Hasta 1935, el balonmano evolucionó paralelamente al fútbol y sus reglas eran idénticas, con la diferencia de que el primero de los deportes se jugaba con las manos.

Este deporte se vistió de olímpico en los juegos que se disputaron en Berlín en el año 1936. En ese estreno oficial se jugó en campos al aire libre y con una reglamentación que no tenía nada que ver con las normas actuales. El balonmano que se pudo ver en Berlín fue como el fútbol, pero con las manos. La competición olímpica se disputó sobre terrenos de fútbol, con la misma medida de las porterías. En cada equipo se alineaban 11 jugadores; participaron en total seis países. El sistema de juego fue de liguilla, con dos grupos de tres equipos. Alemania hizo valer su calidad y el jugar en su país, por lo que se adjudicó la medalla de oro. La plata la consiguió Austria, y Suiza se quedó el bronce. Tuvieron que transcurrir treinta y seis años para que el balonmano volviera a ser incluido en el programa olímpico. Munich fue el escenario donde se registró la presencia de este deporte, totalmente transformado, que poco tenía que ver con el balonmano del 36 en Berlín. Las normas eran distintas. El número de participantes se redujo de 11 a 7 y se disputó en salas cubiertas. La final la llegó a jugar Yugoslavia y Checoslovaquia, con triunfo de los balcánicos por 21-16. Para Rumanía fue el tercer puesto.

España logró una plaza para estos Juegos del 72, en Munich, al clasificarse quinta en el preolímpico, que se organizó en territorio hispano. Ya en la competición olímpica, a la selección nacional le correspondió medirse con potencias de la talla de Rumanía, República Federal Alemana y Noruega, un grupo muy fuerte. Los tres partidos se saldaron con derrota para España. El primer título de campeón olímpico de balonmano a siete lo consiguió Yugoslavia, tras vencer en la final a Checoslovaquia por 21-16, Ni Yugoslavia ni Checoslovaquia lograron ocupar el podio de los triunfadores en los Juegos Olímpicos del 76, disputados en Montreal (Canadá). La "máquina soviética" fue la que en la final se impuso a los rumanos por 19-15. Polonia conquistó el bronce. En esta Olimpiada entró el balonmano femenino, con dominio aplastante de la URSS. Las mujeres de la URSS repitieron el triunfo de los hombres al derrotar a la República Democrática Alemana. Iniciada ya la competición olímpica, el equipo de Túnez se retiró, dejando la villa olímpica. España ni siquiera consiguió un puesto en Montreal `76, al ser eliminada por Dinamarca.

El rodillo soviético se impuso tanto en la parcela masculina como en la femenina, pero en hombres saltó la sorpresa al vencer inesperadamente la República Democrática Alemana a los anfitriones por un apretado 23-22.

Una vez más, los intereses políticos se antepusieron a los deportivos. La invasión de Afganistán por parte de la URSS provocó que Estados Unidos encabezara un boicot en estos Juegos disputados en Moscú, aunque realmente, este plante no influyó demasiado en el torneo de balonmano. La RFA fue la única potencia que faltó a la cita olímpica.

La selección española logró con un quinto puesto en la clasificación general su mejor posición en unos Juegos Olímpicos. En la primera fase se venció a Dinamarca y Polonia. Con el equipo cubano se empato. En la fase final, el equipo nacional venció a Yugoslavia, para la quinta plaza, por un apretadisimo 24 - 23.

La selección femenina Soviética cubrió con creces el fallo del equipo femenino. Volvió a repetir victoria, con las mismas jugadoras que vencieron en Montreal `76. El veterano de las Odokonova, Turchina, Poradnik, Korchergina y Karlova se impuso a Yugoslavia. Destacable también fue que en el equipo de Alemania Oriental, que conquistó la medalla de bronce, figurara Roswiza Kraure, que además de jugar al balonmano consiguió el oro en los 100 y 200 metros en natación.

La no presencia en la ciudad norteamericana de cinco superpotencias como eran la Unión Soviética, Polonia, República Democrática Alemana, Hungría y Checoslovaquia hizo que la competición olímpica de balonmano quedara devaluada completamente. Los huecos existentes por este plante fueron cubiertos por Suecia, Suiza, República Federal Alemana, Islandia, y España. La selección nacional en el Mundial B de Holanda, disputado en 1983, no obtuvo plaza directa para Los Ángeles al haber quedado sexta en dicho torneo. El boicot soviético ayudó a que España participara en los Juegos de Los Ángeles, aunque luego su participación supuso una gran decepción al no pasar de la octava plaza. Yugoslavia, en Los Ángeles, volvió a alcanzar un título olímpico sin conocer el amargo sabor de la derrota. Los balcánicos no perdieron ni un solo partido a lo largo de la competición. Únicamente empataron con Islandia. La final ante la República Federal Alemana se inclinó para el lado de los yugoslavos tras un 18-17 apasionante. España obtuvo un triste obtuvo puesto.

En la siguiente cita olímpica, esta vez en Seúl `88, la gran novedad es que después de dos Olimpiadas alteradas por las vicisitudes políticas del momento, se volvieron a reunir las grandes potencias sin ningún tipo de disensión ni de odio. Antes de la competición, por lo que respecta a España, el optimismo se disparó. Incluso hubo gente que daba por medallista al equipo nacional antes de tiempo, pero el primer partido de la competición olímpica contra Checoslovaquia, una selección cargada de veteranía en sus filas, constituyó un serio estropicio. En esta ocasión se volvió a conseguir la fatídica octava plaza, por lo que se perdió la categoría A y se descendió de nuevo al Mundial B. La URSS se mostró implacable desde el primer encuentro, derrotando a Yugoslavia por 24-18. Los soviéticos se proclamaron campeones en una final sin apenas historia ante Corea del Sur por 32-25. La selección yugoslava, la gran derrotada en estos Juegos, fue tercera.

La sorpresa del torneo la proporcionó Corea del Sur, con un balonmano totalmente "kamikace". Los coreanos siguieron un plan de preparación espartano durante cuatro años, que luego, a la postre, les dio sus frutos ante selecciones que les superaban en potencia y fortaleza.

El zurdo Kang fue el cerebro realizador de Corea, que logró el subcampeonato olímpico con toda justicia, aunque en la final la "máquina" soviética aplastó a los anfitriones. La utilización de la defensa 3x2x1 fue el denominador común de casi todas las selecciones participantes. El fracaso español, con esa mencionada novena plaza en Seúl, provocó fechas más tarde que Juan de Dios Román abandonara la dirección del equipo nacional.

El milagro coreano en los Juegos Olímpicos de Seúl se manifestó con especial grandeza en la competición femenina. La velocidad y una valentía enorme en todas las acciones, principalmente ofensivas, rayando casi en la temeridad, fueron los motores fundamentales que impulsaron a las coreanas para ganar el oro olímpico en Seúl `88. Con estas armas rompieron fulminantemente la hegemonía de los países del Este en el balonmano femenino. La imaginación y la valentía de las coreanas dejaron en evidencia a la URSS, con un juego demasiado mecanizado y sin creatividad propia. Incluso Noruega arrebató a la URSS la medalla de plata.

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