UN POCO DE HISTORIA

 

 

 

La denominación de «perfume» se remonta al tiempo de los romanos, en que éstos pedían a sus dioses «per fumum», a través del humo, sus necesidades. Ahumar con determinadas maderas ha sido también, desde siempre, una manera de prevenirse contra las enfermedades. En la Edad Media, las grandes epidemias se combatían con humo pestilente conseguido de la quema de determinadas hierbas. Entre esas especies ya figuraban la madera, el sándalo, el tomillo, la salvia, el enebro y el espliego.
  Paralelamente, se comprobó que con esos aromas también se podía perfumar el cuerpo, pero para esa operación se requería que el olor se conservara. Los primeros elementos que se aplicaron para conservar el olor fueron las grasas y los aceites en que se dejaba macerar la planta o la flor. Posteriormente se debía prensar la mezcla para obtener un aceite o alcohol aromático, descubrimiento este último atribuido a los persas.
  Los primeros perfumistas fueron sacerdotes que aromatizaban las estatuas de los dioses y a los reyes en el momento de su coronación. La costumbre de perfumarse no era, sin embargo, común a todas las civilizaciones antiguas: los egipcios consideraban que un día sin perfumarse era un día perdido; los griegos y los romanos de alcurnia se embadurnaban de aceites aromáticos tras el baño, mientras que a los judíos del Antiguo Testamento les estaba prohibido bajo pena de muerte.
  Hacia el año 1000, Avicena consiguió aislar los aceites etéreos puros de las plantas mediante diferentes procesos de destilación, lo que facilitó el comercio y el transporte de las sustancias aromáticas. Pero la fecha en que se descubrió el poder de algunas sustancias animales para mejorar el aroma y mantenerlo es dudosa, aunque su utilidad se conoce desde tiempos remotos. Estas sustancias, que en su estado original son malolientes, profundizan, resaltan y mejoran los aromas principales de un perfume.
  Las más utilizadas son el almizcle, secreción producida por las glándulas sexuales del almizclero (especie de ciervo original de las montañas de Asia interior); el ámbar, sustancia producida por el metabolismo del cachalote; la algalia, secreción de la civeta; y el aceite de castor, que es segregado por el estómago de dicho animal.  Durante los siglos anteriores al XIX, el perfume se utilizaba no para oler bien, sino para enmascarar la falta de higiene.
  En el s. XVI se cerraron las casas de baño por considerar que eran las responsables de la transmisión de las enfermedades venéreas. Las clases altas eran precisamente las que más rehuían el agua: no se cambiaban el traje hasta que estaba completamente inservible y se utilizaban los pañuelos con perfume bajo la nariz para poder soportar los hedores.Y si quieres saber más...escríbenos y te lo contaremos todo!!!

            Ir al principio                                                                                                             home