Cierto joven había estado en un estudio Bíblico de cierta congregación
un miércoles por la noche. El tema de estudio era el de escuchar
la voz de Dios. Este joven no dejaba de preguntarse: "Acaso
Dios aun le habla a la gente?" .
Al
terminar el estudio, fue con algunos amigos del mismo grupo
a tomar un café y una rebanada de pastel mientras seguían con
el tema. Muchos de ellos hablaron de como Dios los había guiado
para hacer cosas en diferentes maneras. El joven, se limitaba
escuchar. Como a las 10:00PM, el joven subió a su auto y enfilo
rumbo a su casa. Mientras manejaba, comenzó a orar: "Señor...
si aun le hablas a la gente, háblame a mí también. Escuchare,
y haré lo mejor para servirte."
Mientras
manejaba a través de una de las calles principales tuvo el extraño
impulso de comprar un galón de leche. Meneo la cabeza y en voz
alta grito: "Eres tu, Señor ????" No obtuvo respuesta y siguió
su camino a casa. Nuevamente el impulso estaba ahí: "Compra
un galón de leche." El hombre recordó el tema del estudio Bíblico
y la conversación que se llevo a cabo en el café, de como la
gente había podido reconocer esa silenciosa voz de Dios en su
interior. Entonces dijo: "De acuerdo, Señor, en caso de que
seas Tu, comprare la leche." Después de todo, no parecía ser
una petición muy difícil. En un momento dado, podría utilizar
la leche para si mismo si no se presentaba otra situación, así que se detuvo y compro la leche. Después
subió al auto, y siguió su camino.
Mientras
seguía por la vía principal, sintió la necesidad de dar vuelta
en una pequeña calle. "Es una locura...", penso, e ignorando
ese impulso, siguió adelante. Un par de cuadras después, sintió
el impulso de regresar a esa calle, así que en cuanto pudo,
regreso a tomar esa calle, mientras decía, con cierto sarcasmo,
"De acuerdo Señor, ahí voy." Manejo un par de cuadras cuando
de pronto sintió el impulso de detenerse. Se estaciono y observo
alrededor. Estaba en un área semi- comercial de la ciudad. No
era el mejor barrio, pero tampoco era el peor. Todos los negocios
estaban cerrados, y casi todas las casas de por ahí estaban
obscuras, como si los habitantes estuvieran ya en cama. De nuevo
sintió un impulso de dirigirse a cierta casa en particular.
El joven vio la casa, estaba obscura, y pareciera que no hubiera
nadie o que los habitantes ya estuvieran dormidos. Empezó a
abrir la puerta de su auto... pero se detuvo y se dejo caer
sobre el asiento. "Señor, esto es una locura... Esas personas
están dormidas, y si las despierto se van a molestar conmigo
y me veré como un tonto." De nuevo sintió el impulso de ir a
dejar esa leche. Finalmente abrió la puerta..."De acuerdo, Señor,
si eres Tu, iré a esa casa y les daré la leche. Si tu quieres
que me vea como un tonto, así será, es tu voluntad.Creo que
esto puede servir de algo, pero si no abren a la primera, me
voy de aquí."
Camino hasta la casa y toco el timbre. Escucho
ruidos dentro y pudo escuchar la voz de un hombre que preguntaba:"
Quien es?...Que quiere?" Antes de que pudiera decir algo, la
puerta se abrió. Un hombre, en pantalones de mezclilla y camiseta,
estaba de pie enfrente de el. Se veía como si hubiera estado
ya acostado. Tenia una extraña expresión en su rostro y no se
veía muy feliz de tener un extraño en su puerta. "Que desea?"
pregunto. El joven simplemente le dio el galón de leche y nerviosamente
dijo: "Tome. Le he traído esto." El hombre tomo la leche y se
alejo por el pasillo diciendo algo que el joven no lograba entender.
Poco después, apareció una mujer llevando la leche a la cocina,
el hombre la seguía cargando a un bebe. El bebe lloraba. El
hombre se acerco de nuevo al joven, con lagrimas en el rostro.
"Estabamos orando. Tenemos grandes cuentas por pagar este mes
y nos quedamos sin dinero. No teníamos nada de leche para nuestro
bebe. Le estabamos pidiendo a Dios una manera de poder contar
con la leche." La mujer, desde la cocina, grito: "Yo le pedí
que enviara un ángel con algo de leche. Es Ud. Un ángel?" El
joven, sorprendido, no supo que responder. En lugar de eso,
saco su billetera y le entrego al hombre todo el dinero que
llevaba consigo. Se dio media vuelta y subió a su auto, con
lagrimas en el rostro. Ahora sabe, con certeza, que Dios
contesta la oración... y que aun les habla a las personas.
Autor Desconocido |