por
Gonzalo Menendez Calvente
Montevideo Uruguay

La frase de arriba indica las tendencias culturales de este fin de siglo: la banalidad. Los filmes en television y cable, los periodisticos, las películas de estreno son, salvo algunas excepciones un show igualador. Tras el efímero postmodernismo todo vale lo mismo. Las películas que se ven son mas internacionales que la corrupción. En el cine que se ve en television, video y salas, hay carreras de autos que se persiguen, hombres y mujeres por pretiles y azoteas, gente simpática pero dudosa, calles de ciudades atestadas, apartamentos suntuosos. De un tiempo a esta parte el sexo suele ser ejecutado por las mujeres que se suben a los hombres como símbolo de mayor igualdad sexual. Lo mas fantástico y poético consiste en gente que destruye cosas, explosiones e incendios, cristales rotos, dudas sobre el prójimo, con hermosa fotografía, colorido sensual, bandas sonoras con percusión y ritmo, todo muy veloz.

Esta es la oferta mayoritaria, y mucha gente esta convencida de que así es la vida y la realidad, porque esas ficciones cinematograficas coinciden en su banalidad con la información periodistica dada por diarios, semanarios, television, informativos, incluso internet. Más todavía: la ficción y la supuesta cronica de la realidad, son mas o menos lo mismo.

Sucede que unas y otras imágenes van dirigidas a un creciente y enorme mercado de la soledad. Los individuos, incomunicados, creen vivir a través de esas trivialidades sin el riesgo de experimentar por si mismos. El mercado de la soledad no consiste solo de personas que viven solas, sino que recolecta sus consumidores en la incomunicación de grupos familiares, de amigos, de trabajo. Los individuos solos sin proyectos compartidos, son los consumidores de esas trivialidades. No en vano la mayor industria global de entretenimientos (Walt Disney Inc.) es ahora la dueña de la cadena ABC de Estados Unidos. Y no en vano Walt Disney lidera el grupo Buena Vista. Pero ¿Son estas todas las posibilidades culturales? En tiempos de tanta diversidad y dispersión. ¿Es esta la cultura hegemónica del fin de siglo? Quisiéramos creer que no, que la comunicación con contenido todavía existe.

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