Para arreglar el mundo

Iba un niño con su papá en el tren. El recorrido duraría una hora. El padre se
acomoda en el asiento y abre una revista para distraerse.

En eso, el niño lo interrumpe preguntándole: ¿Qué es eso, papá? El hombre se
vuelve para ver que es lo que señala su hijo y contesta: "Es una granja,
hijo".

Al recomenzar su lectura, otra vez el niño pregunta: "¿Ya vamos a llegar?" Y el
hombre contesta que falta mucho.

No bien había comenzado nuevamente a ver su revista cuando otra pregunta del
niño lo interrumpe; y así se siguieron las preguntas, hasta que el padre, ya
desperado y buscando cómo distraer al chico, se da cuenta que en la revista
aparece un mapa del mundo. Lo corta en pedacitos y se lo da al niño diciéndole
que es un rompecabezas y que lo arme.

Feliz se arrellana en su asiento, seguro de que el niño estará entretenido todo
el trayecto. No bien ha comenzado a leer la revista de nuevo cuando el niño
exclama: "Ya terminé"

-¡Imposible! ¡No lo puedo creer! ¿Cómo tan pronto?"; pero ahí está el mapa
perfecto. Entonces le pregunta: "¿Cómo pudiste armar el mundo tan rápido?"

El hijo le contesta: "Yo no me fijé en el mundo. Atrás de la hoja está la
figura de un hombre; compuse al hombre y el mundo quedó arreglado".

 

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