Con Tantitito Que Llueva Fuerte



Con Tantitito Que Llueva Fuerte

_______________________________Rosa Carmen Ángeles.

Hace unos días entrevisté a una buena señora que habita una vecindad construida en tiempos de la canica y la santa mujer me trató con mucha dulzura tal vez pensando, ingenuamente, que yo le puedo arreglar su problema de vivienda:

“El martes pasado a la hora en que pasaba un camión comencé a sentir que la casa se cimbraba y a mirar cómo de las paredes se desprendía varios pedazos de yeso con todo y ladrillo. Mire –y enseña un brazo-, traigo erizos los pelos nomás de imaginarme que un día me vaya a morir aquí apachurrada. Siento que en esta casa estoy como jugando a la ruleta rusa, siempre con la incertidumbre: se caerá hoy, no se caerá hoy, ¡Dios mío!, ¿Qué me irá a pasar mañana? Tengo miedo que en una de esas se vaya a desprender una viga a la hora en que me encuentro dormida y me deje en el sueño para siempre; porque ahora sí estoy segura que si pasa un trailer, o con tantitito que llueva fuerte, mi viviendita se va venir pa’bajo.

“Mire, he tratando de conseguir un lugar más seguro dónde vivir, pero por más que sumo, multiplico, resto y hago cuentas con los dedos acabo diciendo: ¿De ninguna forma me alcanza’, porque, aunque trabaje y trabaje, vender tamales no deja gran cosa. ¡Estoy lucida y requete lucida!

“La otra vez me iban a alquilar un cuarto allá por Argentina. Me dijeron que me pusiera lista porque iban a lanzar a una señora que a pesar de que pagaba nomás 100 nuevos pesos de renta tenía como dos años que no daba ni siquiera un peso de los viejos. Yo estaba bien entusiasmada, pero quién sabe qué pasó porque después ya no supe nada porque nada me dijeron.

“Hace tiempo hasta la tienda de la Conasupo, que es donde acostumbro comprar mi leche, llegó un señor que quería ser diputado y nos dijo a varias viejas que estábamos ahí, que si votábamos por él nos ayudaría a que tuviésemos un lugar digno dónde vivir; y lo decía tan sinceramente, que la verdad es que le creímos. Aunque yo no voté por él. Quién sabe de qué partido era ¿Sabrá Dios? Para qué le voy a contar mentiras, yo no acostumbro votar. Pero de cualquier modo yo creí en aquel señor que ahora ha de ser diputado. Pero hasta la fecha no he sabido nada de él. Ahorita mi casa está bien cuarteada y se me está viniendo abajo y así han de estar las demás, y del diputado ése ni sus luces. Ni para mí ni para nadie. Pero, tal vez estoy pensando mal, porque a lo mejor ni ganó.

“El otro día una vecina me decía que deberíamos de seguir a Joaquín –un muchacho que vive también en esta vecindad con su esposa, sus hijos y dos perros-, que lo acompañáramos a invadir un predio abandonado porque, según Joaquín, lo estaba apoyando un partido. Pos quién sabe cuál partido, ya le dije que a mí no me gusta la política. Pero esa vez no quise seguirlos, porque como dijeron que había riesgo de que nos sacara la policía, me dio miedo que llegaran a echarnos pa’fuera y, pues, yo ya estoy vieja pa’andar en chismes de delegación. Además ese predio estaba re’lejos, por allí no había ni farmacias, ni restaurantes, ni tintorerías, ni cines; porque lo más seguro es que por allí ni a los españoles se les ocurrió pasar.

“Mire, viviendo aquí yo me he aguantado 40 años, porque no quiero dormir en la calle, ni vivir con amigos íntimos, ni con parientes lejanos. Por eso me he conformado, porque esta vecindad de gustarme le aseguro que no me gusta, parece establo: el que no tiene perro tiene gato. Por ejemplo, la del 7 tiene varios conejos; la del 15, sus dos gallinas, y a mí me choca vivir entre animales. Además, no hay un solo momento de intimidad; aunque cierre la puerta escucho la conversación del vecino de al lado. Dígame, ¿usted cree que esto es vida? ¡Pus no! A veces pienso que sólo muerta podré vivir en paz.

“Por lo pronto, yo lo único que quiero es que me den un lugar chiquitito chiquitito, pero sin cuarteaduras, en donde quepan mi cama y mi bote de tamales. No importa si los muros están descarapelados, pero que sí tenga agua, porque en esta vecindad el tinaco siempre está seco y ya van varias veces en que me he agarrado a cubetazos con algunas vecinas para alcanzar una poquitita. Ahora que, si hay un terremoto como el del ’85, si llego a quedar viva tal vez me toque algo nuevo por la reconstrucción”.

Rosa Carmen Ángeles

Separator Bar





Regresar al IndiceSiguiente

Separator Bar