Joaquin Sabina


Sabina es uno de los cantautores con mayor sencillez e
inspiración, utiliza voces de la calle y su música es excelente.

A continuación encontraran sus mejores canciones y algunos
de sus discos:
 



Madrid

Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo de Madrid. Donde el deseo viaja en ascensores, un agujero queda para mí, que me dejo la vida en sus rincones, pongamos que hablo de Madrid. Las niñas ya no quieren ser princesas, y a los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra, pongamos que hablo de Madrid. Los pájaros visitan al psiquiatra, las estrellas se olvidan de salir, la muerte viaja en ambulancias blancas, pongamos que hablo de Madrid. El sol es una estufa de butano, la vida un metro a punto de partir, hay una jeringuilla en el lavabo, pongamos que hablo de Madrid. Cuando la muerte venga a visitarme, no me despiertes, déjame dormir aquí he vivido, aquí quiero quedarme pongamos que hablo de Madrid

Calle melancolía

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría, por la ciudad camino, no preguntéis adónde. Busco acaso un encuentro que me ilumine el día, y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden. Las chimeneas vierten su vómito de humo a un cielo cada vez más lejano y más alto. Por las paredes ocres se desparrama el zumo de una fruta de sangre crecida en el asfalto. Ya el campo estará verde, debe ser Primavera, cruza por mi mirada un tren interminable, el barrio donde habito no es ninguna pradera, desolado paisaje de antenas y de cables. Vivo en el númeor siete, calle Melancolía. Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría. Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía y en la escalera me siento a silbar mi melodía. Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido, que viene de la noche y va a ninguna parte, así mis pies descienden la cuesta del olvido, fatigados de tanto andar sin encontrarte. Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo, ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama; me enfado con las sombras que pueblan los pasillos y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama. Trepo por tu recuerdo como una enredadera que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy esa absurda epidemia que sufren las aceras, si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy. Vivo en el númeor siete, calle Melancolía. Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría. Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía y en la escalera me siento a silbar mi melodía

Princesa

Entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre, muñeca. Con tu sucia camisa y, en lugar de sonrisa, una especie de mueca. ¿Cómo no imaginarte, cómo no recordarte hace apenas dos años? Cuando eras la princesa de la boca de fresa, cuando tenías aún esa forma de hacerme daño. Ahora es demasiado tarde, princesa. Búscate otro perro que te ladre, princesa. Maldito sea el gurú que levantó entre tú y yo un silencio oscuro, del que ya sólo sales para decirme, "vale, déjame veinte duros". Ya no te tengo miedo nena, pero no puedo seguirte en tu viaje. Cúantas veces hubiera dado la vida entera porque tú me pidieras llevarte el equipaje. Ahora es demasiado tarde, princesa... Tú que sembraste en todas las islas de la moda las flores de tu gracia, ¿cómo no ibas a verte envuelta en una muerte con asalto a farmacia? ¿Con qué ley condenarte si somos juez y parte todos de tus andanzas? Sigue con tus movidas, pero no pidas que me pase la vida pagándote fianzas. Ahora es demasiado tarde, princesa Búscate otro perro que te ladre, princesa -Regresar a la página principal