Las Notas de Primera Plana
Aguascalientes, Ags. / 31 de Octubre 1999

Teatro Legislativo

Recién alguien nos hacía notar nuestra predilección por los temas relacionados con el Congreso del Estado; «se ve que le interesa mucho», decían y, sí... no puede negarse, pero hay una razón y es que la Cámara de Diputados es una fuente generosa e importante de información, como que ahí se decide prácticamente el presente y el futuro de una sociedad, aunque no siempre se tiene en cuenta el pasado.

Pruebas de la importancia de la función del Congreso del Estado se ven constantemente; cómo se opere a su interior, es otra cosa.

El miércoles pasado, el diputado Luis Fernando Jiménez Patiño, solicitó a la Diputación Permanente, por acuerdo de la Comisión de Gobierno que preside, que decrete un cambio temporal de residencia del Poder Legislativo, en tanto se lleva a cabo una serie de obras para salvar el edificio, que desde 1983 es el Palacio Legislativo, y que antes de eso fue el Hotel París, adaptado para tal efecto por el arquitecto emérito don Refugio Reyes, sobre lo que quedaba de un mesón que mucho sirvió durante los primeros años de este cumpleañero Aguascalientes.

En su solicitud, Jiménez Patiño propone como recintos alternos para el trabajo de los diputados, el Teatro de la Ciudad de Aguascalientes, el Teatro Morelos, el Teatro Antonio Leal y Romero, ubicado este en el interior de la Casa de la Cultura; y el Teatro Alameda, localizado en el edificio de la Tesorería General del Estado.

No tendría nada de particular que los diputados se salgan del recinto oficial a otros alternos, lo han hecho muchos años atrás por diferencias con el Poder Ejecutivo, y también para la presentación de los informes de gobernadores, como lo harán el día 27 de noviembre en que Felipe González cumpla con ese rito. Es decir, siempre les ha quedado grande el local, salvo escasas excepciones.

En efecto, la ocasión es propicia para hacer notar que los diputados, dado el escaso poder de convocatoria que tienen ante la ciudadanía, no necesitan de espacios tan grandes; les basta un local en el que quepan ellos, una del PRD, los 10 del PRI y los 14 del PAN; el Oficial Mayor, unos cuantos asesores, Benito y Pancho, los encargados de evitar que se duerman o se les seque la garganta, y unas cuantas sillas extras por si alguien los visita, además de los espacios para los representantes de los medios de comunicación.

En efecto, las sesiones plenarias del Congreso del Estado no despiertan en la ciudadanía ningún atractivo ni interés, y eso es preocupante; eso debiera inquietar a los encargados de revisar, reformar y hacer las leyes que han de regir nuestra actividad y de normar nuestra conducta como miembros de una comunidad.

Para empezar, los diputados debieran hacer un análisis de la situación y definir la causa de su soledad; que mucho les beneficia esa soledad, pues no hay presiones ni recordatorios de la alta responsabilidad que tienen, y pueden operar más tranquila y libremente; pero no: la población debiera involucrarse en esa tarea legislativa, y es necesario conocer los motivos por los que se mantiene alejada de la Cámara de Diputados, como ocurre también en las sesiones de los Ayuntamientos.

Las últimas legislaturas, incluyendo la presente, han estado particularmente marcadas por una tacha de desaprobación de la opinión pública, porque no han generado ningún acuerdo cuyos beneficios a la población sean palpables, contundentes, generalizados o bien, han sido a la inversa, como ocurrió con el caso de las tarifas del agua potable.

Se cierne sobre las recientes legislaturas la creencia de que sus integrantes, los diputados, sólo se han servido de ellas para sus enjuagues, como se dice en la jerga popular; para el manejo de sus intereses personales y de partido, en esa tremenda lucha por el poder en el que todos están metidos de extremo a extremo, y como la ciudadanía no grita, no hay nada que los contenga.

Sin duda los tiempos han cambiado; ya no hay igual que antes la necesidad o la oportunidad de los encendidos discursos para defender o fijar posiciones. Los debates han pasado a ser otra cosa.

Ahora hay paz social, la democracia define y muestra sus facetas; ya no hay mucho qué hacer en la Cámara de Diputados y en algo tienen que entretenerse sus integrantes, aunque lo que hacen no sea precisamente para dignificar esa honorable institución.

Hacía mucho que no se cimbraba el Palacio Legislativo; y si ahora ocurre es debido a que la estructura física del edificio está resentida y necesita ser apuntalada.

Por eso cambia su domicilio social al local número 311 de la calle Morelos, al frente oriente de El Parián, además de que para las sesiones del pleno, cuatro teatros serán utilizados para sustituir al propio.

Por cierto que ha trascendido que la apertura del primer período de sesiones del segundo período constitucional de la 57 Legislatura, será la última asamblea que se realice en el recinto oficial de la Cámara de Diputados, hasta en tanto no se realicen las obras de rescate de ese edificio.

Antes, el 5 de noviembre, deberá reunirse la totalidad de los diputados para nombrar a la mesa directiva que presida los trabajos del próximo primer período.

Mientras tanto, en el actual teatro, en el que todos conocemos y que está ubicado en el lado norte de la Plaza de la Patria, se sigue presentando la obra «El Blanco Nieves y sus 13 Nanas», que tal es el título que se le ha dado al caso del diputado Gonzalo Nieves Mota, a quienes los priistas quieren sacar de la Cámara con el argumento de que es ministro de culto de la Iglesia Bautista, función que inclusive impide postularse siquiera para ser diputado... y él ya es diputado, casi casi por gracia de Dios, según argumenta el destacado miembro de la judicatura que anda por todas partes defendiendo la causa de Nieves Mota y condicionando el desafuero del bautista al desafuero post mortem de cuatro que fueron presidentes de la república en la etapa post revolucionaria.

Como es de esperarse, sus 13 compañeros blanquiazules defienden a Gonzalo Nieves Mota, como en el cuento, los siete enanos defienden a Blanca Nieves... para que luego se les vaya con otro. Y así tenemos a 27 carísimos representantes populares enfrascados en un asunto que no debiera haberse prolongado de haber vergüenza y ética, pero hay muchos intereses de por medio, que no son los de la ciudadanía, que impiden que haya una salida decorosa.

Una de las consecuencias de esa pugna será que no puedan ponerse de acuerdo para la realización de eventos en puerta, como es la presentación pública del primer informe de gobierno de Felipe González, porque ni pensar que los panistas contarán con la anuencia de la oposición en el Congreso del Estado para ese efecto, ni para ningún otro, mientras insistan en aplicarles ese «detestable» mayoriteo del que abominaban en tiempos no muy remotos.

Esta es la obra que actualmente se presenta en el teatro que está por cerrar sus puertas temporalmente. En los escenarios alternos que seguramente habrán de aprobarse, no habrá estrenos; ni de obra ni de teatro.