Martes 26 de Octubre de 1999

"También sus cielos destilarán rocío." Deuteronomio 33:28

Lo que en Oriente es el rocío para la naturaleza, eso es la influencia del Espíritu Santo en el reino de la gracia. ¡Cuánto lo necesito! sin el Espíritu de Dios, soy una planta seca que se mustia. Desmayo, decaigo y muero. ¡Cuán tratamente me refresca este rocío! Pero desde que este rocío me refresca, me reanimo,y me siento contento, fortalecido, gozoso. No necesito otra cosa. El Espíritu Santo me trae vida y todo cuanto se requiere para vivir. Todo lo demás, sin el rocío del Espìritu Santo lo reputo como nada: oigo, leo, oro, canto, me acerco a la mesa de la comunión, y no encuentro bendición hasta que me visita el Espíritu santo. Tan pronto como El me ciega, todos los medios de gracia me resultan dulces y provechosos.

¡Qué promesa tan grata para mi!... "Sus cielos destilarán rocío" . Seré visitado por la gracia; no seré abandonado en mi sequedad natural, ni calor abrazados del mundo, ni al soplo ardiente de la tentación. ¡Sienta yo ahora mismo el rocío apacible, silencioso y bienhechor del Señor! ¿Y por qué no? El me ha dado la vida y me ha hecho crecer como la hierba de los prados, me tratará como se trata a la hierba y me refrescará desde lo alto. La hierba no puede clamar por el rocío, como puedo clamar yo. El Señor que visita la planta que no pide, contestará a su hijo que le ruega.

 

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