LA VIDA ES UN PUZZLE

 

El hombre apresurado no suele apreciar lo que tiene a la vista y al alcance de la mano.

Gracias a un accidente banal, yo pude apreciar la virtud de la paciencia.

Hace muchos años, me regalaron un puzzle.

Acto seguido, impaciente como un niño, me puse manos a la obra. Pero, a pesar de mi obstinación, me seguían faltando aquellas piezas que me hubieran permitido avanzar en la reconstrucción de aquellas grandiosa imagen. ¡Nada da más rabia, cuando uno está cerca de su objetivo, que no poderlo alcanzar!.

A pesar de mi perseverancia, mi agitación crecía, y no lograba descubrir las piezas mágicas que forzosamente tenían que estar a la vista.

Mortificado e irritado, lo aparté a un lado. Pasaron varias semanas sin que le echara siquiera un vistazo. Una tarde, sin embargo, regresé al despacho y, como por ensalmo, ¡todas las piezas que me hacían falta surgieron ante mis ojos, de manera evidente!. Retuve la lección.

Lejos de la presión, sin precipitarse, las cosas se colocan ellas mismas en su sitio y adoptan su justa dimensión.

Como ves, el distanciamiento es a menudo el espacio que nos falta para ver lo que salta a la vista.

Alain Ayache

 

 


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