AVENIDA ECHEGARAY 195 por Jos‚ Carrera SEGUNDA TEMPORADA CAPITULO 7 T¡tulos de cr‚dito. 1. -Int. La Rosa Negra. Noche. Plano desde lo alto de la baldosa sobre la que segundos antes permaneciese Luis. La c mara comienza a descender hacia ella, mientras vemos sobreimpresionados y encadenados, los rostros expectantes de Romero, Mar¡a, Zoe, Coma y Men‚ndez. La imagen se adentra en la baldosa y fundido a negro. 2. -Int. Sal¢n Blanco. Luis est  de pie en medio de un sal¢n de paredes y suelo blancos. Como si se tratara del vac¡o absoluto. No hay sonido. No hay perspectiva. Frente a ‚l, un malabarista con una m scara al estilo de un Joker. En el suelo, frente al malabarista, tres mazas. En la primera maza podemos leer: "Cyrano", en la segunda "Lucyfer", en la tercera maza un signo de interrogaci¢n. El malabarista toma las mazas del suelo y comienza a jugar con ellas, volte ndolas en el aire, mientras de alguna parte comienza a surgir una risa que poco a poco se convierte en carcajada. Primer plano de Luis. Frunce el ce¤o ante lo que ve. Da un paso al frente. Y, de repente, todo cambia. 3.- Int. Sal¢n Negro. La luz que casi da¤aba sus ojos desaparece en d‚cimas de segundo, y la oscuridad lo envuelve todo. énicamente, en lo alto, hacia la derecha, una peque¤a luz amarillenta ilumina parcialmente el rostro y el cuerpo de Luis. Pasos. La luz amarilla ilumina apenas una silueta. Luis da un paso atr s. De alguna parte, llega el sonido de est tica tan familiar. La silueta desaparece del foco de luz. Plano desde detr s de Luis. Una mano surge de la oscuridad y se apoya en su hombro. Dando un violento giro, Luis se vuelve. El foco ilumina el rostro desconocido. µngeles le sonr¡e. Lleva los pendientes de rub¡, que brillan bajo la casi inexistente luz. µngeles (con est tica en la voz): Tambi‚n estoy aqu¡... Levanta su mano derecha como si fuera una garra. Luis inclina su cuerpo hacia atr s. Con un chasquido met lico, surgen de sus dedos unas largas u¤as. Luis da un nuevo paso atr s. El rostro de µngeles desaparece. µngeles (est tica, en off): Muy pronto, ni siquiera recordar s de donde vienes... La luz amarilla se apaga. Silencio absoluto. Oscuridad. Escuchamos la entrecortada respiraci¢n de Luis. Una luz roja surge, como un foco, sobre su cabeza. Luis levanta la mirada hacia lo alto. El foco se mueve, dirigiendo su haz hacia una esquina. Una cama, y dos figuras desnudas movi‚ndose en ella. Luis parece incapaz de moverse. S¢lo observa. Las dos figuras se vuelven, dejando de hacer el amor. Son los Prezer. Carlos y Rosa. El primero le sonr¡e. Rosa le mira fijamente. Un hilo de sangre resbala por la comisura de sus labios. Rosa (est tica): El sabor de las Almas... Carlos (est tica): ...es delicioso. Se echan a un lado de la cama, dejando ver la figura que sus cuerpos ocultaban. Es Mar¡a. Desnuda, con heridas sangrantes como llagas por todo su cuerpo, la mirada perdida y sin vida. Luis niega con la cabeza. El rostro de Carlos Prezer aparece a su lado. Luis reprime un grito. El foco rojo le ilumina desde abajo, acrecentando su rostro siniestro y divertido. Una sonrisa mal‚fica cruza su cara mientras habla. Carlos: Nosotros solamente estamos aqu¡... Luis tropieza con algo al intentar escapar de la mirada de Carlos. Se vuelve. S¢lo hay oscuridad. Pero ‚l est  palpando algo. Retira su mano derecha y la observa. Est  manchada de sangre. Rosa (est tica, en off): ¨Ya sabes a d¢nde perteneces t£?. La luz roja desaparece. Nuevamente oscuridad total. La respiraci¢n entrecortada de Luis se hace cada vez m s fuerte. Un chasquido. Otra vez la luz amarilla a lo lejos. Y, bajo ella, una figura que tiembla. Luis entorna la mirada, intentando reconocerla. La figura se vuelve hacia ‚l. Es Camila. Un rastro de sangre en su pecho. Camila (est tica): Ella te dir  que all¡ es donde tienes que estar. Pero t£ sabes que es aqu¡. Luis niega con la cabeza. Camila se encoge, retorci‚ndose. Su cuerpo parece menguar. Luis da un paso hacia ella, intentando verla mejor. Camina hacia la luz amarilla. Cuando llega hasta el lugar donde estuviera Camila, encuentra un mu¤¢n de carne y sangre en el suelo, parcialmente cubierto por docenas de gusanos que emiten un sonido similar al de un alimento fri‚ndose. Mujer (en off): Hijo m¡o. Luis abre los ojos sin poder creer lo que acaba de o¡r, incluso antes de buscar con la mirada el origen de la voz. Un rostro asoma bajo la luz amarilla. Lo reconocemos enseguida por la fotograf¡a del apartamento de Luis. Es su madre. Luis: ¨Mam ?. Mujer (est tica, con tono burl¢n): ¨Mam ? ¨Mam ?. Eres igual que ‚l. ¨No lo sabes?. Igual que ‚l. Luis (negando con la cabeza): No. Mujer (est tica): ­C llate!. Un sonido como el del viento soplando. Cesa repentinamente, apenas dura unos segundos. Luis parece intentar hablar, pero no puede. La luz amarilla se apaga. De nuevo oscuridad absoluta. Luz roja. Dos cuerpos en el suelo. Un hombre y una mujer. La mujer es µngeles. Est  a cuatro patas, boca abajo, y el hombre la penetra. El hombre vuelve su mirada hacia Luis. Es Ignacio. Ignacio (est tica): Somos lo mejor de los dos mundos (le gui¤a un ojo). µngeles le sonr¡e. Oscuridad. Y, de repente, la oscuridad se convierte nuevamente en 4.- Int. Sal¢n Blanco. Luis tiene que cerrar los ojos para no quedarse ciego. La luz blanca y pura lo inunda todo. Cuando, finalmente, consigue abrirlos, sus ojos le muestran a De pie, frente a ‚l, a dos metros de distancia. Est  el Sumi. O alguien que se le parece mucho. Viste de id‚ntica manera, lleva el sombrero Stetson, pero una pluma negra surgiendo de ‚ste, mecida por una extra¤a brisa. Luis (confundido): T£... aqu¡... El Otro Sumi (est tica): Casi casi. Pero nos diferenciamos. (levanta su mano derecha, cubierta por un guante negro, y se toca la pluma). ste es tu lugar. Luis niega con la mirada. El Otro Sumi se¤ala con la misma mano por encima de la cabeza de Luis. Con temor, dudando, el joven se vuelve. Mar¡a est  tumbada en una esquina de la estancia, cubierta por un camis¢n blanco con manchones de sangre. El Otro Sumi: Ella se salvar ... µngeles (en off, est tica): O quiz s no. Luis gira la cabeza. µngeles acaba de aparecer en la otra esquina de la estancia. Camina con paso decidido hacia Mar¡a. Luis observa toda la escena aterrorizado. Llega hasta ella. Introduce la mano en su vestido y extrae la Daga de las Almas de ‚l. Luis levanta la mano, intentando impedirlo. µngeles se sit£a de espaldas a nosotros, impidi‚ndonos ver el cuerpo de Mar¡a. Solamente podemos ver su mano subiendo y bajando, y restos de sangre salpicando el inmaculado suelo blanco. Luis (gritando): ­­­No!!! µngeles deja de apu¤alar a la joven. Se vuelve hacia Luis. Su rostro est  cubierto de restos de sangre, y algo parecido a la carne cruda escapa de su boca. Luis se lleva las manos a la cabeza mientras el sonido de est tica comienza a subir de volumen. Se tapa los o¡dos, pero el sonido se mantiene. Desde su punto de vista, vemos a µngeles caminando hacia ‚l, y al Sumi que se quita el sombrero. Reconocemos su rostro por la fotograf¡a del apartamento de Luis. Es su Padre. Luis (gritando): ­Padre!. ­No lo permitas!. Luis cae al suelo, llorando. µngeles llega hasta ‚l. Lleva algo en la mano. Se arrodilla ante el joven. Luis levanta la mirada. En un plano contrapicado, vemos el rostro de µngeles sonriendo, con los ojos felinos y amarillos. Y, sobre su cabeza, al Padre observando la escena, asintiendo con la cabeza. El Otro Sumi: Eres de los nuestros. µngeles (tendi‚ndole el trozo de carne de Mar¡a): Come... Luis niega con la mirada. Se vuelve. El cuerpo de Mar¡a est  destrozado en la esquina, y un charco de sangre escapa de ‚l. Luis: ­Quiero salir de aqu¡!. Por favor... La mano de µngeles en primer plano. µngeles: ­Come! INSERTO: LA BUHARDILLA. El Sumi comienza a rasgarse la capa negra que cubre su cuerpo. µngeles tiembla como si se estuviera congelando de fr¡o. Camila llora. FIN DEL INSERTO. Plano desde lo alto. El cuerpo de µngeles y el del Sumi cubren a Luis. El sonido de est tica cesa. énicamente podemos escuchar otro sonido, familiar. Alguien est  comiendo, masticando... La c mara se aleja hacia lo alto. Fundido a negro. 5.- Int. La Rosa Negra. Amanecer. Plano de una taza de caf‚, una mano entra en cuadro y se la lleva a los labios. Seguimos el movimiento y vemos que se trata de Coma, sentado en la barra frente a un somnoliento Men‚ndez. La c mara da un lento paseo por todos los presentes. Romero est  construyendo un castillo de naipes en la mesa que comparte con Zoe, que se mantiene despierta a duras penas. Con la cabeza apoyada en el hombro de ella, Mar¡a duerme profundamente. Plano de la baldosa en el suelo. Una mancha roja, lentamente, comienza a tomar forma. Coma deja la taza de caf‚ y observa con curiosidad y sorpresa la baldosa, a menos de un metro de su taburete. La mancha roja se extiende sobre la baldosa hasta cubrirla en su totalidad. Mar¡a abre los ojos. El castillo de naipes de Romero cae sobre la mesa. La taza de caf‚ sobre la barra comienza a temblar. Sobre la baldosa negra, paulatinamente, una figura va tomando forma, hasta materializarse ante los ojos de los presentes. Luis, con la mirada perdida, los ojos muy abiertos, se vuelve lentamente hacia la mesa. Su mirada se cruza con la de Zoe. Nadie hace ning£n movimiento. Luis: Est  amaneciendo. Ser  un bonito d¡a. Zoe sonr¡e ante sus palabras. Mar¡a observa detenidamente la mirada de Luis. ste le sonr¡e a la joven. Ella asiente. Luis (volvi‚ndose hacia un sorprendido Coma): Ha terminado. Podemos irnos a casa. Coma suelta un suspiro de alivio. Men‚ndez se encoge de hombros, a£n sin comprender muy bien qu‚ es lo que ha ocurrido. Romero se incorpora y camina hacia Luis. Posa su mano sobre el hombro del joven con una sonrisa paternal. Romero: No volver‚ a dudar de ti, muchacho. Nunca m s. Luis asiente. Coma (abandonando su asiento y caminando tambi‚n hacia ‚l): ¨Qu‚ ha ocurrido?. Luis le mira fijamente. Se pasa la lengua por los labios, pensativo. Mar¡a le susurra algo al o¡do a Zoe. sta asiente. Luis: Hemos vencido. Zoe (incorpor ndose): Voy a acompa¤ar a Mar¡a a su apartamento. Nos veremos despu‚s. Todos asienten. Zoe ayuda a incorporarse a la joven. Al pasar al lado de Luis, ‚ste se acerca a ellas. Toma la mano de Mar¡a. Luis: Gracias por todo, cielo. (ella asiente, cabizbaja. Luis mira a Zoe): ¨Te apetece tomar un caf‚ esta tarde?. Zoe (ilumin ndosele el rostro): ­Claro!. Las dos muchachas abandonan el local. Luis permanece de pie, viendo como se alejan y salen a la calle. Despu‚s, se vuelve hacia Men‚ndez. Luis: Un caf‚ no me vendr¡a mal. Con mucha leche, por favor. Men‚ndez frunce el ce¤o, extra¤ado, mientras comienza a hacer funcionar la cafetera. La c mara se aleja de todos ellos, en direcci¢n a la salida. Encadenado con 6.- Int. Edificio Echegaray. Descansillo 1 Piso. Ma¤ana. Luis sube las escaleras, con gesto decidido. Al pasar por el descansillo del 1 Piso, la puerta se abre. Sandra Salgado asoma el cuerpo al exterior. Luis se detiene y la observa, y de repente sonr¡e como si acabara de reconocerla. Luis: Creo que tiene algo que me pertenece. La mujer asiente. Entra en el apartamento, y a los pocos segundos regresa con el Gato Negro en los brazos. Se lo tiene a Luis. ste lo toma y acaricia el cuello del animal. Luis: Gracias... Sigue subiendo las escaleras camino de su apartamento. Sandra da media vuelta, cierra la puerta y regresa al interior. Camina hacia el sof  del sal¢n, pero a medida que avanza su cuerpo comienza a dar tumbos, hasta caer sentada. Cierra los ojos unos instantes, y finalmente los abre. Mira a su alrededor. Mira sus manos con extra¤eza. Sandra (en un susurro): ¨Qu‚ ha ocurrido?. Corte a 7.- Int. 2 Piso. Ma¤ana. Luis cierra la puerta despu‚s de entrar y observa, en silencio y pensativo, el apartamento. Deja la chaqueta sobre el sof  y mira al TV. ste se enciende al instante. Luis pasa a su lado y se dirige al ordenador. Antes de que se haya sentado frente a ‚l, el aparato ya se ha conectado. Lo observa, como si se tratase de algo nuevo en su vida. Se encoge de hombros y comienza a escribir algo con el procesador de textos. A los pocos segundos, niega con la cabeza y apaga el ordenador. Se levanta y entra en su dormitorio. Sale enseguida con una caja grande de cart¢n. Comienza a echar en su interior libros de la estanter¡a, cintas de v¡deo... En un lento encadenado, vemos como el sal¢n se va llenando de cajas y vaciando de objetos poco a poco. Finalmente, vemos a Luis observando todas las cajas, las estanter¡as vac¡as, el ordenador empaquetado, la TV dentro de un embalaje... Se deja caer sobre el sof  y enciende un cigarrillo. Llaman a la puerta. Luis no se inmuta. Saborea el cigarrillo. Vuelven a llamar al timbre. Jurando algo por lo bajo, deja el cigarrillo humeante en el cenicero y se incorpora. Camina hasta la puerta. La abre. Plano de la Daga de las Almas en el aire. Plano de los ojos de Luis. En d‚cimas de segundo, su tono normal se vuelve amarillento. La Daga cae en su direcci¢n. Entra en su pecho. Un alarido inhumano escapa de su garganta. Luis cae el suelo, con la Daga clavada en el pecho. Se arrastra hacia el interior del apartamento. Se mira la Daga, levanta la mirada y, sin poder creerlo, observa a su atacante. Arrastr ndose, apoya el cuerpo contra la pared del recibidor. Respira con dificultad. Lentamente, el color amarillento de sus ojos va desapareciendo. Su mirada se vuelve normal, y su cabeza asiente, como si comprendiera lo ocurrido. Luis (casi en un susurro): Gracias... Su mirada se vuelve muerta, fija en aquel que le ha clavado la Daga. Su mano cae y queda sobre el suelo, inerte. Su cuerpo sin vida permanece apoyado contra la pared. Vemos una sombra que se cierne sobre ‚l. En off, escuchamos el sonido de un sollozo que comienza. Primer plano de Mar¡a, llorando. Plano general. Mar¡a llorando, de pie frente al cad ver. La c mara se aleja lentamente de ambos. Fundido a negro. 8.- Int. Buhardilla. Luis est  de pie, en la Buhardilla, frente a la mesa. µngeles y Camila permanecen sentadas. El Sumi, tambi‚n de pie, frente al sof . Luis mira a su alrededor, algo confundido. Sumi (con est tica en la voz): Bienvenido. Luis asiente. µngeles le se¤ala una silla vac¡a a su lado. l camina hacia la silla y toma asiento. Luis (tambi‚n con est tica en la voz): ¨Qu‚ ha ocurrido?. Camila (est tica): Ahora, las cosas est n en su sitio. No pod¡amos dejar que tu alma estuviese solamente all¡ abajo. Luis parece reflexionar sobre las palabras. Mira al Sumi. Luis (est tica): Para eso sirve la Daga. Cuando Mar¡a la clav¢ en el cuerpo de µngeles, no estaba sirviendo al Mal. Nos serv¡a a nosotros. Y lo mismo ocurri¢ con Camila. µngeles (est tica, sonriendo): La Daga salva las Almas. La tuya estaba perdida. Mar¡a era nuestro £ltimo recurso. (Toma la mano del joven) Ahora, est s tambi‚n aqu¡. El equilibrio se ha restablecido. El Sumi asiente ante las palabras de la joven. Luis parece comprenderlo todo en pocos segundos. Sonr¡e, y mira la mano de µngeles en la suya. Luis (est tica): ¨Qu‚ ocurrir  ahora?. El Sumi se sienta con lentitud en su sof . Sumi(est tica): La lucha contin£a. Plano general de los cuatro. Mientras la c mara se aleja de ellos, vemos intercaladas im genes de µngeles asintiendo y sonriendo, de Camila pensativa, del Sumi toc ndose el sombrero, de Luis mirando a su alrededor y bajando la mirada. Sus manos se posan sobre la mesa de madera. Fundido a negro. Sobre la pantalla en negro escuchamos: Sumi (est tica): La lucha contin£a. 9.- Ext. Edificio Echegaray. Ma¤ana. Plano del Edificio, casi en ruinas. En la pantalla leemos: "8 meses despu‚s". Algunas personas se agolpan en la calle. Una gr£a con una enorme bola de demolici¢n golpea ocasionalmente el edificio. Escombros y polvo por toda la calle. Plano de Zoe, mirando el Edificio en ruinas. Al su lado, Pepe Fanier con un punto de emoci¢n en la mirada. Fanier: Ya est  hecho. Ahora, que levanten aqu¡ oficinas o lo que les de la gana. Zoe: Bueno, solo espero que todos los malos recuerdos se vayan con los escombros, y solamente queden los buenos. Fanier (sonri‚ndole a la joven): ¨Eso ser¡a maravilloso verdad?. Ella asiente y se despide del hombre. Camina entre el peque¤o grupo de curiosos, y se pierde calle abajo. Fanier permanece en la misma posici¢n, observando la ca¡da del Edificio. Una pareja algo mayor observa la demolici¢n. La mujer sujeta el carrito de la compra a sus espaldas. El hombre lleva un peri¢dico bajo el brazo. La mujer baja la mirada un instante y sonr¡e. Mujer: ­Mira que cosa m s linda!. Un Gato Negro les observa a ambos desde el suelo. Ma£lla. La mujer se agacha y lo toma entre sus brazos. El hombre pone mala cara. Mujer: ­No pongas esa cara!. Lo llevaremos a casa y le daremos un poco de leche... y si nadie lo reclama... ya veremos (con una sonrisa p¡cara). El hombre pone gesto de "lo que me faltaba" y toma el carro de la compra. La mujer ni siquiera se fija. Solamente mira al Gato Negro. Ambos comienzan a caminar calle abajo. Doblan una esquina, y al hacerlo una figura de espaldas aparece en imagen. Vemos un plano de la figura. Es Mar¡a. Viste vaqueros negros y camiseta, y la chaqueta de cuero de Luis por encima de ‚sta. Observa fijamente la esquina que el matrimonio acaba de tomar. Plano de su rostro. Su mirada fija en la esquina. Plano de sus pies. Da un paso al frente. Plano de la calle. Mar¡a dobla la esquina. Un paso de cebra. El matrimonio, la mujer con el Gato Negro en brazos, cruza la calle. Mar¡a los sigue de cerca. La c mara se eleva sobre la calle, alej ndose de ellos. Intercalada con la imagen, cada vez m s lejana, desde lo alto, vemos al Sumi, el rostro tapado por la sombra del sombrero negro. Sumi (est tica): La lucha siempre contin£a. Corte a Pantalla en negro. FIN