Historias de la bruja de la carretera

Esta tarde cuando iba hacia el trabajo, un imbécil me hizo hacer un coraje espantoso.

Resulta que en una entrada a la carretera con un ceda el paso, mientras yo hacia la maniobra correctamente, un  imbecil me adelanto incorrectamente.

Era un niñato de esos de cabello corto cochebarato que iba con una chica rubia cabellos largos y suaves de esas que están de moda. Una Barbie, vamos.

Yo como una fiera le pite, y el contesto a mi pitido en plan chuleta, ¡me entro una rabia!  La bruja que guardo dentro salió de mi y le dijo, “¡vas a ver niñato, ahora no podrás adelantar ni de broma!”  Enseguida apareció un camión delante del susodicho. Cuando vi que mi magia funcionaba eche “jamse jamse jamse”  para protejerme de la maldición.  (“Jamse” es el numero cinco en hebreo, numero cabalístico que  se usa para protegerse del mal de ojo, conjuros, maldiciones y para que no se te devuelvan las maldiciones que mandas)  Pero mi rabia no se aplacaba.  Ahora  lo tenia a mi merced, el estaba atrapado entre el camión y yo.

Mientras me le acercaba decidí mandarle otro conjuro algo  que le fastidiara mas que tener que quedarse detrás del camión hasta la próxima glorieta.  Algo no muy malo porque toda bruja que se precie sabe que nunca debes desear mal a nadie porque se te devuelve doblemente.  Aunque yo echaba bastantes jamses para evitarlo.  Tenia que pensar rápido.  “¡Que tartamudees cada vez que quieras algo de la rubia!” le dije, pero eso no es un castigo. “Que tartamudees  y que la rubia que llevas a tu lado se ría de tí”  Yo seguía furiosa.  Eche mas jamse, ya esto se estaba poniendo peligroso, aunque a mi no me podría afectar y si le afectaba a mi marido, como yo no era la rubia de al lado del niñato, pues me reiría e igual nos reiriamos juntos.   “Quince días, que en quince días cada vez que hables con una chica atractiva que tartamudees. “   “Jolin, ¡qué mala soy!” Pense y eche mas jamse, nunca se sabe.  Para echar el conjuro me había acercado bien pegadita a su coche, hasta saque el brazo por la ventana para echar el conjuro y luego el jamse.  Luego reduje para alejarme de el, ya estaba bien conjurado, no quería estar cerca, no fuera un conjuro contagioso.  Lo malo era si el conjuro se le contagiaba al  pobre del camión que no la venía ni la tenía.   Por fin llegamos a la glorieta y luego a la autopista.  Ahora ya se podía adelantar con seguridad.  El niñato adelanto al camión, yo me quede lejecitos, para evitar malentendidos y el conjuro.  Pero ya en la autopista el niñato redujo bien despacio, no me quedo mas remedio que adelantar, pase cautelosa a su lado sin mirar echando jamse jamse.  Luego en la próxima salida parece que paro.  Seguro que el conjuro funcionaba y el niñato estaba intentando hablar con  la rubia.  Mi reloj mágico se puso morado bruja todo el camino y yo me quede mas a gusto que un ocho.


 
 
Epilogo:
Al día siguiente, me acerque al pueblo para comprar el pan.  Me encontré con una amiga y nos pusimos a charlar,  estaba con una chica amiga suya, esta era de cabellera larga y rubia de esas que están de moda una Barbie, vamos.  La rubia parecía enfadada casi a punto de llorar.  “¿Qué le pasa a tu amiga?” pregunte sin animo de ser cotilla.  “Es que su novio que esta haciendo el Servicio Militar, ha venido a verla unos días y esta muy raro.  Ayer iban a comer a Colmenar y en la autopista se puso a tartamudear y ella a reir y al final no pudieron ir a comer.  Y hoy lo han tenido que echar del supermercado porque no dejaba trabajar a las cajeras cada vez que les hablaba tartamudeaba y las otras se echaban a reir.” “No te preocupes, en quince días se le quita”. Dije yo  “Y tu, ¿como lo sabes?”    ¡Huuups! Pensé “en este pueblo tan pequeño si saben que soy bruja, son capaces de lincharme”.  “Bueno, ya sabes que en los cuarteles les dan bromuro para que estén tranquilos, y cuando salen, pues se ponen así unos quince días, creo.”  “¿Este reloj es de los que cambian de color?” dijo  señalando mi reloj mágico.   “Que color tan raro tiene, el mío nunca se ha puesto así.”  “Uy, tienes razón” le conteste. La rubia que  me miraba fijamente dijo, “¿No eras tu la mujer que ayer nos hacia muchas señales en la carretera?”  “Pues no, que yo sepa no”.  “Bueno” Les dije, “me voy a casa.”    Eché un jamse bien bajito y les dije adiós.



Coche de la Bruja de la Carretera

Otro cuento de la Bruja

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