Sé que todos los años les envío una tarjeta personal a cada uno para esta época, pero por diversas razones, este año no cuento con el tiempo para ello.
Mas no quisiera que piensen que me olvido de ustedes, por lo tanto hice esta página especial para llegar al corazón de cada uno y decirles que soy muy feliz de ver que siguen pasando los años, y la lista de mis amigos se sigue ampliando.
A todos aquellos que llegaron el día de mi cumpleaños y me hicieron sentir tan especial, quiero agradecerles de corazón y decirles que estoy muy orgullosa de saber que puedo contar con ustedes.
Este año ha tenido sus altos y bajos, en cierto sentido ha sido muy bueno y en otros no tanto, pero lo vivido, y más a vuestro lado, ha sido algo que con palabras no se puede describir, y por ello debo agradecerles, especialmente a esas personas que me han escuchado y que han ayudado a que mis lágrimas se transformen en sonrisas, a aquellas que me han apoyado en mis momentos más difíciles, y a aquellas, que a pesar del tiempo y de la distancia siempre me tienen en su corazón.
Otro año se cae del almanaque, y plasma en mí, el amor y el desamor, el dolor y la alegría, la desilusión y las fuerzas enormes que ésta me ha dado para salir adelante y conseguir todo lo que me he propuesto en la vida.
Como lo dijo mi amiga Sofía en la página de mi cumpleaños, para algunos soy un ángel, para otros una estrella y para otros simplemente soy yo, que es lo que más me gusta de todo.
De repente se siente lindo ser tan altamente calificada, pero también me hace sentir muy sola, porque como dice una canción de mi país: "tengo para quererte mi vida, muy mala suerte...si las estrellas nunca se alcanzan, nunca se alcanzan...", y a veces, yo estiro mi mano y no los alcanzo porque si los toco se asustan demasiado y piensan que el mundo se tambalea a sus pies...y no es así...simplemente hay momentos en los que yo también quiero y necesito estar abajo para recibir los mimos y los cariños de todos.
No hay nada más bello que dar en la vida, es un sentimiento que no se compra ni con todo el oro del mundo, pero también es muy hermoso recibir, se siente un calor especial y una tremenda paz.
Y todo aquello que recibo de ustedes es lo mejor que me ha dado la vida.
Gracias por estos años, o por estos meses o quizás días que han pasado a mi lado. Gracias principalmente por vuestro amor que ha calado hondo en mi corazón, y por entenderme, aunque a veces sé que es muy difícil hacerlo. Pero por sobre todas las cosas, gracias por estar ahí para mí.
Deseo que todo lo mejor llegue a vosotros y vuestras familias en esta navidad, que las bendiciones del bebé que está por nacer toque a cada uno en forma particular, que aquéllos que esperan milagros les sean concedidos, que la paz descienda sobre todos.
Y que este año que comienza les dé a cada uno las armas necesarias para aprender a ser felices, para tener salud y prosperidad.
Antes de cerrar esta página, quiero dejarles un cuento que me dió mi amigo Luis como regalo, es un cuento muy especial y ojalá les llegue al corazón como hizo conmigo. Al pie del mismo se encuentra el e-mail de él por si alguno quiere escribirle, es del Perú y un chico tímido pero de gran corazón. (Gracias dulzura por este cuento tan bonito, muuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, uno por cada día del año que viene).
Los quiero demasiado a todos, siempre están en mi corazón a pesar del tiempo y de la distancia.
PARA TODOS, Y PARA AQUELLOS QUE AUN NO CONOZCO Y HAN LLEGADO HASTA AQUI:
FELICES FIESTAS!!! PAZ Y AMOR EN EL MUNDO ENTERO!!!. LILI.
¿EXISTE PAPA NOEL?
Estamos en la casa de la abuela, ya se acercan las 12 de la noche,
es Nochebuena : Hoy es Navidad. Y aunque no entiendo las señas de
mis padres, me siento feliz, porque soy niño y un niño es una vida
sin problemas, y en los momentos más simples, él encuentra felicidad.
Mis padres, como buenos cómplices, se complacen en crearme una
expectativa, pero yo sigo sin entender, faltan 10 segundos y todos
reunidos, al unísono, empiezan a contar, aunque yo aún no sé de los
números, dirijo la mirada hacia todos y construyo un recuerdo que
durará toda la vida.
Dan las doce y vienen los abrazos, la alegría
innunda y siento el amor verdadero. Para eso, mi madre me da al niño
Jesús y hace que le dé un beso en la frente como bendición de la
familia.
Luego junto a mi padre salgo camino a mi casa que estaba ubicada
volteando la esquina...esquina donde se encontraba la tienda del
japonés; y en el camino mi padre se encontró con varias personas y se
intercambiaron el saludo fraterno de la ocasión.
Nosotros vivíamos en
una quinta de la cual tengo un vago recuerdo, y de la que un pequeño
vecino, cuando llegó a ser grande, se hizo Policía, y fue muerto a
tiros de escopeta por gente mala en la sierra. Pero bueno, yo con
Jesús entre mis manos, me sentía, a pesar de mis 5 años, sumamente
fuerte, como si la entereza de mi padre se contagiase en mí.
Me acuerdo que mi casa estaba oscura, sólo era alumbrada por un
reflejo rojizo del nacimiento, un nacimiento sin Jesús, pues no
nacía aún y hoy: "NAVIDAD" yo lo voy a completar, porque es el símbolo
que traigo y espero que bendiga mi hogar...pero !ah! un acontecimiento
invade mi aún frágil memoria y antes de ingresar a poner al niño Dios
recuerdo que días antes, mis padres, me hicieron llenar
una carta y me explicaron que existía un señor llamado "Papá Noel", que
vestía de Rojo, tenía barba y pelo blanco, que amaba tanto a los
niños que en Navidad les traía regalos a aquellos niños que le
enviaban una carta. Yo, en un impulso, pensé en un helicóptero que
vuele, pero ellos insistieron en que dibuje un robot, que era mejor
regalo y aunque dibuje aquel robot, mi deseo era aquel helicóptero... Y
fue así, que aquel pequeño papel con la letra de mi padre, (yo no sabía
escribir aún) y el dibujo hecho por mí, lo coloqué en mi Nacimiento para
que Papa Noel me complazca el deseo.
Al ingresar a casa con mi padre, lo primero que hicimos fue rogar
por la familia y luego entre sombras, él me alcanzo una caja, y cuando prendieron la luz pude ver que era un regalo, el cual presurosamente abrí, y en su interior tenía un Robot, que casi era la mitad de mi
tamaño... que alegría!, tenía un juguete para enseñarle a mis hermanos, mi único mundo. Con mi apuro yo lo jalaba para hacerlo andar, pero
fuí sosprendido aún más: mi padre, al colocarle una antena en la
cabeza, éste comenzó a andar solo y su pecho se abría, enseñando
pasajes lunares o de marte, no sé... Qué hermosa era la navidad, pero,
no conocía a Papá Noel, y salí a buscarlo para verlo, pero mi padre me
dijo que él estaba muy ocupado, apurado y tenía que repartir juguetes
a todos los niños del mundo.
Ese momento era el premio por ser un buen niño, aunque la verdad
sé que era fruto del esfuerzo de mis padres, que se esmeraron porque era su hijo y que quizás se dejaron de comprar algún gusto para los dos y todo fue para mí. La alegría que me brindaban, era para ellos, su regalo de Papá Noel.
Y como la vida transcurre rápidamente, el año siguiente pasó, y se acercaba la NAVIDAD otra vez, y esto coincidía con el término de mi primer año escolar; ahora sí sabía escribir y en mi memoria estaba que en la NAVIDAD se escribe la carta a Papá Noel, por lo que a mi
compañero de carpeta en el colegio le pregunté: ¿Qué le vas a pedir
a Papá Noel?, para lo que el niño, sin voltear a mirarme contestó :
Papá Noel no existe!!!... Yo lo miré y me dije: Qué tonto!, cómo no vas a conocer a Papá Noel!, si él trae los regalos de Navidad!!!. Qué
distraído ese niño al no acordarse de él... y sin importarme su
respuesta, en la hora del recreo, a otro niño le pregunté: ¿Qué le vas a pedir de regalo a Papá Noel?. Yo preguntaba porque quería hablar del tema, y mencionar que yo iba a pedir un helicóptero que vuele y
señalar con mi mano su ruta, imaginando que lo tengo en mis manos...
pero el niño en mención, dirigió su mirada hacia mí, no contestó
nada, sólo llamó a los demás niños y dijo: oigan, oigan! éste cree
en Papá Noel!!!, y muchos se rieron, otros no comprendían ( seguro que
también creían), y fué el niño, al que le pregunté por primera vez, que volvió a repetir: Papá Noel no existe! y lo dijo pausadamente,
lentamente, como para que lo entendiera de una vez. Yo no respondí
nada, sólo me fuí, preguntándome porqué ellos no lo conocen. El
existe, lo dice la televisión, la radio, los periódicos, en todos
lados...¿porqué dicen eso los niños?...ya sé! le preguntaré a mi padre!.
Lo hice, y de respuesta sólo recibí una leve sonrisa más una
caricia en los cabellos; quizás no le debí preguntar..., pero yo sólo era un niño en busca de una respuesta, y qué mejor que preguntarle a su padre. El sabía todo, y yo era el niño con la inocencia aún
completa. Yo no sabía de los problemas de papá, que no tenía trabajo,
que ahora mamá también trabaja para los gastos de la casa, (él perdió
su trabajo por la traición de un amigo que le regaló la desdicha).
En esta confusión, decidí, bajo mi buen razonamiento, fortalecer mi
ilusión: escribir yo solo la carta a Papá Noel, total ya sé
escribir, sin fijarme que tras el velo de mi inocencia está la cruda
realidad, aquélla verdad de que nadie podría comprarme un regalo,
pues todo había cambiado, hasta mi casa ya no quedaba en la quinta,
pues no podían pagar el alquiler. Ahora vivíamos detrás de la casa de
la abuela, dónde para entrar se pasaba por un camino de tierra, y mi
nacimiento era la única riqueza por lo bello que era, y aun así no
percibía mi probreza. No imaginaba que era de aquéllos que en verdad necesitan un Papá Noel, pero aún así el día 24 de Diciembre, le escribí lo siguiente:
Querido Papá Noel:
Quiero que me traigas un helicóptero que vuele.
FELIZ NAVIDAD
Y sin que nadie me vea, la puse igual que el año pasado, la escondí
en la casa del nacimiento, al lado de la virgen, ojalá que nadie
descubra mi secreto, porque quiero, pasadas las doce, enseñarles a mis
hermanos mi helicóptero, y como era noche buena todos estaban
ocupados, unos arreglando sus ropas, (la mía la arregla mamá), y en el
ajetreo de la víspera, llegó las 11:50 pm.
Todos salieron a la casa
de la abuela, que como tradición siempre nos espera. Esas horas previas estuve vigilando y vigilando que nadie descubra mi carta, y al
ver que mi casa ya estaba vacía, me fuí a esperar las 12:00, que
igual llegó entre los cantos de 10, 9, 8 ....1 , FELIZ NAVIDAD!!!. Yo
ahora sí participé, ya conocía los números.
Esta vez hubo
lágrimas, tristeza, pero no lo comprendía, sólo pensaba en ir a mi
casa a poner al niño Jesús. En esta oportunidad no lo tenía junto a
nosotros, así que saludé rápidamente y fui corriendo a la casa. Iba
con mi felicidad erguida, cargando tantas esperanzas y ganas de
vivir, propia de mis pocos años. Crucé el camino de tierra que guiaba
a mi casa, que ahora era pequeña, e ingresé presuroso. Todo estaba
sumido en sombras rojas... me acerqué al nacimiento y recé como me
enseñaron en el colegio, y debajo de la mesa, de la cajita de zapatos,
saqué al nino Jesús que recién nacía, y repitiendo el mismo ritual
realizado con mi Padre un año antes, coloqué a Jesús venido del cielo
en su pesebre. Prendí la luz para buscar el regalo, pero parecía
que la luz no iluminaba mucho porque no se veía nada. Busqué debajo
de la mesa, nada... busqué en las camas, nada... busqué debajo de las
camas, nada... busqué en la cocina, nada. En la calle se sentía alegría,
en mí...no había nada. Me senté sobre un banco mirando el nacimiento
y ví mi carta, estaba igual... en el mismo lugar, con el doblés que le
hice para reconocer si la habían tocado... pero nada. Papá Noel no
existe! me dije. Cogí la carta y sentí vergüenza, dejé de ser niño.
La estrujé entre mis manos y la guardé en el bolsillo de mi pantalón...
me quedé pensando: ¿Porqué no existe?, ¿será porque me he mudado a una
casa pobre y los pobres no deben conocer a Papá Noel? será... Ya qué
importa...inútilmente soñe con el helicóptero todo este tiempo.
Salí despacio de mi casa, cruzando el camino de tierra,
me paré en la puerta que me comunicaba con la calle y ví a unos niños,
amigos míos, que se encontraban reventando cohetecillos... me fijé en
ellos, tenían ropa nueva...yo no. Quería gritarles: Papa Noel no
existe! pero no dije nada...a mis 6 años bajé la cabeza, apreté
aún más entre mis manos mi carta, me volteé, y antes de irme, vi a otro
amiguito, él jugaba con un robot...para su suerte sí tuvo a Papá Noel...qué importa me dije, mi familia
esta unida, para bien o para mal, juntos, no sé.., ví hacia la casa
de la abuela y por la ventana los ví bailando...me fui a dormir.
Ahora, pasado el tiempo, que soy padre de 2 niños, todas las
Navidades me preparo y a mis hijos les creo la ilusión de que Papá Noel
les traerá su regalo. Será el que ellos pidan en sus cartas... no me
importa si tengo que recurrir a un esfuerzo o privarme de algo como lo hicieron mis padres cuando me regalaron la mayor alegría de mi
vida...por eso yo cumplo con su ilusión, y es por eso que con un Papá
Noel de juguete, que toca su campanita al encenderlo y se acompaña
con un canción Navideña, muñeco que me regaló el cielo para que sea
mi cómplice, para ilusionarlos. Y ya les enseñé que debajo de él, es
que tienen que colocar sus cartas y que las 12 del 24 es 25...es
NAVIDAD y sus regalos llegarán, pues Papá Noel no se olvida de ellos.
Y así, llegada la hora, junto a mi cómplice Papá Noel, desaparezco sus
cartas para en su lugar colocar sus regalos, y aquellas cartitas las
deposito en el bolsillo de mi pantalón como lo hice antes, y cuando
ellos abren su felicidad de sueño cumplido, soy feliz... Luego
cuando ellos contentos salen disparados a mostrar sus juguetes, yo
abrazo fuertemente a aquél muñeco y me digo: