Bienvenidos al Antejardín


Este es un viaje muy simple.

Queremos llamar la atención de todos los convencidos de que en las venas de Internet pueden correr virus revolucionarios. No porque no creamos que ello es posible -de hecho lo consideramos deseable- sino porque antes de hacerlo hay que tener presente ciertas cosas.

La realidad nos llama a abrir los ojos antes que nada. La Revolución de Internet no tiene las dimensiones que nos quieren hacer creer.

Esta es una perspectiva latinoamericana, porque una buena parte del Antejardín está en América Latina. Aunque advertimos que no representamos a nadie. Perdonen la poca riqueza de recursos de esta página. Somos nuevos en esto.


  • El primer punto de este recorrido son las consignas de la supuesta revolución de Internet, una especie de resumen de las obvias promesas de la llamada red de redes.
    Las Banderas de la Revolución
  • El segundo es la generación de tedencias al interior de la red y las luchas por democratizar el hiperespacio.
    El Reino de Internet
  • El tercero es un breve recorrido por el mundo que presuntamente espera la llegada de Internet
    El Antejardín de Internet
  • El cuarto es una reflexión sobre los alcances contraculturales y revolucionarios del soporte Internet.
    De Autopista a Carretera secundaria
  • Somos nuevos en la red y esta es nuestra primera experiencia en la construcción de la web, por eso pedimos disculpas por la escasez de recursos de esta página. La breve crónica de su construcción es el último capítulo.
    ¿Contrarrevolucionarios?

  • Las Banderas de la Revolución

    "Internet is own revolution"
    Lema fundacional de la Internet Society de enero de 1992.

    Como toda revolución, Internet promete un mundo mejor. Como lo hizo Espartaco, como lo hizo Robespierre y como lo hizo Lenin. Todos han asegurado un mundo mejor y muchos lo han cumplido. Al menos en parte.

    Pero ahora, eso sí, no hay ni un caudillo, ni un comandante ni un general. El mundo virtual actúa en forma anónima, con millones de voces hablando al unísono. Pero las banderas de la rebelión existen, y son los propios partisanos quienes las levantan, las ondean en sus páginas web, en los medios de prensa, en las publicidades de las compañías proveedoras y en los estudios académicos. En medio de las columnas de partisanos que desfilan por las redes en busca de la victoria, se pueden ver:

    Pluralidad

    Los orígenes militares de la red han pasado al olvido, desde que fueron derrotados por la presión de sus propios usuarios. Hoy a nadie se le pregunta de donde viene para ingresar a la red ni para levantar su propia página. Museos, partidos políticos, fuerzas alternativas, juegos de video, fotos pornográficas y universidades son parte de la extensa oferta de sitios que tiene la red, cuya diversidad supera todo listado posible. "La Internet", dice un artículo de Vicent Cerf en la página de Internet Society, "está proveyendo de uno de los más poderososo amplificadores de voz jamás inventados. Ofrece un megáfono mundial para voces que de otra forma sólo podrían escucharse débilmente. Invita y facilita múltiples puntos de vista y diálogos en formas imposibles para los tradicionales medios de comunicación de una sóla vía".

    Masividad

    Se estima que500 millones de cibernautas son los partisanos de esta rebelión. Ellos puede recorrer libremente los lugares que les plazca al interior de la red, conociendo culturas lejanas, accediendo a información instantánea y comunicándose con un igual en el otro extremo del planeta. Y se esperan a miles más.

    Democracia

    40 millones de sitios web, según Network Wizard, son la expresión concreta de la revolución. Un joven de Caracas puede construir su propia página, al mismo nivel que una multinacional inglesa, un banco japonés o un periódico de Wall Street. La democracia en la red es una de las banderas más vistosas de la revolución.

    Libertad

    Pero nadie impone un camino para recorrer los espacios de la red. Decenas de buscadores, listas de correo y grupos de discusión aseguran distintos accesos a las páginas de Internet. El camino lo traza el propio partisano, en respuesta a sus propios intereses. La libertad del navegante es absoluta y la rige su íntimo criterio. Y no sólo eso. Si el partisano es listo, puede intervenir las páginas de sus enemigos, puede robar información secreta, puede sabotear los espacios de quienes no le simpatizan. Los hackers, los crackers, los snifers, (definiciones resumidas en página Arte en la Red) son los partisanos más avanzados, capaces de aplastar incluso a los más poderosos habitantes de la red. "Vamos a crear una civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y hermosa que el mundo que vuestros gobiernos han creado hasta ahora", dice una página web vinculada a la llamada guerrilla.

    Cultura

    La llave para un universo cultural está en Internet. Desde el Museo del Louvre a la Biblioteca del Congreso norteamericano están en red a disposición del que quiera consultarla. Universidades y escuelas comienzana percibir la necesidad de Internet a la hora de entregar conocimientos. Las bibliotecas además de libreros habilitan computadores. Las bibliografías adjuntan a sus fichas de libros direcciones web. El conocimiento naavega por las aguas de la red.

    Futuro

    No todo queda aquí, porque Internet es el futuro. Son miles los usos que se anticipan para el porvenir, desde hacer las compras desde casa hasta no tener más que trabajar en una oficina. La utopía de la sociedad informatizada es el trasfondo de esta revolución. "Para promover, proteger y preservar la democracia y la libertad, debemos considerar el avance tecnológico como parte integral del desarrollo de las naciones", decía Al Gore, Vicepresidente de Estados Unidos, en 1994.


    Las banderas siguen agitándose al viento de los billones de mails diarios, de los servidores gratuitos, de las acciones guerrilleras a favor de causas humanitarias. Pero la revolución lleva menos de 10 años, si se considera que el interface world wide web abrió las puertas de la masificación recién en 1991.

    Hasta ahora, la revolución lleva más ruido que nueces. Porque, insistimos, las promesas y las banderas sólo llegan a un cinco por ciento de la población mundial. Pero eso no es un problema. Toda revolución comienza como un germen que se expande con el tiempo, con la fuerza de los revolucionarios y con la razón de sus principios. Y de todas formas, hay 500 millones de personas involucradas en la revolución. Eso supera a cualquiera otra, sólo que las pretensiones de universalidad son más grandes que la realidad.

    Porque esta revolución es la primera de la historia que convoca no a aquellos que no tienen -que carecen de fe, de bienes, de salud, de vivendas- sino que a aquellos que tienen un computador. Los descamisados de esta revolución deben, antes de entrar a las filas revolucionarias, tener un bien fundamental y caro: Computador y conexión.

    Y por eso, las tropas no pueden engrosarse demasiado: Uno de cada cuatro canadienses tiene Internet, en el tope de la tabla, mientras que un 15 por ciento de los nortemericanos, un 15 por ciento de los ingleses y un 14 de los alemanes también disfutan de ella. Pero apenas uno de cada 160 mexicanos y uno de cada 1000 africanos. Internet sigue siendo patrimonio de los países ricos. Mirado desde fuera, parece un enorme castillo al que la mayor parte de la gente todavía no llega.

    Miremos un gráfico de la página de Nielsen, puesta deliberadamente para graficar donde es mejor hacer un negocio a la hora de pensar en Internet:

     

    Entonces, sin olvidar que se trata de una revolución, mirémosla ahora como un castillo.

    Hagamos cuenta ahora que esto es un Reino, el Reino de Internet.

     


     

    EL REINO DE INTERNET

     

    Porque Internet es un reino como los viejos feudos medievales, donde los nobles vivían felices en el palacio, mientras afuera los siervos apenas se enteraban de lo que pasaba en sus pasillos Pero unos y otros sabían que las consecuencias de las decisiones de esas cortes iban a influir, tarde o temprano, en su propia vida.

    Ahora, Internet es el Palacio, sus pasillos son las redes. Según el antropólogo Artur Serra, el concepto de internauta (noble en nuestra metáfora), viene de considerar a Internet como una comunidad en sí misma "sustentada en un recurso tecnológico". Eso es exactamente el palacio.Y el mundo entero es el que se queda afuera.

    Es un ejercicio de imaginería. Si nuestra imaginación nos permite creer que INternet es una revolución, porque no hacerlo con un palacio. Permitámonos este nuevo juego. Veamos como se entra a El Reino.

     

    El acceso al Reino

     

    En el palacio no hay rey, pero sí hay muchos muchos nobles, que en vez de jurar lealtad a una corona lo hacen ante el oficio de la navegación, y en lugar de velar sus armas, se suscriben a un proveedor de Internet. Ese es el requisito para ingresar al castillo, que no es fácil y, al contrario de la bandera, es cualquier cosa menos democrático. En vez de título nobiliario, se debe mostrar el contrato con alguna empresa que nos permita subir a la red, cancelando algo así como 20 dólares mensuales en Estados Unidos o 65 en algún país africano, según el estudio Internet and Global Information Infrastructure in Africa, Laura Mannisto, Tim Kelly y Ben Petrazzine, UIT, 1998, citado en el Informe Panos.

    En vez de armadura, además, se debe tener un ordenador capacitado, y en lugar de una lanza hay que ser dueño de un módem. Esa indumentaria cuesta alrededor de 900 dólares, lo que equivale al ingreso por habitante de Guatemala en un año. Porque no para todos vale lo mismo ingresar a la castillo. Según un reciente estudio de la Unesco, abundamente citado por la prensa, un europeo ahorra tres meses y ya tiene su armadura. Un indonesio, en cambio, debe ahorrar ocho años.

    Claro que el castillo tiene puentes levadizos alternativos. Afortunadamente. Una universidad, un café virtual, una cybercabina, puertas que, en todo caso, están recién en las primeras etapas de su apertura. Porque uno de cada 10 latinoamericanos tiene posibilidades de llegar a la Universidad, y en ese continente, no todas las universidades disponen de computadores en red. En Santiago de Chile, país orgulloso de sus índices marcoeconómicos, tiene apenas tres cafés virtuales para sus cinco millones de habitantes. Y las cybercabinas no pasan de ser todavía proyectos experimentales.

    El acceso no es fácil, pero ingresemos al castillo para ver como pueden ser los que consiguieron armas para ser parte de la nobleza del castillo.

     

    La mayoría de los nobles

     

    El foso de cocodrilos es cruzado de todas formas por muchos nobles, que deben entender que, al margen de la publicidad y la creencia generalizada en torno a la red, su condición es claramente un privilegio. Por eso los llamaremos nobles. La riqueza no es sinónimo de virtud dicen los cristianos, pero tampoco es un antónimo. Fue en el seno de la nobleza donde se generó la revolución francesa, y la Revolución de Internet la protagonizan nuevamente los mismos estratos. Pero como en esos tiempos, los revolucionarios no son todos.

    Porque el Reino de Internet está demasiado lleno de nobles a los que sólo le interesa el placer. Basta mirar las páginas más consultadas en la red para darse cuenta. Los 100 nombres más digitados en Internet, por ejemplo, no son precisamente los más revolucionarios.

    Miren las palabras más usadas en los motores de búsqueda en Internet, según el listado del Top 100

     1  pamela anderson  6.36%
    2  jennifer love hewitt  3.58%
    3   jenna jameson  3.49%
    4  tommys bookmarks  2.81%
    5  zelda  2.68%
    6  lolita  2.36%
    7  mardi gras  2.13%
    8  shania twain 1,74
    9  delta airlines  1.48%
    10  michael jordan  1.40%

     

    La pornografía es tal vez el contenido más abundante de Internet, y a la vez el más consultado, como lo ratifica el Top 50 Hispano, actualizado cada media hora. Los nobles usan la red fundamentalmente para motivos más vinculados al ocio, y los pasillos del castillo se acomodan cada día para ellos.

    Por ejemplo, vamos a los salones más visitados del palacio -los buscadores- y veamos adonde conducen sus puertas. En Yahoo! Hay nueve categrías y 227 sitios para Spice Girls y 3 categorías con 185 sitios para William Shakespeare, acaso los dos polos de la cultura anglosajona. Neruda tiene 1 categoría y 5 sitios ante 2 categorías y 22 sitios para Ricky Martin, en una especie de paralelo con la cultura hispana.

    En el españól Ole, Rafael Alberti tiene una entrada, 10 veces menos que las que tiene el cantante Enrique Iglesias. En Lycos, Borges tiene la no despreciable cantidad de aciertos de 565, lo que es una cifra menor si se compara con los 1616 de Julio Iglesias.

    Además que el idioma casi oficial de los nobles es el inglés, idioma que hablan 322 millones de personas en el mundo, es decir, el 5,3 por ciento de la población mundial. Los hispano parlantes como nosotros, nos quedamos con el derecho a navegar por las periferias de la red, así como todos los demás seres humanos que no tuvieron la "suerte" de nacer en un país anglosajón. Ellos se dividen el resto del mundo de internet, donde los hispanos parlantes - de esa ínfima porción- somos el 11 por ciento.

    Pareciera que los cotilleos del Reino se refieren fundamentalmente al ocio, al arte deshechable, a la llamada cultura de masas, especialmente la del inglés. El castillo está construído sobre esos cimientos, aunque -afortunadamente- hay muchos que lo están tratando de cambiar. Esa es la minoría revolucionaria.

     

    La Minoría Revolucionaria.

     

    Porque hay nobles preocupados de otras cosas, de dar al castillo una orientación distinta como reza la presentación de la APC, que llama al "uso efectivo del Internet para la justicia social". Grupos y personas que no quieren que el uso de la red se limite al ocio de los nobles y por todas las vías intentan buscarle una función menos hermanada con los cotilleos del palacio.

    Son los revolucionarios del castillo, los jacobinos de la red, las brigadas rojas virtuales. Información acerca de Derechos Humanos y sobre usos de la red en la vida cotidiana, no dejan de ser escasas, pero acercan la red a las preocupaciones más urgentes del planeta, a aquellas preocupaciones que, paradójicamente, ocurren fuera de la red.

    En medio de estos revolucionarios están los guerrilleros, los hackers, aquellos que son capaces de sabotear la red. Poseedores de una virtud única y, para muchos envidiable, estos personajes hace poco pusieron cuernos al presidente del gobierno español José María Aznar, destruyeron la página de la omnipotente compañía Virgin Records, violaron millones de casillas de hotmail... Hacen temblar a las grandes multinacionales, asustan a los poderosos gobiernos, espantan a los medios de comunicación. Su actividad es quizás una de las más conocidas al interior de la red, y gracias a ellos el castillo muchas veces abre sus paredes para que todo el mundo, que muchas veces ni entiende claramente de que se trata Internet, se ría de como los más inmunes todopoderosos se rinden ante los pies de estos anónimos personajes.

    Pero no todos estos revolucionarios tienen sentidos profundos a la hora de desarrollar sus acciones. El mismo ocio de los nobles a veces puede ser su motor. Eusnet , valiosa página en castellano sobre usos alternativos de la red, reconoce en sus páginas que es "una red de los solidarios telemáticos que vamos al deseo y al placer". Sin embargo, los mandamientos, su continua comunicación y la elección precisa de sus objetivos no dejan lugar a dudas que sus acciones distan mucho de ser algo meramente trivial. Aunque nadie olvida que ellos mismos son usuarios hiperactivo que, muchas veces, convierten la navegación en un fin en si mismo, según Raúl Trejo, profesor mexicano y autor de múltiples ensayos sobre Internet.

    Pero el problema no es sólo ese, sino que el hecho de que sus acciones y las páginas subversivas, al margen de sus inspiraciones y sus logros, alimenten la imagen de pluralismo del Reino. El PRI -partido gobernante de México desde hace demasiado tiempo- mantiene una oposición para dar la imagen de democracia. Ciertamente los hackers dañan la red, los guerrilleros virtuales asutan al poder y los crackers destruyen emblemas de los nobles. Pero también garantizan que a nadie le quede duda que este es un reino democrático. Tampoco son tan poderosos como parecen. Su poder, para bien o para mal, está fuerte y sospechosamente sobredimensionado.

    Insistimos en nuestra metáfora. Internet es una revolución y una superautopista de información, pero NO es democrática, como nunca lo fueron los reinos medievales que gobernaban los destinos de los súbditos sin jamás dejarles opinar. En esos tiempos no podían hacerlo, porque el orden era divino y porque la mayor parte dela gente era analfabeta, sin educación y sin pretensiones de cambiar el estado de las cosas. Ahora no pueden porque no tienen armadura y porque están demasiado preocupados de otras cosas.

    La red a veces se acerca a ellos en un saludable proceso de pluralización de Internet. En el otro extremo, sin embargo, los acercamientos no tienen la misma intensidad. Afuera de Internet, en el Antejardín, las cosas transcurren lejos de los cotilleos del palacio.


    Partisanos, hemos salido del castillo y no vamos a hablar de revolución. Seguimos con las obviedades: El lema del Antjardín es muy simple: Nada en el mundo va a cambiar por lo que pase en la red. Atención, porque aquí vamos a dar una pequeña mirada al mundo que está fuera de los flujos de información de la red. Vamos a invitarlos a mirar al otro 95 por ciento de la población mundial, a aquellos que no pueden cruzar el foso de cocodrilos del reino. Esto es un plumazo, ojalá se inquieten por el tema.

     

    Internet es como un enorme edificio lleno de departamentos y de personas que transitan por sus pasillos, se mueven de un piso a otro, intercambian información y desarrollan sus propias ideas. Los habitantes de ese edificio -que se llaman a sí mismos cibernautas- son ahora cerca de 500 millones, quienes levantan cerca de 50 millones de sitios y, sólo en Estados Unidos, intercambian 7,3 billones de mails cada día.

    El edificio tiene una actividad febril que ha superado con pavor las expectativas que se soñaron en 1969, cuando cuatro universidades norteamericanas se conectaron bajo la rúbrica de Arpanet, dando vida a una red que, desde el desarrollo del interface World Wide Web en 1991, ha crecido al menos 400 veces. Afuera del edificio, sin embargo, está la mayoría del mundo, que no alcanza a entrar a sus pasillos y que tiene muchas mayores angustias antes que la suscripción a la red o la tarifa plana.

    ¿Es posible que la red en algún momento se extienda sobre el antejardín?

    El 2043, se cree, Internet tal vez se llegue al 25 por ciento de la población mundial,según estimaciones de la Internet Society, que también predecía mil millones de usuarios para el 2001. Aún así, afuera del edificio las cosas seguirán transcurriendo muy lejos de los modems, la fibra óptica y el impresionante desarrollo de los navegadores, de Java, del Real Audio y del IRC. Y esas cosas tienen demasiado peso en sí mismos como para que su solución pase por el acceso a la red.

    Sin pecar de lo que el profesor mexicano Raúl Trejo llama "pesimismo tremendista" (la Nueva Alfombra Mágica, Fundesco 1996), que se define como una visión apocalíptica de la red, la realidad insiste en mostrar que está más lejos de la revolución de las comunicaciones de lo que insiste en afirmar. Muchos ensayos publicados en la misma red afirman esa percepción, sobre todo CyS, servidor rico en información de esa distancia.

    Porque Internet es fundamentalmente un privilegio de los países ricos. El más rico del mundo y cabeza del G7, Canadá, tiene una conexión cada 4 personas, Bolivia, una cada 100. El 75 por ciento de las líneas telefónicas están distribuidas en los 8 países más industrializados del mundo, mentras que un 80 por ciento de la población total del planeta, o sea, cerca de 4 mil millones de personas, no tiene acceso directo a un teléfono. Un tercio de la población mundial no tiene teléfono y un sexto es analfabeta, según estimaciones de la Unicef.

    Las diferencias planetarias son demasiado impresionantes como para seguir hablando del arrollador avance de Internet. La red no se está apoderando del Antejardín, sino que se convierte cada día más en un patrimonio de los países ricos, y de las personas que viven en los países pobres como si estuvieran en un país rico. Millones de niños se morirán de hambre o por enfermedades derivadas de la desnutrición este mes, sin enterarse que si hubieran vivido 44 años más a lo mejor tendrían acceso a Internet.

    De otros es Internet. Las cruzadas virtuales, las páginas solidarias, las acciones guerrilleras se quedan ahí, y en las calles de Managua nadie está preocupado de la tarifa plana. El antejardín es implacable y hay antecedentes - tan abundantes como obvios - que insisten en el crecimiento del foso de cocodrilos que separa al castillo del Antejardín. "No se trata sólo de una herramienta de comunicación; para la mayoría de los países en desarrollo, una herramienta cara", concluye Informe Panos Nº 28, de donde han salido buena parte de estos datos.

    La distancia es enorme. Pero Internet sigue creciendo. ¿Le tendremos que dar la espalda?


    De Autopista a Camino Secundario

     

    A los latinoamericanos nos impresionan las cadenas de e mail a favor del juicio a Pinochet, las abundantes páginas zapatistaswww.ezln.org o las acciones guerrilleras destinadas a sabotear la instalación de webs de fuerzas armadas.

    Nos impresionan y damos las gracias, porque no deja de ser importante que los sectores más ricos del mundo tomen conciencia de las necesidades y los problemas del resto del planeta. Estamos seguros que si contáramos esto en nustros países la gente saludaría las iniciativas. Pero no con el mismo entusiasmo que quienes las protagonizan. En el antjardín, es demasiada la gente que no conoce Internet, y la mayor parte recuerda con mucha más claridad el asesinato del fotógrafo argentino Raúl Cabezas en 1997, antes que la campaña en Internet que, entonces, se emprendió en su memoria bajo el lema No se Olviden de Cabezas.

    Porque para todos ellos, la Internet es un tema secundario, incluso para aquellos que han sabido utilizarla mejor, como el clásico ejemplo de los zapatistas. El gobierno mexicano a través de su canciller Gurría, en un momento, llegó a afirmar que la guerra de Chiapas se libraba en Internet, debido a la proliferación de páginas y mensajes referidos a la guerrilla del sur mexicano. Pero la página "oficial" del Ejército Zapatista la construyó en 1995 un muchacho norteamericano llamado Justin Paulson, estudiante de Pensilvania que además ha levantado páginas de arboricultura y música clásica, a partir de información de prensa. Nada más. "No se trataba de Marcos ni de un oscuro simpatizante suyo que desde la calurosa selva chiapanesca estaba colmando de mensajes a la red de redes", dice Raúl Trejos en su libro La Nueva Alfombra Mágica.

    En Internet, como en la radio, en los medios alternativos, en la televisión, en el video y hasta en el cine, aparecen los clamores revolucionarios del Tercer Mundo. No hay mayor trascendencia que eso. Pensar lo contrario no sólo es ingenuo, sino que casi peligrosamente estúpido. Son pocos los que creen ese mito, afortunadamente, pero a veces a los más listos se los come el entusiasmo de la navegación e, involuntariamente, actúan como si lo creyeran.

    Porque Internet es lejos el medio masivo más lejano de todos a los que se puede acceder en lo que hemos llamado el Antejardín. Según datos de la Unesco. Hay ahí 44 periódicos cada 1000 habitantes (en los países desarrollados hay 286), 198 radio receptores (contra 1045 en el Primer Mundo), y 153 televisores (contra 544 al otro lado). Las diferencias aquí también son brutales, pero menores comparados con los computadores, que en América Latina son menos de uno cada mil habitantes.

    Entonces, no es Internet el medio por donde llegar al Tercer Mundo. Aunque suene pasado de moda, la radio, el video o la prensa, siguen siendo la mejor forma de hablar con la periferia del planeta. Si eso no no sirve, Internet sirve menos. La Superautopista, es, para el Antejardín, un camino secundario, al que se puede recurrir de vez en cuando, pero que no tiene nada de fundamental. Cibernautas, guerrilleros, hackers: Agradecemos sus esfuerzos, pero comiencen a desconfiar de los aplausos. Provienen de aquellos que ven sus atentados con la misma pasión que sienten un triunfo deportivo.

    Para la detención de Pinochet, en Chile apareció un diario semiclandestino llamado The Clinic. Con ironía política, y apenas cinco mil ejemplares, logró ser un tema de la opinión pública chilena. Las páginas web al respecto, ni siquiera han dado para una lectura de foto. Porque en el Tercer Mundo los que tiene Internet son una brutal minoría. Y los que intentan meter mensajes revolucionarios en la red, son una minoría de la minoría. En América Latina son cerca de 6 millones de personas, de los 480 millones de habitantes. La minoría de ese 2 por ciento está preocupada de la revolución en la red.


    ¿Contrarrevolucionarios?


     

    El conocimiento del entusiasmo europeo sobre la red fue la inspiración de esta página. No es que creamos que Internet es algo innecesario o inútil, sino que sólo queremos aportar datos para evaluarla en su justa dimensión. No nos llama la atención que las grandes empresas vinculadas al desarrollo informático manifiesten su euforia ante el crecimiento de la red, pero sí que las fuerzas contraculturales muchas veces la compartan.

    Ciertamente es otro el espíritu del entusiasmo. El servidor autónomo Fnor comienza así sus páginas: "La ciencia y la tecnología no son neutrales ni están extentas de valores. La dominación del capital se basa en parte en el control de ambas", y luego aclara: "Conscientes de ello, y del latente poder de transformación social en la red de redes, desde el proyecto fnØrd (a través del servidor flyingmind.com) trabajamos en pro de la creación de un espacio digital libre". Indudablemente, eso no es lo mismo que dicen en los comunicados de Microsoft o de Apple.

    Pero para la vista desde fuera de esa lógica, ambos discursos son iguales. Porque para aquellos que no tienen Internet, esas disputas de poder no tienen sentido. Aunque ganen los "buenos", es decir, aquellos que quieren hacer e Internet un "espacio digital libre", de nada podría servirles a ellos. Más pronto de lo que se cree, Internet tocará techo. Su crecimiento no podrá llegar muy lejos debido a las enormes carencias materiales de la enorme mayoría de la humanidad. Fuera de los países desarrollados, las la lista de necesidades es tremendamente larga para considerar las posibilidades de incluir Internet entre las prioridades.

    Entonces, los intentos revolucionarios se seguirán moviendo en lo más alto de la pirámide del mundo, y de ahí la metáfora del castillo. Y creemos que ahí tampoco es posible que las consignas revolucionarias triunfen, porque la mayor parte de los usuarios siguen viendo Internet como una posibilidad de ocio, así como ven a a mayor parte de los medios de comunicación. Puede ser que Internet esté herida de muerte, pese a sus presuntas posibilidades revolucionarias. De hecho, para contrarrestarlas aún más, las grandes empresas cada día incrementan las medidas de seguridad de la red y levantan sus propias redes privadas (o Intranet), a modo de aumentar su condición elitista. Y eso fuera del tema del idioma, que puede sonar majadero, pero la gente en el Tercer Mundo no sabe inglés, y en su gran mayoría no tiene como aprender.

    Ahora hemos creado esta página sólo para decir eso, conscientes de lo paradójico que resulta criticar Internet aceptando sus formas y levantando una página web. Fue difícil, en todo caso. Apenas sabemos programación y de ahí la carencia de grandes recursos en este ensayo, donde lo poco que hay fue sacada de los servidores que ofrecen material para los iniciados. No sabemos HTML y para la navegación hemos usado una matriz de modelo incluída en una vieja versión Beta de Adobe Page Mill 2.0 para Macintosh. Después de esto, tal vez seguiremos usando los computadores para hacer panfletos, que es probablemente un medio mucho más impactante en una calle del tercer mundo.

    Ojalá, en todo caso, que los intentos revolucionarios triunfen en Internet. Les deseamos suerte. Cambiar el mundo y propagar ideas sigue siendo necesario y todos los canales sirven. Pero unos sirven más que otros y hasta ahora, Internet no parece que servirá de mucho. La red sigue siendo un fantasma que recorre el mundo, como decía ese viejo manifiesto. Pero este fantasma es muy poco lo que asusta.

     

    Barcelona, Septiembre de 1999

     

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