SAN EZEQUIEL MORENO

(Santo Agustino Recoleto)


(Patrono de los enfermos de cáncer - Su fiesta se celebra el 19 de agosto)

Fué canonizado el 11 de octubre de 1992 por el Papa Juan Pablo II en Santo Domingo

 

Infancia y juventud

Dios elige a los humildes para hacer cosas grandes. Y humildes fueron los origenes del que había de ser el restaurador de la Orden de Agustinos Recoletos en Colombia, Obispo de Pasto y defensor de la Iglesia en los momentos difíciles que atravesó la nación colombiana a finales del siglo pasado.
Tercer hijo de un matrimonio de pobres en bienes de fortuna pero rico en virtudes, nació Ezequiel Moreno el 9 de abril de 1848, en Alfaro, provincia de La Rioja, España.
Su padre Félix, sastre de profesión, y su madre, Josefa Díaz, modelos de honradez y piedad, inculcaron a sus cinco hijos las más puras esencias del vivir cristiano. Ezequiel sintió desde niño la llamada de Dios a la vida religiosa y misionera. Quería ser misionero en las Islas Filipinas. Conocía bien las gestas de los agustinos recoletos en aquellas tierras lejanas.
Siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, Eustaquio, el 21 de septiembre de 1864 vistió el hábito religioso en el convento de los agustinos recoletos de Monteagudo, Navarra (España). Tomó el nombre de Fray Ezequiel de la Virgen de Rosario, nombre con el que le gustaba llamarse.
Un año más tarde, el 22 de septiembre, hacía su profesión religiosa a los pies de la Virgen del Camino, a la que amaba con singular ternura. En 1866 pasa al teologado de Marcilla, donde emite la profesión de votos solemnes.

Hacia tierras de misión

El 4 de octubre de 1869 se embarcaba en Cádiz, junto con 17 religiosos, rumbo a las islas Filipinas, tierra de sus ensueños.
El 10 de febrero de 1870 llega a Manilla. donde el 3 de junio de 1871 fue ordenado sacerdote y destinado a la Isla de Mindoro para iniciar sus actividades misioneras junto a su hermano Eustaquio.
La integridad de su conducta, su amor por los enfermos y sus insaciables ansias misioneras le ganaron la estima de los superiores, que pronto le confiaron el delicado encargo de misionero y capellán castrense en una expedición del gobierno español a la isla de Palawan.
Pudo allí desplegar su celo apostólico en la colonia militar y sus afanes misioneros en sus correrías por la isla. Su intensa actividad y el paludismo acabaron con su salud y a los nueve meses se vio obligado a volver a Manila.
Apenas convaleciente, fue nombado párroco de Calapán y vicario provincial de los agustinos recoletos de la Isla de Mindoro, de 10.000 km2, campo extenso para nuevas correrías e inquietudes misioneras.
De 1876 a 1880 ocupó los cargos de párroco de Las Piñas, y de Santo Tomás de Batangas, de 1880 a 1885, fue predicador del convento de Manila, párroco de Santa cruz y administrador de la hacienda de Imus.
El capítulo provincial de 1885 nombra a Fray Ezequiel superior del convento de Monteagudo, donde se forjan las conciencias de los futuros misioneros. Ninguno mejor que él, misionero experimentado con aureola de santo, podía suscitar en el corazón de los jóvenes el espíritu apostólico.
En los 15 años de su estancia en Filipinas había dejado en los diversos ministerios un halo de santidad por su acendrada piedad, su celo apostólico y caridad con los enfermos. Esta fama de santidad se acrecentará durante los tres años de su priorato en el convento de Monteagudo.

Restaurador de la orden en Colombia

Acabado su mandato de superior de Monteagudo, la Providencia le deparó una excelente oportunidad para colmar su celo apostólico.
Los hermanos de Colombia piden ayuda a España. Fray Ezequiel se ofrece enseguida como voluntario. Nombrado superior de la expedición de siete misioneros, parte de España en noviembre de 1888 rumbo a Colombia.
Su primer objetivo será restablecer la observancia religiosa en las comunidades.Está convencido de que sólo los buenos religiosos pueden ser auténticos misioneros. Sueña con reactivar las misiones de Casanare, donde los agustinos recoletos de Colombia, habían ejercitado antiguamente su apostolado. Allí va él, como pionero, a recorrer los poblados esparcidos por la inmensa llanura y las escarpadas montañas. Sus cartas desde las misiones suscitan el entusiasmo del gobierno y autoridades eclesiásticas y estimulan el ánimo de los religiosos.

Vicario apostólico de Casanare. Obispo de Pasto

En 1892 fray Ezequiel, conocido por su celo misionero y por sus virtudes, fue nombrado obispo titular de Pinara y Vicario apostólico de Casanare. Fue ordenado el 1º de mayo de 1894. Hubiera deseado terminar allí sus días en medios de privaciones y sufrimientos (como manifestaba en una de sus cartas) pero Dios lo tenía destinado para una misión más ardua y delicada. En efectom en 1895 fue nombrado Obispo de Pasto. Al recibir la noticia le vino a la mente la pregunta angustiosa, "¿Nos habremos hecho indignos de sufrir por Dios nuestro Señor?".
En su nueva misión le esperaban situaciones más dolorosas: humillaciones, desprecios, calumnias, persecuciones y, en algún momento, la sensación de abandono por parte de algunas autoridades eclesiásticas. Verdadera noche oscura del espíritu con la cual Dios purifica las almas llamadas a una eminente santidad.
Su profunda vida interior, siempre en tensión hacia Dios, y su amor a la contemplación suscitaron en torno a sí un grupo de almas selectas a las que, con sabiduría iluminada, dirigió en los caminos de la santidad.
Amigo de la verdad y de los hombres hasta el punto de exponer repetidas veces su vida, fue el blanco preferido de los insultos y persecuciones de cuantos querían herir a la Iglesia.
Con ocasión de las polémicas suscitadas en torno a su persona por su firmeza en la defensa de la fe, durante su visita ad limina en 1898, presentó su renuncia al Papa Leon XIII. Lo hizo no por falta de fortaleza, sino para evitar "conflictos"o "disgustos"a la Santa Sede y para no mermar la fama "de un hermano en el episcopado". La renuncia no fue admitida y fray Ezequiel tuvo que volver a su diócesis, donde lo esperaban nuevos ataques y las angustias de una guerra civil.

La última enfermedad y muerte

En 1905 se les manifestó una grave enfermedad - cáncer de nariz- que le iba a hacer apurar hasta las heces el cáliz del sufrimiento. Los médicos le aconsejaron que viaje a Europa para operarse, y él se resiste porque "descansa dulcemente en los brazos de Jesús"
Las reiteradas súplicas de sus fieles y las presiones de los sacerdotes y religiosos de la diócesis lo convencieron para viajar a España, donde llega a principios de 1906.
En febrero se somete a una operación muy dolorosa, en gran parte sin anestesia, que según el cirujano Compaired soportó con "heroísmo de santo y bienaventurado", operación que se tuvo que repetir en marzo de ese mismo año, sin éxito alguno.
Consciente de que había llegado su fin, decide pasar los últimos días de su vida en su celda conventual de Monteagud, para rendir allí al Señor el homenaje de su vida.
El 19 de agosto, tras soportar con fortaleza sobrenatural intensos dolores, con su mirada fija en el crucifijo, exaló su último suspiro y entregó su alma al Señor.
Sepultado en la Iglesia de la Virgen del Camino del Convento de Monteagudo, sus restos reposan hoy en una capilla construída recientemente dentro del recinto de la misma iglesia.
Su fama de santidad se difundió por todas partes y sobre todo en Colombia. Se atribuyeron por su intercesión innumerables curaciones, especialmente de cáncer. La curación de dos enfermos de cáncer, atribuída a su intercesión, servirá como milagro para su beatificación y su canonización.
Se diría que habiendo sufrido personalmente las consecuencias de esta terrible enfermedad, tiene una especial sensibilidad por esa clase de enfermos.
Beatificado por Pablo Vi el 1º de noviembre de 1975 y canonizado en la ciudad de Santo domingo el 11 de octubre de 1992 por Juan Pablo II, ha sido presentado al mundo como ejemplo de pastor y misionero.

 

NOVENA A SAN EZEQUIEL MORENO

Esta página fue creada por Cristina Ferrari