IRENEO
Usando la regla que nos fue dada por Dios para escoger el mensajero para cada edad, declaramos sin lugar a dudas que Ireneo fue exaltado por el Señor a esa posición. El fue el discípulo de Policarpo, aquel gran guerrero y santo de la fe. Y no hay duda de que mientras él estaba sentado a los pies de aquel gran hombre, aprendió las virtudes Cristianas que procedían de su vida consagrada, porque Policarpo en verdad fue uno de los santos ilustres de todas las edades en vista de una vida irreprensible.
Ud. recordará por su propia lectura, que Policarpo fue martirizado. Siendo demasiado viejo para huir y demasiado sincero para permitir que otro lo escondiera y luego que aquel sufriera el castigo por haberlo hecho, él se entregó a la muerte. Pero antes de morir él pidió, y le fue concedido permiso para orar dos horas por sus hermanos en el Señor, por el gobernador, por sus enemigos y por los que le habían capturado. Como los poderosos santos de todas las edades, y deseando una mejor resurrección, él se mantuvo firme, negando renunciar al Señor, y murió con una conciencia libre. El fue puesto en la pira (sin que le amarraran, por su propia petición) y fue encendido el fuego. Las llamas rechazaban tocar su cuerpo, entonces fue traspasado con una espada. Cuando esto fue hecho, brotó agua de su costado apagando las llamas. Realmente se vio la partida de su espíritu en la forma de una palomita blanca que salió de su seno.
Sin embargo, aun con un testimonio tan maravilloso, este estudiante de Juan el Revelador no militó en contra del sistema Nicolaita, porque él mismo se inclinaba hacia la organización, sin darse cuenta de que el deseo de compañerismo y lo que parecía ser un buen plan para nutrir la obra de Dios, en verdad era una trampa del enemigo.
Con Ireneo no fue así, más bien él luchó en contra de cualquier forma de organización. También la historia de su vida, durante la cual sirvió al Señor, fue una vida de muchas manifestaciones del Espíritu Santo; y la Palabra fue enseñada con una claridad y conformidad extraordinaria a los preceptos originales.
Es conocido que sus iglesias en Francia tuvieron los dones del Espíritu en operación, porque los santos hablaron en lenguas, profetizaron, levantaron a los muertos, y sanaron a los enfermos por la oración de fe. El vio el peligro en cualquier clase de hermandad organizada entre los ancianos, pastores, etc. El se mantuvo sólidamente a favor de una iglesia local, unida, llena del Espíritu, y en la cual se manifestaban los dones. Y Dios le honró porque el poder de Dios se manifestó entre los santos.
El también tenía un entendimiento claro en cuanto a la Deidad. Y como él era discípulo de Policarpo, quien fue discípulo de San Juan, podemos saber con seguridad que él tuvo la enseñanza más perfecta que se podía tener sobre este tema. En el Volumen 1, página 413 de Los Padres Ante Nicea, tenemos esta declaración que él hizo acerca de la Deidad: "Todas las demás expresiones, asimismo, muestran el titulo de uno y el mismo ser: El Señor del Poder, el Señor, el Padre de todos, Dios Todopoderoso, Altísimo, Creador, Hacedor, y así, estos no son los nombres y los títulos de una sucesión de distintos seres, sino de uno y el mismo." El declaró claramente que estos solamente son títulos como también es Rosa de Sarón, Estrella Resplandeciente de la Mañana, el más Bello entre Diez Mil, etc. Ni tampoco hay más que un solo Dios y Su nombre es: Señor Jesucristo.
Así que con su fidelidad exacta a la Palabra, su entendimiento maravilloso de las Escrituras y la asistencia del poder de Dios sobre aquel ministerio, él es la selección correcta para la edad. Es en verdad desafortunado que las otras edades no tuvieron en sus mensajeros tal combinación de frutos, poder y dirección en el Espíritu Santo y en la Palabra.