Una reflexión epistémica y metodológica sobre la
investigación |
Max Contasti |
I. Introducción.
La pasión por el conocimiento
Toda introducción tiene algo de espontánea y casual. A inicios de la
década de los setenta, un familiar nos mostró una carta fechada en Santiago
de Chile de un pariente común, científico y filósofo. En ella, utilizando un
esquema muy primitivo del llamado plano inclinado de Galileo, él exponía con
toda seriedad y sin manifestar ninguna duda, que había encontrado un error en
las ecuaciones relativistas de Einstein/ Lorentz.
Obviamente y de manera inmediata comprendimos la gravedad del problema; en el
fragor de la lucha política que había vivido nuestro país en esos diez
últimos y difíciles años, el Chile socialista de Allende permitía en ese
momento, un adecuado reposo para superar los fantasmas de una etapa convulsa
y aguerrida en la cual, de alguna u otra forma, todos habíamos estado
involucrados. Afortunadamente un poco más tarde en 1971, se pudo superar. Sin
llegar al extremo antes comentado, consideramos que todo científico que
verdaderamente haya vivido con pasión la búsqueda del conocimiento, en algún
momento de su vida ha tenido pretensiones equivalentes. En aquel preciso
momento, yo mismo no hubiese podido decir “de esta agua no beberé”, ya que
desde 1968 -de manera
consciente y prudente- me resistía a aceptar las
demostraciones formales del Teorema de Cantor relativo al cardinal
transfinito del Conjunto Potencia de los números naturales. Quería comprender
el fondo del problema sin la necesidad de apoyarme en la simple y fría
demostración lógica del teorema; por ello trataba inútilmente, de encontrar
formas posibles de ordenar el conjunto. Fue sólo en 1972, cuando en Madrid
leía el prólogo de una obra de Dieudonné (1966), gran didacta de las
matemáticas francesas, que pude entender con toda claridad la validez de esa
pretensión por lograr la intuición de lo abstracto. Allí se decía: “El lector
se dará cuenta inmediatamente, de que en todas partes se ha puesto de relieve
el aspecto conceptual de cada noción, en vez de presentar su aspecto
algorítmico, es decir como un ente de cálculo que era el principal objetivo
del Análisis clásico”. Esta reflexión de Dieudonné nos motivó rápidamente a
reconsiderar la posición adversa que habían mantenido algunos filósofos sobre
el Operacionalismo, donde válidamente cuestionaban su aspecto formal, propio
de una corriente epistemológica dentro de la Filosofía de la Ciencia.
Consecuentemente, decidimos explorar y enfatizar en su vertiente empírica.
Una versión resumida de estas críticas puede verse en Martínez (1981), y de
manera general en Hempel (1966). Desde 1960, habíamos tomado contacto con las primeras nociones del
Operacionalismo. Ullmo (1959), en su capítulo introductorio explicaba con
toda claridad el concepto. Fue afortunado este inicio con Ullmo, que era filósofo,
y no con los sobrios planteamientos de Bridgman (1927), que era físico. Entre
1960 y 1985 la marcada influencia del Materialismo Histórico en las
Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales, obstaculizó el estudio del
Operacionalismo, ya que este se asociaba con el Positivismo, considerado como
el producto científico emblemático del Capitalismo Moderno. A partir de 1985,
las discusiones sobre las Teorías Criticas de Habermas, Lyotard y otros
autores postmodernos, han ocupado ese viejo espacio y los científicos
sociales que antes discutían sobre marxismo hoy se concentran en estos
autores. Tomando como punto de partida una conjunción entre Operacionalismo y
Epistémica, vamos a desarrollar una reflexión sobre aspectos que consideramos
importantes en la investigación en Ciencias Sociales, especialmente
relacionados con la generación de los conceptos y la búsqueda de validez y
confiabilidad en los constructos que a partir de esos conceptos se
estructuran como tales en objetos científicos. Se continúa con la
consideración de diferentes aspectos metodológicos y las formas y modalidades
que asumen los productos que se generan en la investigación. Finalmente, a
diferencia de las investigaciones que llamaremos operacionales, se hace
explícito lo complejo que resulta realizar una evaluación objetiva en los
productos que hemos denominado Ensayos Epistémicos. Dentro de las polaridades que serán reseñadas, especialmente en los
aspectos metodológicos, es importante entonces destacar que hacia el extremo
objetivista y en cierta manera cuantitativo, se enfatiza en los soportes
epistémicos que en este caso son ofrecidos ventajosamente por el
Operacionalismo y en especial por la interpretación diacrónica que en esta
oportunidad haremos del mismo. Esta interpretación diacrónica podría ser
considerada como una contribución relevante de este ensayo. Por último, más
que conclusiones, es el desarrollo mismo de ideas y las vivencias asociadas,
lo que de manera continua constituye un conjunto fluido de resultados y
posibilidades para avanzar hacia exploraciones cada vez más atractivas en la
construcción y determinación del objeto epistémico, vía operaciones
primarias, previas a los procedimientos formales de medición. |
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II. Operacionalismo:
Concepto, Origen, Posibilidades
El Operacionalismo, entendido de manera general, describe y
explicita el papel determinante de los procedimientos de medición como
generadores y soportes para la definición de los conceptos científicos. El término
como tal se debe originalmente a Bridgman (1927), quien lo utilizó al
analizar los descubrimientos realizados por Einstein en 1905. Éste y todos
sus comentaristas posteriores, focalizaron su atención principalmente en el
proceso fáctico y final de la medición de los nuevos conceptos y no en el
significado epistémico de lo novedoso del proceso para generarlos y
construirlos. Cuando Bridgman, para facilitar la explicación, a manera de
ejemplo traslada su propuesta al análisis de las formas cotidianas de medir
la longitud, confunde de manera radical a los filósofos, quienes
inmediatamente se convierten en sus más acérrimos críticos, ya que el autor
sólo describe de manera sincrónica y aparentemente ingenua, las operaciones
finales de este proceso de medición. En ese momento no se dio mayor
importancia en el análisis, a la existencia de algunas operaciones que habían
sido utilizadas en las mediciones primitivas de tiempo y espacio, que hoy ya
han desaparecido y de las que sólo restarían indicios y rudimentos
históricos, pero que durante miles de años se fueron conformando diacrónica e
iterativamente, para la construcción objetual de un concepto previo,
necesario para posteriormente medir
dimensionalmente la longitud. El Operacionalismo, entendido desde esta nueva
perspectiva de carácter empírico y diacrónico, estará relacionado al concepto
más familiar de Confiabilidad. A partir de este logro, se puede avanzar hacia
la consideración del Constructo que es la forma sofisticada y epistémica como
se intentaría expresar la Validez. En estos momentos iniciales del siglo XXI, si los filósofos le
diesen una nueva y distinta lectura al Operacionalismo, en el sentido de
entenderlo en su función primigenia de la construcción objetual / dimensional del concepto, más que
la medición en sí misma, tomada como el soporte explícito de la llamada
Definición Operacional, entonces, la muy cuestionada afirmación de Bridgman
de que “el concepto es sinónimo con el correspondiente conjunto de
operaciones”, vista ahora desde esta perspectiva diacrónica, pudiese ser
perfectamente comprendida y aceptada. No nos queda ninguna duda de que esa
era la intención original del autor, aunque en ese momento no lo haya podido
expresar con toda claridad, ya que la fase final de la medición, sólo recoge
los aspectos fenoménicos que restan y permanecen de todo ese complejo proceso
iterativo, analógicamente como si se tratase de una entidad orgánica que
evoluciona y se desarrolla según el moderno concepto de Teleonomía, que en
Biología ha presentado Monod (1970). |
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III. Operacionalismo
y Epistémica
Utilizaremos el término Epistémica diferenciándolo del más
tradicional de Epistemología. Siguiendo a Norwood Russell Hanson (1977), con
el término Epistémica nos estamos orientando más hacia el contexto del
descubrimiento, en oposición al contexto de la justificación. Aún más, en
lugar del contexto del descubrimiento, deberíamos decir que la Epistémica,
por la construcción iterativa Sujeto/ Objeto, trata de la heurística del
descubrimiento. En ese sentido, Lakatos (1983), citado por Maldonado (1994),
expresa que la epistemología no se estudia sino que se ejerce, especialmente
por los propios investigadores. Dice Maldonado, que los problemas que un
investigador confronta en su labor específica como tal, se constituyen en
planteamientos epistemológicos en razón de que los científicos se ven
obligados a pensar como epistemólogos. La semántica, en un nivel cognoscitivo más consciente, similar a los
mitos como reflejo del inconsciente colectivo, recoge esta diferencia cuando
hace uso de la expresión: “Filosofía de la Ciencia” y no de “Filosofía de la
Investigación”. De igual manera, es de uso común la expresión de “Metodología
de la Investigación”, en oposición a “Metodología de la Ciencia”. Hanson, en referencia a la díada Sujeto / Objeto establece una diferencia entre dos aspectos:
observación por una parte y hechos por la otra, donde la discusión de esta
diferencia constituye una de las partes más relevantes de su trabajo, siendo
un tema epistémico de mayor importancia justo al inicio del proceso de la
construcción del conocimiento. En la medida en la cual repitamos una
observación y acumulemos un acervo cognoscitivo, como sujeto epistémico nos
estaremos moviendo entre la observación y los hechos, hasta llegar a un
límite en el cual pretendemos que el hecho sea invariable respecto al
contexto. Hanson explica que la frase «el
sol es redondo» es un hecho que es invariable respecto del contexto. Esta
afirmación de Hanson la podemos relacionar con lo propuesto por Bridgman
(1927), quien establece que un Objeto tendrá una propiedad absoluta, si la
magnitud numérica de tal propiedad, al ser determinada mediante el mismo
procedimiento operacional por un observador cualquiera, se mantiene
constante. Si aceptamos fluctuaciones acotadas y pensamos estadísticamente,
se nos hará presente el moderno concepto de confiabilidad de las mediciones. Adquiere una mayor
significación esta precisión al considerar la diferencia en cuanto a madurez
entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales; ello implica que las
Ciencias Naturales ya han recorrido un largo camino en la conformación,
delimitación y medición de su objeto y por esto el mayor esfuerzo de la
Epistemología / Filosofía de la
Ciencia se ha centrado en la consideración de los aspectos que de una manera
global se han titulado como contexto de la justificación. En las Ciencias
Sociales, desde la antigüedad hasta mediados del siglo XIX, sólo se
utilizaron conceptos originados subjetualmente y que al máximo, se intentaría
salir de esta matriz mediante una confrontación filosófica o semántica de
carácter intersubjetual. Es sólo a comienzos del Siglo XX, al utilizar
instrumentos en cierta manera externos al juicio del científico, ejemplo la
frase que desde 1905 es atribuida a Binet “Inteligencia es lo que miden mis
tests”, cuando se entra en la búsqueda de la objetividad operacional en la
definición de los conceptos de las Ciencias Sociales. Por razones de madurez,
es en este desarrollo de las Ciencias Sociales, que a diferencia de las
Ciencias Naturales, adquiere relevancia como hecho fenoménico los procesos de
medición, porque subyacentemente a estos procesos, lo que realmente se
intenta es una captura e identificación más precisa de los conceptos
científicos a utilizarse en estas disciplinas. La construcción y búsqueda de
esta delimitación, que centra nuevamente el problema en la conformación
Sujeto /Objeto, más que en el procedimiento final de la medición, es lo que constituye
la visión diacrónica de lo que significará el Operacionalismo para el futuro.
Citado por Lorenz (1977), Bridgman (1958), treinta años más tarde había
escrito: “El objeto del conocimiento y el instrumento de conocimiento no
pueden ser legítimamente separados, por lo contrario deben ser tomados como
una totalidad”. En ese sentido, recientemente Capra (1998), comentando la
llamada Teoría de Santiago sobre la cognición de Maturana y Valera (1987), y
utilizando en lugar de Objeto y Sujeto sus propios términos -Mundo y
Organismo-, expresa que para estos dos autores, el conocimiento no es una
representación de un mundo independiente y predeterminado, sino más bien el
“alumbramiento” de un mundo. Por tanto, ese conocimiento será dependiente de
la propia y cambiante estructura del organismo, que sólo mantiene invariable
su patrón de organización. El organismo no sólo especificará los cambios
estructurales que puede percibir y que por tanto lo pueda afectar, sino
también cuáles perturbaciones del medio desencadenarán sus propios cambios
estructurales. “El sistema permanece autónomo; el medio sólo desencadena los
cambios estructurales, no los especifica ni dirige” (Capra, 1998). Podríamos
decir que sólo cuando la ciencia adquiera madurez, heurísticamente será posible
apreciar la díada Sujeto / Objeto
como separados, ello con el propósito de buscar una mayor objetividad y
confiabilidad en definiciones y mediciones. La complejidad epistémica que
en los términos coherentes y compatibles de los diversos autores mencionados,
hemos tratado de describir y explicitar, fue originalmente planteada dentro
de la Biología por Jacques Monod (1970), quien al admitir el postulado de la
objetividad como la piedra angular del acelerado crecimiento científico de
los últimos trescientos años, expresaba que esa misma objetividad también nos
obliga a reconocer el carácter teleonómico de los seres vivos. En términos de
Capra, “El sistema permanece autónomo”, con el mismo sentido de los conceptos
básicos de Autopoiesis y Cognición propuestos por Maturana y Valera (1980).
Dice Monod: “Hay pues allí, al menos en apariencia, una contradicción
epistemológica profunda”, y concluye estableciendo que en el futuro, el
problema central de la biología será o de explicar y resolver la contradicción,
o de admitirla como insoluble. |
IV. Las
formas del conocimiento. Ciencias Naturales y Ciencias Sociales
Por la naturaleza,
complejidad y estabilidad de los fenómenos estudiados en cada disciplina, la construcción
del conocimiento puede ser representada metafóricamente de distintas maneras.
En Física y Química se puede representar por una Torre: -Fuerte, sólida, cada
vez más alta-. En Biología, Ecología y Medicina esta representación se
concretaría mediante un frondoso Árbol -Una Sequoia y/o un Cedro-. En
Psicología y Educación, en cuanto a la medición de las aptitudes, logros y
rendimiento, se aproxima a un pertinaz Tamarindo -Flexible, resistente y
azotado por el viento-. En el resto de las Ciencias Sociales, en más o en
menos, la representación se corresponderá con una Fiesta Parroquial; con una
gran variedad de fuegos artificiales, cohetes de existencia efímera, que
rasgan la noche, estallan y se despliegan en mil formas y colores. Siendo arrastrado por el modelo -sobre la base de lo propuesto por Bridgman en la
conceptualización de las definiciones operacionales- es posible afirmar que
en Física y Química la torre es única y a diferencia de la bíblica, todos los
constructores hablan básicamente el mismo idioma. En Biología, Ecología y
Medicina se cultivan unos pocos grandes árboles y los forestales se comunican
adecuadamente entre ellos. En las Ciencias Sociales, cada investigador habla
su propio idioma, con todo su derecho, ignora a su vecino y lanza en la noche
su pequeño gran cohete multicolor. Ello es así porque en Ciencias Sociales,
todo proceso de medida es en principio, una definición operacional y será un
lento proceso de maduración lo que pueda llevarnos hasta la colectiva y
convencional determinación de constructos, diferentes lógicamente a los que
de manera secular e histórica, aparentemente cuasi espontánea, se han
establecido en las Ciencias Naturales. En las Ciencias Sociales, la estabilización
de las definiciones operacionales avanza muy lentamente y aún no se han
inventado o desarrollado definiciones operacionales para la semántica de los
conceptos. En este camino, en algún momento se hará énfasis en la necesaria
búsqueda de la confiabilidad, pero nótese que este es un problema casi
exclusivo de las Ciencias Sociales. En Física, Química y Biología basta con
la Teoría de los Errores y en la Medicina -con sus Variables Dependientes
perfectamente identificables y medibles- es suficiente para su avance el
Diseño Experimental. [Ciegos, Doble Ciegos y hasta Triple Ciegos]. Cuando
algún joven investigador nos ha solicitado alguna clave, se le ha sugerido
que procure alcanzar la confiabilidad en sus mediciones, ya que la validez le
será dada por añadidura. En ese sentido hemos
mantenido la idea, que en el desarrollo de los procesos de medición en
Ciencias Sociales se ha avanzado de manera continua, desde la caracterización
de las escalas del nivel nominal, pasando por las escalas ordinales hasta
alcanzar en algunos casos las escalas del nivel métrico. Se entiende por
nivel métrico un tratamiento cuantitativo propio de las escalas de Intervalo,
Razón y Absoluta. Siguiendo esta idea y tratando de orientarnos
epistémicamente según la construcción de la díada Sujeto / Objeto, se ha propuesto que dentro de
las escalas del nivel nominal se expliciten dos tipos; las ya tradicionales
Escalas Clasificatorias, donde en el conjunto de los objetos empíricos se
puede determinar una Relación de Equivalencia con plenitud de sus tres
propiedades: Reflexividad, Simetría y Transitividad, y la escala Nominal
Simple, tomada como un límite de la Escala Clasificatoria, que
intencionalmente habremos de denominar como Escala Objetual, donde la
existencia de una Relación de Identidad, como caso límite, sólo mantendrá la
propiedad de Reflexividad, ello implica que en el Producto Cartesiano
correspondiente, se particulariza como subconjunto únicamente la diagonal
principal. Una vez medidos los aspectos empíricos variables mediante escalas
con alta confiabilidad, podemos asegurar que, independientemente del nombre
-reflejo conceptual- que se le haya podido dar a la variable, como constructo
algo se estará midiendo, y que la validez se dará cuando aparezcan
asociaciones y/o correlaciones con otras variables y sea posible proponer un
modelo teórico que explique razonablemente esa estructura. En el desarrollo del conocimiento científico podemos simplificar y
establecer tres grandes fases: (a) Descriptiva, (b) Predictiva, (c)
Experimental. Las Ciencias Naturales han alcanzado de manera completa la fase
Experimental, las Ciencias Sociales en cambio se sitúan entre la fase
Descriptiva y la fase Predictiva. En cada fase, e independientemente
del tipo de método y/o técnica que se haya utilizado, siempre se podrá
alcanzar algún producto y es a partir del análisis de la bondad de ese
producto, que se dará la posibilidad de establecer y confirmar si el método
utilizado, puede ser considerado como científico o no. Para la fase descriptiva
se tendrá la objetividad de las observaciones y la confiabilidad de las
mediciones. Para la fase predictiva, la bondad de los pronósticos expresada
mediante un coeficiente de asociación y/o correlación, y para la fase
experimental, la postulación y validación de leyes causales. Desde 1961 hemos reflexionado sobre el problema de la similitud / unidad entre Ciencias Naturales y
Ciencias Sociales. Nuestra posición actual ha profundizado las tendencias
iniciales. Ellas han sido (a) Ignorar una mítica unidad ontológica; (b) Dudar
de la pertinencia y necesidad de la unificación metodológica, encarnada en el
llamado Método Hipotético Deductivo Experimental; (c) Promover en las
Ciencias Sociales lo que es usual en las Ciencias Naturales, una construcción
objetual / dimensional del
concepto, vía un Operacionalismo que acepte una raíz fuertemente empírica;
(d) Construir escalas de medición; (e) Buscar y postular relaciones teóricas
entre variables previamente medidas; (f) Estimar asociaciones y
correlaciones; (g) Avanzar hacia explicaciones globales que se relacionen con
entidades teóricas. Las Ciencias Naturales son diferentes a las Ciencias Sociales; esta
diferencia se expresa de múltiples maneras, pero especialmente en su
desarrollo epistémico y metodológico, (Niaz, 1997). En Disciplinas Formales y
en las Ciencias Naturales, una vez que ha sido planteado un problema, un
científico con el conocimiento sustantivo de su disciplina -teniendo la seguridad que se
genera en el hecho de que efectivamente se posee esa competencia-, puede
alcanzar una solución. Adicionalmente a la solución, se puede tener una total
certeza que esa solución o es única o es óptima o se puede conocer un grado
probabilístico de bondad. Al contrario en Ciencias Sociales, frente a un
problema planteado, será muy complejo determinar si la solución propuesta es
única o es óptima o determinar su grado probabilístico de bondad, generándose
por esta diferencia, distintos tipos de vivencialidad del conocimiento
disciplinario. Si el egresado de una carrera o disciplina social no ha tenido
un trato íntimo y profundo en disciplinas con un soporte formal, lógico y
cuantitativo como Matemática, Estadística, Gramática, Lingüística o Derecho,
entonces le será complicado valorar en forma robusta la existencia del
conocimiento social y por ello le será dificultoso poseer la convicción sobre
una aproximación verosímil a la solución de los problemas, ya que en el
ámbito social, la problemática es muy variada y no se repite exactamente en
similares condiciones, como sucede en las Ciencias Naturales. |
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V. Informes
Técnicos y Monografías Científicas
Especialmente en Ciencias Naturales, el
investigador presenta sus resultados mediante un Protocolo, en la mayoría de los
casos utilizando esquemas metodológicos lineales, rígidos y formales. Este
tipo de producto usualmente se denomina Informe Técnico. En Ciencias
Sociales, combinando libremente operacionalismo con semántica y aportando un
mayor contenido epistémico y filosófico, el producto generado usualmente se
denomina Monografía Científica. El proceso de argumentación en un Informe
Técnico se aproxima en su estructura a un Algoritmo, y su contenido se
asimila en un conocimiento sincrónicamente operacionalizado. En una
Monografía Científica, el proceso de argumentación se aproxima en su
estructura a un Heurismo, y su contenido se asimila en un conocimiento
diacrónicamente interpretado. En la categoría de los Informes
Técnicos vamos a privilegiar la modalidad que con un enfoque rigurosamente
empírico, denominaremos como Investigaciones Operacionales. Este producto se
relacionaría principalmente con el proceso de medición. Como fase final, una
vez que se tienen dos fenómenos y/o variables, confiablemente observadas y/o
medidas, es casi automático mediante diversas técnicas estadísticas, obtener una correlación entre
ellas. Este resultado, aún sin una mayor necesidad de interpretación y
explicación, puede constituir un excelente trabajo de investigación; ello
dependerá del mérito y originalidad que signifique haber logrado medir las
variables o de la calidad y pertinencia de la Muestra y/o Universo estudiado, que permitan una
mayor generalización. En Ciencias Sociales, se piensa
equivocadamente que cualquier conjunto de ítemes con una cierta validez
interna, o unas escalas denominadas Likert -con una cierta consistencia
interna pero sin la comprobación de su estabilidad temporal- ya de por sí,
constituyen una buena medición, y que lo relevante por tanto será insistir en
interpretar y teorizar sobre los resultados que se obtengan con esos
instrumentos, que casi siempre son aplicados sobre muestras de dudosa
representatividad. (Millán, 1998); (Ruiz Bolívar, 1988). Por lo contrario,
consideramos que en la etapa en la cual se encuentra actualmente el
desarrollo de las Ciencias Sociales, lo más importante sería, primero
detectar los fenómenos, luego señalarlos, identificarlos y caracterizarlos
operacionalmente como conceptos y posteriormente transformarlos en
constructos científicos al medirlos confiablemente, (Ullmo, 1959). Usualmente
no se discrimina con claridad la diferencia entre las dos argumentaciones
antes expuestas, y de manera simplista se ve con recelo, y en muchos casos
con rechazo, cualquier trabajo de investigación que sólo presente variables
bien medidas, generándose en consecuencia, que se hipostasia la función de
los Marcos Teóricos, de tal manera que de ser simples apoyos operacionales
pertinentes, se transforman a posteriori en axiomas validadores de
explicaciones y conclusiones. En la categoría de las Monografías Científicas vamos a destacar el
producto que denomino como Ensayo Epistémico. Este tipo de producto nos
resulta mucho más difícil de conceptualizar que el ya familiar Informe
Técnico. Comenzaremos por recordar una frase del filósofo Juan David García
Bacca (1965), quien en referencia a las pretensiones formalizadoras de un
grupo de jóvenes planificadores, dijo ya hace bastante tiempo: “Los fines no
son axiomas, de los cuales puedan derivarse los objetivos, como si fuesen
teoremas”. Un Ensayo Epistémico parte, o de una evidencia operacional bien
lograda, o de un concepto provisionalmente aceptado por la convención
intersubjetiva de expertos y/o pares consagrados. A partir de este punto de
inicio, se tratará de navegar -“Caminante no hay camino, se hace camino al
andar”- en un espacio multidireccional hacia ideas, nociones o conceptos que
intuitivamente se sientan como relevantes. En este contexto tiene sentido
comentar la ponencia de Hopenhayn (1996) en el seminario titulado “La
Planificación del Futuro o El Futuro de la Planificación”; donde expresa que
se avanzaría en la frontera de la planificación, proponiendo -al igual que
los místicos españoles- nombres y denominaciones para conceptos, entes y
procesos que apenas comienzan a vislumbrarse en la actualidad, y donde se
justifica válidamente el pudor intelectual, de no intentar definiciones
analíticas más precisas, hasta que no se hayan desarrollado apoyos teóricos
suficientes, ni encontrado evidencias empíricas sólidas. A diferencia de una
Investigación Operacional, en la cual parecería que se mantiene internamente
un orden lineal, por el contrario, en el caso del Ensayo Epistémico será el propio
científico quien, entre la multiplicidad de atracciones que lo seducen, con
su inteligencia y capacidad, va imponiendo orden y estructura en la
diversidad de la información disponible, asegurándose con un razonamiento
heurístico, el ir concordando coherentemente con los puntos iniciales de
partida. Un Ensayo Epistémico bien logrado se corresponderá a posteriori, -es
decir una vez terminado-, con el rubro más familiar de la argumentación de un
punto de vista. Por ello la conceptualización y lógica de ese razonamiento,
aparece soportada fundamentalmente en el significado que el científico le
otorga a los diferentes contenidos del discurso propuesto. |
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VI. Evaluación de la
Investigación: Originalidad. Méritos. Aportes
Usualmente para evaluar un trabajo de
investigación, se pueden considerar tres aspectos básicos: a) Originalidad
Conceptual, b) Méritos Metodológicos, c) Aportes Relevantes. Estos aspectos
deberán ser evaluados de manera diferente, si se trata de un Informe Técnico
o si se trata de una Monografía Científica. Un impecable Informe Técnico
puede ser analógicamente equivalente a “Las Meninas” de Velásquez, en cambio
una brillante Monografía Científica -en ese mismo sentido- sería comparable
con “El Jardín de las Delicias” del Bosco. Esta diferencia debería ser, en
todo momento, observada y respetada. La Investigación Operacional es
objetivamente evaluable. Para una mayor precisión, vamos a diferenciar entre
la Investigación Metodológica Operacional y la Investigación Descriptiva Operacional.
La primera es en principio más relevante y original, ya que consiste
precisamente en la proposición de un procedimiento o fórmula coherente para
realizar directamente una Medición Atributiva o la construcción de un
instrumento de medición confiable y válido -validez interna- para una
Medición Sustantiva. La segunda, se refiere a la descripción de las
relaciones entre variables conocidas en Muestras y/o Universos nuevos y/o
diferentes, donde, además de su importancia descriptiva, puede adicionalmente
constituir un aporte relevante de carácter epistémico, si se contribuye a
establecer la validez de constructo de las definiciones operacionales que
representan las variables utilizadas. En el otro extremo, con relación a la
evaluación de los Ensayos Epistémicos, es posible, para un evaluador experto,
diferenciar entre los distintos aspectos involucrados. Primero y principal,
debe establecer razonablemente la originalidad de los conceptos propuestos y
posteriormente pasar a establecer si adicionalmente puede considerarse si
presenta o no, un aporte relevante; dependerá del punto o fulcro operacional,
en el cual se apoyen los conceptos. De manera análoga, así como en una
Investigación Descriptiva Operacional, el valor del coeficiente de
correlación y/o el correspondiente nivel de significación, es el principal
elemento para juzgar la existencia de un aporte, en el caso de un Ensayo
Epistémico, se descansará en la manera como se evalúe la relación establecida
entre los conceptos. Como se trata de conceptos nuevos y/u originales, será
el criterio subjetual del evaluador, el patrón para valorar la contribución
de los indicios operacionales y/o semánticos que se ofrezcan. Dada la mayor
porosidad de los Ensayos Epistémicos frente a los Informes Técnicos, cuando
estos últimos se toman como arquetipos, es usual la perversión que significa
dar más importancia en la evaluación, a las formas de presentación
metodológica que a la originalidad conceptual y a la relevancia de los
aportes alcanzados. |
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VII. Subjetividad
y Subjetualidad en la Evaluación de los Ensayos Epistémicos
La evaluación del trabajo científico y de investigación
es diferente a la apreciación del arte y la literatura. En la valoración de
la expresión artística, en general se acepta sin ningún problema, la validez
de una gran dosis de subjetividad. Consideramos que, entre otros, Boticcelli,
Poleo y López Méndez son grandes pintores; puedo deleitarme en la
contemplación de la belleza de sus cuadros, ello en comparación con la
creación artística de Picasso, Botero o Duchamp, considerados como figuras
señeras en el siglo XX. En música, podría oponerse en igualdad de méritos a
Tchaikovski, Albéniz y Falla con Schönberg, Stravinski y Shostakovich. En
literatura, frente a Stephan Dédalus y a Rayuela, situaremos a Santos Luzardo
y El Gatopardo. En la evaluación de los productos y logros científicos se
presenta una mayor objetividad, aunque ello no constituya un bloque
monolítico. En la medida en la cual vamos de una Investigación Operacional
hacia un Ensayo Epistémico, la comunicación va adquiriendo varianza y se va
perdiendo la precisión conceptual del significado, hecho que aumenta la
posibilidad de la influencia del juicio subjetivo y subjetual en la
evaluación. En la evaluación de las Monografías
Científicas y más acentuadamente para los Ensayos Epistémicos, lo subjetivo y
lo subjetual tienen múltiples formas de manifestarse. Moviéndonos de lo
subjetivo hacia lo subjetual, situaremos en primer lugar, al Efecto Simpatía;
éste se basa por ejemplo, en la popular conseja de que un científico es un
personaje humilde, honesto y de gran modestia, por ello sus trabajos pueden
ser aceptados sin mayor cuestionamiento. En segundo lugar encontramos al
Efecto Halo, bien conocido y estudiado por psicólogos y sociólogos. Al final
tendremos el Efecto Empatía; dado el tema, el estilo y el enfoque
metodológico utilizado, un evaluador desarrollará una mayor aceptación por
los temas de moda y los estilos familiares, en oposición a lo que le resulte
extraño y poco ortodoxo. |
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VIII. Coda
A diferencia de lo
que sucede con las Investigaciones Operacionales que tienen un carácter
acumulativo, el construir los Ensayos Epistémicos representa un gran
esfuerzo; por la levedad del razonamiento, lo evasivo de los conceptos y lo
complejo que se presenta su captura semántica, parece y se siente doloroso.
Como en el mito griego, subir la roca hasta la cima y saber que
inexorablemente el tiempo histórico le hará caer, supone un ejercicio de
voluntad y resistencia. Es en esta soberbia e íntima soledad -la misma que ha
galvanizado a místicos, artistas y creadores-, el crisol donde se fragua el
temple del científico, no tanto como un reto frente a la alteridad, sino como
una implosión necesaria de la mismidad. |
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REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Bridgman PW. (1927): The
Logic of Modern Physics. MacMillan. Nueva York. ___ (1958): Remarks on Niels Bohr’s talk. Dedalus
Spring. Capra F. (1998): La trama de la vida. Anagrama. Colección
Argumentos. Barcelona. Dieudonne J.(
1966): Fundamentos de Análisis Moderno. Reverté. Barcelona. García Bacca JD.
(1965): Los fines de la Universidad.
Comisión de Auto Estudio y Planeamiento. Universidad Central de Venezuela. Mimeo.
Caracas. Hanson NR.
(1977): Patrones de descubrimiento. Observación y Explicación. Alianza
Universidad. Madrid. Hempel CG. (1966): Philosophy of Natural Sciences. Prentice-Hall,
Inc. Madrid: España. Hopenhayn M. (1996): Modernización y desarrollo: ¿crisis de los
paradigmas? Seminario “La Planificación del Futuro o el Futuro de
la Planificación”. Trigésimo quinto Aniversario. Centro de Estudios del
Desarrollo. CENDES/UCV. Caracas. Lakatos I. (1983): La metodología de los programas de investigación
científica. John Worall y Gregory Currie, editors. Alianza
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(*): Artículo publicado en Agenda
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Vol. 10, N° 2, Año 2003. pp. 3-11 |
Diseño,
mantenimiento y edición: Milagros
Márquez P.
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