Historias de La Bruja
de la Carretera  2
En la carretera, tengo siempre problemas con los que corren y los que quieren mandar. Tal parece que la gente cuando compra un coche piensa que compra también las carreteras. Yo no soy una conductora latosa de esas domingueras que van despacio y no dejan pasar. Yo voy a la velocidad punta y, si puedo, no estorbo, pero tengo mal genio. Hace apenas un mes que no pude contenerme y usé mis poderes, a pesar de lo peligrosos que pueden resultar. Iba por el carril de la izquierda a la velocidad punta de 120 kilómetros por hora; los coches a mi derecha iban mas despacio.  De repente, sentí un coche detrás del mío, un Volkswagen Polo negro conducido por una  chica de pelo largo,  de las de moda desde que se anunció la boda, ya sabeis;  se pegaba a detrás de mi coche  y encendía intermitentemente sus luces para que yo la dejara pasar. ¿Iba yo, así, por su antojo, en ese preciso momento, a disminuir mi velocidad y, con peligro de ser arrollada , pasarme a la derecha llena de camiones y otros coches? No.

Cuando quedó un hueco a mi derecha,  puse el intermitente y miré por el retrovisor: la chica venía a toda velocidad derecha, me rebasó zumbando, esquivó al camión que tenía delante, se instaló frente a mí y disminuyó su velocidad en venganza de mi rechazo a sus flechazos de luz. Yo frené, pité y me puse furiosa.

Mi reloj mágico morado me empezó a chinchar: "Échale un buen hechizo antes de que se te pierda de vista". No tuvo que insistir demasiado, el conjuro salió de mi boca sin pensarlo dos veces: “¡Qué se te caiga la baba cada vez que le hables a un hombre que te atraiga! ¡Qué dures dos lunas llenas con la baba suelta!". Enseguida repetí dos veces la palabra que evita que los conjuros de las brujas se les reviertan: “Jamse, Jamse”.
Después me dije: “Si a pesar del "jamse" el conjuro se te devuelve, con no hablarle a ningún hombre que te atraiga asunto arreglado. “Tú, santa e inmaculada bruja casada con tu ogro no tienes nada que temer”.  Además, pensé yo: “Si conozco a un hombre atractivo, de todas maneras se me caerá la baba.”

Llegué al fin a la conclusión que el conjuro que había lanzado contra la chica correlona y mandona no era suficiente.

     -- "¡Que te hagas pis!" "¡Que ccada vez que te pegues a otro coche y molestes con tus luces te hagas pis incontrolablemente!"
Ni "jamse" eché esta vez,  yo nunca me pego detrás de un coche, si quiero adelantar me acerco lo suficiente y ya está.  Bueno... luego eché dos o tres jamses, no fuera a ser.
 

Pasaron ocho días, como se dice, sin pena ni gloria (las brujas eso no lo decimos por las referencias que implica), al noveno recibí la llamada de mi amigo Pino, dueño de una refaccionaria Volkswagen y al que hace tiempo trato de ayudar con mis brebajes para que venda más.
      -- Por fin dio resultado –me dijo entusiasmmado—vendo asientos de Volkswagen Polo que da gusto. Una chica moderna pelo largo que me dice se mea todos los días en el suyo y enseguida se le apestan. Hoy vendrá por otro nuevo..

Mi reloj de bruja se puso a parpadear: “Cómo quitarle a la chica el hechizo sin quitarle a Pino sus ventas” Algo tenía que hacer y enseguida. Fui a la refaccionaria, le pedí a Pino que me mostrara el asiento nuevo y me dejara sola con él. Me acerqué al asiento y le dije: "Haz que tu ama sea prudente para que no se orine más”. Luego crucé los dedos diciendo: "¡Jamse, jamse!" y deseé que la chica fuera prudente y tuviera suerte. El reloj dejó de parpadear.

Ahora, como mi amigo ya no vende tantos asientos de Volswagen Polo, cada mes le compro uno. Él sabe que yo no tengo ese tipo de coche, pero sabe también que soy bruja y algo debe pensar sobre lo que hago yo con los asientos que le compro.
 
 

                                           Coche de La Bruja de la Carretera

Otro cuento de la Bruja de la Carretera

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