Proyecto de integración
 

 

 

      Así, se dio inicio al proyecto en el año escolar 92-93 con Michael, un preescolar diagnosticado como autista de alto funcionamiento, quien era hermano de uno de nuestros alumnos regulares.

     Luego en el año 95-96, continuamos con Ricardo con un diagnóstico de ADHD. En el año escolar 96-97, fueron inscritos Jesús al que se le diagnosticó autismo con altos niveles de agresividad, Víctor con un cuadro de retardo general del desarrollo y Mario al que, luego de 7 meses de estar asistiendo al preescolar, le diagnosticaron un tumor germinal maligno en la región lumbo – sacra. En el año 97 – 98, ingresó Lian, con problemas motores causados por deformidad de la pierna derecha. Y por último, este año escolar, estamos trabajando con la integración de Gabriela, una niña que presenta Síndrome de Down, con un nivel de retardo mental de leve a moderado.

      El despistaje de estas patologías, en su mayoría, fue realizado en el preescolar. El equipo interdisciplinario y, por supuesto, las docentes de aula, han contribuido de manera determinante para el diagnóstico y tratamiento de todos estos niños, conjuntamente con su integración al aula regular.

      La experiencia ha sido y está siendo absolutamente positiva, no sólo para estos niños, sino también para los niños regulares que han tenido y tienen la oportunidad de compartir con ellos en el aula de clases y para sus padres y representantes.

       El papel que juega el docente de aula dentro de este proyecto, es altamente importante. Por tanto, es imprescindible que posea una sensibilidad especial para el trabajo con estos niños, y una disposición constante para el mejoramiento y actualización profesional. En los actuales momentos, tomando en cuenta la resolución 2005 promulgada por el Ministerio de Educación, es de imperiosa necesidad el que todos los docentes, tanto los que se encuentran ya en ejercicio, como los que están en formación, se familiaricen y sensibilicen para el trabajo con niños con necesidades especiales. Esta es una labor, que ya no puede dejarse sólo en manos de los maestros especialistas, psicopedagogos o licenciados en educación especial. Estos niños, por el sólo hecho de serlo, tienen derecho a no ser discriminados, y a que se les brinden todas las oportunidades posibles para su óptimo desenvolvimiento dentro de una sociedad cada vez más competitiva como en la que estamos viviendo. No obstante, no deben olvidar que no son más que COLABORADORES de la familia, y que sin la colaboración y disposición de ésta y de la comunidad, no se puede llevar a cabo la integración de estos niños de forma exitosa.





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