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COLOMBIA:  NO ES UN PROCESO RECTILINEO

Sergio Ramírez
 

El gobierno conservador de Andrés Pastrana, que simboliza el depotismo en el poder,trata de caminar por un doble vía: Por una, favorece el proceso de paz en abierta contradicción con los sectores de ultraderecha (civiles y militares), que fueron pilares de su elección como presidente, y los círculos más reaccionarios de EE.UU. Por la otra, enfatiza un proceso económico y social que favorece a los a los grupos económicos y al capital financiero internacional y descarga el peso de la crisis sobre trabajadores y sectores modestos de la población. Considerar ambos aspecto permite una visión más nítida y consecuente sobre los acontecimientos presentes y
futuros en Colombia.

Colombia, donde se desarrolla un conflicto político, social y armado que se prolonga por 5 décadas, ha sido escenario de dos acontecimientos de singular trascendencia: El primero, la sorpresiva visita, el pasado 2 de mayo, del presidente Pastrana, a la zona de distensión , acordada por su gobierno y el Secretariado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) para facilitar los diálogos de paz. En efecto,Pastrana llegó a la localidad de Caquetania, en San Vicente del Caguán, donde se entrevistó con el comandante en Jefe de las FARC-EP, Manuel Marulanda Vélez; los comandantes Raúl Reyes, Joaquín Gómez y Fabián
Ramírez, voceros de las FARC-EP en la Mesa de Diálogo; el comandante Jorge Briceño, miembro del Secretariado; y otros mandos de las FFARC, allí instalada e integrada por una importante concentración de unidades guerrilleras, que son la mejor garantía para la realización de los
contactos de paz en medio del asedio de los grupos paramilitares y de la no oculta inconformidad y agresividad de los altos mandos castrenses.

El citado encuentro de Pastrana, que constituye el primer contacto en su investidura y funciones presidenciales, con el legendario líder guerrillero, estuvo antecedida de numerosas reuniones de las Comisiones de Paz del Senado y de la Cámara de Representantes, de los directivos de los
poderosos gremios patronales de la producción y del comercio, de los directores de los medios de comunicación de los grupos económicos y de los dirigentes de los partidos políticos, prácticamente permitió la reanudación de los diálogos, congelados durante varias semanas de espera a que el gobierno entregara a las FARC-EP un informe sobre las medidas que había
adoptadas para reprimir el paramilitarismo y, sobre todo, para impedir la colaboración de los militares con esos verdaderos ”escuadrones de la muerte”.

CONQUISTAS DEMOCRATICAS

La reunión del Pastrana y el comandante de las FARC-EP despejó el camino hacia en la búsqueda de una solución política al conflicto armado, como ha sido el deseo y anhelo de las fuerzas revolucionarias y populares, siempre y cuando en tales negociaciones se avance, realmente, en un proceso de profundas transformaciones políticas, sociales y económicas de la realidad actual.Es decir, que su resultado sea una paz con con democracia y justicia social, como lo definiera el 17º Congreso del Partido Comunista de ese país, en octubre de 1998.

Como consecuencia directa del encuentro entre Pastrana y Marulanda, se adoptó la denominada "Agenda común por el cambio hacia una nueva Colombia", que incorpora doce puntos fundamentales a discutir públicamente, de cara al país, con la participación de organizaciones sociales, laborales y políticas.

El encuentro citado, la prolongación del tiempo de despeje de la zona y el acuerdo sobre la "Agenda", son expresiones de conquistas democráticas y populares, a la vez que constituyen un duro golpe a la ultraderecha y al militarismo, que venían exigiendo más drásticas condiciones a la guerrilla para que el gobierno continuara en la Mesa de Diálogo. Esperaban así impedir el proceso de paz iniciado el 7 de enero pasado.

Los sectores reaccionarios enemigos de la paz no están solos. Cuentan con el apoyo de los círculos más agresivos de Washington, que presionan para romper e impedir los contactos políticos de la guerrilla con sectores y organizaciones partidarias de lograr un acuerdo político que ponga fin a la guerra, en las condiciones reclamadas por el pueblo. Tal campaña ha recrudecido después del torpe asesinato de tres estadounidenses en el departamento de Arauca. Hecho reconocido por el Secretariado de las FARC-EP como un grave error de un comandantes de una unidad insurgente ,y que será castigado de conformidad con el Código Revolucionario de la organización guerrillera.

EL MOVIMIENTO SINDICAL A LA PALESTRA

El segundo hecho trascendental de la actual coyuntura, que desata un proceso nuevo de acumulación de fuerzas y de combatividad unitaria en el plano gremial, fue la vigorosa movilización sindical y popular contra el ”Plan Nacional de Desarrollo”, propuesto por el Gobierno y aprobado por el Congreso, que tiene una mayoría oficialista.

Tal plan representa el fortalecimiento del modelo neoliberal, causante directo de las profundas desigualdades sociales, económicas, educacionales y asistenciales y de las privatizaciones, en particular en las esferas de la salud y la educación. Contra él se movilizaron los trabajadores de la
educación y la salud, las centrales obreras, en primer lugar la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). A la vez, estallaron protestas estudiantiles y campesinas en numerosas regiones agrarias, que fueron reprimidas violentamente por las fuerzas policiales del Estado. Como en el pasado, trabajadores, campesinos y estudiantes fueron objeto de los mismos tratos brutales, bajo el socorrido y tradicional pretexto de la infiltración de "agitadores profesionales" y de ”guerrilleros”.

PROCESO DIFICIL Y ESCABROSO

La doble vía por la cual transita el gobierno de Pastrana no puede sorprender a nadie que considere la esencia reaccionaria y el carácter real que el representa. Aunque siendo ”realista” en la necesidad de buscar una solución política al conflicto, representa los intereses oligárquicos de
los clanes económicos y las concepciones proimperialistas del bipartidismo dominante, como acertadamente lo señala una reciente declaración del Partido Comunista Colombiano: "El camino hacia la paz que todos deseamos, no combina con una política que prevé más despidos de maestros y trabajadores públicos, mayor desempleo, menores oportunidades y, en contraste, favorabilidades para el capital extranjero y descomunales inversiones del Estado en la guerra".

Ante esta realidad, se puede establecer que el proceso de diálogo y negociación será difícil y escabroso, en medio de la tenaz resistencia de quienes tienen el poder a los cambios profundos que exigen los sectores revolucionarios y populares en todas las esferas de la vida nacional. Si
bien, hasta ahora, quizá, el gobierno refleja "voluntad de paz" no revela "voluntad de cambio", que será lo definitivo y fundamental para lograr un acuerdo que permita realmente poner fin al conflicto de medio siglo.

UNA REAL ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA

El gobierno de Pastrana al ignorar las propuestas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de adelantar la Convención Nacional para discutir sus propuestas de paz en una región de distensión; estimula una reforma política reaccionaria y superficial en el Congreso y las acciones criminales de los paramilitares, que realizan masacres contra la población civil indefensa, gracias a la impunidad y la complicidad de los militares. En este marco complejo y amenazador se deben abrir paso las posiciones revolucionarias de quienes luchan por un acuerdo político que se traduzca en un proceso de paz, unido a transformaciones reales y profundas del sistema imperante.

El proceso de paz no se proyecta rectilíneo. Pero, en tal aspiración justa se avanza pese al sabotaje militarista, que se expresa en amenazas de golpe militar y a la actitud dubitativa y falaz de la oligarquía colombiana. Sólo es nítida y consecuente la actitud y determinación de los movimientos guerrilleros y de sectores de la izquierda, que cuentan con el apoyo de la
mayoría del pueblo que anhela una paz con democracia y justicia social, que sólo será posible en una situación político-social de cambios políticos, sociales y económicos para una nueva Colombia. Para lograrlo serán definitivas la acción, con todas las formas de lucha, de las masas
populares y la construcción de un movimiento alternativo cuyo eje y motor debe ser asumido por el movimiento insurgente, la izquierda política y los sectores democráticos de Colombia.
 


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