COETANEIDAD DE METALURGIA, ARTESANIAS DE CONCHA Y CERAMICA PINTADA EN CERRO JUAN DIAZ, GRAN COCLE, PANAMA
Richard Cooke Dirección postal: Unit 0948, APO AA 34002-0948, EE.UU. Correo electrónico: cooker@naos.si.edu ó stri01.naos.cooker@ic.si.edu Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales, Ancón, República de Panamá.
Luis Alberto Sánchez Herrera Proyecto Arqueológico Cerro Juan Díaz, Los Santos, República de Panamá.
La investigación fue financiada por el Instituto Smithsonian Y National geographic.
Artículo publicado en Internet con permiso del Boletín del Museo del Oro No. 42, Enero- Junio de 1997.
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Abstract
Excavations undertaken since 1992 at Cerro Juan Díaz, on the central Pacific coast of Panama, have provided new contextualized data concerning the contemporaneity of metalwork, painted pottery and small personal ornaments made out of marine shells (mostly Spondylus and Pinctada ). The relevant features represent two time periods and two ceramic stylistic apogees in the 'Gran Coclé Semiotic Tradition': Cubitá(A.D. 550-700 and A.D. 700-1000) (calibrated). Complete and fragmentary metalwork belonging to the first period is stylistically affiliated to Warwick Bray's Initial Group, which has been found at neighboring sites alongside pottery painted in the Tonosí style. A re-evaluation of the age and distribution of the Tonosí style and its precursor, La Mula, suggests a time-span of 100 B.C.- A.D.300 for the former, and A.D. 300-550 for the latter. There is no evidence that metalwork was present in Panama before the apogee of theTonosí style. The only other site in Panama, which has recorded abundant Spondylus artifacts contemporary with Cubitá pottery, is Venado Beach, located 200 km to the east. Additional details about raw material provenance and artifact production are required to address the preliminary hypothesis -- proposed herein -- that the acquisition and ornamental use of subtidal inshore reef shells peaked A.D. 550-700, and was causally related to the expansion of the 'Gran Coclé Semiotic Tradition' around the coast and on the islands of Panama Bay.
La 'Tradición Semiótica de la Gran Coclé
Durante los últimos 2000 años de la época precolombina, se desarrolló en el Panamá central un simbolismo muy distintivo cuyo cromatismo e iconografía han estimulado exégesis filosófica y metodológicamente disímiles las cuales suponen, no obstante, una relación especial de algunos iconos (mayormente zoomorfos) con la ideología y la jerarquía de las sociedades humanas de la región (Briggs 1989, 1993; Cooke 1984, 1987, 1992, 1993; Cooke y Bray 1985; Helms 1977, 1979, 1993; Linares 1977; Lothrop 1937, 1942). Estos autores no pasaron por alto el hecho de que varios medios -- cerámica, orfebrería, concha, hueso y piedra -- comparten el mismo sistema semiótico, el cual circunscribe unárea cultural propia: Gran Coclé , cuyo hontanar eran las estribaciones y planicies costeras de la vertiente del Pacífico central del istmo (figura 1a).
Una vez definida, la 'Tradición Semiótica de la Gran Coclé' experimentó un desarrollo histórico coherente: muchos iconos, tanto geométricos, como zoo- y antropomorfos, se transforman paulatina y, en cierta medida, previsiblemente a través del tiempo, solos o conjuntamente con otros. Esta misma continuidad se observa en otros aspectos de la alfarería -- p.ejm., el uso de arcillas y colorantes y las formas y funciones de las vasijas -- así como en los utensilios de piedra (Cooke 1976a; Linares 1977; Ranere y Cooke 1995, 1996).
Sin embargo, siguen planteándose los interrogantes de cuándo surgió esta tradición exactamente y si influyeron o no,sistemas simbólicos foráneos en la selección y predominio de los iconos. El estudio de la iconografída y de la relación de ésta con la organización social humana en el espacio y en el tiempo se beneficia de muestras sustanciales de artefactos mortuorios obtenidos en excavaciones rigurosamente controladas. En Panamá, tantos asentamientos precolombinos han sido ultrajados por huaqueros y coleccionistas a espaldas de las leyes de protección del patrimonio cultural, que la provisión de datos contextualizados se vuelve cada vez más difícil.
Cerro Juan Díaz
Cerro Juan Díaz es un prominente asentamiento precolombino en la costa de la Bahía de Parita cerca del conocido Sitio Conte (figura 1). Antaño saqueado extensamente (figura 2), ha sido objeto, desde 1992, de una investigación plurianual a cargo del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales y del Instituto Nacional de Cultura de Panamá. Excavaciones dirigidas por L.A.S.H., Ilean Isaza A., Aguilardo Pérez Y. y Koichi Udagawa han rescatado -- en medio de centenares de hoyos cavados por huaqueros -- algunos rasgos intactos que atañen a la antigücedad de la 'Tradición Semiótica de la Gran Coclé' y a la coetaneidad de iconos plasmados en tres medios diferentes: metalurgia, concha y cerámica. El presente artículo resume los datos de campo que contextualizaron estos materiales y comenta sobre su cronología y distribución geográfica. El artículo siguiente (Sánchez y Cooke, en este mismo nímero del Boletín) diserta sobre su iconografía y simbolismo.
Viñeta geográfica
El cerro epónimo es una prominencia redondeada localizada entre Los Santos -- un pueblo de fundación colonial (s.XVI) en la provincia del mismo nombre -- y el margen Sur de la Bahía de Parita. Aunque el proyecto arqueológico ha concentrado sus investigaciones en la colina misma (figura 1d), materiales culturales se encuentran en ambas orillas del río La Villa el cual desemboca en la bahía 4,5 km hacia el Noreste después de atravesar una angosta planicie aluvial y una franja de manglares (figura 1b,d). Un modelo para la sedimentación costera durante el Holoceno (Clary et al. 1984; Cooke 1995), como análisis arqueozoológicos de la fauna de vertebrados e invertebrados en Cerro Juan Daz (Jiménez y Cooke en prensa), hacen pensar que este sitio se encontraba más cerca de la línea de la costa por la época que nos concierne (de 1550 a 1050 años radiocarbono [a.P])1 y que los manglares eran, menos extensos , o vegetativamente diferentes. Semejantes diferencias geomorfológicas habrían mejorado la vista que la cima del cerro (42 msnm) ofrecía del tráfico marítimo y terrestre alrededor del asentamiento. Si a esta ventaja topográfica se le agregan los beneficios económicos de una posición ecotonal la llanura aluvial y la costa, se comprende por quí Cerro Juan Díaz se convirtió en un centro ritual y comercial de consideración. Hay buenas razones arqueológicas y etnohistóricas para suponer que éste era uno de los asentamientos principales del territorio de un cacique ('Parita' o 'Antatará'), que al momento de la penetración española (1515-1519), ejercía control político sobre los cursos bajos de los ríos Parita y La Villa y se consideraba, además, primus inter pares de los líderes comunitarios del litoral de la Bahía de Parita (Cooke 1993). Hallazgos de cerámica española y documentos coloniales coinciden en sugerir que después de la conquista un remanente de la población indígena permaneció en Cerro Juan Díaz, que bien pudo haber sido el 'pueblo de Indios' de Cubitá (Cooke et al en prensa)
Estrategia de campo
Los resultados de pequeñas calas abiertas por L.A.S.H. y Adrián Badilla en 1992 condujeron a la selección de tres áreas para efectuar decapados llevados a cabo de acuerdo a la estratigrafía natural (figura 1c; Cooke en prensa ; Sánchez Herrera 1995).
La Operación 1 (6 x 13 m) se colocó en un área plana en el sector Suroeste del cerro a 100 m del r\'edo La Villa. Despej\'f3 un basurero el\'edptica (Rasgo 1) cuyos abundantes desechos biológicos y culturales yacían sobre pisos de arcilla endurecida pertenecientes, al parecer, a viviendas.
La Operación 3 (aproximadamente 12 x 20 m) se trazó en un área plana en el lado Sur del cerro entre los contornos de 16 y 22 msnm. De acuerdo a la estratigrafía visible en las paredes de hoyos de huaqueros y a los resultados de las excavaciones corrientes en la Operación 4, se trata de una plataforma nivelada y ampliada intencionalmente mediante la depositación de volúmenes considerables de desechos culturales. Fue en esta operación -- y en una pequeña prueba adyacente (# 5) -- donde se encontraron los rasgos mortuorios que luego describiremos.
La Operación 31 (13 x 15 m) se abrió en la falda Este del cerro justamente en el borde que está entre la cima plana y la ladera inclinada. En ella -- y en la cala exploratoria # 2 excavada en el extremo opuesto del cerro (Sánchez Herrera 1995) -- se definieron, provisionalmente, cuatro macroestratos culturales (C, B, A y A 1 ). El más profundo (C) es una capa arcillosa de color rojo amarillento que alcanza una profundidad de 0,5 a 1,0 m. No estamos seguros todavía cómo se formó aunque cabe en lo posible que es un relleno colocado intencionalmente en algunas zonas de la circunferencia del cerro, o para nivelar el terreno, o para recibir entierros aún sin encontrar. Sobre él se acumuló otro macroestrato (B) consistente de ceniza, conchas, y tierra quemada. Desde 1995, L.A.S.H. y K. Udagawa han identificado más de 100 sub-unidades estratigráficas en los macroestratos B, A y A 1 , los cuales representan actividades de corto plazo, como basureros, pisos, entierros y talleres.
Más adelante, nos referiremos a la distribución de tiestos pintados en el Macroestrato C y en el Rasgo 1 de la Operación 1. Estas muestras son especialmente relevantes a la relación histórica entre los estilos Tonosí y Cubitá cuya manufactura coincidió con la aparición, tanto de la orfebrería, como de ornamentos personales hechos de conchas marinas de los géneros Spondylus y Pinctada
Rasgos rituales en la Operación 3
Se identificaron, provisionalmente, cuatro episodios mortuorios en la Operación 3. Los primeros dos estaban estratificados debajo de un grupo de quince pozos ovalados revestidos con piedras, cuya configuración en el espacio logró definirse en la mayoría de los casos pese a los extensos daños ocasionados por 50 hoyos de huaqueros (figura 2, 3). No hay evidencia de que estos pozos hubiesen recibido entierros. Suponemos que fungían como hornos -- a manera de especulación, para disecar cadáveres a fin de exponerlos en casas mortuorias (Cooke et al. en prensa). Doce 'hornos' arreglados en forma circular encerraban dos rasgos circulares, sin revestimientos (R 7 y R 8), los cuales conforme observaciones hechas por un inspector del Instituto de Cultura eran tumbas saqueadas en los años '80. Tres 'hornos' adicionales al lado Sur (R 77, R 86, R 88) representan, quizás, el inicio de un círculo externo adicional que nunca se completó
Los Rasgos 7 y 8 cortaron tres entierros anteriores (R 1, R 2 y R 21) cuya ubicación en planta se presenta en la figura 2. El Rasgo 21 se encontró totalmente destruido por saqueos modernos. Parece haber sido coetáneo con el Rasgo 1, el cual fue averiado por dos hoyos de huaqueros y, en tiempos precolombinos, por el Rasgo 2 (figura 4). Poco profundo (0,8-1,0 m) y de planta sub-rectangular, el Rasgo 1 contuvo los restos de tres individuos de los cuales el más intacto era un adulto, probablemente de sexo masculino, colocado de modo primario en el centro de la tumba al parecer en posición flexionada. Su ajuar mortuorio constó de: 1/ dos incensarios de cerámica (parecidos a: Ichon 1980:figura 23e), 2/ dos placas de oro con espirales divergentes (figura 4b,c), 3/ 400 cuentas alargadas de conchas del género Spondylus (de las formas ilustradas en la figura 8 m-o, ee y nn) y 4/ 24 dientes caninos de jaguar (Panthera onca) y puma (Felis concolor) perforados en las raíces.
El Rasgo 2 era un pozo circular cuyo diámetro variaba de 0,80 a 1,30 m. En él se enterraron trece 'paquetes' de huesos, de los cuales la mayor parte contenùan de 1 a 3 esqueletos arreglados de forma secundaria con los huesos largos a un lado, el cráneo en un extremo y los huesos planos en el centro (figura 4e). Este patrón de enterramiento es idéntico al que fue reportado en el sitio precerámico Cerro Mangote localizado 30 km al Norte (McGimsey 1956; McGimsey et al. 1986-87).
Las ofrendas del Rasgo 2 comprendieron: 1/ cinco dientes caninos pulidos y perforados (uno de puma y cuatro de jaguar), 2/ una placa de oro con espirales divergentes (figura 4d), 3/ 34 cuentas de Spondylus,4/ cinco cuentas gruesas de ágata pulida (parecidas a: Ichon 1980:figura 86a) y 5/ un gasterópodo trabajado (Calliostoma) que según el malacólogo panameño M. Alvarez procedía de la costa del Caribe. El artefacto de oro, algunas cuentas de Spondylus y los caninos se encontraron cerca del borde del pozo allí donde éste cortó el Rasgo 1, lo que hace pensar que estos artefactos pertenec\'edan originalmente a los ocupantes de esta última tumba.
Se cree que el Rasgo 2 fue utilizado para tres eventos funerarios sucesivos sugirióndose de este modo que se les asignaba lugares especiales en la plataforma a segmentos específicos de la comunidad para enterrar a sus muertos (Cooke et al.en prensa).
Cerca de los Rasgos 1 y 2, hacia el Norte, otro pozo funerario con paredes rectas -- el Rasgo 16 -- cortó una tumba anterior con planta sub-rectanguar (R 26). Posteriormente, fue perturbado en el lado Este por un 'horno' (Rasgo 15) (figura 5). De acuerdo a nuestros apuntes de campo contuvo 18 individuos enterrados en 'paquetes'. Las únicas ofrendas eran pequeñas decoraciones personales hechas de concha, piedra, dientes de mamíferos y metal, siendo las categorías más abundantes cuentas y pendientes confeccionadas con dos variedades de conchas del género Spondylus, una rosada (S. princeps?) y otra morada S. calcifer?) (figura 8).
La mayor parte de estos artefactos se encontraron en seis agrupaciones, las cuales, se supone, estaban relacionadas con la edad, oficio y/o estatus social de sus dueños: p.ejm., los siguientes artefactos 'especiales' se encontraron asociados a un adulto de sexo masculino y un niño enterrado en el mismo paquete: 1/ un ¿collar? de 55 dientes de puma, 2/ otro ¿collar? de 18 dientes de puma, tigrillo Felis pardalis) y mapache (Procyon lotor), 3/ una argolla de metal con alto contenido de cobre (figura 5c,g) y 4/ dos pendientes en forma de barra, uno de ágata translúcida y otra hecha de una piedra aún sin identificar (figura 5a,b,h). Es prudente, sin embargo, suprimir comentarios interpretativos hasta tanto no estén disponibles los resultados de los análisis de Antropología Física (a cargo de Lynette Norr [Universidad de Florida, Gainesville]).
La tercera tumba en forma de pozo vertical es el Rasgo 94, el cual fue perturbado por un 'horno' (R 88). Fue utilizado dos veces: en el fondo se encontraron los huesos dispersos de un adulto y en el sector medio, los de una mujer adulta enterrada de modo primario en posición flexionada (figura 6a). Debajo de su cuerpo se habían roto adrede tres escudillas de cerámica, dos del tipo Ciruelo Negro-sobre-Rojo (figura 7a,c) y otro del tipo Guábilo Negro-sobre-Crema ambos asignados al recién definido estilo Cubitá por Sánchez Herrera (1995). También en asociación a este esqueleto, se halló un reptil o batracio tallado en concha blanca (tal vez Strombus ) (figura 6d). Rotas la cola y las patas en algún momento, había sido remendado con agujeros y ranuras para una ligadura. Sobre el cadáver se encontraron fragmentos de un metate con patas (taz vez quebrado intencionalmente).
Noventa y siete placas modeladas de nácar de Pinctada mazatlanica (figura 6c) y una concha perforada ( Prunum sapotilla) se encontraron al mismo nivel que el esqueleto perturbado, lo que hace suponer que estos objetos formaban un solo artefacto que pertenecía a este individuo.
El único artefacto de metal reportado en este rasgo es una pequeña cuenta de oro, encontrada en el relleno (figura 11g).
Entierros colocados sobre los 'hornos'
Cuando los 'hornos' ya habían sido rellenados y nivelados, se efectuaron más entierros. Algunos penetraron un piso de arcilla endurecida, el cual formaba parte de una estructura redonda u ovalada. Entre éstos se encontró una urna pintada del estilo Macaracas (figura 7d) la cual al depositarse interrumpió un entierro primario flexionado. Debajo de la vasija se encontró un cincel de tumbaga (figura 11a) y dentro de ella los restos cremados de un infante, una vasija efigie ahumada en forma de tortuga y un pequeño plato rojo.
El Rasgo 115 difiere de los demás rasgos encontrados en la Operación 3. Estructural y cronológicamente se parece a otros entierros que acaban de descubrirse (octubre, 1997) en la Operación 4. Fue perturbado por hoyos de huaquero que socavaron los esqueletos sobrevivientes. Excavado a través de la roca madre y debajo de un relleno multicolor de suelos arcillosos acusa una planta sub-rectangular y una profundidad de 0,5-0,8 m. En él se hallaron los restos de cinco individuos enterrados, al parecer, en tres ocasiones distintas (figura 6b). Fitolitos identificados por Dolores Piperno dentro de una masa fibrosa asociada a uno de los esqueletos son de la familia Moraceae (higuerones), lo que sugiere que éste estaba envuelto en un paño de corteza de árbol.
Las únicas ofrendas constaron de: 1/ dos artefactos de tumbaga, 2/ una cuenta bicónica de ¿feldespato verde? (figura 11i), 3/ una pequeña cuenta discoidal de concha (figura 11h), 4/ dos conchas enteras ( Terebra robusta ) con sendas perforaciones para la suspensión y 5/ siete cuentas de hueso (de los tipos ilustrados en la figura 11j-m).
Los dos artefactos de metal se hallaron dentro de una capa de ceniza. Uno -- completo si bien muy corroído -- fue robado en el taller de restauración del Museo de Antropología 'Reina Torres de Araúz', en la ciudad de Panamá, antes de que comenzaran los trabajos de limpieza. Según Jacinto Almendra, entonces jefe del taller, era una pieza vaciada en molde en forma de animales unidos de cola curvada. La otra pieza hallada en el rasgo 115 es la ¿mitad? de un pequeño pendiente, también hecha en molde, en forma de un saurio bicéfalo (figura 6e).
Relaciones temporales y culturales
Fechamiento radiocarbónico y tipología cerámica
Los rasgos arriba descritos están relacionados estratigráficamente con 24 fechas de radiocarbono las cuales se han graficado en la figura 9. Ellos contienen, además, cerámica bi-, tri- y policroma que pertenece a siete de los ocho estilos pintados que han sido identificados en la Gran Coclé, por orden cronológico: La Mula (Hansell 1988; Isaza Aizpurúa 1993); Aristides (Cooke 1976b; Ladd 1964); 1995); Cubitá(Sánchez Herrera 1995); Conte (Cooke 1976b; Lothrop 1942); Macaracas(Ladd 1964) y Parita (Ladd 1964)2
En la figura 10 se grafica la distribución de los tiestos de cada estilo en siete contextos estratigráficos.
Particularmente atinente al fechamiento de los artefactos de metal y concha es la distribución de los dos estilos numéricamente dominantes en estas muestras: Tonosí y Cubitá . El primero fue definido originalmente por Ichon (1980) con muestras de vasijas mortuorias y tiestos recogidos en basureros en una decena de sitios localizados al Sur de la Península de Azuero. Al no encontrar antecedentes obvios, Ichon (1980:199) concluyó que Tonosí era la manifestación antigua en la Gran Coclé tanto del uso de tres colores conjuntamente, como de la iconografía zoomorfa y figurativa. En tres sitios -- El Cafetal, La India-1 y Las Huacas (figura 1a) -- vasijas funerarias Tonosí se encontraron asociadas a piezas de metal vaciadas en moldes, las cuales fueron agrupadas por Warwick Bray en el Grupo Inicial , considerado por él la la orfebrería más temprana de la América Central ("1-500 d.C.": Bray 1992: figura 3.2.; Cooke y Bray 1985:figura 13).
Desde entonces, tiestos de un estilo anterior a Tonosí -- La Mula -- se han encontrado en cuatro sitios: La Mula-Sarigua, Sitio Sierra, La India y Isla Carranza, asociados a siete fechas de 14 C estratigráficamente confiables cuyas calibraciones al 1? arrojan un rango colectivo de 155 a.C. a 315 d.C.3
Debido a la escacez de piezas enteras- las pocas que se conocen son de la vecindad de las Huacas- nuestro conocimiento de la iconografía del estilo de La Mula y de las variedades coetáneas del estilo Arisitides (Isaza, 1993: figuaras 17, 19) ha ilustrado algunos iconos en forma de aves y culebras, incluso uno que pareciera ser el prototipo del 'ave con las alas desplegadas' considerada en el siguiente artículo por Sánchez y Cooke. Algunos tiestos del estilo La Mula y de las variedades coet\'e1neas del estilo Aristides (Isaza 1993) se recogieron en Cerro Juan Díaz -- p.ejm., en los 'hornos' R 15 y R 23 y el Rasgo 1 de la Operación 1. Cerámica La Mula no apareció en el Macroestrato C, sin embargo, probablemente porque las actividades responsables por este relleno no perturbaron rasgos tan antiguos como los que existían en la vecindad de la Operación 3 antes de que se efectuaran aquí los entierros descritos .4
El estilo Cubitá- el sucesor de Tonosí- fue descrito por L.AS.H. con base en las excavaciones de 1992 en Cerro Juan Díaz (Sánchez Herrera, 1995). En él incluyo algunos tipos cuya posición temporal Ichon no había podido definir entre ellos Ciruelo negro sobre rojo (figura 7a-c: Labbé, 1995:figuras: 18-20; Ladd: lámina 10 a,b) En la cala exploratoria #2, el Macroestrato C fue dividido en dos capas ("inferior" y "superior") por un delgado depósito de ceniza. En la capa inferior, tiestos Tonosí representan el 78% de la muestra y en la suoperior, el 48%, en tanto que tiestos Cubitá aumentan del 3 al 23% en las mismas unidades (figura 10).
Cuatro muestras de carbón vegetal procedieron del Macroestrato C, tres halladas en la capa inferior de la cala exploratoria # 2 -- 1530 ± 130, 1490 ± 60 y 1450 ± 60 a.P. [Beta-54,975, 76, 79] -- y una en la operación 31 donde no se observó una subdivisión estratigráfica -- 1420 ± 50 a.P. [Beta-54,977]. Conjuntamente, arrojan un rango al de 410 a 660 d.C. En vista de que tiestos Tonosí y Cubitá se encuentran mezclados en el Macroestrato C, el carbón que produjo las fechas no es forzosamente coetáneo con el primer estilo. Cabe destacar, no obstante, que ellas confirman dos fechas ya atribuídas por Ichon (1980:200) al estilo Tonosí: 1560 ± 100 y 1500 ± 100 a.P., cuyo rango al abarca desde 410 hasta 650 d.C. El reemplazo del estilo Tonosí por el Cubitá' se reafirma en el Rasgo 1 de la Operación 1 donde el 87% de la muestra de tiestos pintados pertenece al segundo estilo. En el fondo de este basurero, yaciendo sobre un fragmento de piso de arcilla endurecida, se halló un pedazo de tusa de maíz que se dató en 1470 ± 90 a.P. = 535 [605] 660 d.C. (TO-4594).
Las muestras de tiestos encontradas en los rellenos de las tumbas que están estratificadas debajo de los 'hornos' son muy pequeñas por lo que no se incluyeron en la figura 10. Sin embargo, en cada tumba se encontraron algunos tiestos del estilo Cubitá , lo que señala que este grupo de rasgos no puede ser más antiguo que el período de manufactura de este estilo. Este supuesto está respaldado por el hallazgo de tres escudillas del estilo Cubitá en el Rasgo 94 asociadas a una fecha de 1380 ± 80 a.P. = 605 [655] 760 a.C. (I-18,638) (figura 7a,c).
Tiestos del estilo Cubitá predominan, también, en muestras de tiestos procedentes de los rellenos de los 'hornos' R 15 y 23, tanto en la arcilla roja y compacta que se utilizó como base del revestimiento de piedras, como en el relleno suave -- una mezcla de tierra quemada, arcilla roja, carbón vegetal y ceniza que llegó a tapar la parte interna de los 'hornos' verla figura 3d). En la arcilla roja no se encontró un solo tiesto Conte , lo que sugiere que los 'hornos' se construyeron antes de que este estilo policromo se manifestara. Muestras de carbón vegetal recogidas en la arcilla roja de los rasgos 15, 19, 23, 42 y 49 produjeron, conjuntamente, un rango al de 420-860 d.C. Una muestra de carbón vegetal recogida en el 'relleno suave' del Rasgo 19 dio un resultado de 1440 ± 80 = 545 (640) 665 d.C. [I=18,288] y otra del Rasgo 23: 1310 ± 80 a.P. = 650 (690,755) 800 d.C. [I-18,222]. Si aunamos a estos datos, la tipología de la cerámica hallada en los entieros que se depositaron sobre los 'hornos' y las fechas de carbono procedentes de los rellenos de éstos, se infiere que los 'hornos' habían caído en desuso antes del 700-800 d.C.
En resumidas cuentas, en vista de que la cerámica La Mula alcanzó su apogeo entre 155 a.C.-315 d.C., es improbable que el estilo Tonosí hubiera comenzado a definirse antes de 300-400 d.C. Este dato es muy importante en lo que respecta al fechamiento de la introducción de la orfebrería a Panamá porque -- si bien síntesis recientes (p.ejm., Bray 1992; Cooke y Bray 1985) coinciden en que este evento ocurrió alrededor del 400 d.C. -- las cronologías cerámicas que éstas citan (p.ejm., Cooke 1985) proponen una mayor antigüedad para el estilo Tonosí insinuando, de este modo, que el Grupo Inicial de orfebrería de Bray era igualmente longevo. Dada la comprobada anterioridad Tonosí con respecto a Cubitá y considerados los fechamientos y detalles estratigráficos reseñados, se propone que el rango de los interceptos de las fechas TO-4594, I-18,222, I-18,287, I-18,638, I-18,671, I-18,672 y I-18675 -- 550-700 d.C. -- representa el apogeo del estilo Cubitá.
Rasgos pos-'hornos'
La vasija policroma que sirvió de urna funeraria en el Rasgo 68 (figura 7d) pertenece al estilo Macaracasos más recientes hallados en el relleno del Rasgo 115. Dos fechas radiométricas para los rasgos 68 y 115 son consistentes con un estimado de 730-1000 d.C. para la cerámica Macaracas(Cooke en prensa ): la primera -- 1440 ± 90 a.P. = 540 (640) 670 d.C. (I-18,678) -- se recogió en el relleno de un entierro primario que fue interrumpido por el Rasgo 68. El segundo -- 1240 ± 80 a.P. = 690 (780,795,795) 940 d.C. -- procedió del relleno multicolor que tapó el Rasgo 115.
Relaciones con otros sitios
Orfebrería
Cuatro piezas enteras de metal (figuras 4b-d y 11g) y siete fragmentos (figura 11c,d,e)6.No se ilustraron cuatro fragmentos de l\'e1minas delgadas sin abultamientos encontrados en el relleno del Rasgo 16 se encontraron en los rasgos funerarios 1, 2, 16 y 94 de la Operación 3. De acuerdo a los datos arriba reseñados, su edad se estima entre 550 y 700 d.C. En el coetáneo Rasgo 1 de la Operación 1 se halló una pequeña argolla delgada (figura 11f; compárese Lothrop 1942:figura 115e). Las tres láminas con espirales divergentes (figura 4b-d), procedentes de los rasgos 1 y 2, son parecidas a una pieza encontrada en El Cafetal (Ichon 1980:figura 56 h; Sánchez y Cooke, este volumen, figura 1g). Toda la cerámica pintada depositada como ajuar funerario en este cementerio pertenece al estilo Tonosí (Briggs 1989:54-63). Por consiguiente, los siete artefactos de metal que González Guzmán encontró en El Cafetal, asignados por Bray (1992:figura 3.2.a-e) al Grupo Inicial, deben ser más antiguos (400-550 d.C.).
Es posible que los pequeños fragmentos de piezas de metal hallados en el relleno del Rasgo 16 se hubiesen desprendido de artefactos enteros colocados originalmente en el perturbado Rasgo 26. Ellos presentan algunos detalles morfológicamente significativos. El fragmento ilustrado en la figura 11c acusa pequeños abultamientos parecidos a los que se ven en el borde de las alas de una pieza en forma de ave procedente de La India (Bray 1992:figura 3.2). Un pedazo triangular con un pequeño borde elevado (figura 11d) bien podría ser parte de la cola de un ave de este tipo. Si bien Cooke y Bray (1985) consideran que las piezas de metal de La India pertenecen al período de manufactura del estilo Tonosí , cabe señalar que las excavaciones fueron efectuadas por un coleccionista (Mitchell) por lo que las asociaciones estratigráficas y tipológicas no son forzosamente confiables.
Un fragmento de alambre de tumbaga (figura 11e), tambi\'e9n del relleno del Rasgo 16, alude a algún artefacto compuesto -- p.ejm., una nariguera alambrada (compárese Lothrop 1937:figura 118c, la cual está decorada con espirales divergentes).
La pequeña pieza vaciada en molde encontrada en el Rasgo 115 (figura 6e) se compagina iconográficamente con la cerámica Macaracas . El icono del saurio es frecuente, tanto en objetos de metal asignados al Conjunto Parita , como en platos y jarras pintadas (Bray 1992:figura 3.10; Cooke y Bray 1985:figura 9). El hurto de la segunda pieza hallada en este rasgo nos ha privado de otro dato contextualizado sobre la pobremente estudiada orfebrería de este período (700-1000 d.C.).
Artefactos de piedra
Al parecer, la tecnología para confeccionar artefactos de piedras duras que el mundo moderno considera 'semipreciosas' (ágata, serpentina, etcétera) ya se había desarrollado para el período de manufactura de la cerámica Tonosí a juzgar por piezas halladas en el primer cementerio de El Indio y en El Cafetal (p.ejm., Ichon 1980: figura 56d,g). Algunas barras morfológicamente parecidas a los dos ejemplares espléndidos del Rasgo 16 de Cerro Juan Díaz (figura 5 a,b,h) se reportaron en Sitio Conte (Lothrop 1937: figura 123 e,f).
Artefactos de concha
En los rasgos 1, 2, 16 y 94 se encontraron aproximadamente 1200 artefactos hechos de Spondylus, 120 de Pinctada mazatlanica y 60 perlas (las cuales podrían ser de conchas de ambos géneros). Si bien la mayor parte son objetos diminutos que formaban parte de artefactos compuestos, como collares y delantales, la gran cantidad de cuentas y pendientes de Spondylus sugiere que este material -- bastante difícil de trabajar -- tenía una especial importancia semiótica para los ocupantes de los rasgos investigados.
Ningún otro sitio dentro del área geográfica corrientemente propuesta para la Gran Coclé ha reportado la misma abundancia de artefactos de Spondylus . Ichon (1980:176) no encontró objetos de concha trabajada en el cementerio más antiguo en El Indio en el que toda la cerámica pintada depositada como ofrenda pertenece al estilo Tonosí. En el segundo cementerio de este mismo sitio, el ajuar funerario incluyó perlas y pequeños objetos hechos de concha -- en algunos casos Spondylus. Algunas identificaciones biológicas hechas por Ichon son incorrectas o inconsistenes. P.ejm., él identifica el material usado para confeccionar los mismos cocodrilos de concha como Spondylus y Strombus (Ichon 1980:281-82, figura 89). Las piezas talladas en forma de caninos de carnívoros (Ichon 1980:279, lámina LV) se hicieron con Anadara grandis en vez de Strombus -- cuyos iconos tallados incluyen ranas, cocodrilos, mamíferos de cola curvada y seres humanos (Sánchez y Cooke, este volumen, figuras 1l, 5f). La cerámica pintada asociada a estos entierros fue asignada por Ichon al tipo Joaquín , el que conforme datos de Cerro Juan Díaz (sin publicar), es una variante transicional entre los estilos Conte y Maracacas.
Centenares de perlas y algunos artefactos de Spondylus se reportaron, también, en La Cañaza donde, no obstante, la destrucción previa de la mayor parte de los entierros por huaqueros y coleccionistas dificultó la asociación de artefactos a esqueletos. Consideraciones tipológicas y estructurales sugieren que algunos entierros de este sitio son coevos con los de los rasgos 1, 2, 16 y 94 en Cerro Juan Díaz y otros con el segundo cementerio en El Indio.
Ningún artefacto de concha se reportó en los 200 entierros en Sitio Conte casi todos depositados durante el período de manufactura de los estilos Conte y Macaracas (700-1000 d.C.). Briggs (1989) argumenta con buenos fundamentos que este sitio se reservaba para el enterramiento de hombres adultos de un grupo social específico (tal vez, 'guerreros') (Linares 1977). También propone que, en los cementerios investigados por Ichon, los artefactos de concha están correlacionados con la del difunto (encontrándose principalmente con niños y adolescentes). Se espera que los datos antropológicos de Cerro Juan Díaz aporten datos adicionales a esta interesante hipótesis.
Cantidades más apreciables de artefactos de Spondylus se encontraron en Playa Venado, un sitio costero cercano a la ciudad de Panamá, donde algunas características de los patrones funerarios se duplican en los entierros 'pre-'hornos' en Cerro Juan Díaz (Cooke et al. en prensa ). Coleccionistas norteamericanos y europeos encontraron en los años '50 algunas piezas de metal vaciadas en moldes que pertenecen a otro estilo temprano de la orfebrería istmeña (el 'Openwork Group' de Bray) (Bray 1992; Bull 1958, 1961; Lothrop 1956, 1957), además de vasijas pintadas del estilo Cubitá (p.ejm., Lothrop 1964: pág. 202, figura 18b,d) 8
Si bien el estímulo para hacer ornamentos personales de Spondylus pudo haber provenido de áreas en Norte y Suramérica donde estas vistosas conchas ya se trabajaban a gran escala (p.ejm., Berger 1992; Sandweiss 1996), buenas cantidades de materia prima habrían estado disponibles en localidades costeras en Panamá con la combinación adecuada de agua submareal clara y sustrato (arrecifes más arena). En Cerro Juan Díaz, se han hallado bastantes fragmentos de Spondylus\ y Pinctada en rellenos de tumbas y basureros, lo que sugiere que los artefactos eran confeccionados en el sitio mismo aunque aún no se tiene evidencia de talleres especializados como aquellos que han sido reportados en Ecuador, Perú y México (p.ejm., Masucci 1995; Pires-Ferreira 1976). Sin embargo, en vista de que este sector de la costa carece de arrecifes, es improbable que la materia prima se hubiera obtenido cerca del asentamiento. En la actualidad, la fuente más cercana de Pinctada parece ser Isla Iguana (figura 1a) localizada a 55 km hacia el Sureste. No se sabe si allí existen poblaciones de Spondylus tan grandes como en las islas de la Bahía de Panamá (Otoque, Taboga y el Archipiélago de las Perlas).
Conclusión
La investigación arqueológica realizada por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y el Instituto Nacional de Cultura en Cerro Juan Díaz ha confirmado que la orfebrería y artesanías hechas de conchas submareales que habitan en arrecifes Spondylus spp. y Pinctada mazatlanica se desarrollaron en la Gran Coclé antes de que se efectuaran los entierros en Sitio Conte -- el yacimiento arqueológico que brindó los primeros datos profesionalmente contextualizados sobre la antigüedad de los artefactos de metal en el istmo. Los rasgos funerarios que produjeron evidencia sobre la coetaneidad de estas dos actividades en Cerro Juan Díaz datan del período de manufactura de un nuevo estilo de cerámica pintada -- Cubitá -- el cual de acuerdo a los datos aquí resumidos abarcó desde aproximadamente el 550 hasta el 700 d.C. Si bien son pocas las piezas de oro reportadas, ellas se compaginan estilística y tecnológicamente con materiales ya asignados por Warwick Bray al Grupo Inicial de la metalurgia istmeña. También confirman la existencia de estrechos lazos entre la vertiente del Pacífico de Panamá y la costa noroccidental de Colombia (Uribe 1988; ver , también, Falchetti 1995:173). En otros sitios de la Gran Coclé , artefactos de metal del Grupo Inicial se hallaron asociados a cerámica del estilo Tonosí cuyo fechamiento conforme esta investigación comprende un período más corto -- 400 - 550 d.C. -- del que uno de los autores (RGC) había propuesto anteriormente (200 a.C.-500 d.C.).
La muestra de artefactos funerarios en muy pequeña en toda la Gran Coclé por lo que es temerario proponer hipótesis que atañen a las complejas relaciones entre materias primas, centros artesanales y geografía cultural. Dos postulados se desprenden, no obstante, de los datos aquí reseñados: en primer lugar, la gran cantidad de pequeñas decoraciones hechas de Spondylus y Pinctada en los rasgos funerarios en Cerro Juan Díaz -- aunada a la ausencia de estas artesanías en Sitio Conte (700-1000 d.C.) y en el cementerio más antiguo en El Indio (400-550 d.C.) -- sugiere que su importancia económica y simbólica durante el período de manufactura de la cerámica Cubitá era mayor que en otros momentos del per\'edodo precolombino. En segundo lugar, la similitud de los rasgos funerarios del período 550-700 d.C. en Cerro Juan Díaz con los de Playa Venado -- localizado en otra área cultural (Gran Darién ) -- podría indicar que la producción y el intercambio de artefactos de ostiones espinosos y perlíferos estuvieron vinculados a la difusión de la 'Tradición Semiótica de la Gran Coclé' a lo largo del litoral de la Bahía de Panamá por un breve lapso de tiempo.
Notas
Referencias
Figuras
Figura 1 Geografía y topografía de Cerro Juan Díaz
Figura 2 Planta esquemática de la Operación 3 demostrando la ubicación de los rasgos arqueológicos mencionados en el texto
Figura 3 Rasgos ovalados revestidos con piedras u "hornos"
Figura 4: a: Operación 3, Rasgo 1 e: Operación 3, Rasgo 2, b-d: pieza de oro con espirales divergentes halladas en los rasgos 1 y 2 (las letras en mayúscula indican la ;osición de los artefactos en cada rasgo
Figura 5 Cerro Juan Díaz, RAsgo16 a, b: barras de piedra pulida, c: argolla de oro y cobre, d-f: artefactos de Spondylus, h: última fase de la excavación que muestra la posición de "a" y "b"
Figura 6: A: RAsgo 94 b: Rasgo 115, c: artefactos de Pinctada mazatlanica encontrados en el Rasgo 94, d: batracio (?) de concha asociada al esqueleto("a"), e: pieza de metal vaciada en molde, hallada en el rasgo 115.
Figura 7 a-c: escudilla del tipo Ciruelo Negro-sobre-rojo, estilo Cubitá. a,c: Rasgo 94, b: encontrada tapando una urna funeraria en el Rasgo 5. d: urna Macaracas del Rasgo 68.
Figura 8 Artefactos de Spondylus. Todos, excepto i y j, proceden del Rasgo 16.
Figura 9 Veinticuatro fechas de Carbono 14 de Cerro Juan Díaz
Figura 10 Distribución de tiestos de seis estilos de cerámica pintada en siete contextos estratigráficos.
Figura 11 Artefactos de concha del cementerio del Indio.