A mi madre
Adentrarse en tus profundos
ojos
(hoy pequeños para no dejar escapar tanta belleza
percibida con los años)
es como traspasar el umbral de la consciencia
y dejarse guiar por laberintos insondables.
A ti,
mamita,
que sabes pintar en un lienzo
no sólo lo que miras,
sino lo que ves más allá,
imperceptible al ojo humano.
De ti,
junto a la vida,
recibí el don de la ternura,
el afán por vivir a toda costa,
el valor del ahora sin miedo a un mañana incierto
y el amor de la familia sin medida.
M.G.H. tu hija
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