The Sunday Telegraph", Dominic Lawson, hijo del ex
Ministro de Hacienda de Margaret Thatcher, Nigel Lawson. Defender a un
asesino era el objetivo planificado con antelación. Las ”respuestas”
de Pinochet representan no sólo un verdadero
compendio de las mentiras
expresadas por los dictadores latinoamericanos en las últimas décadas,
sino también una colección de falacias y expresiones cínicas,
que merecen el repudio de todos los demócratas del mundo.
Pinochet, cuya cobardía,
crueldad, carencia de escrúpulos e inmoralidad son conocidas, declara
que su formación lo ha preparado para todas las eventualidades:
"En primer lugar hay que entender una cosa, que está hablando con
un hombre que es un soldado, que ha vivido durante 65 años
formando su alma como militar".
Además, pone en tela de juicio la legalidad de su detención:
"Yo era un diplomático que estaba aquí y había sido
recibido como tal…..O sea fui detenido sin ninguna ley que les rija". Y,
en el colmo del cinismo, declara: "Yo estoy secuestrado. Aquí no
ha habido
juicio, no ha habido investigación
de las pruebas, de las amenazas que me hacen. Por eso es que yo no voy
a dar más respuestas a quien me quiera detener y llevarme a España.
Yo estoy prisionero aquí". Su bajeza moral le hace creer que la
humanidad ha olvidadado los crímenes que ordenara cometer y, cual
inocente víctima, reclama: "Se me debió de avisar y darme
tiempo para que me fuera. Eso es lo que hace una persona correcta".
COMO UN DELINCUENTE DESESPERADO
La citada entrevista refleja
la podredumbre de un delincuente desesperado, que basa su defensa en un
rosario interminable de mentiras. Cito algunas de sus afirmaciones para
que se perfile mejor la catadura moral de un genocida. En referencia a
su arresto, dice: "Fui arrestado cuando tenía
inmunidad diplomática
como Jefe de Estado, como senador de la República y como Jefe del
Ejército. No estaba en Inglaterra como un vulgar bandolero". Se
considera un prisionero político y dramatiza como mediocre actor
de un culebrón televisivo: "Están jugando con la vida de
una persona que está muy vieja, denle una esperanza, esperanza de
ser libre nuevamente. En este preciso momento -déjeme decirle- el
único prisionero político en Inglaterra soy yo". Niega la
realidad de pruebas irrefutables de haber cometido crímenes contra
la humanidad: ”Nunca. Jamás podría haber hecho algo así
ya que cuando elaboré estas Actas (Actas Constitucionales de 1976),
lo primero que hice fue garantizar el desarrollo de los derechos humanos
dándole seguridad a aquellas personas que eran arrestadas". Tal
”seguridad” está ejemplarizada, por citar una acción criminal,
en los 72 asesinatos de la ”Caravana de la Muerte”,cometidos obedeciendo
sus órdenes directa y documentadas a Arellano Stark.
Pinochet niega su responsabilidad
en el genocidio, recurriendo a las triquiñuelas de un cobarde y
oportunista que descarga la culpa en subordinados que obedecían
sus órdenes de exterminio En efecto, cuando se le pregunta si alguna
vez ha cometido delitos de lesa humanidad, responde:
"Nunca. Ni ahora ni creo
que en el futuro pueda hacer una cosa así", y para ”documentar”
la actitud de su gobierno, muestra al entrevistador las Actas Constitucionales
de 1976, dictada por la dictadura. "Esta es la Constitución
política de Chile", prosigue Pinochet en la entrevista. "Ahora bien,
yo no tenía tiempo para dedicarme a estar controlando cómo
actuaban otros. Yo me dediqué a hacer cosas para mi país.
Y sería largo enumerarlo todo". Pero, más larga es la lista
de los crímenes, torturas,
desapariciones, secuestros,
atropellos, etc., del período dictatorial que omite mencionar. Hecho
que no es casual, si se considera que con respecto a la tortura afirma
que ”como general de la República nunca acepté la tortura.
Y no estoy hablando sólo de mi presidencia, ya que de hecho nunca
la he aceptado". Además,
ante la interrogante sí alguna vez dió orden de torturar,
dice: "Mire, le voy a contestar con un dicho: Lo que se escribe con la
mano no se borra con el codo". Sobre si sabía que se estaba torturando,
Pinochet afirma: "Hubo reclamos de tortura. El caso lo pasé al ministro,
y el ministro a la justicia. Porque estaba sancionado por la Constitución
que no habría tortura, así que si alguno se arrancaba, era
condenado”.
Como razgos destacados de
los 65 años de Pinochet de ”formación de su alma militar”,
se pueden mencionar su doble moral y la traición artera. En efecto,
solidariza con Manuel Contreras, jefe de sus esbirros ("Lamento que esté
en Punta Peuco, porque no creo que haya jugado un rol en esos asuntos.
Es muy fácil decir
que fue el autor intelectual de un crimen. ¿Pero probarlo? Eso no
es fácil"), para después asignarle toda la culpa de los crímenes
de su gobierno dictatorial, en fracasado intento de responder a las declaraciones
del jefe de la DINA de que nada hacía sin las órdenes que
le transmitía en su condición de jefe superior: "Yo nunca
pude decir que estaba encima de la DINA. Alguien podría decir que
era yo, porque era el jefe, pero eran cuatro los miembros de la Junta,
era de la Junta de
gobierno esta dependencia”
Y, después de involucrar a a sus compinches golpistas en los crímenes
cometidos, agrega en relación a los agentes represivos: "Ellos estaban
bajo las ordenes, la supervisión, de toda la Junta, de los cuatro
miembros... Me gustaría que entendiera que el jefe del
Ejército siempre
pregunta: "¿Qué van a hacer?" La pregunta sobre el "cómo",
"¿Cómo voy a hacer esto?" es una pregunta más para
el jefe de inteligencia que para el jefe del Ejército. Eso es lo
que los civiles no entienden". Estas acusaciones, típicas de un
traidor y soplón de los bajos fondos, le
permiten intentar eludir
su responsabilidad criminal: "Yo asumo la responsabilidad política
que usted quiera, no la judicial. Son responsabilidades políticas,
no jurídicas", dice. Pero, al mismo tiempo,
defiende los mecanismos
jurídicos que impiden sea juzgado. En lo referente a su inmunidad
como Senador, Pinochet negó que hubiera sido hecho senador para
adquirir inmunidad: "Fue para no tener que ser reelegido cada ocho años”,
expresa.
En la colección de
mentiras-respuestas de la entrevista, el Chacal del Mapocho no olvida destacar
a dos de sus principales subordinados civiles de la Concertación.
De José Miguel Insulza, ex canciller (PS), dice: ”Lo considero un
buen chileno, un hombre patriota. Muy capaz, porque de todos los que he
estado mirando, es el que capta más rápido los problemas”.
Mientras que de Edmundo Pérez Yoma, ministro de Defensa DC,.afirma:
”Le tengo mucho cariño, lo conozco desde que yo estaba en Iquique
y él era un niño chico. Es muy capaz y tiene don de mando.
Sabe por dónde tiene que caminar”. Al mismo tiempo, en sus desvaríos
de asesino confeso, se autocompara con O”Higgins y, agrega: ”Del que también
me acuerdo y he admirado siempre es Napoleón. Debe haber sufrido
mucho en su destierro, estando solo, como sufro yo. Porque uno se siente
aislado”.
RAZONES HUMANITARIAS
Ante la ofensiva publicitaria
que busca maquillar a un genocida, los personeros de la Concertación
revelan, una vez, más su subodinación a los compromisos contraídos
con el dictador para defenderlo. Patricio Aylwin y el candidato de la Concertación,
Ricardo Lagos, así como diversos dirigentes de la alianza oficialista,
reaccionaron en la misma forma que el Gobierno frente a las declaraciones
de Pinochet. Ambos manifestaron consternación e incredulidad
frente a la ”posibilidad” de que el ex
dictador no haya estado
en conocimiento de las violaciones a los DD.HH. cometidas bajo el régimen
militar y, entristecidos, lamentaron que sus declaraciones ”perjudican
los esfuerzos del Gobierno por lograr su retorno a Chile por la vía
de las razones humanitarias”. Aylwin, señaló: "Me cuesta
mucho creer que el general (R) Pinochet no sabía lo que pasaba en
Chile cuándo él dijo, y se jactaba, de que en este país
no se movía una hoja sin que él lo supiera". Y con la misma
tristeza de las hordas pinochetistas, añadió que sus palabras
"le quitan el piso a las gestiones humanitarias" que el gobierno está
realizando para convencer al ministro del Interior inglés, Jack
Straw, de que permita su retorno a Chile, impidiendo que sea extraditado
a España. En la misma línea, Lagos expresó que " es
imposible
que alguien que está
a cargo del aparato del Estado no sepa lo que ocurre”. Ambas declaraciones
conforman parte del libreto de un oficialismo dispuesto a todo por proteger
a un asesino.
Las cúpulas de gobierno
y de los partidos de la Concertación, aunque públicamente
han señalado que el contenido de las primeras entrevistas de prensa
concedidas por Pinochet en Londres no dañan la estrategia del Gobierno
de conseguir su pronto regreso por la vía humanitaria, al interior
de La Moneda se admite que son negativas porque su ”relanzamiento político",
hace más lenta la probabilidad de lograr tal objetivo. Además,
reconocen, con absoluta liviandad, que la falta de colaboración
de Pinochet resulta irritante porque ”exijen gestiones y luego propicien
el debilitamiento de éstas”. Y, al mismo tiempo, admiten que "la
parafernalia" que rodeó a los encuentros con la prensa, en ningún
caso mostró ”una persona anciana, deprimida y enferma”, como lo
describen argumentos falaces en la solicitud de ”clemencia” del Ejecutivo
chileno a las autoridades británicas. Pero tal realidad no detendrá
sus esfuerzos para impedir que el asesino sea extraditado y juzgado en
España. En efecto, la Moneda insistirá ante España
con el arbitraje, a pesar de las ”señales adversas enviadas por
el gobierno de José
María Aznar” En Inglaterra, trabajará en lo político
y humanitario. Ello, porque se considera fundamental allanarle el camino
a esta última solución -una vez que se inicie el 27 de septiembre
el juicio de extradición-, como forma de dar garantías de
que las razones humanitarias son viables, cuando se apruebe en esa fecha
su extradicción.
Preparando el terreno, Edmundo
Pérez Yoma reconoció haber telefoneado al general Pinochet.
No reveló mayores detalles de su conversación, aduciendo,
primero, malas comunicaciones técnicas y, segundo, que ésta
fue breve. Se limitó a indicar que le había inquirido por
su salud. Pero el objetivo era
solicitarle aceptara la
alternativa humanitaria. Después de tal gestión, se preocupó
de afirmar rotundamente que los esfuerzos que está realizando el
Gobierno para lograr el objetivo del regreso de Pinochet ”cuentan con el
apoyo de las Fuerzas Armadas”, que así lo constató durante
su reunión con
la Junta de Comandantes
en Jefe de las FF.AA. En efecto, en el marco del citado encuentro, Pérez
Yoma invitó al almuerzo que les ofreció al Canciller José
Gabriel Valdés (PS) para que éste les diera una amplia y
detallada cuenta de todas las gestiones que se encuentra realizando el
Gobierno ante España y Gran Bretaña. "En este sentido y,
sobre todo luego de la conversación las Fuerzas Armadas tienen absoluta
claridad", puntualizó el eficiente recluta civil que se desempeña
como ministro de
Defensa. Además afirmó
que los institutos castrenses están tranquilos con los esfuerzos
gubernamentales basados en "un mandato claro" del Presidente Frei, en su
mensaje el 21 de mayo pasado, en cuanto a procurar el retorno de Pinochet
antes del término de su mandato. Por su parte,el ex canciller y
actual Ministro Secretario General de la Presidencia, José Miguel
Insulza (PS), al referirse a la entrevista a Pinochet, descartó
que este tipo de acciones vayan a entorpecer las conversaciones que ha
sostenido el Ejecutivo con el Gobierno británico. "Y, como dijo
el ministro Pérez Yoma, yo creo que no es el paciente (Pinochet)
el que tiene que dar la receta", recalcó.
CIPAYOS; CON Y SIN UNIFORMES
En sus demandas ante los
Gobiernos de Londres y Madrid, la Cancillería ha protagonizado,
por momentos, un aparente diálogo de sordos, el cual quedó
más de manifiesto con las declaraciones y versiones de prensa entregadas
por los Cancilleres Matutes y Valdés. Esta situación preocupa
al
oficialismo. A la Cancillería
no gustó ni la forma ni el contenido de la carta que envió
Matutes al diario El Mercurio. Esto explica que el nuevo canciller, Valdés,
enviara una nota diplomática en la que insiste en pedir arbitraje,
sobre la base del artículo 30 de la Convención contra la
Tortura, sobre ”el mejor derecho” a juzgar al ex dictador. El Gobierno
no aceptará la propuesta de Matutes de recurrir al Tribunal Internacional
de Justicia de La Haya. En efecto el Canciller español criticó
a la administración Frei que si ya hubiera elevado el caso a dicha
instancia se habría ganado mucho tiempo. Pero, el personero socialista
consciente de que tal organismo internacional rechazaría la pretensión
de la Concertación, remarcó: "Recurrir al Tribunal
de La Haya es algo que nosotros no contemplamos ni consideramos y que,
desde el primer momento le dijimos al Gobierno español: ¡No!".Defender
a un asesino es tarea suprema del gobierno de la Concertación. Es
una lógica conclusión que se desprende de las declaraciones
del nuevo favorito de Lagos , de la derecha y del mando
castrense.
A tal objetivo se suma la
encolerizada derecha por el fallo de la Corte Suprema que rechazara los
amparos presentados por los 5 asesinos uniformados detenidos por los crimenes
de la ”Caravana de la Muerte”, abriendo así la posibilidad de nuevos
procesos porque, según estableciera, en el caso de los desaparecidos
exite un delito de secuestro que es imprescriptible. La derecha, en su
defensa de Pinochet, justifica los miles de asesinato del período
dictatorial y arremete contra el fallo judicial.
Hernán Lavín,
senador UDI y ex ministro de la dictadura, expresó que ”por doloroso
que sea, nadie puede sostener que estas personas se encuentran con vida
y que están aún secuestradas, sin incurrir en una abierta
falsedad”. Tales afirmaciones, propias de un un cómplice directo
de los crímenes de
lesa humanidad que reconoce
cínicamente, estaban respaldadas por las resoluciones políticas
del cónclave, secreto del Alto Mando del Ejército,
convocado por su comandante en jefe, Ricardo Izurieta, y del cual el gobierno
tuvo conocimiento después que se había iniciado La cúpula
castrense conoció con anticipación el dictámenen judicial
y manifestaron, según voceros del gobierno, su ”profundo malestar”
por lo que estimaron ”reinterpretación de la Ley de amnistía”,
que-a su juicio-está dando curso a la reapertura de casos de DD.HH.,
que se habían sobreseídos por la aplicación de la
norma dictatorial impuesta por Pinochet, que libera a los asesinos y torturadores
de toda sanción penal. ”Por la gravedad e implicancia” de la resolución
de la Corte Suprema, los ”hombres” de Pinochet rechazaron la determinacióndel
organismo jurídico que fuera su tradicional aliado y cómplice
en el período dictatorial. Los hechos indicados, a pesar de los
grados de contradicciones de algunos, señalan que Pinochet puede
continuar mintiendo y tergiversando la historia real de los crímenes
y torturas de su gobierno dictatorial. Siempre contará con la protección
de cipayos, con y sin uniformes.
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