Es un edificio inacabado, construido sobre muros existentes, que pudo iniciarse como
sacristía de convento franciscano y cubierto por bóvedas de piedra en cuyos arranques se
ve la heráldica de Enrique IV.
Su denominación tradicional y el hecho de que Isabel la católica cite, en su testamento,
al monasterio como su eventual enterramiento abre conjeturas inquietantes.
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