BIOGRAFÍA

Nació un 27 de diciembre de 1943 en el barrio de Poble Sec de Barcelona (España), en un país donde las recientes heridas de la guerra civil (1936 a 1939) tardarían aún mucho tiempo en cicatrizar, su padre Josep, un obrero; su madre Angeles, una campesina de Beltiche.

Juanito, como se le conocía de pequeño, estudió primero en un colegio religioso para después estudiar en un instituto. Una vez aprobada la revalida de bachillerato se matriculó en la Universidad Laboral de Tarragona, antes consiguió aprobar el ingreso de Peritaje Industrial y curso todo el bachillerato laboral.

Su andadura musical comenzó con tres compañeros del servicio militar, formó un conjunto integrado por dos guitarras, contrabajo y batería, empezó a componer canciones y su primer paso consistió en presentarse a un programa de radio de Salvador Escamilla a finales de 1964, llegó al programa de Radio Barcelona y cantó una sola canción. Tres meses después fue a una casa de discos, le hicieron una prueba y a los tres días recibe una respuesta afirmativa y graba su primer disco, que incluía las canciones "La mort de l'avi", "Una guitarra", "Ella em deixa" y "el mocador", de esta manera entró a formar parte de la Nova Cançó, identidad negada entonces por los vencedores de la guerra civil.

El primer grupo promotor de la Nova cançó fue -Els setze jutges- (Los dieciséis jueces) que, como su nombre indica, fijaba un máximo de dieciséis cantantes en lengua catalana cuya primera aparición publica fue el 19 de diciembre de 1961, Joan Manuel ocupó el puesto número trece de este grupo, el debut público como componente de -El setze jutges-, tiene lugar en mayo de 1965, por entonces cobraba 1.000 pts. como el resto de los componentes del grupo, su primer triunfo indiscutible se produce en Abril de 1967 al actuar en solitario en la segunda parte de un concierto de la Nova Cançó en el Palau de la Música Catalana de Barcelona.

1968, un año crucial 

En enero de 1968 los periódicos anunciaron que Joan Manuel Serrat representaría a España en el Festival de Eurovisión que se iba a celebrar en Londres, pensaron que él podía dar una imagen distinta, joven, inconformista, rebelde dentro de un orden.

La bomba estalla el 25 de marzo, cuando Serrat -que ya había grabado su primer disco en castellano- renuncia a cantar en el Festival de Eurovisión si no lo hace en lengua catalana, ante su negativa se le acusa de "separatista", en algunos titulares de los periódicos aparece -Serrat dice "no" a España-, a partir de ese momento es vetado en la Televisión Española.

Fruto de sus relaciones con la modelo catalana Mercedes Doménech tiene un hijo al que le llaman Queco Serrat, nació el 8 de mayo de 1969 en Madrid.

La primera gira sudamericana dura cinco meses y concluye en febrero de 1970, en marzo de 1971 comienza otra gira por países sudamericanos, Argentina, Colombia, Chile, Venezuela y Méjico.

En 1975 se editó el album Piel de manzana, el cual llegaría a ser vendido casi clandestinamente, en años posteriores verá prohibida su entrada en algún que otro país americano. El 29 de septiembre de 1975 declara en el aeropuerto de Méjico su -absoluto repudio a la pena de muerte, a la violencia establecida y oficial-, posteriormente se adoptarían medidas contra él, como la congelación de la venta de sus discos, prohibición absoluta de radiación de sus canciones, la apertura de un proceso de orden de apresamiento en caso de que el cantante regresara a España, Serrat no se detracta de sus manifestaciones y decide exiliarse en Méjico, a pesar de todo, el artista rehace su vida y recorre las carreteras junto con sus compañeros a bordo de un autobús-roulotte al que llamaban -La gordita-, precedida de una camioneta llamada -La chispa-.

La muerte del general Franco propicia su regreso a España el viernes 20 de agosto de 1976, pero aun con riesgo de detención en el aeropuerto de Barcelona que no llega a producirse, tiene un recibimiento multitudinario de sus fans.

En 1978 se casa en la intimidad con Candela Tiffón, un año después nace su hija María.

En junio de 1983, tras más de ocho años de ausencia no deseada por ninguna de las dos partes actúa en Buenos Aires, un país que ansía la normalidad democrática, inicia la actuación con Cantares, en Chile le prohíben la entrada al país, la gira proseguiría en Uruguay  Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela.

La gira de 1984 queda inmortalizada gracias al elemento humano, (públicos masivos) y el técnico, siete toneladas de material, magnetófonos de 18/24 pistas, micrófonos de ambiente y 18 de sonido directo en cada escenario.

Cronista de un tiempo, figura popular cuya permanencia lo ha situado por encima de los vaivenes de la  moda o las fluctuaciones de un mercado que lo fagocita todo, Joan Manuel Serrat continua siendo notario de su entorno, posee la misma capacidad de indignación, de entusiasmo y de ilusión que cuando tenía aquellos veinte años.

No importa el tiempo transcurrido, sino la obra realizada y la que, ahora mismo, abre las puertas del futuro. Lo importante es la sinceridad permanente y las ganas de seguir vivo, nos abre una nueva perspectiva con la que mirar el mundo y mirarnos a nosotros mismos.

 

 

 

SERRAT UNA HERENCIA RECIBIDA

Corrían los años de mi niñez y en casa era un ritual escuchar los primeros disco en pasta de Serrat, con sus cabellos largos su cuerpo delgado y cantándolo a tantas cosas que no entendía, cada vez que mi madre los escuchaba (cosa muy frecuente) en mi interior decía " OTRA VEZ CON LA MUSIQUITA", en los años amargos de la dictadura en mi País ,cosa que tampoco llegaba a comprender, sus canciones se escuchaban con mas frecuencia y su volumen subía mas y mas.

Hoy soy una mujer y de tanto escucharlo cada día lo fuì comprendiendo mas lo que en  mi niñez era un martirio, en mi adolescencia de joven rebelde que deseaba y deseo Justicia para Todos, sus canciones acercaban al mundo perfecto que deseaba, gracias a el conocí poetas Universales como AntonioMachado, Miguel Hernandez, que en ese momento en la literatura de mi País no existían. Del mismo modo me sucedía con sus composiciones.

Siendo una niña mi Madre falleció, y gracia a ti Nano hoy de mayor puede conocer los ideales de ella , su forma de pensar y la explicación de su forma de actuar ante varios casos de nuestra vida.

Hoy soy una mujer y la historia vuelve a repetirse mis hijos dirán ¡ Otra vez la  musiquita ! con volumen muy alto y la lucha por escuchar a su Yakira, a las Spice Girl, etc, (la historia vuelve a repetirse).

Mi deseo es que ellos algún día comprendan el significado de tus letras y sigan nuestros ideales.

Pienso que cada día cantas mejor, y no dejo agradecerte la herencia que recibí de ti.

Gracias Nano y que frase mas cierta e identificativa "CAMINANTE SE HACE CAMINO AL ANDAR"

afectuosamente

                                                       Sonia

 

 

 

CARTA DE SERRAT A MI CIUDAD

Querida Montevideo:

Ayer hablé por teléfono con Galeano y me contó que el tiempo está muy inestable por ahí. El invierno empieza a mostrar su cara de palo y los plátanos de sombra ya están arreglando sus cosas antes de echarse a dormir.
Cuando nos vimos las caras por primera vez, Montevideo, verdeabas por los cuatros puntos cardinales y las muchachas se desparramaban adormiladas en los pastos del Parque Rodó, robándole el brillo al Sol del mediodía para llevárselo puesto. Era noviembre de 1969. Aquel año fue el primero de mi vida que tuvo dos primaveras.
Viajé desde Buenos Aires con Edmundo Rivero, el de las manos como capazos y la voz de trueno; con él compartía cartel en el Parador del Cerro. Vine para un par de días, con urgencias, como siempre, y, nada más llegar, después de atender un par de periodistas, tan convencidos como yo de lo efímero del éxito, en especial el mío, salí del hotel con la intención de bajar al puerto a cumplir con una antigua promesa: encontrar la sombra perdida del Graf Spee.
De niños, el Tito y yo, conmovidos por el heroísmo de aquellos marineros, rubios como la cerveza, que hacían de buenos en la película, nos juramentamos, al salir del cine, que, en cuanto fuésemos mayores, iríamos a Montevideo a echarles una mano a aquellos desventurados tipos, aunque fuesen alemanes; así que, aprovechando la ocasión, aun a sabiendas de que era demasiado tarde para hacer nada por ellos, eché a andar con moderado entusiasmo al encuentro de mis fantasmas infantiles. De cualquier modo, aunque no sacase nada en claro del Graf Spee, siempre me quedaba el Tito quien, en nuestra anual conversación en el Bar Juanito, escucharía generoso el relato ampliado y aderezado de este rescate de recuerdos.
Pero tú querías llamar mi atención con otras cosas, Montevideo.
Querías que te viera, que me fijara en ti, que me dejara de pavadas de Graf Speeses y marineritos heroicos y que me enredase en tus redes. Por eso abriste para mi la cajita de los asombros y, justo al salir del hotel, aprovechando mi torpeza habitual, me hiciste pisar una bosta de caballo. En plena Plaza Independencia. En 1969. Una rotunda bosta de caballo en la puerta del Hotel Victoria Plaza, antes de Moon.
Yo , que había salido a buscar perfumes de niñez me di de morros con ella. Qué admirable y qué insólito se veía en el asfalto aquel trofeo verde y oro. No por el hecho en sí, claro, no por el lugar elegido por el animal para cagar, sino porque aún rondasen caballos por el centro.
Aquella bosta le dio una vuelta de tuerca al destino. Me devolvió a los cuarteles de invierno de los años idos. Encendió mi curiosidad empujándome a buscar debajo detu vestido. Me llamaste y yo atendí y me dejé llevar.
Olvidé el asunto del Graf Spee y a Tito. Olvidé el programa previsto. Incluso olvidé una visita concertada al Estadio Centenario -por cuyas tripas, si uno le pone atención, al atardecer, se escucha el tintineo metálico de los tacos- y caminé a donde quisieron llevarme mis zapatos. Como un gurí por la murga, me dejé llevar por calles engalanadas de forchelas; calles en las que aún estaba caliente el recuerdo de Xirgú y donde los diarios voceaban nombres desconocidos que iban a tardar poco en serme cotidianos; calles que aguardaban todo el año la vuelta del Carnaval, agotadas sus existencias de longanizas para atar perros ; veredas por las que los hinchas de Nacional caminaban agrandados con títulos libertadores e intercontinentales bajo el brazo como quien se exhibe con el termo para cocer el mate de la gloria.
El termo. ¿ Quién dijo termo...? El termo y el hombre. El termo y la cancha. El termo y Dios.
Qué insólito espectáculo, querida, para unos ojos profanos, contemplar a unos ciudadanos comunes, en su mayoría tipos respetables, yendo y viniendo de sus quehaceres cotidianos con ese artefacto que uno cree reserva
Querida Montevideo:

Ayer hablé por teléfono con Galeano y me contó que el tiempo está muy inestable por ahí. El invierno empieza a mostrar su cara de palo y los plátanos de sombra ya están arreglando sus cosas antes de echarse a dormir.
Cuando nos vimos las caras por primera vez, Montevideo, verdeabas por los cuatros puntos cardinales y las muchachas se desparramaban adormiladas en los pastos del Parque Rodó, robándole el brillo al Sol del mediodía para llevárselo puesto. Era noviembre de 1969. Aquel año fue el primero de mi vida que tuvo dos primaveras.
Viajé desde Buenos Aires con Edmundo Rivero, el de las manos como capazos y la voz de trueno; con él compartía cartel en el Parador del Cerro. Vine para un par de días, con urgencias, como siempre, y, nada más llegar, después de atender un par de periodistas, tan convencidos como yo de lo efímero del éxito, en especial el mío, salí del hotel con la intención de bajar al puerto a cumplir con una antigua promesa: encontrar la sombra perdida del Graf Spee.
De niños, el Tito y yo, conmovidos por el heroísmo de aquellos marineros, rubios como la cerveza, que hacían de buenos en la película, nos juramentamos, al salir del cine, que, en cuanto fuésemos mayores, iríamos a Montevideo a echarles una mano a aquellos desventurados tipos, aunque fuesen alemanes; así que, aprovechando la ocasión, aun a sabiendas de que era demasiado tarde para hacer nada por ellos, eché a andar con moderado entusiasmo al encuentro de mis fantasmas infantiles. De cualquier modo, aunque no sacase nada en claro del Graf Spee, siempre me quedaba el Tito quien, en nuestra anual conversación en el Bar Juanito, escucharía generoso el relato ampliado y aderezado de este rescate de recuerdos.
Pero tú querías llamar mi atención con otras cosas, Montevideo.
Querías que te viera, que me fijara en ti, que me dejara de pavadas de Graf Speeses y marineritos heroicos y que me enredase en tus redes. Por eso abriste para mi la cajita de los asombros y, justo al salir del hotel, aprovechando mi torpeza habitual, me hiciste pisar una bosta de caballo. En plena Plaza Independencia. En 1969. Una rotunda bosta de caballo en la puerta del Hotel Victoria Plaza, antes de Moon.
Yo , que había salido a buscar perfumes de niñez me di de morros con ella. Qué admirable y qué insólito se veía en el asfalto aquel trofeo verde y oro. No por el hecho en sí, claro, no por el lugar elegido por el animal para cagar, sino porque aún rondasen caballos por el centro.
Aquella bosta le dio una vuelta de tuerca al destino. Me devolvió a los cuarteles de invierno de los años idos. Encendió mi curiosidad empujándome a buscar debajo detu vestido. Me llamaste y yo atendí y me dejé llevar.
Olvidé el asunto del Graf Spee y a Tito. Olvidé el programa previsto. Incluso olvidé una visita concertada al Estadio Centenario -por cuyas tripas, si uno le pone atención, al atardecer, se escucha el tintineo metálico de los tacos- y caminé a donde quisieron llevarme mis zapatos. Como un gurí por la murga, me dejé llevar por calles engalanadas de forchelas; calles en las que aún estaba caliente el recuerdo de Xirgú y donde los diarios voceaban nombres desconocidos que iban a tardar poco en serme cotidianos; calles que aguardaban todo el año la vuelta del Carnaval, agotadas sus existencias de longanizas para atar perros ; veredas por las que los hinchas de Nacional caminaban agrandados con títulos libertadores e intercontinentales bajo el brazo como quien se exhibe con el termo para cocer el mate de la gloria.
El termo. ¿ Quién dijo termo...? El termo y el hombre. El termo y la cancha. El termo y Dios.
Qué insólito espectáculo, querida, para unos ojos profanos, contemplar a unos ciudadanos comunes, en su mayoría tipos respetables, yendo y viniendo de sus quehaceres cotidianos con ese artefacto que uno cree reservado a situaciones de emergencia, con la mayor de las naturalidades, enganchados a él como un yonqui a la heroína. Aun reconociendo el aporte tecnológico que el termo representa para la cultura de la yerba (mate), no deja de ser chocante para unos ojos profanos, repito.
Aquel día, caminé tus calles como nunca he vuelto a caminarlas mientras tú, Montevideo, hacías todo lo posible por deslumbrarme. Unas veces de frente y otras por sorpresa. Me llevaste a comer achuras al Mercado del Puerto, nos tumbamos en la tarde de Pocitos y juntos amanecimos en el Cerro. Me trajiste a Alfredo y a Daniel y al loco del Sabalero y a la dulce Vera y yo te llevé conmigo al Este, a comernos las noches con Nana, con Manolo, con la Camerata.
Me gustaste desde el primer momento, Montevideo, pero fue más tarde cuando me enamoré de ti. Fue cuando te exiliaron y te viniste a mi casa con lo puesto. Ahí, mirada triste, sueños torcidos, carnes torturadas; ahí te conocí, Montevideo; ahí te sentí como algo mío, y ahí nos juramos amor eterno.

 

 

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