.
 

HOME

 

Introducción

Historia

Heraldo

Humor

Diccionario

Graduaciones

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL AIKIDÔ

El Aikido es La Vía de la Armonía Espiritual. Es el arte de la asimilación y unificación con la Naturaleza. No hay dualidad, ni lucha, ni adversario.

Sólo existe la armonía entre nuestro espíritu y el espíritu del universo, y las técnicas de Aikido son la realización material de esta armonía.

Es la vía de la reconciliación, la encarnación del principio de unidad de todos los seres. Es, como dijo su fundador "la vía de la gran reconciliación y la brújula que señala hacia lo que las religiones denominan Cielo o Gran Universo".

El espíritu del Aikido, se puede resumir en unas palabras del Fundador: "Aiki es la expresión de la auténtica Verdad. Si alguien te ataca coléricamente, concíliate con tus sonrisas. Este es el verdadero <>".Si no comprendemos esta enseñanza y usamos el Aikido sólo para luchar, nunca nos desvelará su secreto.

El verdadero espíritu del Aikido sólo podrá comprenderse a través de la práctica.

NO - VIOLENCIA

Hoy en día, muchas escuelas y movimientos de artes marciales se apropian del término Aikidô para designar a sus artes y prácticas. Sin embargo, los maestros nos advierten que aún cuando muchos puedan usar el término Aikidô, en realidad pocos son aquellos que hablan de sus principios y hablan de acuerdo a su tradición. Cuando ordinariamente se les pregunta a los practicantes de Aikidô "¿Cuál es el único principio del Aikidô?", la mayoría de ellos no aciertan con sus palabras o responden vagamente con talante de incredulidad, sorpresa o total enredo.

La respuesta es pues la NO – VIOLENCIA. De esta aserción, el lector puede percibir el hecho de que la efectividad inmediata de una técnica física dada viene como consecuencia de nuestro compromiso con la disciplina. La efectividad inmediata de una técnica en un conflicto, ciertamente, es una aspecto importante en nuestro entrenamiento, pero no es muestro objetivo final.

Sin embargo, para nosotros esta habilidad se da solamente como un producto derivado de una dimensión más importante y profunda de la práctica, vale decir, el desarrollo de nuestro ser y la elevación de nuestro espíritu. Como ya es sabido, debido a nuestra ética, elegimos deliberadamente lanzar a los demás de una manera tal que los efectos que los efectos dañinos del lance sean reducidos al mínimo. Se reducirán al mínimo en el sentido que el lance será lo suficientemente efectivo como para desalentar una mayor agresión, sin causar daño permanente.

Navegador

NO – RESISTENCIA

Este principio está apoyado por la no competición; ya que ésta genera vencedores y vencidos. No olvidemos que el Aikidô es totalmente defensivo. Es normal en un entrenamiento puramente técnico pedir a nuestro adversario que no resista; sino cómo podríamos estudiar sus movimientos. Pero tengamos en cuenta que ello es sólo parte de la didáctica: mientras tori realiza una técnica aprende el modo de ejecutarla siguiendo las pautas de su instructor y uke, mientras es proyectado e inmovilizado, aprende a salvaguardarse, ósea que aprende a utilizar el ukemi más adecuado a la técnica que se le aplica.

Sin embargo, este sólo es el primer paso en el aprendizaje técnico de nuestro arte; puesto que a mayor nivel de práctica, tanto los ataques como la ejecución de las técnicas serán cada vez más reales, pero siempre conservando y aplicando el principio de la no – resistencia.

Las técnicas de Aikidô están diseñadas de manera que si no hay agresión inicial de parte del atacante, las técnicas no serán efectivas. Toda noción de agresión ha sido desechada del Aikidô, porque el Aikidô se guía del principio de la no – violencia. En todo caso, nuestra lucha será siempre con nosotros mismos, con nuestros deseos equivocados, angustias y miedos que se convertirán en nuestros rivales concentrados en nosotros mismos. Nuestra competición será, en ese sentido, con nuestro Yo (ego) buscando que superarnos a nosotros mismos día a día.

Es evidente que los principios de NO-VIOLENCIA y NO-RESISTENCIA están estrechamente enlazados al MINIMO ESFUERZO, y de igual modo la RECONCIALICION, como veremos más adelante. Pero este es una característica propia del Aikidô (aunque también se le menciona en la práctica de otras disciplinas), porque en la aplicación práctica de sus técnicas se busca aprovechar la fuerza del ataque (momentum), posibilitándonos a reducir nuestro esfuerzo físico y mental al mínimo y así obtener un alto resultado y efectividad del mismo.

Es por esta razón que se escuchará muy a menudo a nuestro instructor indicar: "¡¡no hagan fuerza; conduzcan, provoquen kuzushi !!", porque justamente al no resistir a un ataque real e inminente es cuando el Aikidô encuentra su fuerza.

Según las enseñanzas del propio Maestro Ueshiba: "La verdadera vía de las armas no consiste en simplemente neutralizar al enemigo, sino en dirigirlo de forma que abandone su espíritu hostil". Y esta enseñanza es aplicada a toda técnica, buscando refinar nuestros movimientos (Taisabaki), nuestros gestos y nuestro aliento.

La cristalización de este principio es una característica de la maestría y la belleza manifestados en el Aikidô por medio de la sutileza en el "hacer" o praxis, donde "el tiempo se dilata y toda acción violenta generada por el agresor, por más rápida y peligrosa que parezca, quedan atrapadas en el fantástico e increíble mundo del vacío donde quedan minimizados al punto de la ineficacia".

Es por esta razón que quien haya cristalizado este "hacer" o praxis nunca realizará movimientos bruscos ni rápidos, sino sutiles y continuos, sin dejar de ser potentes y muchas veces imperceptibles por el agresor.

Navegador

RECONCILIACION

El Aikidô nos habla también de la armonía reencontrada con todos los seres de la Creación; del amor que es el alma del mundo – El amor de Dios - , que es el impulso de la energía que da al universo la vida, el movimiento y el ser; al ritmo de cuyo diapasón vibra la existencia microcósmica del hombre.

El Aikidô nos habla también de la reconciliación con nosotros mismos, con nuestros semejantes, con nuestros enemigos. Este principio está perfectamente sustentado por el Evangelio, donde Jesucristo, El Señor, nos enseña a amar, a pesar de nuestro natural rechazo, a aquellos que nos quieren dañar (Mt. 5,38-48).

Esta palabra "reconciliar" nos es muy familiar a nosotros los cristianos por ser la misma que utilizamos en el sacramento de la confesión, el cual nos comunica con Dios para buscar la expiación de todo pecado, y de tal forma entrar en paz con nosotros mismos, con aquellos a quienes hemos faltado y con el Padre del Universo.

También habrá que enfatizar que la palabra "reconciliar" nos habla de una armonización con las leyes universales claramente señaladas por Dios y que son las que rigen el universo, su creación, que se reconocen como tales por ser parte existente de ella.

Oiremos a menudo recordar las palabras de O’sensei Ueshiba "yo soy el universo, el que ataca al universo está perdido"; también la idea de "ser uno con el universo". Estos conceptos o ideas no nos deben confundir con la idea de que "ser el universo" es ser como Dios mismo ni que "unirse con el universo" signifique volver a ser Dios; ya que por la lógica sabemos que "la parte es integrante de un todo". Si confundiéramos estos conceptos estaríamos cayendo en un panteísmo (todo es Dios, todo es divino), el cual estaría rompiendo con las leyes universales de la creación. Donde: "para que exista una criatura debe haber un creador". Mas tendremos que tener en cuenta, que cuando hablamos del universo, Dios lo creó de la nada por amor y que por eso el universo no es sino la más bella creación después del hombre y para el hombre.

En resumen, tomaremos las dos ideas o conceptos de "yo soy el universo, el que ataca al universo está perdido" y "ser uno con el universo" como queriéndosenos indicar que se ha cristalizado en uno, en cierta medida, las leyes del universo que es seguir el orden natural de las cosas: buscar la paz en la creación. Sin embargo, no debemos dejar de buscar la maestría, la belleza y la paz que son propias manifestaciones del amor infinito del Creador que no deja de cesar. Porque precisamente eso nos hace hijos suyos. A su imagen y semejanza.

Hemos explorado un poco más en las definiciones de los principios generados del Aikidô y con ello nuestro panorama se nos amplía. Empero, las siguientes palabras de O’sensei Ueshiba las sintetizarán de la siguiente manera:

"Es preciso atraer al adversario hacia el vacío creado por nuestro taisabaki y cuando la fuerza del adversario llegue a su punto máximo de ineficacia, debido al desequilibrio, guiarlo, proyectarlo, inmovilizarlo con nuestra acción.

Neutralizad a un hombre sin herirle físicamente y sobre todo neutralizad su intención agresiva poniendo en evidencia su inutilidad".

AG00111_.gif (1635 bytes)HOME