Invitacion de Dios

 Extracto del mensaje de SS Juan Pablo II dirigido a los participantes del
encuentro sobre la “Novo Millennio Ineunte”

“Os exhorto queridos hermanas y hermanos, a no olvidar en vuestro trabajo el
punto central de la experiencia jubilar: el encuentro con Cristo. El Jubileo ha
sido una continua, inolvidable contemplación del rostro de Cristo, Hijo eterno,
Dios y Hombre, crucificado y resucitado.

Lo hemos buscado en la peregrinación hacia la Puerta que abre al hombre la vía
del cielo. Hemos experimentado su dulzura en el acto humanístico y divino de
perdonar a pecador.

Lo hemos descubierto hermano de todos los hombres, reconducidos a la unidad por
medio del don del amor que salva. La sed de espiritualidad que se ha suscitado
en nuestra sociedad sólo puede ser aplacada por Cristo.

“No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que
ella nos infunde ¡Yo estoy con vosotros!” (Carta Apostólica Novo Millennio
Ineunte,29). Al mundo, a cada uno de nuestros hermanos los hombres, hemos de
abrir el camino que conduce a Cristo. “Señor, busco tu rostro” (Sal 27 (26),8).
Esta aspiración acudía a menudo a los labios del beato Josemaría, hombre
sediento de Dios y por eso gran apóstol, que escribió: “En las intenciones, sea
Jesús nuestro fin; en los afectos, nuestro Amor; en la palabra, nuestro asunto;
en las acciones, nuestro modelo” (Camino,271).

Es el momento de deponer el miedo y de lanzarnos hacia metas apostólicas
audaces. Duc in altum! (Lc 5,4): la invitación de Cristo nos mueve a navegar mar
adentro, a cultivar sueños ambiciosos de santidad personal y de fecundidad
apostólica.

El apostolado es siempre el desbordarse de vida interior. Ciertamente, es
también acción, pero acción sostenida por la caridad. Y la fuente de caridad
está siempre en la dimensión más íntima de la persona, donde se escucha la voz
de Cristo que nos llama a salir con él a mar abierto.

Que cada uno de vosotros acoja esta invitación de Cristo y corresponda con
generosidad siempre nueva.

Con este auspicio, a la vez que confío a la intercesión de María vuestro camino
de oración, de trabajo, de testimonio, os imparto afectuosamente mi
Bendición.”

SS Juan Pablo II
17 Marzo 2001


  [ Back ]