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El Portal de la
Sabiduría resplandece en la Luz y Poder. Como
fuente irradiadora, convoca a todos los
servidores para el encuentro con los Archivos
Sagrados. A cada viajero que llega trayendo las
llaves que le permitirán cruzar ese umbral de la
consciencia, grande es el júbilo de los Hermanos
y de las Jerarquías. Angeles que en todo
trayecto acompañaron al peregrino ahora se
manifiestan abiertamente: con sus trompetas
anuncian la redención de un hijo más de la Luz. Muchos son los
caminos que os llevan a ese Portal. Habréis de
cruzar desiertos, de escalar tramos. Habréis de
atravesar mares y ríos, de estar bajo el
tórrido calor del sol y también bajo la
delicada sombra de los árboles del Gran Jardín.
Seguiréis vuestros propios espejismos, que se
desvanecerán en el gusto amargo de la
desilusión, oiréis muchísimas voces
indicándoos diferentes direcciones, y tendréis
que reconocer cuál de ellas es la verdadera.
Seréis tentados a desviaros de la ruta, con
interesantes promesas y recompensas. Entretanto,
a vuestro lado estará siempre aquel que, aunque
invisible, os podrá guiar; y hasta que tengáis
la determinación y la fe clavadas en el pecho,
no podreis oirlo sino en rápidos momentos de
inspiración.
Si estáis en
ese punto, atended al llamado y guardad esos
destellos de Luz, joya suprema que habrèis de
llevar con vosotros hasta el Gran Reino.
Colocadla en vuestro corazón y dejad que, como
una semilla sagrada, encuentre allí el campo
fertil para germinar y florecer, transformándoos
así en el verdadero peregrino que sois.
¡Oh, viajero!,
porqué os desviasteis? Os fueron indicados los
rumbos de las estrellas, y no quisisteis
seguirlos; os fueron mostradas, las señales del
camino verdadero, pero no prestásteis atención;
cánticos sublimes fueron entonados a vuestros
aidos, mas preferisteis el clamor de los
sentidos. Ahora, tras tantos sufrimientos y
pérdidas, tras tantos desvíos y caídas,
estáis prontos para reconocer aquéllo que desde
el inicio de los tiempos os fue anunciado:
"Oid la voz que habla en vuestro
interior".
Cuando no
pudiereis percibir más con vuestros sentidos,
pero fuereis capaces de reconocerla en vuestro
corazón, habrá llegado el momento de
abandonarlo todo y seguir a vuestro Maestro
Interior. Atended y obedeced, pues en esa hora
cumpliréis lo que os fue designado desde
siempre: entrar en el camino de la Luz y el
Fuego, y en el umbral sagrado reconocer vuestra
verdadera faz"
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