El
mar, origen y destino,
Ediciones
de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
|
El avance de las horas
Yo que
quise aprovechar lo irrepetible de la vida
he
perdido tiempo sin desearlo.
Pronuncié
palabras innecesarias de rabia y desencanto
que
frustraron intentos y procesos;
algunos
días dejé correr las horas
sin
generar riquezas esenciales;
en
ocasiones amé sin propiciar acaso plenitudes;
toqué
objetos y personas
a los
cuales no pude embellecer o enriquecerlos;
no
aprendí a usar correctamente las palabras,
algunas
se perdieron en un mar de imprecisiones
y entorpecieron
claridad y exactitud en el mensaje,
distanciando,
en
lugar de propiciar entendimiento y convivencia;
hice
el amor;
las
mujeres matizaron mi cuerpo con sus labios
y encendieron
mi fuego sus pensamientos y caricias
sin
lograr, a veces, borrarles sus fantasmas;
renegué
de senderos sin destino
y hubo
puertos de arribo que no conocieron desembarco
porque
el viento llevó la historia
por
otras tempestades;
tuve
que repetir los sueños en varias ocasiones
porque
mis manos no pudieron hacerlos realidad
de
madrugada;
mis
manos, vacías y pulcras,
no
conocieron tierra de labranza
ni
rudeza y grasa del obrero;
carentes
de coraje,
no
crearon valor,
pero
aprendieron a tomarlo todo.
Pero
busqué,
busqué.
Recorrí
los caminos
incansable,
esperando
paciente a inaugurar los días;
ansioso,
tomé
la savia de la vida
y bebí
dulces aguas de prometedores manantiales;
aprendí
de los albatros la placidez del vuelo
y la
agudeza para observar al mundo y los mortales.