Deletrear la vida
Deletrear la vida,

Ediciones del Colegio de Bachilleres de Sonora,
Hermosillo, Sonora, México, 1991, 150 pp.
ISBN: 968-6732-00-4.
"Epístola 70" pp. 129-131.

Si deseas leer más epístolas de este libro oprime aquí

70.

Cinco. Eran cinco. Son cinco. Por cinco al infinito, porque hay más de una vida y más de un corazón en cada cuerpo. Conservamos la imagen, la figura.

El corazón, sólo sentirlo.

Con sus pasos aprendimos otras formas de andar por el camino. Aprendimos a ser andantes sempiternos.

Andantes fuimos y andantes somos.

Eran cinco y fuimos nueve. Quisimos ser cuarenta y cinco y fuimos mil, diez mil. Jugamos con los dígitos para re-crear el mundo.

Partimos...

Salimos a buscar el sol.

Quisimos conocer el prístino destello de la luna.

Queríamos conocer todo y había que seguir andando. Salimos a andar; a continuar practicando lo aprendido.

Jugamos con la lluvia y con el mar. Con nuestro llanto y nuestra risa hicimos llover en el desierto.

Jugamos a los arroyos clandestinos. Alimentando el mar nos devoró la playa. Volvimos a tierra con el reflujo de las olas atesorando caracolas.

La palabra fue grito de victoria, súplica de caricias y testimonio de puertos en los que atracamos para ver sin cortapisas cómo anidaban las gaviotas.

Descubridores de estrellas en la noche, no hubo playa traidora ni hubieron muelles hostiles que nos hicieran encallar nuestra esperanza.

Hilvanamos la vida con palabras que hacemos y deshacemos a capricho.

En el alma encerramos la tristeza. El corazón nos traiciona y no podemos dejar de sonreír cuando se acercan los amigos a hermanar la vida. Hacemos poesía de vida; de amor y muerte; de lo que fuimos y quisimos ser; y hasta de la forma de moldear los sueños.

Algunos sueños pudimos hacerlos poesía. Los hicimos música para entonar los himnos de lucha y de victoria.

Hubo tiempo para izar banderas. Renegamos de la vida, como estaba. No permitimos que hicieran nuestra vida ni que dominasen nuestros actos.

Platicamos juntos nuestras luchas y en largas horas nocturnas recompusimos mosaicos de colores.

El vino y el fuego de la chimenea fueron testigos en este camino de adivinar la vida en compañía de los amigos. La noche nos cobijó para construir estrellas.

Adormecimos dudas y forjamos un mundo diferente para que hubiese espacio posible para nuestras ilusas, barrocas, exigentes, intolerantes y comunes fantasías. Una copa de vino testificó nuestras creaciones.

La bruma del otoño nos sirvió de filtro para fotografiar a la ciudad dormida.

Encontramos albergue para la noche escampada.

Y partimos.

Ahora seguimos andando. De la mano recorremos las sendas para descubrirlas. Debemos hacer uso de la tinta para expresar y compartir los horizontes nuevos.

Un día cercano, la palabra volverá a encontrar sonido.

Ahí estaremos para brindar por nuestras ilusiones parceladas y habremos de convertirlas en historia común, con el calor de nuestros cuerpos. .

inicioinicioinicio

oag13@usa.net
Sugerencias, dudas y comentarios