Aprender a ser feliz


Los hombres no nacemos felices o infelices, sino que aprendemos a ser lo uno
o lo otro. Con la felicidad nadie se topa a la vuelta de una esquina. No es
como la lotería, que llega un día de repente. No hay felicidad a bajo
precio. Es algo que tiene que forjar cada uno, aprendiendo a ser feliz

- Pero se puede ser totalmente feliz?

Total y absolutamente feliz, no. Siempre hay cosas que nos llevan a
sentirnos infelices, y a veces son difíciles de explicar. Toda vida humana
tiene momentos de dolor, y lo habitual es que sean frecuentes y que llenen
la vida de cicatrices que van curtiendo a la persona. Cualquier
biografía -dice el psiquiatra Enrique Rojas- está surcada por cordilleras de
obstáculos y frustraciones. Asomarse a la vida ajena es descubrir sus
desgarros, lucha con uno mismo y con su entorno, pero
también la grandeza del esfuerzo por salir adelante, por eso que se llama
vivir. La vida es un forcejeo permanente con las adversidades, un intento
por solucionar las dificultades, apoyado por el amor y el trabajo.

Pero si la vida es tan dolorosa y difícil, cómo se puede ser feliz?

No debe confundirse la felicidad con algo tan utópico como es querer pasar
toda la vida en un estado de euforia permanente o de continuos sentimientos
agradables. Eso sería una ingenuidad. Quien pensara así, estaría casi
siempre triste, se sentiría desgraciado, y su familia probablemente también.

Digo que su familia también, porque los hijos -sobre todo cuando ya no son
tan pequeños- notan todo eso perfectamente. Muchos padres viven con la idea
romántica de que los chicos no se enteran de nada de lo que pasa en la casa,
que son felices y se pasan el día riendo y jugando, disfrutando con sus
cosas y ajenos a la tristeza de la familia.

Sin embargo, detrás quizá del candor de su sonrisa, o de esa mirada
preocupada, lo ven todo. Y reflexionan. Y muchos sienten una terrible
soledad. A lo mejor no tienen con quién hablar, a quién contarles que sufren
viendo el ambiente triste de sus padres y de toda la casa.

-Pero la tristeza o la alegría es algo que depende mucho de la disposición
hacia ella con que haya nacido cada uno...

Cada uno nace con una cierta disposición a la alegría, con distinto humor.
De acuerdo. Pero, junto a ello, para llegar a la alegría es preciso luchar
por alcanzarla e incorporarla a nuestro carácter.

-Es fácil cuando uno no tiene preocupaciones...

Pero es necesario hacerlo para alejarlas. Y tendrás que superar esos bajones
en el estado de ánimo, y quizá dejar alguna cosa que no es tan importante y
sacar tiempo para sentarte un rato con el resto de la familia y charlar,
aunque a lo mejor no te apetezca mucho. Y será el momento de proponernos
todos conjuntamente alcanzar metas que mejoren el ambiente de la casa, esas
gratificaciones mutuas que llenan de alegría el hogar.

Reflexiona sobre el talante con el que afrontas las cosas negativas, y así,
al conocer las cosas que le hacen a uno sentirse desgraciado, pueden
combatirse mejor.

Si te paras a pensar, a lo mejor caes en la cuenta de que estás esperando a
circunstancias que casi seguro no van a llegar. Piensas que serás feliz
cuando no tengas esas preocupaciones, o cuando te vuelva la salud perdida, o
cuando finalice aquella ocupación absorbente, o cuando sea, pero siempre
queda como algo lejano. Y sabes bien que cuando pasen esas circunstancias
llegarán otras, y corres el peligro de consumir tu vida esperando esa utopía.

Ideas entresacadas de "Educar el carácter" de Alfonso Aguiló

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